𝟢𝟪 𝗆𝗈𝗋𝗇𝗂𝗇𝗀 𝗁𝗎𝗇𝗍 𝖺𝗇𝖽 𝖿𝖺𝗆𝗂𝗅𝗒 𝖼𝗅𝖺𝗌𝗁𝖾𝗌

Aegon y sus sobrinos le habían insistido en que los acompañara en su vuelo matutino, no tuvo otra opción más que aceptar si quería que lo dejaran tranquilo por el resto del día. Amaba pasar tiempo con Vhagar, eso no era un problema, el problema eran su hermano y sobrinos, eran demasiado ruidosos y molestos.

— Deberíamos volver ya.— La voz de Jacaerys llamó su atención.

— ¿Ya pasó tanto tiempo? — Lucerys se vio decepcionado.

— Atraparás algo la próxima vez, Luke.— Aegon intentó consolarlo. Sus habilidades para la caza aún eran insuficientes y eso frustraba al Strong.

— Te impacientas con demasiada facilidad, necesitas estar calmado.— Intervino Aemond por primera vez.— Un paso en falso y tu presa notará tú presencia.

— Tengo paciencia.— Se defendió el chico.— Es sólo que verlos a ustedes conseguirlo sin problemas es frustrante.

— Yo era igual de malo a tu edad.— Admitió Aegon.— Pero los consejos de Aemond me ayudaron, aunque me moleste admitirlo.

— Aegon tiene razón.— Jacaerys respondió mientras se acercaba a su hermano.— Acabo de perder a un buen ciervo, todos tenemos dificultades.

— Yo no.— Habló Aemond con una sonrisa.— Yo cacé dos ciervos ¿Cómo puedo ser mejor que ustedes y terminar cazando el doble teniendo sólo un ojo? Realmente apestan.

Aegon comenzó a reírse. Escuchar a Aemond hacer bromas sobre el accidente de su ojo era algo irreal, pero incluso en esa situación debía admitir que fue divertido, su hermanito estaba mejorando su sentido del humor.

— Bueno, no es de extrañar.— Jace respondió con una sonrisa.— Nunca hemos sabido de algo en lo que no seas bueno.

— No le des más motivos para fanfarronear, Jace.— Respondió Aegon mientras tomaba la pata del jabalí que cazó con éxito.

Cada uno tomó sus trofeos de caza y se dirigieron hasta el enorme prado en el que se encontraban sus dragones. Sunfyre fue el primero en alzar su cabeza para verlos llegar, Vermax y Arrax lo imitaron después, Vhagar fue la única que permaneció recostada.

Cuando Aegon estuvo frente a Sunfyre acarició su hocico y sonrió ante el sonido de satisfacción que salió de su dragón. Dejó los dos jabalíes frente a su montura y le dio la orden de comer, ellos cazaban para entretenerse y terminaban alimentando a sus dragones con lo que habían conseguido.

— Ipradagon Arrax.— Luke le habló a su dragona. Sin embargo, Arrax no parecía estar muy interesada en los faisanes y patos que su jinete le dejó enfrente.

— No creo que ella quiera comer eso.— Agregó Aegon con una risa llena de diversión.

— Es igual de mimada que Syrax.— Aemond se rió de las palabras de Jace.— Debe querer algo más grande.

— Pero eso es todo lo que pude cazar.— Era vergonzoso para Luke que incluso su dragón no quisiera comer lo que con tanto esfuerzo atrapó.

— Ten esto.— La vista de todos se dirigió hasta Aemond.— Dale uno de mis ciervos y dame las aves a mí, Vhagar es demasiado vieja como para ser quisquillosa.

Luke sonrió con alegría y rápidamente intercambió sus presas con la de Aemond. El ciervo era pesado, pero lo arrastró sin problemas hasta dónde se encontraba Arrax, la dragona olfateó lo que Luke le ofreció y sin dudarlo comenzó a comerlo.

— Problema resuelto.— Festejó Aegon.— Ahora ya podemos volver, es nuestro turno de comer algo.

