𝟢𝟣 𝗋𝖾𝗍𝗎𝗋𝗇𝗌 ; 𝗇𝖾𝗐𝗌 𝖺𝗇𝖽 𝗋𝗎𝗆𝗈𝗎𝗋𝗌
Las noches en Pentos solían ser frescas, le ayudaba a enfriar sus pensamientos. Estuvo recibiendo cartas de su esposa durante los últimos días, de manera demasiado insistente, lo cual era una actitud extraña por parte de Rhea.
— ¿Problemas para dormir?— Se giró y observó cómo la figura de Laena se acercaba a él.— Te busqué en la biblioteca, cuando no te encontré ahí supe que estarías aquí.
La observó con atención, su abultado vientre le daba algunos problemas para caminar. El nuevo bebé no debería tardar en nacer, podría pasar en cualquier momento o eso afirmaba el maestre al servicio del príncipe de Pentos.
— Debo volver.— No necesitó decir más, Laena entendió a que se refería.— Ella ha estado enviando cartas casi a diario.— La expresión en el rostro de la mujer se torció un poco, cuando mencionó que debía volver supuso que era debido al rey.
— Iras a Piedra de las Runas.— No era una pregunta, fue una afirmación ¿Qué derecho tenía ella al molestarse porque él iría a ver a su legítima esposa? Era casi bizarro.
— Debe querer algo, de lo contrario no estría comunicándose conmigo.— Cuando sus ausencias eran más cortas ella solía pedirle que volviera de vez en cuando, al menos para aparentar que no existía discordia entre ambos. Después de su exilio a Pentos y de haber tomado como amante a Laena, ella dejó de comunicarse con él.— No será por mucho tiempo, en mi ausencia las gemelas te harán compañía.
Intentó sonreír, pero fue en vano. Había aceptado hace años que incluso si Daemon la había llevado hasta Pentos con él no fue por amor, se había arruinado por un amor que jamás le iba a ser correspondido, a menudo recibe cartas de su madre, por otro lado, nunca recibió ninguna carta de su padre. Sabía que lo había decepcionado, que había manchado el nombre de la familia y a ella misma, para la perspectiva de su padre simplemente no había justificación.
— Espero que no sean malas noticias.— Le respondió con una sonrisa que aunque era sincera, seguía notándose triste.— Los cuatro te estaremos esperando.— Le aseguro en un tono más dulce mientras acariciaba su gran barriga.
Sonrió levemente, depositó un beso sobre su frente y con cuidado la tomó del brazo, ayudándola a ingresar al castillo, ella debía descansar y él tenía que prepararse para irse temprano al día siguiente. Si era sincero consigo mismo, le causaba mucha curiosidad la razón por la que Rhea lo convocaba de vuelta a Piedra de las Runas con tanto fervor, no lo molestó por años y ahora no dejaba de hacerlo.
Desechó a Rhea de sus pensamientos y se sirvió una última copa de vino antes de irse a dormir, mañana se preocuparía por su esposa y por lo que fuese que ella quería de él. De repente, se percató de otro detalle, volver a Piedra de las Runas también implicaba volver a ver a su primogénita.
No recordaba exactamente que edad tenía Dellaena la última vez que la vio, tendría algunos siete u ocho años, fue la última vez que estuvo en el Valle. Viserys lo había convocado porque la niña había reclamado un dragón y Lady Arryn estaba preocupada de que una niña tan pequeña tuviese un dragón que era prácticamente un adulto suelto por el Valle.
La reunión no salió bien, se quiso pasar de listo presentando a las gemelas delante de la corte y Viserys volvió a gritarle. Pensó que la presencia de las niñas lo salvaría de la furia de su hermano, pero hasta él tenía sus límites. Aquella tarde volvió a enviarlo lejos, quería ofenderse, pero sabía que había sido demasiado estúpido, estaba tan cansado de Pentos y de estar lejos que pensó que presentar a sus hijas despertaría en Viserys algún calor familiar que le permitiera volver a él y a Laena, pero terminó siendo todo lo contrario.
Dejó la copa ahora vacía a un lado y se deshizo de su calzado y camisa, se tiró sobre la gran cama de sus aposentos individuales y se dispuso a dormir.
