𝟢𝟩 𝗌𝗁𝖺𝗆𝖾𝖿𝗎𝗅 𝗉𝖺𝗌𝗍 𝖺𝗇𝖽 𝖺 𝖽𝖺𝗇𝖼𝖾 𝗈𝖿 𝖽𝗋𝖺𝗀𝗈𝗇𝗌

Podía sentir los pasos apresurados de Mya detrás de ella mientras recorría el camino hasta el comedor. No había tenido intenciones de cenar junto a un montón de extraños, pero Mya volvió momentos después diciéndole que era una orden de su madre, no una petición, una puta orden.

Ni siquiera había dejado que Mya la arreglara lo suficiente como para estar presentable, o eso le dijo la pobre doncella. Pero a ella no le importaba eso ¿Por qué iba a arreglarse para cenar junto a su padre y sus bastardas? Era ridículo.

Cuando ingresó al lugar todas las miradas estuvieron puestas en ella, su madre yacía sentada en la cabecera de la mesa, a su izquierda estaba su padre y los asientos seguidos a los de él estaban siendo ocupados por quienes Dellaena supuso eran sus medias hermanas.

— Dellaena, me alegra que te nos unieras.— Su madre le habló con una sonrisa.

— Si es una orden de mi lady ¿Qué más puedo hacer? — Le respondió con frialdad mientras tomaba el asiento a su derecha.

La formalidad y el tono en el que Dellaena le respondió pareció incomodar a Rhea. Baela tomó un sorbo de su copa y Rhaena evitó hacer contacto visual con ella, por su parte Daemon mantenía su vista puesta en su primogénita.

La cena fue servida en un silencio aún incómodo, la única que parecía no sentirse de ese modo era la propia Dellaena que sólo se limitaba a comer lo que se encontraba en su plato.

— Dellaena.— La voz de su padre sonó por primera vez.— Me gustaría que hablemos después de cenar.

— No puedo, tengo un asunto que atender.— Respondió la rubia con su vista puesta en su plato.

— ¿Qué asunto podría ser más importante que hablar con tu padre? — Preguntó el príncipe.

— Dormir.— Le respondió mientras llevaba un pedazo de carne a su boca.

Rhea suspiró con resignación al escuchar la respuesta de su hija. Baela escondió la pequeña sonrisa burlona que se asomaba por sus labios volviendo a beber de su copa y Rhaena miraba a su padre con terror, esperando alguna reacción molesta de su parte.

— ¿No podrías esperar un poco y así hablar conmigo? — Daemon realmente estaba haciendo un esfuerzo por no gritarle y exigirle respeto.— Me gustaría presentarte formalmente a tus hermanas.

Aquellas palabras hicieron que tanto Baela como Rhaena se enderezaran contra el respaldo de la silla. La mirada amatista de Dellaena se posó sobre ambas, sólo entonces Baela notó lo mucho que se parecía a su padre, tenían los ojos del mismo color y aunque su cabello era más bien dorado, diferente al clásico platino de los Targaryen seguía siendo bonita.

— No hoy.— Daemon intentó decir algo pero ella lo interrumpió.— Eres muy bruto ¿Te lo han dicho antes? Ellas deben descansar, me imagino que viajar en carruaje no debe ser una experiencia agradable.

— Definitivamente no lo fue.— Respondió Baela.

— Le recomiendo no pasar por esa experiencia, mi lady.— Rhaena le respondió con una amable sonrisa.

— ¿Puedo saber sus nombres? — Preguntó mientras las observaba a ambas con curiosidad.

— Baela y Rhaena.— Dellaena giró el rostro al escuchar la voz de su padre responder a su pregunta.

— Son unos nombres realmente hermosos.— El cumplido hizo sonreír a Rhaena.— ¿Los elegiste tú?

Daemon intercambió una mirada con Rhea antes de observar de reojo a las gemelas, ya se hacía una idea de a dónde iba esto. Se resignó y simplemente respondió a la pregunta que Dellaena le había hecho.

— Laena y yo los elegimos.— El tono con el que respondió apenas fue lo suficientemente fuerte como para ser escuchado por todos los presentes.

— ¿Quién creen que me nombró? — La pregunta había sido dirigida a las gemelas.

Ambas estaban confundidas, hace apenas un momento todo parecía ir bien, pensaron que estaba teniendo una conversación agradable y ahora Dellaena las miraba fijamente, una mirada que ambas podían descifrar como fría y vacía.

