Capítulo 5: La gorra de papá
NARRA SORIMACHI
Tengo mucho sueño, y eso que no hice nada en todo el día, jaja. Bostezo. Observo a Kenny, durmiendo plácidamente como un bebé. No ronca, no patea de noche; se queda quietito como un tronco. Su cabello despeinado me hace desear no dormir para contemplarlo mientras duerme toda la noche.
─Mi Kenny se ve tan lindo durmiendo─ dije en mi mente, y acaricié ese hermoso cabello negro y sedoso que anhelo desde el primer día que lo vi, salvándome de ese maldito camión de basura.
Entonces, al verlo en esa posición de cucharita, me da mucha hambre, no sé por qué...
─Demonios, no me quiero levantar para ir a la cocina, la cama está muy calentita─ dije, acurrucándome entre las sábanas. Pero recordé que Kenny tiene algo que me encanta... y sólo tengo que meterme bajo las sábanas...
Escondí todo mi cuerpo debajo de las abrigadas sábanas. Me metí entre las hermosas piernas de Kenny, y bajé un poco su pantalón piyama, y después su bóxer.
NARRA KEN
Siento demasiadas cosquillas en mi zona baja. Desperté con un ardor inmenso en las mejillas, e inmediatamente corrí las sábanas de un tirón para encontrarme con Kazuki jugando con mi miembro con su boca.
─Oh, hola, Kenny─ sonrió tiernamente─. Veo que te desperté.
─Tu hambre siempre me despierta─ le di un leve golpe en la cabeza.
─No quería ir a la cocina, así que tuve que recurrir a la leche de Kenny─ siguió metiendo y sacando mi miembro de su boca. Me cubrí la boca con tal de no despertar a nadie. Oyuki se fue a dormir con Kei luego de que él y ella jugaran un rato a los dangos.
Kazuki parece desesperado. Debe estar esperando a que me corra en su boca, que es eso lo que quiere.
Finalmente me corrí después de cinco minutos.
Kazuki se tragó todo el líquido, y se relamió los labios.
─Kazuki... Ya hiciste que me dieran las ganas...─ le dije.
─Yo también quiero que Kenny me haga el amor─ se subió encima de mí.
─De acuerdo, pero no grites ni gimas muy fuerte, o sino se despertarán los demás, y la que menos quiero que vea esto es Oyuki...
NARRA OYUKI
Me desperté con ganas de ir al baño. Estuve jugando con los dangos hasta que nos dormimos, y en ningún momento hice pis.
Me levanté de la cama y fui caminando al baño, cuando escuché ruidos extraños, pero que me son familiar de algún lado. Pegué un oído a la puerta y se oían claramente las voces entrecortadas de mamá y papá.
─¡Agh! ¡Agh! ¡Nyaaa! ¡Kennyyyy!
─¡Sigues igual de estrecho que siempre! ¡Aaaah!
Hay veces que le pido a Kei que me preste sus libros del colegio para leer cuando me aburro, y en uno de esos hablaba del tema de las relaciones sexuales, cómo nacían los bebés y todo eso... No me creo el "cuentito de la cigüeña que trae a los bebés en una bolsa del pico a la puerta de la casa de los padres de ese individuo", además de que no tiene sentido eso. Mientras que todos los niños de mi edad dicen eso, yo sé la verdadera verdad. Tendré que decirle a Hisao que no se crea más el cuentito de la cigüeña. Lo más probable es que se enoje con sus padres por mentirle, pero de todas formas es entendible: la primera vez que vi imágenes de una relación sexual en los libros de Kei, me dio... no sé... asco. Los padres le inventan el cuento de la cigüeña a sus hijos para que no se queden con esas imágenes en su cabeza a esa edad.
Estuve pensando tanto, que no me di cuenta de que mamá había abierto la puerta de la habitación.
─¿Oyuki?─ su cara se volvió un poco roja.
─¿Tú... nos escuchaste?─ me preguntó papá, igual de rojo que mamá.
