𝐑𝐎𝐘𝐀𝐋 𝐌𝐄𝐑𝐂𝐇𝐀𝐍𝐓

—Pope, no vamos a robar el dron, vamos a tomarlo prestado —le explicó John B mientras conducía hacia el desguace.

—“Los humanos son los únicos animales que no pueden distinguir la fantasía de la realidad” —citó Pope.

—¿Te lo has inventado tú? —le preguntó mi hermano y rodé los ojos.

—Lo inventó Albert Bernstein —le expliqué.

—Pero se aplica a toda esta búsqueda del tesoro —le explicó Pope sonriéndome—. Has hecho tus deberes —me dijo orgulloso.

—No podía dejar que fueras el único con cerebro en este grupo —le dije y me guiñó un ojo.

—¡Ey! Yo soy el único que liga con Ivy —se quejó JJ después de haber terminado de liarse un porro.

—Deja de hablar de mi hermana como si no pudiera tomar decisiones por sí misma, JJ —le pidió John B, haciendo que JJ rodase los ojos.

—Gracias.

—Entonces, ¿ésto qué es? ¿Fantasía o realidad? —le preguntó Pope a mi hermano.

—¿Por qué eres tan raro, Pope? —le preguntó JJ.

—¿Por qué eres tú tan tonto? —le pregunté y todos sonrieron menos él.

—Yo también te quiero —me dijo y le sonreí antes de lanzarle un beso.

—Es fantasía, pero posible realidad —dijo Kiara ignorando nuestros comentarios.

—Realidad —dijo John B, lo que hizo que negase ligeramente con la cabeza.

—Realidad virtual —respondió JJ antes de intentar encenderse el porro, pero Pope se lo quitó de las manos.

—Mantente despejado —le dijo antes de tirarlo al suelo de la furgoneta, haciendo que JJ lo mirase mal.

—No te preocupes, luego nos fumamos uno —le susurré antes de salir de la furgoneta, ya que habíamos llegado.

JJ me sonrió y me chocó los cinco antes de que Kiara y yo nos acercáramos a la ventanilla de John B.

—No os preocupéis, podéis hacerlo —nos dijo y Kiara y yo nos miramos divertidas mientras escuchábamos a JJ y a Pope discutir en la parte trasera.

—No estamos preocupadas por nosotras —le aseguró Kiara antes de que fuéramos hacia la cabina del chico de seguridad.

—¡Hola! —grité sacudiendo la mano, intentando que el hombre nos viera—. Disculpe.

Tras unos segundos, el hombre salió de la cabina y nos miró a través de la verja.

—¿Puedo ayudaros? —nos preguntó y ambas sonreímos.

—En realidad, tenemos una de las ruedas flojas —le explicó Kiara.

—¿Podrías ayudarnos? —le pregunté poniendo mi cara más coqueta, cosa que pareció funcionar.

—Sí, claro —dijo antes de alejarse para coger las herramientas.

—Demasiado fácil —murmuró Kiara antes de que chocáramos los puños.

El hombre abrió la verja y salió con las herramientas antes de seguirnos hacia un coche cualquiera que había por allí.

—Es este de aquí —le dije yo.

—Probablemente lo hayáis tenido quieto mucho tiempo —nos dijo y ambas sonreímos mientras veíamos a los chicos correr hacia dentro.

—Sí, probablemente —le dijo Kiara.

—Yo me ocupo —nos aseguró él antes de agacharse, así que me sonreímos.

—Gracias —dijimos ambas antes de rodar los ojos.

Mientras el hombre hinchaba la rueda, se nos quedó mirando un par de veces, cosa que Kiara y yo intentábamos ignorar por el bien del plan.

Empezaron a escucharse ladridos de fondo, así que el hombre levantó la mirada y nos miró confuso.

—¿Oís eso? —nos preguntó y ambas encogimos los hombros.

—¿Oír el qué? —le pregunté haciéndome la tonta, pero el hombre se levantó.