— Dellaena.— Su madre la llamó como advertencia.

— ¿Pueden adivinar quién eligió mi nombre apenas nací? — Rhaena quería responder que probablemente habría sido su padre o que en última estancia habría sido lady Rhea, pero en el fondo de su mente ambas se sentían incorrectas.

— ¿Nuestro padre? — Fue Baela quien finalmente se animó a responder.

El rostro de Dellaena buscó nuevamente al de Daemon. Ella sonreía pero no se asemejaba nada a una sonrisa de felicidad, el príncipe tampoco tenía buena expresión.

— Respuesta equivocada.— Rhaena miró a su padre sin poder entender ¿No era deber de los padres nombrar a sus hijos recién nacidos? — Mi nombre fue dado por el Rey Viserys, pero no considero eso un honor. Fue simplemente el actuar de un hermano mayor buscando tapar los errores de su hermano menor.

Daemon recordó con pesar el como no había estado presente para el nacimiento de Dellaena, no porque tuviera algo que hacer, simplemente no quiso estar ahí. Viserys lo había estado molestando con su insistencia para que regresara a Piedra de la Runas junto a su esposa embarazada, pero él fue terco y se negó a abandonar Rocadragón.

Durante tres días cuervos estuvieron llegando para avisarle sobre la situación de su esposa, Rhea demoró dos días y medio en dar a luz, había sido un milagro que la niña naciera, los embarazos anteriores a ese no habían resultado bien. Cuando finalmente se dignó en aparecer por Piedra de las Runas, varios días después del nacimiento, se topó con la noticia de que la niña ya había sido presentada a Viserys y había sido él quien le dio un nombre.

Aquello lo había molestado, Viserys podría ser el Rey, pero ella era su hija ¿Qué derecho tenía él para elegir el nombre de la hija de alguien más? Eso había desencadenado otra discusión entre ambos hermanos.

"Nombraste a mi hija sin mi consentimiento ni opinión"

"Tuve que actuar debido a la situación"

"Quería ponerle el nombre de nuestra madre"

"¿Y dónde estabas entonces? ¿Qué te impedía salir de Rocadragón para ir hacía tu esposa e hija?"

"..."

— Es molesto.— Continuó hablando Dellaena.— Incluso cuando fue el Rey quien se tomó la molestia de elegir un nombre para mí lo hizo pensando en que debía parecerse al tuyo.

— Yo te habría puesto Alyssa.— Respondió el príncipe.

— Que bueno que no lo hiciste.— Daemon hizo una expresión de disconformidad ante su respuesta.— Terminé de cenar.

Se puso de pie y salió de aquella habitación con pasos lentos pero seguros, si bien ingresó molesta al comedor, no había tenido la intención de fastidiar la cena. Pero fue inevitable seguir conteniendo su desagrado y enojo cuando Daemon le había dicho que deseaba hablar con ella para presentarla formalmente ante sus medias hermanas, por si fuera poco terminó enterándose de que había hecho por sus bastardas cosas que nunca hizo por ella.

— Prepárame un baño.— Le dio la orden a Mya. La había seguido desde que dejó el comedor.

— Sí, mi lady.— La chica se apresuró a cumplir con el pedido.

Entró a sus aposentos y comenzó a desvestirse, se sentía tan cansada que lo único que deseaba era dormir profundamente. Se acercó hasta una de las mesas que decoraba sus habitaciones y tomó un trozo de papel, lo había leído hasta el cansancio durante el transcurso de la tarde, una carta de Aemond.

"Naejot issa beloved

ābrazȳrys nyke emagon finally spoken naejot se dārys bē īlva dīnilūks, zȳhon displeasure istan mība glaesagon. Aderī ziry iksos planned naejot jikagon nykeā formal proposal sīr bona īlon kostagon sagon married isse se laesi hen dārion, nyke bōsa syt bona tubis naejot māzigon aderī.

Aōha pazavor se loving valzȳrys."

Besó el papel y lo volvió a dejar sobre la mesa, habían pasado tantas cosas últimamente que apenas había tenido tiempo para Aemond. Lo extrañaba tanto, tenerlo lejos era una tortura, pensó que no haría ningún daño el ir a verlo mañana, lo buscaría en la Fortaleza y aprovecharía la oportunidad para hablar ella misma con el Rey, no podía dejar que todo recayera en Aemond.







— Esa cena fue un desastre.— Se echó sobre la cama mientras suspiraba con cansancio.

