𝟢𝟦 𝗋𝖺𝗇𝗌𝗈𝗆𝗌, 𝗆𝗂𝗌𝗎𝗇𝖽𝖾𝗋𝗌𝗍𝖺𝗇𝖽𝗂𝗇𝗀𝗌 𝖺𝗇𝖽 𝗌𝖾𝖼𝗋𝖾𝗍𝗌

Los preparativos para su partida estaban casi finalizados, le había pedido al príncipe de Pentos que le proporcionara un barco para así trasladar a sus hijas hasta Poniente, él aún podía ir en Caraxes, pero ellas necesitaban otro medio de transporte. Observó a su hija que tan sólo tenía unas pocas horas de nacida y pensó en lo feliz que habría estado Laena al ver que ahora tenía otra hija, la pobre pequeña no tuvo oportunidad de conocer a su madre.

— Baela y yo elegimos un nombre.— Daemon se giró hacia Rhaena.— Shaera nos pareció lindo.

Daemon sonrió suavemente cuando escuchó a Rhaena nombrar a su hermana, no tenía problema alguno en que fueran las gemelas quienes le dieran un nombre a la bebé, después de todo él realmente no tenía idea de cómo llamarla, su mente estaba ocupada con otras cosas, no tenía tiempo para eso.

— Creo que le queda bien.— Rhaena sonrió al escuchar que su padre estaba de acuerdo con la elección de nombre para su nueva hermanita.— El barco partirá por la noche, así que asegúrense de que todo esté listo ¿De acuerdo?

— Está bien.— La ponía nerviosa el tener que navegar hasta Poniente, no por el desafío que podrían significar las aguas traicioneras, sino por el hecho de que sabía que nadie los recibiría ahí.

Desconocía muchas cosas acerca de su familia materna, pero era consciente de que su abuelo no había estado complacido cuando su madre se fugó con su padre hasta Pentos y ese resentimiento sólo aumentó cuando ellas nacieron. Con respecto al rey Viserys, había sido él quien exilió a su padre en primer lugar, pero tampoco podía odiarlo por eso, ella reconocía que aveces el carácter de su padre era sumamente difícil de manejar, en conclusión, tenían un historial familiar en extremo complicado. 

Daemon recostó a la bebé una vez que ésta se quedó dormida y dejó la habitación para terminar con los últimos asuntos que tenía pendientes, mientras caminaba por los pasillos de aquel castillo que había sido su hogar durante su tiempo en el exilio recordó a Rhea y Dellaena, se había perdido de muchas cosas debido a su egoísmo. Dellaena era su primogénita la única legítima, la única que tenía un dragón, no sabía absolutamente nada sobre ella, no la vio nacer y ni siquiera la había nombrado.

No podía recriminarle nada, fue y era sin duda un pésimo padre para ella, creció y maduró lejos de él, intentaría arreglar todo eso en cuanto tuviera la oportunidad. Ingresó a los que habían sido sus aposentos y comenzó a guardar lo último que quedaba de sus cosas, tomó un trozo de papel y comenzó a escribir una carta dirigida a Viserys, necesitaba que su hermano le permitiera regresar a Poniente.

También debía enviarle una carta a Rhaenys, sabía que Corlys no recibía nada que fuese enviado por él, pero pese a todo lo que pasó entre ambos ellos aún debían saber lo que había pasado con su hija, dar la noticia mediante una pedazo de papel no sería fácil, en Caraxes el viaje sería mucho más rápido pero él debía partir junto a las niñas, para su propia seguridad.







Había recorrido el Valle, cuando se enteró de lo que podría haberle pasado a Rhea decidió ir a buscarla él mismo, las sospechas de que Raden Royce estaba detrás de todo esto se confirmaron cuando cabalgó hasta Puertas de la Luna y los guardias en la puerta le prohibieron entrar al castillo.

— Déjenme entrar.— Estaba molesto y no tenía tiempo para toda ésta mierda.— ¡Abran las malditas puertas!