Sentía que le faltaba el oxígeno, pero no quería que sus labios se apartaran de los suyos. Podía sentir como las manos de Aemond se aferraban fuertemente a su cintura, evitando la mínima separación entre ambos cuerpos.
Cuando finalmente tuvo la oportunidad de separarse para tomar aire, sus ojos amatistas se toparon con los de Aemond, sostuvo su rostro entre sus manos y dejó otro rápido beso sobre sus labios. Su encuentro secreto estaba llegando a su fin, ya que ambos tenían dragones era fácil escaparse de la vista de los demás y encontrarse en lugares más lejanos y privados.
— Tenemos que volver.— Respondió mientras volvía a colocarse el vestido. Pronto, Aemond la imitó y comenzó a vestirse.— Ojalá pudiéramos hacer esto más seguido.— Una risa por parte del príncipe hizo que ella volteara a verlo.
— Podría solucionar eso.— Dellaena ya completamente vestida, se cruzó de brazos mientras escuchaba sus palabras.— Cásate conmigo Dellaena.
Esperaba cualquier cosa menos una propuesta de ese tipo, él hablaba en serio, la expresión en su rostro lo delataba. Ambos correspondían los sentimientos del otro, pero la propuesta la tomó por sorpresa, aún así no pudo evitar que su corazón se acelerara.
— Estaré esperando a que el rey lo anuncie entonces.— Lo dijo en un tono divertido, sabía que el rey no tendría porque oponerse a esa futura propuesta.— Hasta entonces yo intentaré convencer a mi madre.
Aemond volvió hasta ella y besó su frente. Momentos como ese la hacían sentir afortunada, él era toda su felicidad, la hacía sentir segura, apreciada y amada.
— Si algo llega a salir mal.— Comentó el príncipe mientras le sonreía.— Siempre podemos tomar a nuestros dragones y huir lejos de aquí.— Se rió ante su idea y lo observó con gracia.
— Bien, que sea una de nuestras opciones.— Cuando estuvieron listos y cualquier rastro que evidenciara su encuentro fuese borrado se dieron un último beso y cada uno volvió a su correspondiente montura. Mientras Aemond se dirigía a la Fortaleza ella volvía al Valle.
Silverwing era rápida, así que su vuelo de regreso no tomaría tanto tiempo. A su madre solía molestarle que pasara tanto tiempo sobre su dragón, así que debía limitar sus vuelos un poco, al menos lo suficiente como para evitar que su madre la siguiera molestando con lo mismo. La amaba y entendía su preocupación, pero también amaba volar entre las nubes y sentir la adrenalina recorrer cada fibra de su cuerpo.
Cuando llegó a casa lo primero que vio fue a Lord Andrew esperando frente a la sala de runas. Ese solía ser el lugar en el que su madre recibía a los invitados, le pareció extraño que el hombre no entrara y en su lugar permaneciera junto a la puerta.
— Lord Andrew.— Lo saludó, ganándose la atención del hombre.— ¿Su visita no fue anunciada?— Se percató de que estuvo a punto de responder cuando las puertas se abrieron de imprevisto.
— Dellaena.— Era su madre, reconoció la mirada acusadora que le dio.— Me imagino que ya terminaste tus lecciones con Gerold.— Sintió un escalofrío recorrer su espalda, si se enteraba de que había faltado a sus lecciones estaría en problemas.
— Recién terminé.— Era una vil mentira, su madre lo notó en un instante.— Apestas a dragón.— El azufre era realmente un olor distintivo en los jinetes de dragón, debió decir la verdad.
— Iré a darme un baño. Lord Andrew parece estar esperando para hablar contigo.— Salió casi corriendo de la vista de su madre. Rhea suspiró resignada ante la actitud de su hija, entonces notó al hombre a su lado.— Lo siento Andrew. Ya puedo recibirte, entra.
Andrew era un enviado de Lady Jeyne Arryn, últimamente se habían estado preparando algunos acuerdos y documentación necesaria para una situación en específico, su divorcio. Era un secreto del que sólo ciertas personas tenían noción, Rhea debía asegurarse de que la posición de Dellaena como heredera no se viera afectada, le costó mucho tiempo e incontables visitas al rey, pero finalmente todo estaba listo.