Todos estuvieron de acuerdo, tomaron todo lo que habían llevado junto con ellos y se montaron en sus dragones. La primera en alzarse en vuelo fue Vhagar, seguida de Sunfyre, Vermax y Arrax

El viaje de regreso hasta la Fortaleza sería corto, a lomos de dragón cualquier distancia era insignificante. Cuando pudieron ver la silueta de su hogar algo más llamó su atención, dos dragones más estaban sobrevolando la Fortaleza, los cuatro reconocieron rápidamente al dragón tan rojo como la sangre, era Caraxes y aquello sólo podía significar una cosa.

— ¿Quién abrió la puerta de los Siete Infiernos? — Aegon preguntó con una mueca de desagrado.

Aemond sintió como un escalofrío recorrió su espalda, tenía un muy mal presentimiento. Vhagar hizo un sonido de molestia, colocó su mano sobre su lomo para calmarla.

— Gīda Vhagar.— Le habló para tranquilizarla.

De un momento para otro Caraxes comenzó a perseguir al otro dragón, mientras más se acercaban mejor podían distinguirlos, Aegon y Aemond reconocieron al otro dragón, era Silverwing. Intercambiaron una mirada de preocupación, definitivamente algo estaba pasando y Aegon tenía el presentimiento de que todo aquello involucraba a su hermano.

— ¡Cuidado! — El grito de Jace los alertó a todos.

Caraxes y Silverwing volaban muy cerca el uno del otro, la dragona de escamas plateadas no parecía muy contenta. Chocaban entre sí y rugían fuertemente, lo último que vieron antes de entrar en pánico fue como ambos volaban directamente hacia ellos y sin intenciones de bajar la velocidad, los cuatro esquivaron como pudieron a los dos dragones desenfrenados y se apresuraron a llegar hasta Pozo Dragón.

Cuando los dragones más pequeños estuvieron dentro de Pozo Dragón y Vhagar ya se encontraba descansando sobre una colina los príncipes regresaron en carruaje hasta el castillo.

— ¿Qué mierda le pasa a esa lagartija roja? — Aegon estaba molesto.

— Daemon ni siquiera lo estaba montando.— Agregó Jace en un tono confundido.

— ¿El otro dragón era Silverwing, cierto? — Aemond asintió ante la pregunta hecha por Luke.— Entonces el príncipe Daemon y lady Dellaena están en el castillo.

— ¿Qué no estaba exiliado? — Preguntó Aegon. Su tío siempre hacía lo que quería, era un dolor en el culo.

— ¿Te sorprende que esté aquí? Siempre ha hecho lo que quiere.— Jace realmente compadecía a su abuelo, tener a Daemon de hermano debía ser un castigo de los Dioses.

— ¿El rey habrá revocado su exilio? — La pregunta de Luke provocó que Aegon hiciera una mueca de total desagrado.

— ¿Y quién lo quiere aquí? — Preguntó con burla.

Jace no pudo evitar reír al escuchar a Aegon, Luke también sonrió con diversión. Por su parte, Aemond permanecía callado y pensativo, una vez que llegaran a la Fortaleza descubriría porqué su tío de repente aparecía y en compañía de Dellaena.







El pasar de las horas sólo lograba ponerla más ansiosa. Ni siquiera intentó seguir a su esposo, tardaría un día y medio en llegar hasta la Fortaleza, para entonces sería demasiado tarde, lo único que esperaba era que Daemon no ocasionara aún más problemas.

El sonido de unos golpes en la puerta la hicieron reaccionar, ya debía ser hora del almuerzo y ella seguía encerrada en la Sala de las Runas, ni siquiera el trabajo pendiente lograba distraerla de sus pensamientos.

— Adelante.— Respondió mientras acomodaba algunos pergaminos sobre el escritorio.

— Mi lady.— Rhea se sorprendió al ver que se trataba de Rhaena.

— Rhaena ¿Pasó algo? — Preguntó con preocupación.

Ella negó suavemente. Sólo entonces Rhea se percató de que llevaba una bandeja con comida, caminó con cuidado hasta quedar frente al escritorio y depositó la bandeja con suavidad.

— No la vimos durante el almuerzo.— Al parecer se había perdido la hora del almuerzo.— Cuando le pregunté Mya me dijo que solía pasar gran parte del día aquí, así que decidí traerle algo para comer.