Los guardias en la puerta no se movieron de sus lugares y permanecieron firmes en su posición, Andrew se estaba impacientando, sabía que el desgraciado de Raden debía estar por ahí cerca escuchándolo. Antes de que pudiera lanzarle más insultos al Lord de Puertas de la Luna una enorme sombra se vio reflejada en el suelo, seguido de un rugido estruendoso que hizo que todos miraran hacia el cielo.

Pronto un enorme dragón aterrizó cerca del castillo, de la gran bestia bajó una figura muy conocida para Andrew. Dellaena caminó hasta quedar junto a él y su caballo, el hombre la observó con una sonrisa, ese era sin duda el apoyo que necesitaba ahora.

— Me alegra verla, Lady Dellaena.— La chica lo miró y le sonrió con complicidad.— Su amigo nos será de gran ayuda.

— Ella, Silverwing estará feliz de ayudar.— Se giró hasta los guardias y con una sonrisa agregó.— Ya es su hora de comer.

Los hombres en la puerta palidecieron y por un momento se replantearon la idea de permanecer fuera del castillo, entrar y refugiarse dentro parecía una mejor idea. Las puertas del castillo se abrieron y pronto un joven apareció, los guardias intentaron detenerlo, pero él simplemente no hizo caso.

— Lady Dellaena.— El chico parecía tener la misma edad que ella.— Le pido que por favor no lleguemos al extremo de tener que usar a su dragón.

— ¿Y usted es?— Lyam sonrió con algo de diversión.

— Mi nombre es Lyam Royce, mi lady. El único hijo y heredero de Lord Raden.— Dellaena alzó una ceja y sonrió con maldad.

— Ya veo.— Habló ella mientras se aproximaba más a él.— ¿Le importaría acompañarme hasta Piedra de las Runas? Tenemos algo que discutir.

Más que una petición era claramente una amenaza, estaban prácticamente obteniendo a su propio rehén, Raden tenía a Rhea y Dellaena tendría a Lyam, así se aseguraba de que nadie le pondría una mano encima a su madre.

— Me parece justo, mi lady.— La siguió hasta la enorme bestia y una vez que estuvo lo suficientemente cerca un escalofrío recorrió su espalda. Nunca había estado tan cerca de un dragón, es más, nunca había tenido la oportunidad de ver uno ni siquiera desde lejos.

— Alto ahí.— Habló la chica.— Tú te vas a caballo, ella probablemente querrá comerte.— Lyam observó a la bestia plateada, era algo decepcionante el no poder viajar en ella. Andrew llegó hasta su lado y le tendió la mano, tendría que compartir corcel con él.

— Lo siento muchacho, pero tendrás que conformarte con viajar conmigo.— Lyam se limitó a simplemente asentir y pronto subió al caballo. Ellos fueron los primeros en marcharse, Dellaena les dio ventaja y después de asustar a los guardias por última vez montó a su dragón y salió de ahí.

Andrew la vio volar sobre ellos, obviamente llegaría mucho más rápido a Pierda de las Runas, era la primera vez que veía a la chica usar a su bestia como amenaza, no se lo recriminaba, al contrario lo agradecía.

— ¿Ella de verdad nos habría quemado?— La pregunta de Lyam lo sacó de sus pensamientos.— Se veía muy molesta.

— Tu padre secuestro a su madre ¿Cómo querías que reaccionara?— El chico lo pensó por unos momentos antes de responderle.

— Fue más comprensible de lo que esperaba. Si tengo que ser sincero, pensé que ella me quemaría vivo sin importar lo que dijera.— Confesó con tranquilidad.— Aún hay gente inocente dentro de ese castillo, así que me ofrecí como rehén sólo para evitar sus muertes.

Las palabras del joven lograron sorprender a Andrew, no esperaba que el hijo fuese más sensato y considerado que el propio padre. El hecho de que aceptara ponerse en peligro a el mismo antes que arriesgar a la gente dentro de su hogar le demostraba lo diferente que era de su progenitor.

