𝟢𝟫 𝖻𝖺𝗇𝗊𝗎𝖾𝗍𝗌, 𝗋𝖾𝗎𝗇𝗂𝗈𝗇𝗌 𝖺𝗇𝖽 𝗇𝗂𝗀𝗁𝗍𝗌 𝗈𝖿 𝗉𝖺𝗌𝗌𝗂𝗈𝗇

Toda la conversación con Andrew la había dejado aún más pensativa, le sorprendía enormemente que Jeyne estuviera dispuesta a dejar su posición como señora del Valle. Aún recordaba las palabras y la expresión en el rostro de Andrew, casi parecía estar aterrado ante la idea, una idea que pronto se haría realidad.

Por si fuera poco, Daemon y Dellaena ya llevaban demasiadas horas fuera, ya era la hora de la cena y no tenía noticias de ninguno de los dos.

— Mi lady.— Mya la interrumpió.— La cena será servida pronto ¿Desea que le traiga una bandeja?

— No, Mya. Cenaré en el comedor junto a Rhaena y Baela, prepara todo por favor.— La chica asintió y se dirigió a cumplir con la petición.

Rhea soltó un último suspiro antes de ponerse de pie y comenzar a caminar hacia la salida. Cenaría algo y se iría directo a la cama, ya no podía soportar el cansancio.

Ingresó al comedor y se topó con que las gemelas ya estaban ahí, les sonrió como saludo y tomó asiento en su respectiva silla. El pato ahumado se veía delicioso junto al resto de platillos que ya se encontraban servidos.

— ¿Aún no hay noticias de mi padre? — Rhea alzó la vista hasta Baela.

— Me temo que no.— Notó la mueca en el rostro de Baela.— Lo más probable es que ambos pasen la noche en la Fortaleza.

— ¿Estarán bien? — Rhaena estaba preocupada, su padre se había marchado sumamente molesto.

— Daemon es necio.— Respondió Rhea.— Pero para nuestra ventaja el rey es alguien sumamente paciente.

Rhaena sonrió al escucharla, de alguna manera eso la había tranquilizado un poco. Baela picoteo la comida en su plato antes de volver a hablar.

— ¿El príncipe Aemond es malo? — Rhaena volteó a ver a su hermana.— Padre estaba muy molesto cuándo descubrió que Dellaena se había casado con él.

— El príncipe Aemond es hijo de la reina Alicent Hightower, quien a su vez es hija de Ser Otto Hightower, la mano del rey.— Explicó Rhea.— Digamos que su padre no tiene una buena relación con Ser Otto y su resentimiento se extiende a cualquiera que comparta sangre con él.

— No sabía que nuestro padre podía llegar a ser tan infantil.— Las palabras de Rhaena provocaron que Rhea soltara una pequeña risa.

— Supongo que siempre ha sido así.— Agregó Baela con una sonrisa divertida.

Convivir con las gemelas no era tan difícil como Rhea pensó que sería en un principio. Ambas eran respetuosas, aunque Baela parecía tener más carácter que Rhaena, seguía siendo educada en los momentos adecuados y en cuanto a Rhaena, la chica era una maravilla, no tenía nada que reprenderle.







El campo de entrenamiento no logró apaciguarlo lo suficiente, después de su discusión con Viserys y las últimas palabras que intercambió con Dellaena había pasado gran parte de la tarde blandiendo su espada y partiendo muñecos de práctica a la mitad.

Aún estaba molesto. Estaba molesto con Viserys por solapar la estupidez que sus hijos cometieron, estaba molesto con Rhea por no haberle dicho absolutamente nada del asunto y estaba aún más molesto con Aemond ¿Cómo se atrevía ese tuerto a poner una mano sobre su hija?

Lanzó la espada con fuerza al suelo y comenzó a caminar con rapidez por todo el patio. Conocía cada rincón de la Fortaleza Roja como a la palma de su mano, pronto llegó hasta el jardín, las flores habían florecido en su totalidad y había una gran variedad de ellas.

Alzó la vista al cielo y se percató de que ya estaba ligeramente oscurecido. Los pasos de alguien acercándose lo hicieron voltear, era Rhaenyra.

— Le sigues causando disgustos a mi padre.— Le dijo en un tono tranquilo.

— Pues ahora él también me los causa a mí.— Respondió con una sonrisa frustrada.

— No puedes estar molesto con ella para siempre.— Daemon regresó su vista a las rosas que estaban frente a él, admirándolas como si fueran la cosa más interesante.— La amas demasiado como para hacerlo.

