Capítulo 38: No soporto más
NARRA SORIMACHI
Cuando creía que podía volver a sonreír, otra tormenta mucho más fuerte vino a oscurecer mi vida.
La única vez que he salido en estos días fue para ver a Kenny y a papá, y así tener la esperanza de que algún día despertarán.
Dicen los doctores que papá se está recuperando a un buen ritmo. Explicaron que las balas no llegaron a dañar ni los pulmones ni el corazón, aunque estuvo muy cerca... Y que el cuerpo de papá es resistente; ha dado muy buenos resultados en la cirugía. Puedo quedarme tranquilo con él.
Pero Kenny es otra historia...
Está en un estado muy frágil. Necesita muchísimo reposo por su lesión en el hombro, y necesita que le donen medio litro de sangre tipo A. Yo quería donarle parte de mi sangre, pero dijeron que no tenía la edad adecuada para hacerlo. Alguien más se ofreció a donarle. No están seguros de si va a vivir o no, pero siempre me dicen: "Haremos lo posible, no te preocupes".
¡¿Cómo quieren que me tranquilice si mi Kenny está en peligro de muerte?! ¡¿Creen que puedo estar tranquilo sabiendo la situación crítica de alguien muy querido?! ¡¿Qué acaso ellos no lo han experimentado?! Los doctores son unos mentirosos.
Me la pasaba de nuevo en mi escondite, hecho una bolita temblorosa y miserable, llorando en silencio. Tampoco comí casi nada, y usaba un balde para hacer mis necesidades. Ya no veo color en el mundo.
No quería ir al colegio en estos días, pero mi madre me obligó. Dijo que falté mucho la otra vez, y no quiere que tenga más faltas, o sino pondría en riesgo mi año escolar por todas esas inasistencias.
Veía a Hyuga en mi salón, e intentaba ignorarlo, pero no podía con las ganas de ir y romperle la cara por todo lo que hizo sufrir a mi Kenny. Primero lo violó y ahora está en el hospital.
Te voy a matar, Kojiro Hyuga.
─Sorimachi─ me habló Hoshiko detrás de mí.
─Hoshiko-san...
─Es raro que tú y Hyuga se ignoren. ¿Pasó algo malo?
─Yo...
Llegó el momento de decirle la verdad. No es justo que ella y Tatsuki vivan con él, ocultando su fachada de chico malo.
─Tengo algo muy serio que decirte─ le dije con seriedad.
─¿Tiene que ver con Hyuga?
Asentí.
─Te lo diré todo en el recreo.
Por primera vez no me molestó empezar la semana con Matemáticas. Mi cabeza estaba sumergida en otra cosa como para quejarme de la fórmula Baskara.
Se lo dije todo palabra por palabra. Le conté lo que pasó en el cumpleaños de su hermanito en mi casa, el por qué lo hizo, sus intensiones de matarme empujándome frente a un autobús, el accidente de Kenny...
Ella estaba cabizbaja, y no emitió sonido alguno.
─Lamento que hayas tenido que escuchar todo esto, pero no quería que tú y Tatsuki-chan vivieran bajo esta gran mentira...
─Perdí la virginidad con ese supuesto chico que prometió protegernos, y ahora me vengo a enterar de que les hizo daño a ti y a Ken.
─¿Tú qué?
─Estoy enamorada de él, y estoy eternamente agradecida por haberme ayudado con Tatsuki, ¡y todo se fue al carajo!
─Hoshiko...
─Tengo que irme de su casa en este instante. No pienso vivir otro día más ahí. No importa si tengo que encargarme yo sola a partir de ahora, ¡no dormiré al lado de ese mentiroso nunca jamás!
─Hoshiko, no puedes hacerlo tú sola. Necesitas ayuda para cuidarlo...
─Pero...
El timbre de entrada nos interrumpió.
─Hablamos de esto después─ me dijo.
─Okey.
Necesito ir al baño a llorar. Le pedí permiso al profesor para ir allá, y fui corriendo.
Pero al entrar, me encontré con Hyuga.
Levantó el brazo, y me abofeteó.