— Pareces ser mejor persona que tu padre.— Andrew debía reconocerle eso.— Dellaena sabrá comprenderte si hablas con ella. No es mala persona, simplemente actúa de acuerdo a la situación ¿Lo entiendes, verdad?

— Lo hago.— Admitió el chico.— Agradezco sus palabras Lord Arryn.

— Sólo llámame Andrew.— Después de aquella corta conversación ambos continuaron el viaje en silencio. Andrew ya no tenía nada que decirle al muchacho y Lyam estaba más preocupado por la charla que sabía tenía que tener con Dellaena.

Pronto el castillo de Pierda de las Runas comenzó a ser visible, los caballeros en la entrada los observaron a ambos, aunque Lyam debía admitir que parecían mirarlo con cierto desprecio.

— Parece que no te quieren aquí, muchacho.— Lyam sonrió con incomodidad, era muy obvia la razón del porqué.— Recuerda que la persona a la que debes convencer está ahí dentro.

El interior del castillo de Pierda de las Runas daba una sensación imponente, cuando estuvo frente a una enorme puerta de madera con runas grabadas en ella sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Andrew colocó una mano sobre su hombro para sacarlo de su asombro, abrió la puerta y dentro de aquella habitación se encontraba Dellaena, sentada en el trono de Runas y por su expresión no parecía estar contenta.

— Recuérdalo, se sincero con ella.— Lyam asintió tenuemente al recordatorio del hombre y se posicionó frente a la chica.

— Lady Dellaena.— Comenzó saludándola con cortesía.— Me avergüenzo de las acciones de mi padre, desconozco las razones que tuviera para realizar tal acto. Sé que mis disculpas no borran las estupideces de mi padre, pero le pido compasión por la gente que es ajena a este conflicto.

Dellaena se mantenía estoica, mantenía la mirada fija en el chico y parecía estar escuchándolo con atención, Andrew sabía que al igual que Lyam, Dellaena apreciaba a la gente que servía en Pierda de las Runas, esperaba que al menos eso fuese suficiente para que ella se mostrara compasiva.

— No lo responsabilizo a usted por las acciones de su padre, Lord Lyam.— El chico sintió su alma volverle al cuerpo.— Puedo llegar a comprender ese sentir de tener que cargar con un padre estúpido.

Bueno, no se podía tapar el sol con un dedo y realmente no había nadie en todo Poniente que no conociera al padre de Dellaena, el infame príncipe Daemon Targaryen contaba con una muy mala reputación. Andrew compadecía a Rhea, tener que soportar las innumerables vergüenzas de Daemon no era algo que cualquiera pudiera manejar.

— No voy a interferir en el castigo que tengan preparado para él.— Lyam continuó.— Sin embargo, le suplico que por favor le perdone la vida.

El chico Royce seguía sorprendiendo a Andrew, parecía ser un buen muchacho, sensato y considerado con su gente, aquello sólo lo hacía despreciar a Raden ¿Cómo una basura como él tenía un hijo tan bueno? Esperaba que Dellaena pudiera ver lo mismo, ambos parecían tener algunas cosas en común.

Mya ingresó a la habitación con una notable expresión de preocupación, se detuvo en cuanto se percató de que Dellaena no estaba sola, se calmó un poco e hizo una ligera reverencia antes de mirarla fijamente.

— Mi Lady, Lord Raden está aquí.— Lyam se sorprendió ante la noticia.— Dice que no se irá hasta recuperar a su hijo.

Dellaena miró a los dos hombre que estaban frente a ella y sonrió con malicia, a Lyam no le gustó aquella expresión y Andrew sólo esperaba que Raden no colmara la escasa paciencia de la chica o de lo contrario corría el riesgo de convertirse en comida de dragón.

— Hazlo pasar.— Mya asintió en respuesta y se apresuró en salir para cumplir con dicha orden.

