Capítulo 4: Pequeña cocinera
NARRA OYUKI
Entrenar con Hisao es extremadamente intenso: ¡ese niño vive metiéndome goles! Y bueno, es de esperarse del hijo del capitán del equipo de mi papá que ganó la bandera el último campeonato de secundaria, quien posee un tiro muy poderoso. El Tiro del Tigre. Tuve la oportunidad de verlo desde que era una bebé. Es un tiro muy efectivo para anotar: es rápido, es fuerte, y la característica principal es que es recto; puede anotar casi sin tener espacio. Increíble. Mi papá es conocido como el segundo mejor portero de Japón, y me dijo que jamás fue capaz de detener el tiro del señor Hyuga. Me da miedo imaginarme a Hisao haciendo ese tiro contra mí... ¡Es igual a su padre! Es muy veloz, tira bien, y no se rinde nunca para anotarme. Jamás pude parar un sólo tiro suyo desde que nací; empezamos a jugar a eso de los tres años, cuando ya sabíamos correr a la perfección. Cuando Hyuga-san le dijo que fue campeón de Japón en la secundaria, él le dijo que quería entrar al equipo Toho cuando esté en secundaria. Su deseo en la vida es ser jugador profesional. Es un sueño que vale la pena cumplir, y él se ve con posibilidades de lograrlo.
Yo no estoy muy segura de qué hacer con mi vida. Estoy entre jugar fútbol o ser karateca. Es decir, me gusta el fútbol, lo amo, pero no sé si tener un futuro en base a ese gusto. Quiero aprender karate, porque te enseña un montón de cosas, y además, más adelante podría servirme para defenderme de los que me molestan. Papá me dijo que el karate no es únicamente una estrategia para defenderse. Hay que saber cuándo usarlo, y no abusar de que tienes esa habilidad de poder golpear todo lo que tengas a su paso. Podría ser maestra de karate como mi tía Jenru...
Igual mis padres y los de Hisao dicen que no me mate pensando en esas cosas ahora, que soy muy pequeña, que aproveche mi niñez sin esas preocupaciones de pensar qué hacer con tu vida, ya que esa profesión que elijas es con la que vivirás en este mundo tan lleno de desafíos, que algunos los vencerás, y otros te dejarán con un gusto amargo en la boca. Debería dejar eso a un lado hasta que sea un poco más grande, supongo que para cuando entre a la preparatoria.
Todos dicen que estoy muy adelantada al resto de los niños de mi edad. Que sé leer libros para grandes, que sé bañarme y cambiarme sola, que sé hacer comida sola, que sé hacer muchas cosas. Creo que mi primera palabra la dije a los pocos meses de nacida, si pudiera recordar cuál fue...
─¡Oyuki! ¡Una vez más!─ me grita Hisao desde el otro extremo de la cancha.
─¡Déjame descansar cinco minutos!─ le grité, echada boca arriba en el césped. Estoy agotada de tanto evitar que me anote, sin éxito. Uso el recurso que aprendió papá haciendo karate desde niño: impulsarme con el poste de la portería para atrapar el balón. Jamás logro tomar tanto impulso para parar sus tiros, y termino cayéndome de cara en el suelo. ¡Justo ahora tengo la cara roja de veinte veces que me caí!
─¡La palabra descansar no existe en mi diccionario!─ me dice.
─¡Pero en el mío sí!─ le reproché─¡Dame aunque sea cinco minutos de descanso, que no doy más!
─Está bien, pero mañana no tendrás descanso─ dijo con los brazos cruzados, y mirándome pícaro.
─¡¿Por qué me odias tanto?!─ me tapé el rostro.
─No es eso, es que eres mi única amiga, y sin ti, no me puedo divertir.
─¿O sea que me usas como juguete para divertirte tú?
─¡Nooooo! ¡Digo que eres la única persona con la que me divierto!
Sonreí. Este niño podía ser muy tierno cuando estaba al borde de los nervios.
Es y siempre va a ser mi mejor amigo para toda la vida.
NARRA KEN
Kazuki y yo regresamos a casa luego de pasar toda la tarde con Hyuga y Hoshiko. Al abrir la puerta, nos encontramos con algo sorprendente: Yui y... Oyuki, preparando nuggets de pollo y unos huevos fritos extraños. La sorpresa en esto es Oyuki. Hasta ahora la hemos visto preparando panqueques en la sartén. ¡Esto sí que es una sorpresa!
─Oh, hola, papá, mamá─ dijo.
─Encontró esta receta en uno de sus libros─ dijo Yui─. Son nuggets de pollo cubiertas con cereales salados, y huevos fritos nube, que son más saludables─ sonrió, encogiéndose de hombros.
─Wow. ¡Se ven deliciosas!─ dijo Kazuki, con enormes estrellas en sus ojos.
─Hay algunas que ya están listas─ dijo mi hija, preparando unas cuantas más.
Kazuki, apenas le dio una mordida a una, se puso a llorar por lo deliciosa que estaba.
─¡QUÉ RICOOOOO!
Yo también las probé, ¡y estaban deliciosas!
¿Enserio mi hija es quien hizo esto? No lo puedo creer. Todos los días aprende algo nuevo.
Mientras Kazuki la abraza y roza su mejilla con la de ella, a la vez que ambos ríen, me pongo a pensar: ya tenemos a Yui, quien es prácticamente una maestra en la cocina, y ahora a Oyuki, la pequeña cocinera de la casa.
No podría estar más orgulloso de ella.
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