— ¿Por qué me seguiste hasta mis habitaciones? Vete a las tuyas Baela.— Rhaena exclamó con cierta molestia.

— ¿No podemos dormir juntas? — Le preguntó la mayor con tono esperanzador.

— No, ya no tenemos edad para eso.— Declaró Rhaena. Baela simplemente hizo una mueca y se sentó sobre la cama.

— Nunca había visto a nuestro padre ser tan tranquilo mientras alguien más señalaba todos sus errores y defectos.— Comentó Baela con asombro.— Fue divertido.— Agregó con una sonrisa.

— ¿Divertido? — Preguntó con indignación.— Pensé que explotaría en cualquier momento.

— Creo que ella me agrada.— Confesó la mayor.

— ¿Dellaena? — Baela asintió ante la pregunta de su hermana.

— Tiene carácter, es de admirar que no lo pierda ni siquiera estando frente a nuestro padre.— Rhaena negó con la cabeza mientras se sentaba en la cama junto a ella.

— Yo preferiría no tener que estar cerca si algo así vuelve a pasar.— La risa divertida de Baela la molestó.

— Deja de burlarte de mí y prepárate para dormir.— Le dijo mientras le tiraba una almohada a la cara.

— Pensé que ya no teníamos edad para eso.— Respondió Baela con una sonrisa burlona.

— Apúrate o cambiaré de opinión.— Ambas se miraron mientras compartían una sonrisa divertida, pronto ambas se apresuraron a estar listas, se metieron a la cama y pronto terminaron profundamente dormidas.







Las palabras de Dellaena y los recuerdos que afloraban de su mente lo estaban atormentando, no era necesario que le dijeran lo mal padre que había sido, él ya lo sabía. Se arrepentía, pero parecía ser demasiado tarde para eso y no había más culpable que él.

— ¿Qué haces aquí? — Alzó la vista y se topó con la figura de Rhea que lo observaba desde el otro lado del pasillo, se acercó a él.

— Te estaba buscando.— La observó con atención, ya se había cambiado a sus ropas de noche pero parecía que recién llegaba a sus aposentos.

— ¿No puede esperar para mañana? Ya es algo tarde.— Ingresó a la habitación y Daemon lo hizo detrás de ella.

— Puede, pero supongo que sólo busco una excusa para visitar tus aposentos.— Daemon sonrió al ver la expresión en el rostro de Rhea.

— Te agradecería que no lo hicieras.— Le respondió con tenue molestia.

Le dio la espalda, la vio moverse por la habitación mientras acomodaba unos papeles y libros antes de finalmente encaminarse hasta la cama. Él no se había movido en lo más mínimo, había ido a buscar a Rhea por algo de consuelo, había pasado por mucho durante los últimos días y la avalancha de emociones amenazaba con enterrarlo.

— No quiero pasar la noche solo.— Finalmente lo había admitido.

— Tampoco la pasarás conmigo.— Le respondió tajante.

— No tengo intenciones ocultas, lo prometo.— Habló el príncipe mientras avanzaba algunos pasos.— Simplemente déjame dormir en la misma cama, junto a ti.

Durante los últimos días la vida de su esposo había sufrido cambios significativos, era normal que después de todo algo en él fuese diferente, pero aún no se acostumbraba a ello. No podía creer que sintiera pena por él, lanzó un suspiro de cansancio antes de fijar su vista en su esposo.

— Será mejor que no intentes algo, Daemon.— El hombre alzó ambas manos en muestra de rendición.

— Lo prometo.— Respondió el príncipe mientras se metía a la cama junto a ella. Era lo suficientemente grande, así que no habría necesidad de que estar tan juntos.

Todo quedó en silencio minutos después, la habitación permanecía tenuemente iluminada gracias a las velas que se encontraban puestas en la mesa dentro de la habitación, sin embargo, no podía dormir. Sabía que Rhea tampoco estaba dormida, la extrañeza de tenerlo durmiendo a su lado probablemente le impedía hacerlo.

— Estoy pensando en ir a ver a mi hermano.— Habló en un tono bajo.

Rhea quien había estado dándole la espalda desde que se acostaron, se giró suavemente, quedando de frente a él, sus ojos azules fijos en los amatistas de Daemon.

— Debes querer hablar con él, han pasado muchas cosas últimamente.— Respondió en un tono similar.