Raden ingresó al salón e inmediatamente todas las miradas se posaron en él, Lyam lo miraba con vergüenza, Andrew con enfado y Dellaena parecía querer hacer explotar su cabeza con sólo mirarlo. Se detuvo quedando al lado de Lyam y se mantuvo firme mientras dirigía su mirada hacia la chica.

— Dellaena...— Comenzó a hablar en un tono suplicante, no tenía más opción que rogar por su vida.— Tu madre...

—¡Silencio!— Exclamó furiosa. Sentada en el trono de Runas se veía imponente.— Te atreves a capturar a mi madre y a hablarme tan descuidadamente. Debería poner tu cabeza en una pica o dejar que mi dragón te haga su almuerzo.

Lyam se estremeció ante las amenazas que su prima realizaba hacia su padre, sabía que lo que hizo fue una estupidez, pero tampoco podía permitir que muriera. Dio un paso al frente, llamando la atención de Dellaena, la miró fijamente.

— Dellaena, por favor.— Le suplicó de manera desesperada.— Perdónale la vida a mi padre y algo como esto jamás volverá a pasar, tienes mi palabra.

Lord Andrew observaba todo en silencio, la situación era complicada y había mucha tensión entre los tres miembros presentes de la familia Royce. La furia que Dellaena estaba demostrando tener era digna de un dragón, después de todo ella era uno.

— Cometí un error.— Admitió Raden mientras bajaba la mirada.— Mi hijo tuvo que ponerse en peligro para que yo me diera cuenta de eso y admito que soy lamentable por eso.

— ¿Entonces?— Dellaena no iba a ponérsela tan fácil, tenía que verlo realmente arrepentido o de lo contrario no lo dejaría salir vivo de ahí.

— He traído a Lady Rhea conmigo.— Andrew se giró rápidamente hasta la puerta.— La sirvienta que me recibió la llevó a sus aposentos.

— Bien, entonces ahora puede llevarse a su hijo, Lord Raden.— Lyam se acercó más a su padre.— Valórelo, mi Lord.— Raden alzó la vista hacia ella.— Debería estar agradecido por tener un hijo tan responsable y capaz como él, la mayoría de los Lords matarían por un heredero así de digno.

Lyam sonrió con alegría al escuchar las palabras de la chica, era la primera vez que alguien lo reconocía, su padre solía decirle que su personalidad era sinónimo de falta de carácter, pero escuchar a Dellaena decirle a su padre que debería agradecer el tenerlo como hijo lo hizo sentir bien.

— Dejaremos este asunto, por ahora.— Dellaena se levantó del trono y comenzó a caminar hasta la salida, quería ver a su madre, asegurarse de que estuviera bien.

Los dos hombres Royce abandonaron el castillo, mientras Raden tomaba los recientes acontecimientos como una vergonzosa derrota, Lyam lo tomaba como una bendita victoria. Su padre se había encargado de traer consigo a su caballo, se acercó al animal y lo acarició con cariño para después subirse a el.

— ¿Ya estás feliz?— Lyam suspiró con cansancio mientras comenzaba a avanzar.— Me humillé debido a ti.

— Créeme padre, no necesitas mi ayuda para humillarte.— Ese hombre era realmente un ingrato, no tenía ánimos de soportarlo, así que en lugar de quedarse y escuchar sus quejas que durarían todo el camino, cabalgó a toda velocidad, dejando a su padre atrás.







Ni siquiera pasando horas en el campo de entrenamiento lograba distraer su mente, no hacía otra cosa más que pensar en Dellaena. Después de la ceremonia había estado casi desesperado por contárselo a su madre, sabía que se enfadaría, pero ya no había marcha atrás.

Tiró la espada al suelo, Sir Criston lo observó con confusión, bajó el escudo que sostenía en su mano derecha y esperó alguna otra reacción del príncipe. Aemond lo miró y simplemente negó antes de comenzar a caminar fuera del campo, el Sir permaneció en su lugar, había notado la rara conducta que el príncipe había adoptado recientemente, no podía hacer mucho si él no quería hablarlo.