Rhea le sonrió con amabilidad a la chica. Lo había notado desde la primera vez que la vio, Rhaena era alguien dulce y atenta, pensó para sus adentros que debía ser algo que heredó de su madre.

— Agradezco el gesto, Rhaena.— Movió la bandeja.— ¿La comida fue de su agrado? Si hay algo que quieran comer o algo que no les guste puedo hablar con los encargados de la cocina.

— Mi hermana y yo agradecemos su hospitalidad, mi lady.— Agregó con amabilidad.— Pero no hay necesidad de eso, la comida es deliciosa.

— Si ese es el caso, entonces está bien.— Rhea observó cómo la chica parecía querer decirle otra cosa.— ¿Hay alguna cosa que quieras hablar conmigo?

Rhaena se movió algo nerviosa pero terminó asintiendo. Rhea le hizo una señal para que tomara asiento frente a ella y eso hizo, seguía viéndose dudosa sobre si hablar o no, pero le dio tiempo.

— Lo que mi padre hizo ésta mañana.— Las manos de Rhaena se movían nerviosamente sobre la falda de su vestido.— Me disculpo sinceramente por su comportamiento, su tono no fue agradable.

Rhea sintió una punzada en su pecho al ver como Rhaena intentaba responsabilizarse por las malas actitudes de Daemon, suspiró con frustración y se dijo a sí misma que debía hablar con él más tarde.

— Rhaena.— La llamó en un tono suave.— Cariño, no tienes porque disculparte en nombre de tu padre. Daemon es un hombre adulto, debe responsabilizarse el mismo por sus acciones.

Rhaena sintió como las lágrimas comenzaban a picarle en los ojos, listas para salir. Después de presenciar al discusión que su padre había tenido con lady Rhea debido a algo que involucraba a Dellaena pensó que eso era el final, pasó la mayor parte de la mañana pensando en que lady Rhea los expulsaría de Piedra de las Runas.

No quería irse, tampoco podían. No tenían a dónde más ir, si los expulsaban de ahí quedarían a la deriva, pensó en Shaera que era aún muy pequeña y frágil. Baela tampoco la ayudó a disipar sus preocupaciones, su hermana creía firmemente en que había una posibilidad de que las echaran.

Todos esos factores la convencieron de hablar con lady Rhea y pedir perdón en nombre de su padre, Rhaena sabía que él jamás lo haría, su orgullo era demasiado grande, tanto que aveces le nublaba el juicio. Estuvo tan preocupada y asustada, que cuando escuchó las palabras de lady Rhea sintió unas ganas inmensas de ponerse a llorar.

— ¿Eso quiere decir que no nos expulsarán de aquí? — Lo preguntó en un tono que dejaba ver lo cerca que estaba del llanto.

Rhea se puso de pie y caminó con tranquilidad hasta quedar frente a ella. Colocó su mano suavemente sobre la cabeza de Rhaena y le sonrió con cariño.

— Son libres de quedarse el tiempo que sea necesario, incluso si tu padre desea irse, ustedes pueden elegir seguirlo o permanecer aquí.— Rhaena le sonrió suavemente y Rhea se alegró de haber mejorado su estado de ánimo.

Baela y Rhaena eran menores que Dellaena por algunos años, ella podría no ser su madre, pero le era imposible no sentir empatía por ellas. Había desarrollado un lado sensible por los niños, después de perder a tantos y luego del milagroso nacimiento de Dellaena ahora siempre había un lado más dulce cuando se trataba de ellos.

El llamado de alguien en la puerta interrumpió la conversación. Mya ingresó al escuchar la afirmación de Rhea, se veía extrañamente feliz.

— Mi lady, lord Andrew está aquí.— Informó con una sonrisa demasiado entusiasta. Rhea se rió suavemente debido a eso.

— Tengo asuntos que atender Rhaena, las estaré acompañando para la cena.— La chica asintió y se puso de pie para después despedirse y salir de aquella habitación.