— Mi prima está muy feliz por ti.— Habló Andrew.— Dice que organizará un banquete en el Nido de Águilas una vez que estés oficialmente separada del príncipe Daemon, todo en tu honor.
— Lady Jeyne es muy considerada.— Respondió con un tono de burla, sabía perfectamente que odiaba a Daemon, el banquete no sería más que una burla y provocación para él.
— Si, vamos a fingir que lo es.— Ambos compartieron un momento de risas mientras se encargaban de terminar con sus asuntos pendientes. Disfrutaba de la compañía de Andrew, la hacían recordar aquella época en la que eran inseparables y se la pasaban cabalgando por todo el Valle, cazando o simplemente estando juntos.
Durante el último año sintió que su relación con Andrew estaba volviendo a ser lo que era antes de su matrimonio con Daemon. Antes de Daemon llegó a creer que en algún punto Andrew terminaría siendo su esposo, entonces la propuesta de la reina Alysanne llegó y no pudo hacer nada. Se enteró tiempo después por Lady Jeyne, que Andrew realmente intentó intervenir pero los Arryn lo persuadieron, era un matrimonio orquestado por la mismísima reina, simplemente no debían entrometerse.
Pero él seguía siendo persistente, fue así que temiendo alguna tragedia Andrew fue enviado a Roca Casterly para estar bajo tutela de los Lannister. Fue así como pasó años sin verlo, hasta meses atrás, cuando su regreso la tomó por sorpresa, no iba a mentir, había estado inmensamente feliz por volver a verlo que corrió directamente a abrazarlo, ahora que recordaba aquella ocasión dicha muestra de afecto pudo ser inapropiada.
Unos golpes en la puerta llamaron la atención de ambos, habiendo dado la orden para entrar pronto una de las jóvenes sirvientas ingresó con un notorio nerviosismo plasmado en su rostro. Rhea la observó con una ceja alzada, curiosa por su actitud tan nerviosa y dudosa, miró brevemente a Andrew antes de dirigirse a la joven.
— Mya ¿Qué pasa?.— La joven bajó un poco la mirada mientras jugaba con sus dedos, aún presa del nerviosismo.— ¿Mya?
— Un dragón mi Lady.— Rhea frunció el ceño ¿Un dragón? No había nadie el Piedra de las Runas que no supiese de la existencia de la bestia de Dellaena.— El dragón del príncipe Daemon fue visto sobrevolando el Valle.
Le fue imposible reprimir la mueca que apareció por su rostro, no esperaba que llegara ese día, le había estado enviando cartas casi a diario durante el último mes, conociendo cómo era pensó que necesitaría la intervención del rey para hacerlo volver, al parecer eso no iba a ser necesario. Se puso de pie y le pidió a la sirvienta que se retirara, guardó algunos de los documentos y fijó su vista en el hombre que la acompañaba.
— Tendremos que dejar esto para más tarde.— Andrew asintió en silencio y también se puso de pie.— Me encargaré de informarle todo a mi prima, así que no te preocupes.
Rhea le sonrió y se dispusieron a caminaron juntos hasta la salida de aquella habitación, al salir se topó con la imagen de su esposo esperando por ella, seguía viéndose igual, probablemente más viejo y con el cabello más corto, pero seguía teniendo la misma presencia.
— Príncipe Daemon.— Andrew lo saludó cortésmente. El Targaryen lo miró sin realmente reconocerlo, correspondió al saludo con un simple movimiento de cabeza y se enfocó en Rhea.— Espero que regreses con bien, Andrew.— El Arryn le sonrió y siguió con su camino hasta la salida, Rhea lo vio perderse en el pasillo y sólo entonces su atención se posó en Daemon.
— Bienvenido, esposo.— No lo dijo con dulzura ni con entusiasmo, fue un saludo gélido y lleno de formalidad.— Comprendo que debes estar molesto ya que te hice venir, pero te prometo que es algo importante. Debes estar cansado por el vuelo, tus aposentos están listos, deberías tomar un baño.