Mientras se dirigía a sus habitaciones para simplemente descansar o leer algo se topó con sus sobrinos, parecían estar regresando de un vuelo, la verdad era que no tenía ánimos para charlar con ellos, así que esperaba que simplemente lo ignoraran. Tristemente no sería el caso, Jacaerys se acercó a él tan pronto lo vio, a diferencia de Aemond parecía estar de muy buen humor.

— ¡Aemond!— Lo saludó con entusiasmo.— Luke y yo pensamos que estarías volando por ahí con Vhagar.

— No, acabo de terminar mi entrenamiento.— El joven Strong sonrió ante la mención del entrenamiento, Jacaerys disfrutaba desafiarlo a duelos.

— ¿No sueles entrenar hasta ya muy tarde? Me sorprende que ya hayas terminado.— Agregó Lucerys.

— Suele ser así.— Aemond le dio la razón.— Pero hoy estoy cansado, así que volveré a mis habitaciones.

Ninguno de los castaños dijo nada más, Aemond solía ser serio y reservado, pero en ambientes que eran de su agrado solía ser más abierto y expresivo, dichos ambientes solían ser el campo de entrenamiento y su propio dragón, así que verlo algo decaído después de terminar un entrenamiento los dejaba preguntándose ¿Qué estaba mal con él?

Siguió el camino habitual hasta sus aposentos y como si su mala suerte sólo empeorara se topó con Aegon esperándolo en la puerta. El mayor sonrió al verlo llegar y ese gesto logró molestar a Aemond, podría jurar por los siete que sólo estaba ahí para molestarlo.

— ¿Qué es lo que quieres?— Preguntó mientras entraba, Aegon lo siguió.

— Me aseguro de que mi hermanito esté bien.— Le respondió mientras tomaba asiento en uno de los sofás que se encontraban dentro de la habitación de Aemond.— Nuestra madre considera que estás actuando extraño.

— Eso es ridículo.— Se limitó a contestar. Comenzó a quitarse la ropa sudada y sucia, necesitaba un baño.

— ¿Es por Della?— Aemond se detuvo y Aegon sonrió, había dado en el clavo.— ¿Problemas en el paraíso? Dale tiempo, siempre ha sido muy explosiva.

Aemond apretó el puño con rabia, odiaba la familiaridad con la que Aegon hablaba sobre Dellaena, no era tonto, años atrás había sospechado que algo pasaba entre ambos. Por esa época ella frecuentaba la Fortaleza en nombre de su madre, un viaje en dragón era mucho más rápido que uno a caballo y Aegon con lo rebelde que era había encontrado la manera de formar una amistad con ella. Sin embargo, por mucho tiempo Aemond tuvo el presentimiento de que algo más había pasado, se distanciaron de repente, Aegon se comprometió y casó con Helaena por orden de su padre y después de eso las visitas Dellaena disminuyeron, hasta que un año después regresó, está vez volcando toda su atención en él.

— Pareces conocerla muy bien.— Aegon le restó importancia al comentario y alzó los hombros con desinterés.

— No tanto como lo haces tú ahora.— Molestar a Aemond siempre había sido uno de sus pasatiempos favoritos.— Espero que seas un buen reemplazo.

— Cierra la boca Aegon.— El mayor de los príncipes sonrió con diversión. Aquello sólo aumentaba el malestar de Aemond.

— Deberías pedirle que te cuente toda la historia, así ya no habría malentendidos.— Se levantó del sofá y caminó hasta la puerta.— Con gusto lo haría yo, pero dudo que creas en mi palabra.

Observó a Aegon salir de sus habitaciones y se dejó caer sobre la cama, por alguna razón se sentía completamente derrotado. Por mucho tiempo había ignorado el hecho de que Aegon y Dellaena tuvieron un pasado juntos, tenía que soltar todo eso y enfocarse en su futuro.