Andrew quien se encontraba afuera esperando a ser recibido, se sorprendió al ver a Rhaena salir de la sala, no la reconocía como alguna de las doncellas y ciertamente no tenía el aspecto de una. La joven se limitó a sonreírle y saludarlo rápidamente con un ligero movimiento de cabeza, antes de que pudiera preguntarle quién era ella la voz de Rhea lo interrumpió.

— Andrew.— Se dio la vuelta y la vio estando de pie junto a la puerta.— Ya te puedo atender.

Dejó de lado la presencia de aquella misteriosa chica y se apresuró en ingresar a la sala. Poder ver de nuevo a Rhea era lo que necesitaba, los últimos días habían sido bastante difíciles, reuniones y un montón de cartas que debía leer tanto como escribir, todo debido a su compromiso y próxima boda.

— Jeyne mencionó que ahora había más dragones.— Comenzó la conversación.— ¿Quién era la señorita de hace un momento?

— Rhaena, una de las hijas de Daemon.— Respondió Rhea mientras tomaba un sorbo de su copa de vino.

— Una bastarda.— Reafirmó Andrew mientras la miraba fijamente.

— Bueno, si quieres usar ese término no puedo hacer nada.— Andrew se rió.

— Lo lamento, si te molesta que las llame así no lo haré.— Rhea hizo una pequeña mueca antes de llevar un pedazo de carne a su boca.

No fue difícil para Andrew suponer que ahora el príncipe Daemon estaba de regreso y parecía ser que sería por largo tiempo considerando que trajo a sus hijas con él.

— ¿El rey lo ha vuelto a perdonar? — Rhea negó a su pregunta.

— Laena Velaryon murió en su último trabajo de parto.— La expresión en el rostro de Andrew cambió a una más seria.— Se le concedió un permiso para volver y realizar el funeral de su amante. Lord Corlys puede seguir molesto, pero estoy segura de que la princesa Rhaenys optó por llorar a su hija de la manera correcta.

— Es una situación en verdad lamentable.— Admitió el hombre.— Sin embargo, no parece que el príncipe tenga intenciones de volver a recluirse en el exilio.

— Tal parece que no.— Rhea terminó con su plato y dejó la bandeja de lado.— ¿A que debo tu visita?

Andrew sonrió con diversión, para él era obvio que Rhea estaba desviando la conversación, por el momento no diría nada más.

— Jeyne me tiene cubriendo sus responsabilidades.— Rhea le sonrió con pena.— Hace días me informó sobre mi compromiso con una señorita de la casa Lannister.

La expresión de Rhea decayó, no se habría imaginado jamás que esa sería la noticia que Andrew había venido a notificarle. Se obligó a concentrarse en lo que él le estuviese diciendo, no quería divagar tanto en sus pensamientos o terminaría confundida.

— ¿Y es una buena o mala noticia? — Preguntó mientras sus ojos permanecían fijos en él.

— Buena.— Respondió con rapidez y Rhea tuvo que ignorar la punzada de dolor que se instaló en su pecho.— El problema aquí es, que esa mentirosa que tengo por prima me aseguro que ella también se encargaría de encontrar un marido adecuado.

— ¿Por qué sería eso un problema? — No entendía la molestia de Andrew. Como soberana del Valle era normal que Jeyne también consiguiera esposo.

— Porque todo fue mentira.— Expresó con frustración el hombre.— Me mintió diciendo que los demás lords también hablaron sobre un posible compromiso para ella, ¡Sólo hablaron del mío!

Rhea nunca había visto a Andrew tan molesto y desesperado al mismo tiempo.

— Bueno, pero eventualmente tendrá que conseguir un esposo para ella.— Rhea intentó consolarlo.

— No creo que lo haga.— Afirmó Andrew.— Esto no lo sabe nadie más, pero confío en ti Rhea.

Se preguntó qué podría ser aquello que Andrew y Jeyne mantenían en secreto. Esperaba que no fuese algo grave o que pusiera en peligro al Valle.

— Ella planea hacerme su heredero.— Si no se hubiese terminado el vino Rhea estaba segura de que lo habría escupido todo.

— ¿Por qué? — Era una pregunta genuina. Los Arryn habían pasado por un problema de sucesión que terminó en Jeyne siendo la legítima soberana del Valle.