La actitud benevolente de Rhea no era algo nuevo para él, sin importar que, ella siempre era cortés. Al él realmente no le interesaba mantener la cortesía, pero le tomaría la palabra, había escuchado cosas interesantes a su llegada a Piedra de las Runas y necesitaba indagar en eso un poco.
— ¿Y la niña?— Su pregunta logró molestar a Rhea, decidió simplemente ignorarlo, no podía pelear con él ahora.— Hace años que Dellaena dejó de ser una niña.— Vio como una sonrisa cínica apareció en el rostro de Daemon y casi quiso golpearlo.— Debe estar en sus aposentos, hace un rato que regresó de volar con su bestia.
Rió con diversión ante la manera en la que ella se refería a los dragones, las casas en el Valle no tienen mucha afinidad por ellos y eso se remonta desde la época de los conquistadores. La vio entrar de nuevo a la sala de las Runas, dejándolo solo ahí, aunque había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo en Piedra de las Runas aún recordaba el camino hasta sus habitaciones.
Aunque Rhea había sido clara y le dijo que sus aposentos individuales estaban listos decidió tomar camino hasta los de su esposa, ya que era la primera vez que regresaba en mucho tiempo no iba a perder la oportunidad de molestarla. Ingresó abruptamente, asustando así a la joven que se encontraba ahí, la reconoció como la sirvienta que lo guió hasta su esposa en cuanto llegó.
— Fuera.— No necesitó decirlo dos veces, la chica salió corriendo después de hacerle una reverencia y finalmente quedó solo. Observando a su alrededor se puedo percatar de que todo parecía seguir igual, no lograba notar grandes cambios en la habitación que alguna vez compartió con Rhea.
No se esperaba que tan pronto llegar a Piedra de las Runas se toparía con tan divertidos rumores. En su camino a buscar a Rhea escuchó la conversación de las que parecían ser dos mujeres.
— Lord Andrew ha estado viniendo con frecuencia.— Se detuvo para escuchar, había pasado mucho tiempo fuera, pero no recordaba a ningún Andrew.— Es bueno que un hombre como él le haga compañía a nuestra Lady, desde que está aquí ella sonríe mucho más.
— ¿Crees que sea su nuevo amante?— La segunda mujer se unió a la conversación.— He notado que hasta Lady Dellaena parece llevarse bien con él.
— Shh.— La reprendió la primera mujer.— No podemos decir que es su nuevo amante, eso es algo de lo que no tenemos certeza.— Pero...— Interrumpió nuevamente.— Supongo que no estaría mal, después de todo el príncipe hace lo mismo.
— Todo sería tan diferente para nuestra Lady si tuviera un esposo como Lord Andrew.— La sirvienta precia lamentarse profundamente.— Bueno, no podemos hacer nada. Vuelve a tus labores Mya, Lady Rhea está ahora mismo junto a Lord Andrew en la sala de las Runas, ve a ver si necesitan algo.
Cuando todo quedó en silencio salió de su escondite e interceptó a la chica cuyo nombre debía ser Mya. Pobre criatura, se puso pálida en cuanto lo vio, sonrió con burla antes de hablarle.
— Llévame con mi esposa.—
Pensó que las habladurías de la servidumbre no tenían relevancia hasta que él los vio con sus propios ojos. El como ella parecía estar más tranquila simplemente tendiéndolo a su lado, su mirada que se suavizaba al verlo alejarse y sus estúpidas sonrisas que parecían estar llenas de complicidad.
Le parecía irreal que Rhea tuviera un amante, no porque no fuera capaz de conseguir uno, sino porque esa actitud no iba con ella. Aunque su matrimonio fue una alianza meramente política y no había sentimientos de por medio, sabía que ella sería incapaz de quebrantar los votos que intercambiaron el día de su boda.
El ruido de las puertas abriéndose lo hicieron voltear, una nueva figura apareció frente a él. Cabello entre rubio y castaño, largo y lacio, un par de ojos amatistas que lo observaban con asombro, podía distinguir algunas de sus propias facciones en ella.