— Le he enviado muchas cartas.— Continuó el príncipe.— Y sólo respondió a una.

— ¿Recuerdas la conversación que tuvimos sobre Dellaena? — Él asintió con lentitud.— Debes hacer lo mismo con el Rey, debes darle tiempo.

— Al parecer todos necesitan un tiempo sin mí.— Se estaba cansando de obtener siempre la misma respuesta por parte de Rhea.

— Realmente así es.— Agregó ella mientras se burlaba de su expresión molesta.

Daemon sonrió al ver como se burlaba de él, desde su regreso a Piedra de las Runas había tenido la oportunidad de recordar ese lado de Rhea que él creía había olvidado. Contrario a los rumores que abundan sobre el inicio de su matrimonio, ellos solían compartir una relación casi amistosa, pero entonces todo se tornó estresante.

La corona pasó por una crisis de sucesión, pensó que sería su oportunidad de ganarse un lugar más digno de él, el trono de hierro. Pero entonces se dieron a conocer los candidatos y él ni siquiera fue tomado en cuenta, Viserys ocupaba su lugar, pese a eso, se encargó de reunir aliados que apoyaran la causa de su hermano y entonces pasó lo que ya sabía que pasaría, Viserys fue elegido heredero y sería el próximo Rey.

Cuando pensó que su abuelo el viejo Rey Jaehaerys le daría algún tipo de honor por todo el apoyo que consiguió para Viserys se topó con la sorpresa de que lo único que el monarca le había exigido era engendrar a su propio heredero, un hijo suyo y de Rhea. Todo su esfuerzo fue descartado y lo enviaron devuelta al Valle, la furia de no ser reconocido por su propia familia ocasionó que se volviera arisco con todas las personas a su alrededor, y Rhea no fue la excepción.

Embarazos que no pasaban de algunas semanas, otros que estando cerca de término no lo lograban y dos niños que nacieron muertos. Engendrar un hijo debería ser una cosa sencilla para los hombres, cuando los niños se tardaban en llegar significaba un mal augurio, pasaban los años y Rhea seguía sin poder darle hijos.

Entonces durante una de sus visitas nocturnas a los burdeles que adornaban el lecho de pulgas el alcohol lo hizo hablar de más.

"No creo que sea recomendable desposar a alguna dama del Valle, ellas son defectuosas, de otro modo mi esposa y la de mi hermano no perderían tantos niños"

Pronto las palabras que habían salido de su boca se esparcieron por las calles de Desembarco del Rey, fue un escándalo. Viserys lo convocó y discutieron de nuevo, los Arryn se habían mostrado ofendidos debido a sus palabras, los Royce no se quedaron atrás, tan pronto como puso un pie en Piedra de las Runas fue recibido por un puñetazo, cortesía de Gerold Royce, primo de su esposa.

Se lo tenía más que merecido, hoy en día esos recuerdos lo avergonzaban y para su desgracia no podía deshacerse de ellos. Su única oportunidad de redención era dar lo mejor de sí para compensar sus fallas del pasado, y lo estaba intentando.

El perderse en sus pensamientos hizo que no notara que Rhea ya se había quedado dormida. Apartó un mechón de su cabello lejos de su rostro y sonrió al ver cómo arrugaba la nariz al sentir su roce, le pediría una última oportunidad, tal vez aún podían convertirse en una familia.

— Iksan vaoreznuni, yn nyke iēdrosa jaelagon another chance.— Le susurró en Alto Valyrio antes de finalmente poder dormir.







La mañana llegó rápido, se levantó más temprano de lo que era habitual para ella, sólo así evitaría a su madre. No deseaba escuchar la reprimenda que le daría debido a su comportamiento durante la cena de la noche anterior.

Ajustaba uno de sus guantes mientras caminaba por los pasillos del castillo que daban directo al jardín, si salía por ahí no se toparía con nadie o eso pensó. Se sorprendió al ver a Baela asomándose hacia el exterior del jardín, asomaba la cabeza y después volvía a esconderse junto la pared.

— ¿Algo interesante? — Su voz la sorprendió pues dio un ligero brinco.— Lo siento, no pretendía asustarte.— Se disculpó con una sonrisa divertida en su rostro.

— Yo sólo la estaba viendo.— Cuando Dellaena finalmente se dio cuenta de que era lo que Baela había estado viendo tan fijamente no pudo evitar sonreír.

— Silverwing.— Le respondió.— ¿La viste cuando recién llegaste?