— Deberías estar durmiendo.— Rhea alzó la vista del documento entre sus manos y observó a su hija recargada contra la puerta.

— Aún no estoy cansada.— Dellaena negó con desaprobación y caminó hasta su madre, arrebatándole aquel documento.— Dellaena...

— El trabajo puede esperar hasta mañana.— Insistió la rubia.— Mamá por favor, ya es tarde. Pasaste por muchas emociones en muy poco tiempo.

Suspiró con resignación y dejó todo sobre el escritorio, su hija tenía razón, el sumergirse en el trabajo pendiente era sólo un mecanismo de defensa para evitar pensar en todo lo que había pasado, desde su secuestro hasta su posterior liberación. Andrew también había estado muy preocupado por ella, terminó yéndose más tarde de lo planeado ya que primero quería asegurarse de que ella cenara algo, cuando compartieron la cena y él fue testigo de eso se marchó más tranquilo.

— Yo soy la madre y sin embargo, mi bebé es quién me cuida.— Acarició suavemente una de las mejillas de Dellaena y sonrió ligeramente.— ¿Y tú cómo estás cariño?

Decidió pasar por alto el apodo tan infantil que su madre usó para referirse a ella y la tomó por el brazo para guiarla hasta sus aposentos, ella tenía que descansar.

— Estoy bien, la que me preocupa eres tú.— Rhea sonrió con cariño. Admiraba la mujer en la que su hija se estaba convirtiendo, desde pequeña siempre fue amable y considerada, pero aquello no significaba que no tuviese carácter, por los dioses que lo tenía.

— Estoy bien, cariño. Lo digo enserio, el accidente con Raden fue una mala experiencia, pero ahora estoy en casa junto a ti y eso es todo lo que me importa.— Entraron a su recámara y Dellaena pareció sorprendida ante lo que veía. La cama estaba completamente desordenada y pudo ver dos jarras vacías de vino, Rhea pasó saliva con nerviosismo.

— Aveces cuando estoy muy estresada suelo beber algo antes de dormir.— Se excusó.— Pensé que Mya ya habría limpiado este desastre para entonces.

— Debió estar tan preocupada por ti que ni siquiera tuvo tiempo de limpiar.— La expresión de su madre pasó a ser una llena de culpa.— Estará mucho más tranquila ahora que estás en casa.

Tenía el presentimiento de que su madre le estaba ocultando algo, pero considerando que ella también escondía un gran secreto no tenía cara para ponerse a interrogarla, dejaría el asunto para después. Se despidió de su madre y salió de su habitación, dejándola sola para que lograra descansar un poco.

— Dioses...— Debió pedirle a Mya que limpiara sus aposentos cuando tuvo la oportunidad de hacerlo por la tarde y sin que Dellaena lo supiera. Era demasiado observadora como para dejar pasar algo así, temía que uniera todas las piezas y descubriera que Daemon estaba involucrado.

Ahora que lo pensaba ¿Dónde estaba Daemon? No lo había visto por ningún lado luego de su regreso y según lo que Mya le contó quienes fueron a buscarla a Puertas de la Luna fueron Andrew y la propia Dellaena, en ningún momento mencionó a su esposo, su dragón tampoco parecía estar cerca ¿Se habría marchado de nuevo?

Esperaba que no, aún debía firmarle el documento de divorcio, después de eso podría irse a donde quisiera. Se deshizo de su ropa y la cambió por su cómodo camisón para dormir, apartó las sábanas de la cama y se recostó sobre el suave colchón, cerró los ojos y se dejó llevar por el sueño.



























¡Nuevo capítulo publicado!

Tenía pensado hacerlo un poco más extenso, pero decidí dejarlo para el próximo capítulo.

Les pido que me tengan paciencia con respecto a que tan rápido actualizo mis historias, el final de semestre está acabando conmigo 🙂‍↔️

Recuerden que aprecio mucho sus lecturas, votos y comentarios ✨

Los tqm, bye bye 🫶🏻

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