La mirada de Daemon finalmente volvió hasta la de Rhaenyra. Aún recordaba cómo solía ser de niña, gritona y mimada, le resultaba irónico que ahora le estuviera dando lecciones de paternidad.

— Es muy terca.— Admitió Daemon.— Obstinada y no renuncia con facilidad a lo que quiere, me temo que heredó mis peores características.

Rhaenyra le dio una pequeña y sincera sonrisa mientras tomaba asiento en una de las bancas de mármol que había en el jardín.

— La sangre de dragón corre espesa.— Le recordó Rhaenyra.— No iba a ser exactamente igual a su madre si te tenía a ti como padre.

— Debo agradecer que es mucho más sensata que yo, de lo contrario sería un caso perdido.— Lo último que Daemon deseaba para sus hijas era que terminaran igual que él.

— Aemond no es malo.— Agregó Rhaenyra.— Ahora estás molesto y ofendido, puedo entenderlo, creo que la mayoría lo hace. Pero ambos se aman, de no ser así no habrían cometido tal locura.

Hubo un silencio agudo después de las palabras de Rhaenyra. En lo más profundo de su ser Daemon sabía que todos tenían razón, él no podía ponerle ningún pero a alguien como Aemond, no cuando era reconocido por todos.

— Me perdí prácticamente toda su vida.— La voz de Daemon era suave y parecía estar lastimado.— Elegí no verla nacer, me perdí la oportunidad de darle un nombre y ni siquiera estuve presente el día en que finalmente reclamó un dragón.

Rhaenyra puso una expresión triste al escuchar las palabras de su tío. Harwin habría preferido lanzarse desde el Torreón de Maegor antes que perderse todos aquellos momentos.

— Y ahora ni siquiera pude verla casarse.— Rhaenyra se puso de pie y colocó su mano sobre el hombro de Daemon.

— Aún queda la ceremonia frente al Gran Septón, no es muy tarde.— Esperaba que sus palabras lo ayudaran a mejor su estado de ánimo.

— Esa podría ser mi última oportunidad.— Daemon le dio la razón a su sobrina, debía aprovechar esa oportunidad.

— Entremos, ya casi es hora de la cena.— Ambos Targaryen ingresaron de nuevo al castillo. Daemon se dirigió a los aposentos que le habían sido asignados y Rhaenyra debía preparar a sus hijos más pequeños para la cena.

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Aegon no disfrutaba de jugar al escondite con los gemelos, eran pequeños y cabían en lugares a donde él no podía llegar. Lastimosamente sus pequeños dragones era muy inquietos, prometió jugar con ellos un rato antes del banquete improvisado que su padre había organizado para conmemorar la visita de su tío y prima a la Fortaleza.

Había encontrado a Jaehaerys escondido en las cocinas, no fue difícil encontrarlo, simplemente tuvo que seguir las migajas de pastel. El problema era Jaehaera, que los dioses se apiadaran de él, su pequeña princesa era demasiado hábil para dicho juego, usualmente ella terminaba encontrándolo a él porque se aburría de esperar por él.

No la encontró junto a Jaehaerys en las cocinas, ni en los aposentos de la reina, tampoco estaba con Helaena. Aegon sólo pedía que no estuviera en el jardín o en algún otro lugar en el que pudiera ensuciarse, ya se habían lavado y no creía que ella quisiera hacerlo una segunda vez.

Entonces escuchó una pequeña risa que él reconocería en dónde fuera. Caminó por el pasillo siguiendo aquel distintivo sonido y terminó llegando a uno de los aposentos que estaba destinado a invitados. Tocó la puerta con suavidad y pronto una sirvienta le abrió, entró a la recámara y vio a Jaehaera sentada sobre la cama mientras Dellaena trenzaba su cabello.

— ¡Kepa, me encontraste! — Exclamó la pequeña mientras alzaba sus brazos.

Aegon caminó hasta ellas y tomó a su hija en brazos. Era la primera vez que veía a Dellaena en mucho tiempo.

— Hola Aegon.— Lo saludó con una sonrisa.

— Cuñada.— Le respondió él, ganándose así una suave risa por parte de ella.

— ¿Así que ya te enteraste? — Se puso de pie y caminó hasta el tocador, ahí colocó el peine con el que había peinado a Jaehaera.

— Difícil no saberlo después de todo el escándalo que hizo tu padre.— Ella se rió.

— ¿Papi, la conoces? — Preguntó Jaehaera inocentemente.