— Lo hice, estaba recostada sobre una ladera no muy lejos del castillo.— Baela observó a la dragona, había levantado la cabeza en cuanto Dellaena hizo notar su presencia, se podía decir que estaba feliz de verla.

— Ella es una buena chica.— Dellaena se aproximó a la criatura con algo de prisa y una gran sonrisa.

Los terrenos en Piedra de las Runas eran muy bastos, debido al diseño del jardín éste conectaba hasta algunas laderas que era en donde Silverwing solía descansar. Baela permaneció lejos, podía no tener un dragón pero era consciente de los riesgos que corría al estar cerca de uno tan grande como Silverwing, más grande y viejo que el propio dragón de su padre y abuela.

— ¿Iras a volar con ella? — Elevó un poco la voz para que Dellaena pudiera escucharla.

— Tengo que atender un asunto.— Le respondió mientras se ataba firmemente a la montura de Silverwing.— Si alguien pregunta por mí diles que volveré para la hora de cenar.

— De acuerdo.— Baela la observó con fascinación, las escamas plateadas de la dragona brillaban de manera espléndida a la luz del sol, seguramente debía verse igual de magnífica bajo la luz de la luna.

— Māzigon va riña, ziry iksos jēda naejot sōvegon.— Dellaena le habló a Silverwing y ella no tardó en seguir su comando.

Baela las observó alejarse en el cielo, la figura de Silverwing tardó algunos momentos en desaparecer completamente de su vista y sólo entonces ella decidió entrar de nuevo al castillo. Se preguntaba si Dellaena aceptaría acercarla lo suficiente a su dragona para poder acariciarla, el pensamiento de tocarla fue lo primero que le vino a la mente en cuanto la vio recostada en aquella ladera.







Se había despertado antes que Rhea, así que considerando lo mucho que la entretuvo la noche anterior decidió salir de la habitación sin despertarla, sería bueno para ella descansar un poco más. Aún sentía la necesidad de hablar con Dellaena, entonces cambió su ruta y tomó camino hasta los aposentos de su hija.

No vio por ningún lado a la doncella que solía estar junto a ella la mayor parte del tiempo, se preguntó sí acaso Dellaena ya se encontraba desayunando. Tocó dos veces y cuando no obtuvo una respuesta un presentimiento dentro de él lo hizo entrar de todos modos, la habitación estaba vacía, era la primera vez que veía sus aposentos, había una gran mesa rectangular que estaba repleta de libros y un montón de pergaminos que parecían ser muy antiguos.

Pasó sus dedos suavemente por el patrón de runas tallado sobre la madera y se detuvo cuando por accidente tiró un libro al suelo, cuando lo levantó notó que había un trozo de papel debajo, lo tomó con la intención de volver a ponerlo sobre la mesa hasta que notó algo que llamó su atención, el contenido estaba escrito en Alto Valyrio ¿Quién diablos le escribía cartas en Alto Valyrio a Dellaena?

Cuando desdobló completamente el papel y comenzó a leer el contenido un sentimiento se extendió por cada fibra de su cuerpo, furia. Dellaena se había casado en secreto con algún maldito bastardo, si el desgraciado manejaba el idioma de sus antepasados sus únicas opciones se reducían a los hijos de Viserys y los de Rhaenyra, todas esas posibilidades lo hacían sentir enfermo.

Rompió la carta y salió de ahí completamente furioso, ¡¿Cómo se atrevía Dellaena a casarse en secreto?! ¡¿Acaso no entendía lo valiosa que era?! Su matrimonio con algún lord no era algo para tomarse a la ligera.

Recorrió todos los lugares en los que pensó que Dellaena se encontraría, pero no estaba por ningún lado. Le preguntó a varios sirvientes si no la habían visto y todos le había respondido que no, cuándo entró al comedor sólo encontró a Rhea tomando el desayuno.

— ¿Lo sabías? — Le preguntó en un tono molesto mientras caminaba hacía ella a toda prisa.

Rhea retrocedió algunos pasos. Baela y Rhaena quienes apenas ingresaban al comedor detuvieron su conversación al ver el estado en el que se encontraba su padre y la manera en la que miraba a lady Rhea.

— ¿Saber qué? — Preguntó Rhea con confusión.

— ¡Esa niña se casó! — Gritó completamente molesto.

La expresión de pánico en su esposa hizo que Daemon se diera cuenta de la verdad, ella ya sabía todo y no le había dicho nada. Apretó los puños mientras miraba a su alrededor, ya todos estaban ahí, todos excepto Dellaena.