—Parece que el perro ha encontrado algo —dijo intentando ver qué pasaba.

—Es probablemente una ardilla o algo, ¿sabes? —improvisó Kiara.

—Nada por lo que preocuparse —añadí después de bajarme ligeramente la camiseta, haciendo que se me notara un poco más el escote.

Él se giró hacia mí y, tras una rápida mirada al escote, asintió y volvió a centrarse en la rueda.

Kiara me chocó los cinco disimuladamente mientras yo me arrepentía internamente por haber accedido a esto.

Ella me señaló la otra ruda con la cabeza y asentí antes de que Kiara fuese a deshinchar la rueda del otro lado para ganar tiempo.

—Ey, ¿dónde está tu amiga? —me preguntó el hombre de repente, y entré en pánico.

—Eh... Ella... —balbuceé sin éxito, así que el hombre se levantó y vio a Kiara junto a la rueda.

—¿Qué haces? —le preguntó.

—Esta también está algo deshinchada —disimuló Kiara, pero no funcionó y el hombre salió corriendo hacia dentro.

—Mierda —murmuré antes de correr a la furgo para ponerla en marcha.

Kiara se subió al asiento del copiloto y me miró algo asustada.

Esperamos varios minutos en los que mi pierna subía y bajaba rápidamente hasta que vimos a Pope y John B correr hacia la furgo con el dron.

Ambos entraron a la parte trasera y les miramos confusas.

—¿Dónde está JJ? —les preguntó Kiara y ambos encogieron los hombros.

—¡Joder! —exclamé dándole un golpe al volante, pero, en ese momento, JJ salió del desguace, así que todos suspiramos aliviados—. Si vuelves a asustarme así, voy a matarte —le grité desde la ventanilla y él me sonrió antes de subirse a la parte trasera con los chicos.

Conduje hasta el Naufragio, el restaurante de los padres de Kiara, y aparqué mientras los chicos nos contaban como habían salido de allí ilesos.

—Robar drones da hambre —dijo Kiara saliendo de la furgoneta.

—No sabes lo que haría por una cerveza y unas gambas ahora mismo —dijo JJ mientras cerrábamos las puertas.

—Haría lo que sea —lo apoyó Pope.

Al entrar, el señor Carrera nos sonrió, más por educación que por otra cosa, y fuimos a sentarnos en una de las mesas vacías para esperar a Kiara.

Sabíamos que al padre de Kiara no le caíamos demasiado bien, cosa que nunca entendimos, ya que él también solía ser un Pogue, pero al menos intentaba disimularlo.

Cuando Kiara y su padre se nos quedaron mirando, los cuatros levantamos una mano a modo de saludo antes de que Kiara se sentara con nosotros.

No voy a mentir, comimos como animales, pero no nos importó, ya que el restaurante estaba vacío, así que disfrutamos de la comida como nunca.

Mi hermano me tiró un par de patatas al pelo y le saqué el dedo de medio antes de que Kiara me sacara a bailar.

Ambas empezamos a bailar torpemente, pero, rápidamente, Kiara agarró el brazo de John B y yo fui a por los dos chicos restantes, pero Pope se negó a bailar con nosotros.

JJ estuvo bailando conmigo mientras John B bailaba con Kiara, quienes parecían estar pasándoselo muy bien.

Miré a Pope y vi que miraba a la pareja algo deprimido, así que miré a JJ y ambos fuimos a agarra los brazos de Pope.

—No seas aburrido, venga —le pedí antes de que los cinco empezáramos a bailar mientras nos reíamos de los pasos ridículos de baile de John B y JJ.

Kiara y yo nos acercamos a la cámara y me agarró la cara y estiró los labios como si me fuera a dar un beso, cosa que imité, pero John B pasó por al lado y me agarró por detrás antes de hacerme cosquillas.

Solté el aire de golpe mientras subía a la superficie y, al llegar arriba, escuché como JJ y Pope se reían, ya que nos habían visto desde la cámara de dron.