— Ella es la esposa de tío Mond.— La pequeña parecía confundida.

Dellaena sonrió al escuchar el apodo que tenían para Aemond. Su vista se fijó en Jaehaera quien tenía el ceño ligeramente fruncido.

— ¿Sabes que tu papi y mami están casados, verdad? — Dellaena le preguntó suavemente, la princesa asintió lentamente.— Eso también nos pasó al tío Mond y a mí.

Jaehaera sonrió y aquello les dio a entender que ella había comprendido sus palabras. La pequeña le extendió los brazos para que la cargara y Dellaena hizo lo mismo, Aegon pareció dudarlo un poco, pero entonces su hija comenzó a moverse entre sus brazos y finalmente accedió.

La pequeña princesa se aferró a su cuello y volteó a ver a su padre. Aegon le sonrió de vuelta, tendría una conversación con su pequeña hija sobre no pedirle a extraños que la carguen.

— ¿Y tus bebés? — La pregunta de Jaehaera los tomó por sorpresa.

— ¿Mis bebés? — Repitió Dellaena con confusión.

— Sí, sí el tío Mond es tu esposo así como mi papi con mi mami ¿En dónde están tus bebés? — Aegon hacía todo lo posible por reprimir su risa. Dellaena le lanzó una mirada molesta.

— Yo aún no tengo bebés.— Le respondió.

— ¿Puedes tener uno ahora? — Dellaena abrió la boca para responder, pero no sabía que decirle, Jaehaera aún era muy pequeña para la complicada charla sobre los bebés.

— Ya basta con las preguntas, Haera.— La princesa hizo un puchero.

— Pero quiero tener a alguien con quien jugar a las muñecas.— Protestó la pequeña.— Haerys siempre juega con Egg y Erys, pero nunca me dejan jugar con ellos.

Aegon suspiró con cansancio, su pequeña siempre le decía lo mismo. Jaehaera sufría al no tener una hermana o prima con la cual jugar, él tenía a Jaehaerys y a Maelor y si los sueños de Helaena eran correctos el nuevo bebé sería otro pequeño príncipe, por su parte Rhaenyra contaba con cinco vástagos varones.

Su pequeña Jaehaera contaba con el privilegio de ser la única princesa y nieta del rey, pero aparentemente también tenía su lado negativo y ese era que no podía compartir sus muñecas y juegos con nadie más.

— ¿Te gustaría tener un prima con la cual jugar? — Preguntó Dellaena. Jaehaera asintió.— Si eres capaz de esperar un poco más yo podría tener un bebé y si tenemos suerte podría ser una niña.

Eso le dio esperanzas a Jaehaera quien estando completamente feliz y emocionada abrazó a Dellaena con fuerza, ella le devolvió el abrazo sobando suavemente su espalda.

— Mi príncipe, mi princesa y mi lady, la cena ya ha sido servida.— Les avisó la sirvienta.

Aegon le extendió sus brazos a su hija pero ella se aferró aún más a Dellaena.

— Jaehaera.— El tono de Aegon dejaba ver que no estaba jugando.— La tía Della debe ir a cenar y tú debes dormir.

— Pero quiero pasar más tiempo con mi tía nueva.— Dellaena se rió y eso hizo sonreír a Jaehaera.

— Haera, debes obedecer a tu papi.— La princesa hizo una mueca pero terminó asintiendo.

Pronto la doncella que se encargaba de cuidar a Jaehaera la tomó en brazos y salió de la habitación, dejando solos a Aegon y Dellaena. El silencio duró unos momentos antes de que el príncipe hablara nuevamente.

— Me sorprende lo mucho que influyes en mi hermano.— Dellaena lo miró en silencio.— Eres casi una mala influencia.

— De eso te encargas tú.— Le respondió en un tono divertido.

— No soy tan malo.— Se defendió Aegon.

— La primera vez que puse un pie dentro de un burdel fue por ti.— Le recordó. Aegon hizo un gesto divertido ante el recuerdo.

— Pero fue divertido.— Sonrió al ver que Aegon aún conservaba un poco de su versión adolescente en él.

— Hicimos muchas cosas divertidas en el pasado.— Dellaena estuvo de acuerdo.

— Extraño esos días.— Aegon soltó aquellas palabras sin siquiera estar realmente consciente, simplemente se deslizaron de sus labios.

— Yo también.— Admitió.

— ¿Tenemos otras vidas ahora, no es así? — Ambos sabían que no podían volver al pasado, hace años habían escogido seguir un camino diferente y para eso no había vuelta atrás.