— Dice que no quiere casarse. Ya la conoces Rhea, ella siempre ha sido así y no tengo problema con eso, pero me ofende que quiera sacrificarme a mí.— Andrew parecía estar sumamente afligido.

— ¿No hay manera de hacerla cambiar de opinión? — Él negó.

— Llevo días intentando hablar con ella. Todo es inútil.— Se recargó contra el respaldo de la silla. Se sentía tan cansado.

— ¿No te alegraría aceptar la posición que Jeyne te ofrece? — Se enderezó al escuchar la pregunta de Rhea.

— Ni siquiera me lo ofrece con honestidad. Ella sólo quiere libertad y para eso necesita atar a alguien competente para que la reemplace y ese parezco ser yo.— Cubrió su rostro con ambas manos y lanzó un gran suspiro.

— Y sin embargo no planeas negarte ¿Verdad? — Rhea lo conocía demasiado bien. Estaba molesto, cansado y hasta ofendido, pero sabía que Andrew no dejaría que la Casa Arryn quedara a la deriva.

— Claro que no.— Admitió finalmente.— Jamás me perdonaría si algo malo llega a suceder, pero esa responsabilidad lo hace aún más difícil.

Rhea extendió una de sus manos hasta Andrew, éste la tomó sin dudarlo y ella la apretó. Ambos se sonrieron, era una manera silenciosa de reconfortarse que ambos compartían, entendía perfectamente las dudas de Andrew, pero así como confiaba en Jeyne para esa agobiante tarea, también lo hacía con Andrew, todo estaría bien.







Lo primero con lo que se toparon una vez que estuvieron de vuelta en la Fortaleza fue a Ser Criston Cole. El guardia real los había interceptado cerca de la entrada, los saludó con una leve inclinación de cabeza antes de hablarle directamente a Aemond.

— El rey me ha pedido que lo escolte, mi príncipe.— Jace y Luke parecían estar muy confundidos. Aegon por su parte se veía nervioso.

— ¿Por qué? — Preguntó Aemond.

— El príncipe Daemon está de regreso y desea hablar con usted.— Esa era la confirmación que Aemond temía. Su tío estaba de vuelta en la Fortaleza y lo estaba buscando.

— ¿Debo preocuparme de que ahora pierdas más que un ojo, hermano? — Intervino Aegon en un tono algo gracioso.

— ¿Por qué Daemon te busca? — Jace estaba confundido. Luke quien estaba a su lado parecía estar igual de confundido.

— Probablemente ya sepa que me casé con Dellaena.— La revelación de Aemond los dejó helados. Comenzó a caminar con Ser Criston detrás de él.

Salieron de su asombro una vez que perdieron de vista la figura de Aemond. Aegon no pudo evitar sonreír, no reconocía esa conducta en su siempre bien portado hermano menor, era una faceta nueva.

— ¿Todos escuchamos lo mismo verdad? — Preguntó Luke aún en confusión.

— Sí.— Le respondió su hermano con la misma expresión.

— Tal parece que Aemond ha estado haciendo cosas divertidas a nuestras espaldas.— Jace se volteó a verlo.

— ¿No sabías nada de esto? — Era imposible que Aegon no lo supiera, después de todo era el hermano mayor de Aemond.

— Sabía sobre la relación secreta, pero es la primera vez que escucho sobre una boda.— Admitió el príncipe mayor mientras reía.

Mientras seguían asimilando toda la nueva información, una vocecita se escuchó del otro lado de pasillo.

— ¡Kepa! — Jaehaera soltó la mano de Helaena y salió corriendo directo a los brazos de Aegon.

Aegon la recibió con un abrazo y un beso en la mejilla que hizo reír a la princesa. La pequeña se aferró a su cuello, Helaena llegó hasta ellos mientras sostenía la mano de Jaehaerys, detrás de ella una doncella cargaba a Maelor quien parecía estar dormido.

— Rytsas issa jorrāelagon.— Le respondió Aegon dulcemente. Su vista se posó en Helaena.— ¿Vienen del jardín?

— Los niños vieron a muchas mariposas el día de hoy ¿Verdad, Jaehaerys? — El pequeño parecía realmente emocionado, sacó un pedazo de papel y se lo extendió a su padre.