— ¿Dónde está? — Volvió a preguntar, su vista se mantuvo fija en Rhea.

— ¿Cómo te enteraste? — Ella no le había dicho ni una palabra sobre el tema y era aún más improbable que Dellaena lo hubiese hecho.

— Había una carta en sus aposentos.— Rhea frunció el ceño, definitivamente no aprobaba que irrumpiera en la privacidad de su hija.— No me mires así, no entre con esa intención. Terminé encontrando todo por mera coincidencia.

— No sé en dónde está.— Agregó Rhea. Aún no probaba nada del desayuno y ya sentía que necesitaba una copa de vino.

— Ella salió a volar.— Intervino Baela.

Aquellas palabras se ganaron la atención de ambos, tanto Rhea como Daemon observaron con atención a la mayor de las gemelas.

— ¿Te dijo a dónde? — Daemon caminó hasta quedar frente a ella.

— No, sólo me pidió que dijera que iba a estar de vuelta para la hora de la cena.— Daemon la miraba con duda.

— ¿Qué planeas hacer? — Se estaba poniendo nerviosa, Daemon estaba muy molesto y si encontraba a Dellaena todo se podría peor.— Se que ahora puedes estar molesto con ella, créeme yo también lo estaba cuando me enteré de todo, ella y el príncipe Aemond actuaron sin pensar en las consecuencias pero ya no podemos cambiarlo.

Daemon se giró lentamente hasta su esposa y con una expresión sombría le preguntó.

— ¿Qué fue lo que dijiste? — Rhea se dio cuenta de su error demasiado tarde.— Aemond Targaryen...— Repitió con desprecio.

— Daemon.— Intentó persuadirlo a que se calmara pero él huyó de su toque y salió con prisa del comedor.

Ignoró los llamados y gritos de su esposa, no tenía tiempo para eso, ahora ya sabía perfectamente a dónde ir. Cuando salió del castillo y se dirigió hasta su dragón, Caraxes ya lo esperaba inquieto, Daemon lo montó y sin la necesidad de algún comando la bestia roja emprendió vuelo hasta la Fortaleza.







El Rey se había mostrado sorprendido ante su inesperada visita a la Fortaleza, sin embargo, también estaba bastante contento de recibirla, no dudó en dejar todo lo que estaba haciendo para poder conversar con ella.

— Aemond me lo dijo todo.— Pensó que estaría molesto, en su lugar había una gran sonrisa adornando su rostro.

— ¿Causamos problemas, verdad? — No iba a negar que la situación la apenaba un poco.

— No es nada que no se pueda arreglar.— Le aseguró el Rey.

Dellaena sonrió con sinceridad. Hablar con su tío le resultaba sencillo, la escuchaba con atención y siempre tenía un concejo que ofrecerle.

— No quiero dejarle todos los problemas a Aemond, después de todo fui yo quien aceptó su propuesta.— Viserys rió al escuchar las palabras de su sobrina.

— Son las cosas que hacemos por amor.— Una sonrisa apareció en el rostro de Dellaena, amor. Sí, ella estaba tontamente enamorada de Aemond.

— Tiene razón en eso, su majestad.— Dellaena estuvo de acuerdo con él.

Iniciaron una agradable conversación basada en las trivialidades de su vida. Viserys le contó de manera detallada sobre el día que Aemond le confesó frente a miembros del consejo sobre su matrimonio secreto, le fue imposible no reír al imaginar toda la situación.

Mientras seguía disfrutando de la compañía del Rey un caballero de la guardia real ingresó a la sala con algo de prisa y una expresión preocupada.

— Lamento la interrupción, su majestad.— Habló el hombre.— Pero ha ocurrido algo.

— Habla claramente ¿Qué pasó? — El Rey se puso de pie y Dellaena lo imitó.

— Es el príncipe Daemon, su majestad.— Dellaena frunció el ceño ante la mención de su padre ¿Qué diablos hacía en la Fortaleza?

— ¿Daemon? — El Rey estaba igualmente sorprendido.

— Exige ver al príncipe Aemond.— Dellaena palideció al escuchar lo que su padre quería, una sensación de preocupación se instaló en su estómago, de repente tenía náuseas.

— ¿Dónde está Aemond? — Preguntó el Rey con seriedad.