— Hola, Dellaena.— La vio hacer un gesto de desagrado ante su saludo.— ¿No me darás la bienvenida? Esto es un reencuentro familiar.
— Si, no creo en esas palabrerías.— Respondió ella en un tono lleno de fastidio.— Que descanse, príncipe.— Estuvo a punto de retirarse cuando él la interrumpió.— Soy tu padre Dellaena, muéstrame algo de respeto.
— Lamento que mi falta de modales y mal genio no sean de su agrado, príncipe Daemon.— Repitió en un tono plagado de sarcasmo.— Supongo que es algo que heredé de mi descarado padre.— Dio un portazo y volvió a dejarlo solo en el silencio de aquella habitación.
Su primera encuentro con su hija no fue cómo esperaba, pensó que probablemente se toparía con ella a la hora de la cena o durante el desayuno del día siguiente. Abandonó su idea de molestar a Rhea y salió de sus aposentos para volver a los que originalmente habían sido asignados para él, ahí pediría que le prepararan un baño y entonces las acompañaría durante la cena.
Sin embargo, la cena transcurrió en un silencio notablemente incómodo, podía sentir la mirada de Dellaena clavarse constantemente en él, ni siquiera tenía que adivinar que clase de mirada era, sabía que estaba molesta por tenerlo ahí, junto a ellas. Rhea optó por tomar el papel de mediadora e intentó iniciar una conversación, funcionó, pronto su hija comenzó a narrar todo lo que había hecho durante el día, desde salir a cazar en compañía de Gerold Royce, primo de su madre, hasta la visita que le hizo a su dragona y el vuelo que realizaron juntas.
Por su parte, Daemon no intentó integrarse a la conversación, comprendía que ahí él era el extraño. Toda la situación y atmósfera era ajena para él, simplemente las dejó ser mientras se conformaba con escucharlas hablar de cualquier cosa.
La llegada de Daemon el día anterior la agotó, se la pasó preocupada al tenerlo ahí, durante el tiempo que lo dejó solo le pidió a las criadas que lo vigilaran discretamente. Según lo que le informaron, tuvo un encuentro breve con Dellaena que terminó con su hija saliendo molesta del lugar, después durante la cena no dejaba de fulminarlo con la mirada.
Intervino desviando la atención de Dellaena hacia sus actividades realizadas aquella tarde y funcionó. Sin embargo, le preocupaba que alguna discusión entre padre e hija se desatara, ambos compartían ese carácter explosivo y rencoroso que les nublaba el juicio y la razón.
Suspiró con cansancio mientras se sentaba en una de las sillas del comedor y tomaba una copa para beber de ella. El desayuno ya había sido servido, era cuestión de tiempo para que todos estuvieran reunidos y sólo entonces ella le daría las buenas noticias a Daemon.
El mencionarlo en sus pensamientos pareció tener algún efecto de atracción pues pocos minutos después él apareció por la puerta. Decidió sentarse quedando cara a cara con ella, pensó que estaba bien, así sería más fácil hablar, vio como comenzó a poner comida dentro de su plato y lo imitó, nada debía impedirle disfrutar de su primera comida del día.
— ¿Ya me dirás la razón por la que insististe tanto en que regresara?— Tomó un sorbo de su copa mientras la miraba.— Me imagino que debe ser algo sumamente importante.
— Y lo es.— Respondió ella antes de llevar una uva a su boca.— Deberás sentirte como el hombre más afortunado dentro de todos los Siete Reinos.
Se vio tan confiada al decir aquello, pero él seguía sin saber de qué demonios se trataba. Se pasó parte de la noche pensando en todo lo que había escuchado en los pasillos del castillo de Piedra de las Runas y todo recaía en Rhea y el rumor de su nuevo amante, Andrew Arryn.
— ¿Y por qué?— La pregunta era genuina, no era una persona paciente, entre tantos rumores y el silencio de Rhea se estaba hartando.— Verte tan tranquila y feliz me genera muchísima curiosidad.
Cuando entró al comedor se sorprendió al ver a su padre sentado en la mesa tomando el desayuno junto a su madre, conocía demasiado bien la clase de dinámica que solían tener sus progenitores. Y debido a eso supo que algo no andaba bien, ignoró aquello y simplemente tomó asiento.