— ¡Había una azul que era muy brillante! — Aegon le sonrió a su hijo.— Maelor intentó comerla.

Jace se rió ante aquel comentario. Helaena los observó a todos juntos y supuso que habían salido a volar un rato.

— ¿Qué tal la cacería? — Aegon le lanzó una mirada a sus sobrinos ante la pregunta de su esposa.

— Luke atrapó unos faisanes increíbles.— El mencionado se avergonzó y Jace no pudo evitar reírse.

— Papi.— Jaehaera se enderezó y miró fijamente a Aegon.— ¿Qué es un baisan?

— Faisán. Mi amor.— La corrigió mientras le acomodaba un mechón de cabello.— Es un ave, suele ser muy deliciosa cuando la preparan en los banquetes.

— ¿Y el tío Luke se la comió? — Preguntó Jaehaerys.

— Vhagar lo hizo.— Le respondió Luke.

— Oh.— Fue lo único que contestó el pequeño príncipe antes de girarse hasta su madre.— Mami tengo hambre.

— Deben lavarse primero, cariño.— El pequeño hizo un puchero pero no dijo más.— Ustedes también deberían lavarse, apestan a dragón.

— Es verdad, les aconsejo queridos sobrinos buscar refugio en sus aposentos, no vamos a querer estar cerca de la sala del trono.— Una mala sensación inundó los cuerpos de Jace y Luke. No, definitivamente no iban a querer estar cerca.

Los menores se despidieron primero. Aegon observó a Helaena por unos momento antes de hablarle.

— ¿El maestre está de acuerdo en que sigas dando paseos tan largos en tu estado? — Ella soltó una sonrisa.

— El aire fresco me hace bien.— Respondió mientras se acercaba a él y lo tomaba por el brazo.— Pero voy a necesitar de tu ayuda para subir las escaleras.

Él le devolvió la sonrisa y su vista bajó hasta el gran vientre de embarazada de su esposa, Helaena contaba ya con siete lunas de gestación y sus actividades físicas se había reducido significativamente, aunque sus visitas al jardín no habían cesado.

La sostuvo con cuidado y comenzaron a tomar camino hasta sus aposentos, una vez ahí él y los niños se lavarían, Maelor podría dormir tranquilamente en su cuna y Helaena descansaría adecuadamente. Su pequeña familia era su mayor orgullo, ellos y Sunfyre por supuesto.

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Ingresó a la sala del trono con pasos firmes y tranquilos. Su tío sería un idiota si pretendía atacarlo directamente en presencia del rey y el resto de guardias reales.

Su vista fue a parar directamente sobre Dellaena, se veía hermosa, ella siempre se veía hermosa. La había añorado tanto que sentía como sus manos ardían por tocarla.

Se concentró en el resto de personas presentes, su padre lo observaba desde el trono y su tío parecía querer matarlo con la mirada al otro lado de la sala.

— ¿Ha solicitado mi presencia, su majestad? — Viserys le pedía a los Dioses que todo saliera bien, ya no quería más altercados entre su familia.

— El príncipe Daemon se ha enterado de tu matrimonio con su hija, lady Dellaena.— Su vista buscó la de Dellaena. La encontró viéndolo fijamente, sonrió al darse cuenta de eso.

— Estoy acá muchacho.— Habló el príncipe canalla con molestia.— ¡¿Cómo te atreviste a seducir a mi hija?!

— Controla tu tono, Daemon.— Amenazó Viserys.

— ¡No voy a controlar ni una mierda! — La mirada colérica de Daemon se fijó en Viserys.— ¡Tu maldito mocoso arruinó a mi hija!

— ¡Daemon! — Gritó el rey con furia mientras se ponía de pie.— Ya te lo repetí muchas veces, controla esa lengua o yo mismo te la arrancaré.

Dellaena estaba preocupada, toda esa situación era su culpa. Si ella y Aemond no se hubiesen casado en secreto el rey no estaría tan alterado y su padre no estaría tan molesto, miró a Aemond quien parecía estar irrazonablemente tranquilo, sus padres parecían querer matarse justo frente a ellos y él ni siquiera se había movido un centímetro.