— Amo a Aemond.— Le dijo Dellaena en tono tranquilo pero seguro.

— Y yo amo a Helaena y a nuestros hijos, no los cambiaría por nada ni nadie.— Ambos podían notar lo mucho que habían cambiado, no tendrían un futuro juntos y era momento de finalmente soltar el pasado que compartieron.

Aegon se acercó a ella y la rodeó con sus brazos, un abrazo de despedida que se habían negado en el pasado. A partir de ahora serían familia, ella era la esposa de su hermano y él era feliz con su esposo e hijos.

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No pensó que habría algún problema si se escabullía hasta las habitaciones de Dellaena y la veía antes de que fuera hora de la cena, después de todo era su esposa. Mientras seguía el camino hasta dicho lugar, vio a Jaehaera pasar junto a su doncella y le pareció extraño.

Entonces un pensamiento fugaz llegó a él, caminó con prisa, por cada escalera que subía y por cada pasillo que cruzaba pedía estar equivocado, que sus pensamientos le estuvieran jugando una clase de broma de mal gusto.

Cuando vio la puerta que daba al interior de los aposentos de Dellaena contuvo la respiración, estaba ligeramente abierta y podía escuchar un par de voces. Le dolió el estómago cuando reconoció ambas, eran Aegon y Dellaena, hablando a solas dentro de sus aposentos.

Quiso patear la puerta y entrar para exigirles una explicación a ambos, cuando estuvo a punto de hacerlo la imagen delante de él lo heló. Vio a su hermano caminar hasta su esposa mientras la abrazaba con añoranza, una punzada de dolor se instaló dentro de él.

Se dio media vuelta y regresó por donde había venido, ignoró a cualquiera que se le cruzaba por el camino, no quería ver a nadie. Cuando estuvo solo en sus aposentos tomó la jarra de vino que siempre estaba disponible sobre la mesa de su escritorio y lleno una copa, lo bebió todo de un solo trago.

Incluso después de años, Aegon seguía siendo una constante inseguridad para él. Se sentía herido y traicionado, no sólo por Aegon si no también por Dellaena ¿Qué más debía hacer para que ella sólo tuviera ojos para él? ¿No había hecho suficiente ya?

Sus propios pensamientos y dudas lo estaban volviendo loco. Se sirvió otra copa de vino y al igual que con la anterior se terminó todo el contenido de un trago, inhaló una gran cantidad de aire antes de soltarlo, debía tranquilizarse, aún tenía que fingir que todo estaba bien durante el estúpido banquete.

Para cuando una de las sirvientas había ido a avisarle que ya todos estaban presentes en el banquete Aemond ya se había terminado media jarra de vino. Sentía el cuerpo ligeramente más pesado y la cabeza le palpitaba, sin embargo, era algo que podía manejar.

El resto de la velada estuvo tranquila, se mantuvo estoico ante las miradas que su tío le lanzaba desde el otro extremo de la mesa. Busco la mirada de Dellaena en algunas ocasiones y siempre la encontraba conversando con Helaena o Rhaenyra.

Se mantenía atento a la conversación que si sobrino mantenía con su padre e intervino en algunas ocasiones, Lord Harwin Strong siempre tenía experiencias interesantes que contar sobre sus días de gloria en los torneos y batallas.

Todo el mundo parecía estar disfrutando genuinamente del banquete. Jace había bailado con su madre la princesa Rhaenyra, mientras que su padre le había pedido amablemente un baila a la reina, Aegon y Helaena se unieron después.

Aemond logró ver cómo la mirada de Dellaena se posaba en él, posiblemente esperando a que él le pidiera un baile. Simplemente la ignoró y puso toda su atención en las parejas que ya se encontraban en la pista.

Cuando el rey estuvo lo suficientemente cansado el banquete se dio por terminado. Aegon y Helaena fueron de los primeros en retirarse, su dulce hermana se encontraba notablemente embarazada y para su estado ya se había divertido lo suficiente, Jace y Luke fueron los siguientes en retirarse.

Cuando Aemond notó que ya sólo quedaban Rhaenyra junto a su esposo, Daemon y Dellaena, él se puso de pie mientras se retiraba del lugar, caminó con dificultad hasta sus aposentos y se dejó caer sobre la cama. El vino finalmente parecía estar teniendo efecto, estuvo acostado por un rato, ni siquiera era capaz de dormir.