— Él y los demás príncipes salieron a volar temprano por la mañana, su majestad.— Viserys se tranquilizó al escuchar que Aemond no se encontraba cerca.

— Escolta al príncipe Daemon a la sala del trono, hablaré con él ahí.— El caballero asintió y dejó la sala para cumplir la orden.

— Él lo sabe.— Afirmó Dellaena.

— Tenlo por seguro.— Vio como el Rey se encaminaba hasta la sala del trono y no dudó en seguirlo.

— Me gustaría estar presente, si es que no le molesta.— Viserys la observó por unos instantes.

— Esto también tiene que ver contigo, supongo que debes estar presente.— Siguieron con su camino acompañados por dos caballeros.

Lo primero que Dellaena vio al ingresar a la sala del trono fue la expresión furiosa de su padre, su furia pareció aumentar en cuanto la vio. No se iba a dejar intimidar por él, continuó caminando con la frente en alto y se detuvo cuando estuvo a una distancia prudente de él.

— Me sorprende tu visita, Daemon.— El príncipe canalla permanecía en silencio, pero su mirada estaba clavada en el Rey.

— ¿Acaso tú planeaste todo esto, Viserys? — Su tono de voz dejaba ver lo molesto que estaba.

— Nos tomó por sorpresa a todos.— El príncipe se rió con burla al escuchar aquello.

— No te creo.— Le respondió con desprecio al Rey.—  Deshaz toda esta farsa y al terminar quiero a tu hijo lejos de Dellaena, ella no será la esposa de un puto Hightower.

— Cuida tu lengua, hermano.— Amenazó Viserys.— No pienso tolerar ofensas hacia mi familia.

Dellaena hacía todo lo posible por mantener la boca cerrada y evitar causar aún más problemas, pero escuchar como su padre insultaba a Aemond la estaba poniendo furiosa.

— Anúlalo.— Le exigió Daemon.— Esa ceremonia no puede tener validez si no se llevó a cabo con tu autorización y ante la presencia del Gran Septon.

— La ceremonia es legítima, Daemon.— Lo miró fijamente antes de continuar.— Se casaron bajo las tradiciones de nuestra casa, en una ceremonia Valyria.

La mirada furiosa de su padre ahora estaba puesta sobre ella, Dellaena se negó a apartar la vista. Antes de que alguien más pudiera continuar con aquella discusión unos fuertes rugidos y gritos los alertaron de que algo estaba pasando.

Dellaena salió corriendo de la sala en cuanto reconoció aquellos rugidos como los de Silverwing. Cuando salió al patio del castillo, pudo ver a su dragona sobrevolando la Fortaleza mientras era seguida por el dragón de su padre.

Estaban volando a una distancia muy cercana, sus alas chocaban entre sí, casi parecía como si se estuvieran empujando o dando manotazos.

— ¿Qué diablos están haciendo? — Le preguntó a su padre en cuanto éste llegó a su lado.

— No deberían estar fuera de Pozo Dragón.— Agregó el príncipe en un tono preocupado.

— Es una danza.— Los interrumpió Viserys.— Silverwing parece haber rechazado a Caraxes.

Unos momentos de silencio siguieron después de las palabras dichas por el Rey ¿Había escuchado mal, verdad?

— Con rechazar se refiere a...— Dellaena seguía algo incrédula. Daemon tampoco se lo podía creer.

— Es exactamente eso, una danza de apareamiento.— Viserys respondió con gracia.




























Diccionario Valyrio

"Para mi amada esposa

Finalmente he hablado con el rey sobre nuestra boda, su descontento duró poco. Dentro de poco se planea enviar una propuesta formal para que podamos casarnos ante los ojos del reino, anhelo que ese día llegue pronto.

Tú leal y amoroso esposo." (Carta de Aemond enviada a Dellaena)

𐙝 Iksan vaoreznuni, yn nyke iēdrosa jaelagon another chance = lo lamento, pero aún deseo otra oportunidad.

𐙝 Māzigon va riña, ziry iksos jēda naejot sōvegon = vamos niña, es hora de volar.

Volví con nuevo capítulo ¿Me extrañaron? 🧚🏻‍♀️

Dellaena y Daemon viendo lo que Caraxes le quería hacer a Silverwing: 🗿

Espero que disfruten de éste nuevo capítulo, como siempre ya saben que sus lecturas, votos y comentarios son bienvenidos ✨

Nos vemos en la próxima actualización, los tqm 🫶🏻

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