— Mi hija no se casará con tu hijo, es mi última palabra.— Ya no gritaba, pero sus palabras seguían siendo amenazantes.

Viserys se burló de las palabras de Daemon antes de volver a sentarse en el trono. Su mirada no abandonó al de su hermano.

— El problema es que ellos ya se casaron.— Repitió con burla.— Y lo volverán a hacer, esta vez frente al Gran Septón.

Daemon apretó sus puños con furia, Viserys lo estaba sacando de quicio. Definitivamente se estaba vengando de él y todos los problemas que le hizo pasar a lo largo de los años.

Dellaena caminó hasta quedar junto a su padre y lo tomó por el brazo. Daemon volteó a verla topándose con sus ojos amatistas que le pedían quedarse callado, apartó la vista de ella y no habló.

— Agradezco su infinita comprensión, su majestad.— Viserys le sonrió con pesar.— Pero me gustaría hablar con mi padre.

— Los preparativos para la ceremonia ya se encuentran en manos de la reina.— Dellaena sujetó con más fuerza el brazo de Daemon.— Si deseas saber más estoy seguro de que Alicent te mantendrá al tanto. Mientras tanto, me gustaría que tú y el príncipe Aemond mantengan su distancia hasta el día de la ceremonia, es mi única condición.

No le gustaba la idea, pero no estaba en condiciones de seguir exigiéndole cosas al rey, él ya estaba demostrando hacer mucho por ambos.

— Como usted ordene, majestad.— Viserys asintió y lanzándole una última mirada a Aemond comenzó a jalar a su padre del brazo para sacarlo de ahí.

— Dellaena.— Se detuvo ante el llamado del rey.— Quédense a cenar.

— Será un honor.— Cuando la puerta de la sala del trono fue cerrada a sus espaldas se permitió soltar el brazo de su padre.

Tenía la mirada perdida en algún lado. No entendía la razón de su molestia, sabía que casarse en secreto no había sido la mejor opción, pero ni siquiera su madre hizo tanto escándalo ¿Por qué de repente actuaba como si estuviera preocupado?

— Te interpones en medio de mí y de Viserys para aminorar el problema y evitarle más problemas a él.— Seguía sin moverse mientras lo miraba con extrañeza.— ¿Realmente lo quieres?

Creía saber a quién se refería, pero por alguna razón no respondió. Hablar de esto con su padre era algo que ella jamás habría creído posible, todo con respecto a él seguía siendo nuevo e incómodo para ella.

— Aemond es todo lo que quiero.— Terminó respondiendo.— Y no voy a permitir que tú o alguien más nos separe.

La miró fijamente, sus ojos ardían con decisión. Era tan parecida a él y al mismo tiempo tan diferente que eso lograba confundirlo y asustarlo, ella era la mejor versión de sí mismo, lo que todo el mundo alguna vez había esperado de él terminó floreciendo en Dellaena.

Ella era feroz, amable, decidida y poseía una voluntad y lealtad de fuego. Le dolía darse cuenta de todo el tiempo que había desperdiciado al estar lejos de ella, una de sus mejores creaciones y lo más probable es que ella terminara siendo así precisamente porque él estuvo lejos.

Extendió su mano hasta colocarla sobre una de sus mejillas, la acarició con su pulgar y le dio una pequeña sonrisa antes de apartarse.

— Te veo en la cena.— Dicho aquello, el príncipe se perdió por uno de los muchos pasillos que había dentro de la Fortaleza.






























Diccionario Valyrio

𖦹 Ipradagon Arrax = Come Arrax.

𖦹 Gīda Vhagar = Calma Vhagar.

𖦹 Kepa = Padre.

𖦹 Rytsas issa jorrāelagon = Hola mi amor.

Holi holi, estoy de vuelta con un nuevo capítulo ✨

¿Qué les pareció? 👀

No pude evitar agregar a Jaehaera, Jaehaerys y Maelor, son mis bebés más preciados 😭💗

Por cierto, también agregué un nuevo bebé helaegon 😳

Ya saben que siempre aprecio sus lecturas, votos y comentarios, nos vemos en la próxima actualización 🫶🏻

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