─Sí, papá. No me deben mentir con el cuentito de la cigüeña que trae a los bebés con la bolsa. Sé que ustedes se desvisten y se encuentran sexualmente.
─¿C-cómo sabes eso?
─Kei me presta sus libros de estudio, y ahí lo decía todo.
Papá reaccionó sacudiendo la cabeza.
─Mejor lee otra cosa menos adulta─ me tomó de los hombros con una sonrisa nerviosa.
─D-de acuerdo...
Al día siguiente, fui a la cocina a servirme un jugo de naranja, y me encontré con papá cocinando.
─Buenos días─ se giró al sentir que estaba ahí.
─Buenos días, papá─ dije un poco adormecida.
─¿Dormiste bien?
─Sí. Después de ir al baño a mitad de la noche me dormí de nuevo y parecía que nada más me iba a despertar─ reí levemente.
─Te despertaste un poco tarde, igual. Son las doce del mediodía.
─Y bueno, hoy no hay clases, así que no pasa nada─ me encogí de hombros─. ¿Y mamá?
─Fue a inscribirte al dojo de karate de Jenru. Yo le estoy preparando la comida para cuando llegue─ se hizo a un lado para dejarme ver lo que había en la olla. Se me hizo agua a la boca al ver unos sorrentinos, una pasta proveniente de Italia.
Papá sacó uno de la olla con una cuchara. Lo partió en dos mitades. Se comió una para probar si estaban bien, asintiendo, o sea que ya estaban listos.
─Kazuki debe estar por volver. Hace media hora que se fue, y mi casa no queda lejos. Anda lavándote las manos─ me dio la otra mitad del sorrentino en la boca. ¡Está delicioso!
─¡Me encanta!─ le dije. Él sonrió.
─Me alegro.
Más tarde estaba buscando más libros para leer. Busqué en cada rincón de la habitación, ¡hasta en el ropero! Nunca se sabe qué encontrar en los lugares menos esperados. Cuando lo abrí, encontré algo que me llamó la atención: ropa de portero, uno de los dos conjuntos era una camiseta blanca con mangas de un color rosado, casi rojo, por el codo, pantalones rojos, medias blancas y guantes negros; el segundo era una camiseta amarilla por los codos, pantalones negros, medias blancas, guantes rojos, zapatos negros y una gorra blanca reposaba sobre la camiseta amarilla. Jamás vi a papá usando gorra. Este debe ser su uniforme de fútbol de cuando era pequeño.
─¿Qué buscas, cielo?─ aparece en la puerta.
─Buscaba algún libro para leer.
─Me parece perfecto─ sus ojos voltearon a la izquierda, y un leve rubor se hizo presente en sus mejillas─. ¿Pero por qué buscabas en el ropero?
─Es que uno nunca sabe. Últimamente se encuentra de todo en cualquier parte.
─Es cierto. ¿No encontraste nada, entonces?
─No. Pero encontré tu ropa de fútbol de la primaria y secundaria─ le mostré la gorra.
Sus ojos brillaron.
─Qué recuerdos─ tomó la gorra entre sus manos─. Esta la usé en primaria, además de ocultar mi ojo derecho con mi cabello. En secundaria pasé a dejar la gorra y a mostrar mis dos ojos. Pero la gorra la guardé porque significa mucho para mí...
─¿Me la puedo probar?
─Por supuesto─ me la puso en la cabeza. Me quedaba un poco grande, pero igual me gustaba.
─Te queda un poco grande, pero te ves genial─ me dijo.
─¿Me la puedo quedar yo?
─Claro que sí. Si te gusta...
─Cuando juegue contra Hisao de nuevo en la cancha, quizás me dé suerte.
─Eso pensaba yo cuando jugaba fútbol. Está bien tener un amuleto de la suerte a la hora de jugar. Después te compraré ropa de arquero de tu talle que combine con la gorra para que seas toda una arquera profesional─ me toma de los cachetes.
─Muchas gracias, papá─ sonreí.
Cada día siento más afecto por papá, y por mamá, obviamente. ¡No crean que no lo quiero, ¿eh?!
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