— El rey finalmente ha entregado una respuesta a las cartas que le envié.— Rhea decidió iniciar la conversación.— Es cuestión de tiempo para que se emita nuestro divorcio.
Dellaena detuvo su copa a escasos centímetros de sus labios al escuchar las palabras de su madre ¿Había escuchado bien? ¿Qué mierda estaba pasando? Por su parte, Daemon permanecía aparentemente tranquilo, su mirada seguía fija en Rhea. Sonrió con diversión mientras sus dedos jugaban con el tenedor junto a su plato.
— Tendré que hablar con Viserys.— Respondió finalmente el príncipe.— Porque no tengo intenciones de divorciarme.— La expresión de Rhea se volvió sombría y su reacción no provocó más que diversión para Daemon.
— ¿Y por qué no?— Preguntó notablemente molesta.— Creo recordar que por años era lo único que le implorabas al rey, ahora será una realidad.
— Simplemente cambié de opinión. Eres mi esposa.— Le respondió restándole importancia.— No podemos destruir a nuestra familia, Rhea.
Sintió náuseas al ver lo descarado y desgraciado que podía llegar a ser, le había costado tanto esfuerzo conseguir la autorización del rey para su anulación y ahora él simplemente le decía que cambió de opinión, como si no fuera nada.
Lo soportó por años, creía que era parte de su deber como esposa, no buscaba ser sumisa, los dioses sabían que ella le gritaría de vuelta, pero mantener un matrimonio así solamente los desgastaría a ambos. Un príncipe problemático y mimado que siempre se salía con la suya, ese era su esposo, Daemon podría quemar la mitad del Valle y el rey posiblemente buscaría alguna excusa para perdonarlo.
A diferencia de ella, él contaba con el apoyo del rey. Palabras crueles, insultos, humillaciones e infidelidades, soportó absolutamente todo, pero estaba cansada.
— Preferiría que esa bestia roja y horrible que tienes por dragón me redujera a cenizas antes que seguir siendo tú esposa.— Las facciones en el rostro de Daemon mostraban furia.— Me hiciste vivir los siete infiernos en carne propia, eso ya no sería nada.
— Mamá...— Dellaena la miró preocupada. Rhea se giró a verla y contuvo las lágrimas de impotencia que amenazaban con salir.— No puedes anular tu matrimonio ¿Qué hay de mí? Seré una bastarda, él ya tiene dos no necesita otra.
Daemon quien había estado sonriendo ante la negativa de Dellaena ante las palabras de Rhea dejó de hacerlo en cuanto la escuchó. Su vista se posó sobre ella, pero la encontró mirando en dirección a su esposa.
— Eso ya quedó solucionado, jamás dejaría que esto te afectara.— Dejó el desayuno de lado y se puso de pie, necesitaba estar a solas.— Este asunto ya fue aprobado por el rey, así que no hay nada más que discutir, se los digo a ambos.— Los dejó solos en aquel enorme comedor mientras ella volvía a encerrarse en la sala de las Runas.
Dellaena vio a su madre alejarse y se recargó derrotada contra el respaldo de su silla, había perdido hasta el apetito. Mientras tanto, Daemon continuó comiendo sin problema alguno, podía soportar la idea de separarse de Rhea, pero no la de que ella lo dejara por otro hombre que a vista de todos era mejor opción que él.
¿Era egoísta? Sin duda alguna, pero no le importaba, no iba a dejar que Rhea y su amante insignificante del Valle pisotearan su orgullo, eso jamás sucedería.
¡Primer capítulo publicado! Espero que lo disfruten
Pobre Rhea, Daemon le sacará canas verdes
¿Qué opinan de Dellaena y su relación "secreta" con Aemond? 👀
Gracias Daemon por:
Recuerden que si quieren ser parte de mi canal de difusión (WhatsApp) pueden comentarlo aquí y buscaré la manera de hacerles llegar el link, el grupo es para mera convivencia entre ustedes y yo 🫶🏻
¡Gracias por sus lecturas, votos y comentarios! Los tqm 🫶🏻
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