Capítulo 12: ¡Me quiero ir!
NARRA JENRU
Llegué justo antes de que el tren saliera de la estación. Subí y me senté en el fondo. No habían muchas personas. Decidí dormir un rato antes de llegar a Tokio, necesito relajarme después de lo que sucedió. La distancia entre Saitama y Tokio es de veinticuatro kilómetros. No es muy lejos, y menos para el tren.
Cerré los ojos, tratando de relajarme, hasta que quedé dormida.
Mis sueños carecían de lógica. Estaban relacionados a momentos de mi niñez y de ahora: mi hermano y yo jugando y haciendo duelos de karate, mi madre haciéndonos ramen, nuestra comida favorita, mi padre diciéndonos que no ganaremos nada en la vida siendo porteros, yo yéndome de casa para vivir con los tíos Dekomori, ellos peleando todas las noches, la mudanza de Ippei... Prácticamente fue como un AMV de mi vida.
Desperté a la misma velocidad que arribé en la estación de Tokio. Me pesaba la cabeza. Me siento rara.
¿Acaso mis sueños me estaban tratando de decir que no debí haber abandonado mi casa solamente por el capricho de mi padre? ¡Pues ya lo sé, maldita cabeza que tengo!
Además reconozco algo: en el momento en el que le di la patada a Ippei, me di cuenta de que el karate de papá sí sirvió de algo. Yo de chica cuando era forzada a hacer karate por más que no quería, decía que no me iba a servir de nada en la vida, pero ahora admito que me equivoqué. Sirve como una buena defensa. Si no le hubiese pegado a Ippei...
Comencé a caminar a mi casa con el mismo peso en la cabeza. ¡Parezco un zombie caminando! ¡Como si tuviera una contusión! Quiero llegar y abrazar a Ken. Contarle todo lo que pasó, desahogarme...
Y también disculparme con papá por acusarlo de usarnos como herramientas para mantener el dojo en pie.
¡Me quiero ir de la casa de Misae para siempre!
Saqué mi celular y llamé a mi hermano.
NARRA KEN
Estamos haciendo un trabajo para Física. Hoshiko nos avisó que lo iba a hacer sola, ya que, según ella, no podía juntarse con nosotros. Últimamente no ha podido reunirse con nosotros, ni siquiera para hacer un trabajo. Hace meses y meses que queremos saber la verdad de ella, pero simplemente no podemos.
Ahora que lo pienso, ninguno de nosotros ha pisado jamás la casa de Hoshiko. Siempre hacemos los trabajos en mi casa, en la de Hyuga o en la de Sorimachi.
Este misterio nos da cada día más curiosidad.
En ese momento mi celular sonó. Es Jenru.
─¿Hola?
─¿Quién es, Kenny?
─Shh. Hagan silencio─ les susurré─. ¿Qué sucede, Jenru?
─Estoy de camino a casa─ sonó un poco... ¿decaída?
─O-okey... ¿Te sientes mal?
─Necesito el consuelo de mi hermano...
¿Dijo consuelo? ¿Le pasó algo malo?
─Quiero llegar a casa y contarte todo lo que pasó.
─¡Ven rápido! ¡Escucharé todo lo que me tengas que decir!─ le dije.
Si algo malo le pasó a mi hermana, la única hermana que tengo, la persona que estuvo involucrada en esto entenderá el verdadero significado de muerte.
─Kenny... Kenny... Kenny...─ Sorimachi me tira del brazo.
─Ahora no─ le dije en voz baja─. Está bien. Nos vemos en breve─ le dije a Jenru.
─Kenny... Kenny... Kenny...
─¡¿NO VES QUE ESTOY HABLANDO POR TELÉFONO?!─ le grité en la cara.
─Jenru ya está en la puerta─ señaló, y ella me saludaba con la mano aún con el celular prendido.
Lentamente corté la llamada, y fui a abrirle.
─Me hubieras avisado que ya habías llegado─ reí.
Jenru rápidamente saltó a mis brazos, y rompió en llanto.
─¡KEEEEEEEN!
─¿Qué sucede?─ Sorimachi y Hyuga se acercaron.
─Jenru, ¿qué pasó? Nosotros estamos aquí, puedes contarnos─ le dije.
Ella se separó y se limpió las lágrimas con el antebrazo.
─Escuchen... No quiero pisar la casa de los Dekomori nunca más.
─¿Por qué?
─Es que... Luego de que Kappei se divorciara de Misae, ella trajo a un hombre a casa.
─El tal Ippei que me contaste hace tiempo, ¿no?
Asintió.
─El tipo no me gusta─ dijo con la voz rota, y se tapó la boca, como si intentara evitar vomitar.
─¿Qué te hizo ese engendro?─ el enojo que sentía se notó en esa pregunta.
─Él... Sospecho que él es un violador...
─¡¿QUÉ?!
─¡¿Intentó tocarte?!
─S-¡sí!─ y volvió a llorar.
Yo por mi parte sentí cómo se me hervía la sangre. ¡¿Cómo se atrevió ese hijo de re mil puta a meterse con mi hermanita?!
─¡Y Misae tampoco me quiere en esa casa porque dice que soy un estorbo para ella e Ippei!
─Jenru...
─Tranquilízate.
─No puedes seguir ahí─ dije, y la volví a abrazar─. Tienes que volver a casa, hermanita. Estás a salvo aquí.
─Nunca volveré a esa casa...
─No le hagas caso a lo que dice papá. Nosotros haremos lo que queramos con nuestras vidas.
Se separó de mí, y me sonrió, aún con la vista vidriosa.
─Síp.
─No me gustó que nos dejaras a mí y a mamá. Me sentí solo.
─A mí tampoco me gustó dejarlos.
─¿Eso significa que podremos vernos con más frecuencia?─ preguntó Sorimachi.
Ella asintió.
─¡Síiiiiiii!
─Ya te extrañábamos─ le dijo Hyuga.
NARRA JENRU
Yo también extrañaba eso. Yo soñaba con vernos todos los días y jugar juntos como antes. Soñaba con ver esos ojos rojos como la sangre.
─¿Saben algo? Ya me dio hambre─ dijo Kojiro.
─¿Quieres que te traiga algo?─ le ofreció mi hermano.
─Descuida, me sobró comida del bento─ sacó su bento de la mochila, y la nostalgia hizo que se me erizara la piel:
La pegatina de balón de fútbol que le di hace años, ¡todavía sigue ahí! Creí que le parecería una estupidez y la tiraría... pero no lo hizo.
─Kojiro...─ mis ojos se iluminaron.
No podría estar más contenta. Volveré a casa, y aprendí que sí hay personas en las que puedo confiar, a las que sí les importo.
Jamás estaré sola.
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