Empecé a toser descontroladamente mientras intebtaba recuperar un poco el aire.

John B subió a la superficie y empezó a reírse de mí, así que le salpiqué agua antes de nadar hacia el muelle.

—Vete a la mierda —exclamé antes de sentarme en el borde del muelle.

—Ey, una vez tengamos la grabación del naufragio, se lo llevaremos a un abogado en el pueblo y rellenaremos un informe para reclamar el oro —nos dijo John B aún en el agua.

—Eso es una mierda. ¿Por qué tenemos que hacer eso? —se quejó JJ.

—Está la ley del derecho marítimo —le explicó Pope acercándose a él.

—No puedes simplemente ir al fondo del mar y coger lo que te dé la gana —añadí, cosa que hizo que Pope me sonriera.

—Por favor, no me abandones nunca —me dijo y le sonreí de vuelta.

—Lo sé, chicos, pero los abogados no son baratos —nos dijo JJ, ignorando mi interacción con Pope.

—En cuanto vean la grabación, trabajarán por una compensación —le dijo John B.

—¿Cómo sabes todo eso? —le preguntó Kiara confusa.

—¿Me creerías si te dijera que soy así de inteligente? —le preguntó mi hermano y rodé los ojos.

—Nuestro padre nos lo dijo, como, un millón de veces —le dije yo y John B me miró mal.

—Eres una aguafiestas —se quejó y le sonreí antes de lanzarle un beso.

—La cuerda del dron es muy larga y, con mal tiempo, el dron podría ser arrastrado por la marea —nos avisó Pope mientras Kiara se subía al muelle.

—Entonces, esperamos a la marea muerta —sentenció John B distraído, así que salté al agua antes de subirme a su espalda y hundirle la cabeza en el agua.

John B subió a la superficie y empezamos a jugar como dos niños pequeños durante un buen rato.

Cuando quisimos darnos cuenta, el resto de Pogues se habían marchado, así que salimos del agua y nos secamos antes de sentarnos a mirar el mapa que nuestro padre nos había dejado.

—Es vuestro turno —escuchamos que decía una voz a nuestras espaldas, así que nos tensamos antes de tapar el mapa con unas fotos y girarnos hacia Sarah.

—¿Para qué? —le preguntó John B mientras la Kook se colocaba frente a nosotros.

—Para preguntarme qué hago aquí —nos explicó y ambos fruncimos el ceño.

—¿Qué haces aquí? —le preguntamos ambos.

—Me di cuenta de que el otro día no tuve la oportunidad de responderos después de que ambos me miraseis con asco y tú me gritaras a la cara —dijo lo último señalando a mi hermano—. Así que, para empezar, no soy una mentirosa. No sé cómo Ward se enteró sobre el equipo de buceo, pero os juro que no fui yo. Yo no soy la razón por la que te despidieron —le dijo a John B y él asintió con la cabeza con media sonrisa.

—Vale —le dijo él y Sarah nos sonrió.

—Eso es todo. Buena charla —declaró antes de empezar a andar, pero se detuvo antes de buscar algo en su bolsa—. Oh, vuestra favoritas —dijo antes de lanzarnos una bolsa de patatas fritas—. Adiós, osita.

—Adiós, princesa —le dije con una sonrisa divertida mientras se alejaba.

Mi hermano y yo nos miramos confusos y divertidos a la vez mientras escuchábamos los pasos de Sarah alejarse.

—¿Qué narices? —preguntó John B y encogí los hombros antes de abrir la bolsa y comerme una patata.

Después de un par de horas haciendo el tonto, fuimos a la playa con las tablas, donde habíamos quedado con los Pogues y, al llegar, vimos a Kiara, así que nadamos hasta llegar a su lado y nos sentamos en las tablas para esperar a los chicos, quienes estaban ayudando a Heyward con unos repartos.

Los tres estuvimos en silencio hasta que Kiara decidió hablar y, honestamente, ojalá no lo hubiera hecho.