─Debí haberte empujado unos milímetros frente al autobús, así Ken no te hubiese salvado a tiempo, ¡escoria! ¡Si ya estuvieras muerto, él no estaría en el hospital, pedazo de aborto! El mundo estaría mejor si te murieras. Lo único que haces por la vida es manosear a los demás, ¡basura!
Y me dejó solo, con las lágrimas retenidas a la fuerza.
Llegué a casa queriéndome morir. Al final no terminé de hablar con Hoshiko, ya con decir una palabra, me salía la voz rota, y no quería que supieran que aguantaba un enorme océano de lágrimas en mi interior.
No cené, ni hice mi tarea. Lo primero que hice al llegar a casa fue esconderme en mi cuarto secreto y llorar en silencio.
Este no es el mismo Hyuga que solía conocer. El verdadero Hyuga era alguien con mucha determinación, era buena persona, me quería, y me hacía querer dar todo de mí mismo.
Ahora esa amistad se acabó.
No soporto más esta sensación de sentirme culpable, y que el mundo estaría mejor si yo no estoy...
Salí de mi escondite, y fui a mi habitación. No vi a Kei ni a mamá en la cocina. Busqué en mi mueble lo que necesito: una trincheta.
Me senté en la cama, saqué la trincheta, y comencé a hacerme cortes muy profundos en ambas muñecas. Me dolía horrores, pero duele más vivir sintiéndome la peor escoria del mundo.
La sangre comenzó a salir y a manchar mi ropa y las sábanas. Me siento debilitado.
Me reuniré contigo muy pronto, Kenny.
Llegó un momento en el que vi todo negro, y mis muñecas dejaron de doler.
NARRADOR OMNISCIENTE
Yui oyó el sonido de algo cayendo al piso. Fue hasta la habitación de su hijo y tocó la puerta.
─Kazuki, ¿todo bien, mi amor?─ preguntó. Al no recibir respuesta alguna, decidió entrar.
Lo que vio la dejó helada: su hijo yacía en el piso, en medio de un charco de sangre, y tenía la trincheta en su mano izquierda.
─¿Ka-kazuki?─ musitó, temblando de miedo.
Su hijo no respondió.
─¡KAZUKIIIII!
Se agachó y lo recostó en su regazo.
─¡KAZUKI, POR FAVOR DESPIERTA! ¡NO ME HAGAS ESTO TÚ TAMPOCO!
─¿Mamá? ¿Por qué gritas?─ Kei entró a la habitación, y se encontró con la aterradora escena de su hermano con las muñecas sangrantes─¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!─ gritó por el terror que estaba experimentando en ese momento.
La ambulancia vino a recoger a Kazuki y a llevarlo al hospital. Kei lloraba desconsoladamente abrazado a su mamá, que lo único que podía hacer era acariciarle la cabeza. Tenía la mirada perdida. Primero su marido y ahora su primer hijo.
Acostaron a Kazuki en una camilla al lado de Ken. Le vendaron ambas muñecas antes de llegar para evitar más pérdida de sangre, pero necesitaba que le donasen también. El mismo señor que le donó a Ken le donó medio litro a Kazuki. Además de Ken, él también estaba en un estado muy delicado.
Primero Gakuto, luego Ken, y ahora Sorimachi. Tres pacientes críticos en dos semanas.
Gakuto ya se estaba recuperando, pero Ken y Kazuki, en otras palabras, necesitaban de un milagro que los salvara.
Yui no podía dormir. Daba vueltas y vueltas como un trompo en la cama. El ver a su hijo así le provocó pánico. ¿Por qué lo había hecho?
─¿Mami?─ Kei entró a su habitación.
─¿Kei? ¿Qué pasa? ¿Necesitas algo?
─No puedo dormir, mami. Tuve una pesadilla─ se abrazó a sí mismo.
─Ven con mamá, mi bebé─ abrió sus brazos. Kei se subió a su cama y abrazó a su mamá, el único miembro de su familia que le quedaba ahora. Escondió su cabeza en su pecho y se puso a sollozar en voz baja.
Yui lo cubrió con sus brazos y acarició su cabeza.
─Mamá está aquí, hijito─ susurró, y dejó caer una lágrima en su cabeza.
Nadie sabía cómo iba a resultar todo esto.
─Kazuki, Gakuto, Ken... Tienen que sobrevivir, cueste lo que cueste.
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