Se levantó de nuevo mientras se tambaleaba ligeramente, caminó hasta una de las paredes dentro de sus aposentos y al mover una estatua en forma de dragón una de las paredes se abrió, revelando así un pasadizo secreto. La Fortaleza estaba llena de ese tipo de pasadizos, eran útiles para llegar a lugares sin ser notado, pero también se corría el riesgo de terminar perdido dentro de las paredes.

Por suerte él sabía perfectamente cómo moverse a través de ellos, se adentró al pasadizo y comenzó a recorrer un camino que él conocía lo suficientemente bien. Movió uno de los ladrillos y otro pasadizo se abrió frente a él, la habitación estaba ligeramente iluminada gracias a la chimenea.

Dellaena lo miraba con asombro, cuando escuchó el ruido de algo moviéndose no esperaba toparse con Aemond saliendo de una de las paredes de sus aposentos. Antes de que ella pudiera preguntarle que estaba haciendo ahí, él estampó sus labios sobre los de ella.

Era un beso demandante y abrazador, se aferró a él y terminó pasando sus brazos alrededor de su cuello cuando sintió como Aemond la acorralaba contra la pared. Su boca abandonó sus labios posándose esta vez sobre su cuello, soltó un gemido cuando sintió como sus dientes se clavaban suavemente sobre la tierna y sensible piel de su clavícula.

Las manos de Aemond estaban desesperadas por estar sobre su cuerpo. Sintió como una de sus manos se colaba por su ropa de dormir e iba directamente a su zona más sensible, otro gemido escapó de sus labios y Aemond sonrió al escucharla.

Levantó una de sus piernas apoyándola contra su cintura, Dellaena quería seguir sintiendo como Aemond la tocaba tan íntimamente, cada vez que él lograba tocar uno de sus puntos sensibles su cuerpo se estremecía violentamente. Necesitaba que Aemond entrara en ella ahora o se volvería loca, lo había extrañado tanto que ya no lo soportaba.

— Aemond, por favor.— Suplicó en un suspiro.

— ¿Por favor, qué? — Le preguntó suavemente. Sabía exactamente lo que quería, pero lo único que quería ahora era molestarla.

— Te necesito dentro.— Le pidió con desesperación.

Sus manos abandonaron el cuerpo de Dellaena y se separó ligeramente de ella para poder deshacerse de sus pantalones. Ella lo ayudó a quitarse lo que restaba en la parte superior.

Cuando Aemond estuvo completamente desnudo terminó rasgando el camisón de Dellaena, ella pareció sorprenderse ante aquella acción y eso sólo provocó que él sonriera con satisfacción. La alzó con facilidad, haciendo que apoyara su espalda desnuda contra la fría pared de piedra, eso provocó que otro suspiro saliera de ella.

Aemond trazó un camino de besos que iban desde su clavícula y bajaban con delicadeza por su pecho, Dellaena se arqueó contra él cuando sintió como tomaba uno de sus pechos con su boca. Los delicados dedos de Dellaena se encontraban enterrados entre las platinadas hebras del cabello de Aemond, ella tiraba suavemente, ganándose algunos sonidos roncos por parte de él.

Cuando finalmente Aemond se hundió dentro de ella, Dellaena se encargó de dejar algunas marcas sobre su espalda que demostraban lo mucho que estaba disfrutando todo. Empezó con un vaivén lento que comenzó a aumentar de a poco, las manos de Aemond permanecían sobre los muslos de Dellaena, la sujetaba con fuerza mientras la penetraba.

Hacía todo lo posible por contener sus gemidos pero le era casi imposible, se terminó inclinando hacia adelante, dejó una mordida sobre el hombro de Aemond y eso provocó que él soltara un gemido. Dellaena sentía como estaba a punto de llegar a la cima del placer, podía sentir que incluso Aemond también estaba llegando a su límite.

Unas estocadas más y Dellaena pudo sentir como algo explotaba dentro de ella, llenándola por completo. Un sonoro gemido se escapó de sus labios y entonces ella también pudo saborear la cúspide del placer.

Estaba agotada, los párpados le pesaban y su cuerpo le pedía un descanso. Lo último que sintió antes de terminar completamente dormida fue la suavidad de la cama, después perdió la conciencia.





























¿Qué les pareció el especial de capítulo doble? 👀

Mucho drama y pasión en éste capítulo 🦦

Jaehaera vuelve a escena, no pude evitarlo, simplemente la adoro 😞💗

Dejen su emoji de 🔥 si quisieran estar en el lugar de Dellaena para que Aemond les haga lo mismo 👁️🫦👁️

Nos vemos en la próxima actualización, los tqm 🫶🏻

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