—Oye, ¿te acuerdas de cuando... me besaste? —le preguntó a mi hermano y me tensé de pies a cabeza.

—Sí, sí, me acuerdo —le respondió John B incómodo.

—Creo que debería... —empecé a decir, pero Kiara me interrumpió.

—¿Se lo dijiste a JJ? —le preguntó a mi hermano y abrí los ojos como platos.

¿Qué acababa de decir?

—Tenía que hacerlo. Quiero decir, los Pogues no le mienten a los Pogues, ¿verdad? —nos preguntó y yo aparté la mirada muy incómoda—. Además, JJ se rió de mí porque me rechazaste, así que...

—No te rechacé —dijo Kiara y la miré confusa—. Quiero decir, era un muy mal momento. Estabas perdiendo los nervios, ¿verdad?

Espera. ¿A Kiara le gustaba mi hermano? ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué seguía allí?

—Sí, sí. Estaba perdiendo los nervios. Estaba perdiendo lo nervios —repitió John B antes de que escucháramos la voz de JJ a lo lejos.

—¡Oye! ¡Guardar alguna ola para nosotros! —gritó el rubio desde la orilla.

—Gracias a Dios —murmuré por lo bajo. No podía aguantar más tiempo la tensión entre esos dos.

Ambos entraron al agua y comenzamos a surfear durante un par de horas. Fue una de las mejores tardes de mi vida, la verdad.

Los Pogues se quedaron en el château, pero yo me fui a dormir, ya que a la mañana siguiente tenía que ir a trabajar y estaba agotada.

Además, sabía que John B necesitaba hablar con los Pogues de lo que habíamos descubierto y no iba a hacerlo conmigo allí, sabía que era demasiado para mí.

A la mañana siguiente, John B llamó a la señora Andrews y le dijo que no me encontraba bien antes de venir a mi habitación y arrastrarme con él y los Pogues a buscar el Royal Merchant.

Iba a matarlo.

Una vez en el barco, John B me sentó entre sus piernas y apoyé mi espalda contra su pecho antes de cerrar los ojos e intentar descansar un poco más.

John B me rodeó la cintura con los brazos y apoyó su cabeza en mi hombro antes de que escuchásemos los pasos del resto alejarse.

—No tienes por qué hacerte el duro cuando esté delante. Sé que te dolió lo de papá —le dije y se quedó en silencio—. Que sea la pequeña, no significa que no puedas sufrir conmigo —dije acariciando su brazo y lo escuché suspirar.

—Tú siempre has sido la fuerte de los dos, y has sacrificado muchas cosas por mí. Creo que es hora de que te devuelva el favor —me dijo antes de darme un beso en el hombro.

—Te quiero mucho, John B —le susurré.

—Y yo a ti, Minion —me dijo, y nos pasamos el resto del viaje en silencio.

Cuando llegamos a las coordenadas, nos levantamos y fuimos a por el dron. John B lo lanzó al agua y Kiara empezó a bajarlo poco a poco mientras Pope y yo mirábamos por la cámara.

John B le daba direcciones a JJ de como posicionar el barco mientras el resto hacíamos nuestras tareas asignadas.

—¡10 metros! —nos avisó Kiara antes de seguir bajando el dron.

Cuando un pez se metió delante de la cámara, Pope se asustó, llamado la atención de todos.

—¿Qué pasa? —le preguntó mi hermano.

—Un pez —les avisé y, tanto Kiara, como él, rodaron los ojos.

El dron seguía bajando mientras Kiara nos avisaba cada unos cuantos metros. El problema era que se nos estaba acercando una tormenta, así que la marea comenzó a agitarse.

Kiara siguió bajando el dron y, justo cuando creíamos que lo perdíamos por la marea, lo vimos.

El Royal Merchant estaba frente al dron.

—Dios mío —dijo Pope alucinado.

—Lo hemos encontrado —dije por lo bajo aún sin creerlo y John B me abrazó levantándome del suelo.

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