𝐊𝐎𝐎𝐊𝐒 𝐕𝐒 𝐏𝐎𝐆𝐔𝐄𝐒 𝐈

—Vale, no hemos visto nada. No sabemos nada —nos dijo Pope muy nervioso una vez estábamos en el château—. Tenemos que tener completa amnesia —dijo sentándose junto a Kie.

—De hecho, Pope tiene razón, por una vez —anunció JJ—. ¿Veis? A veces estoy de acuerdo con vosotros. Hay que negar, negar, negar.

—Chicos, no podemos quedarnos ese dinero —nos dijo Kiara.

—No todos podemos permitirnos datos ilimitados, Kiara —le respondió él.

—Podrías si no te gastaras todo en esa mierda —le dije señalando su cigarro electrónico, del que acababa de fumar.

—¿Siempre tienes que defenderla? —me preguntó molesto.

—¿Y tú siempre tienes que meterte con ella? —le pregunté de la misma manera, acercándome a él.

—Ya basta —nos dijo John B metiéndose en medio.

—Tenemos que darle el dinero a Lana Grubbs, si no será malo para nuestro karma —nos dijo Kiara.

—Sin pensar en el karma, también estaríamos implicados en un delito —nos recordó Pope—. Tendríamos un gran problema.

—Si eso significa quedarnos el dinero, yo estoy de acuerdo —le dijo JJ.

—Yo no estoy de acuerdo —le dijo John B.

—¿Qué? ¿Por qué? —le preguntó JJ confuso.

—Pensarlo un momento —nos dijo mi hermano poniéndose de pie entre nosotros—. Estamos hablando de Scooter Grubbs. El mismo hombre que compra cigarrillos individuales en el puerto.

—Joder, chicos, una vez le vimos rogándole a un señor por limosna en el párking porque necesitaba gasolina —les informé apoyando a mi hermano, sabiendo qué era lo que quería decir.

—Estamos hablando de una rata marina que nunca ha tenido mas de veinte pavos en los bolsillos, y, ¿de repente se hace con un Grady-White? —dijo JB antes de hacer una pausa—. Solo comento.

Salimos al muelle y los chicos se pusieron a pescar, intentando convencer a Pope de volver a ese barco, así que, mientras tanto, Kiara y yo nos sentamos algo apartadas de ellos.

—¿Crees que este año será el año en el que por fin te declares a Sarah? —me preguntó y sonreí.

—Ni de coña, ligar con ella de fiesta es una cosa, pero, ¿tirarle la caña de verdad? Me mandaría a la mierda, además, tiene novio —le recordé.

—Eso nunca te ha impedido ligarte a nadie antes —me dijo dándome un golpecito en el brazo.

—Pero porque no sabía que tenían pareja, ellos me decían que estaban solteros, ¿qué culpa tengo yo? —dije en mi defensa.

—No me cambies de tema. ¿Por qué te da tanto miedo decirle lo que sientes? —me preguntó—. Llevas años enamorada de ella.

—Porque prefiero que piense que ligo con ella para molestarla, a que se entere de la verdad y deje de hablarme —le expliqué—. ¿Por qué crees que Pope no te lo dice a ti?

—No le gusto a Pope.

—Si eso es lo que te dices para dormir mejor por las noches, no seré yo quien intente cambiar tu opinión —le dije, ganándome un empujón.

—La verdad es que no sé cómo Sarah no se ha dado cuenta todavía de que te gusta, está clarísimo —me aseguró y decidí molestarla un poco más con lo de Pope.

—Y yo no sé cómo no te das cuenta tú de cómo Pope babea por ti. Estás ciega —le dije y, me dio tal empujón, que caí al agua.

En cuanto salí a la superficie, todos los Pogues estaban riéndose de mí, así que les saqué el dedo corazón.

—Iros a la mierda —exclamé saliendo del agua, antes de abrazar con fuerza a John B.

—¡Quítate! —se quejó, ya que lo estaba mojando.

—Venga ya, JB, dame uno de tus abrazos de oso —le pedí divertida mientras el resto se reían de él.

En cuanto lo solté, me sacó el dedo del medio mientras yo iba al château para cambiarme.

Me puse un pantalón corto blanco, la parte de arriba de un bikini azul oscuro y una camisa abierta azul, con flores y plantas de diferentes tonos de azul y blanco en ella.

Y lo que nunca puede faltar en mi outfit, el collar de conchas pequeñas que me regaló John B cuando cumplí los catorce.

En cuanto estuve cambiada, fui a la habitación de mi hermano, ya que los Pogues estaban allí, y me senté sobre el regazo de JJ, ya que no había demasiado hueco libre en la habitación.

Él me rodeó la cintura y apoyó su cabeza en mi hombro mientras mirábamos a Pope, quién seguía sin estar muy seguro del plan.

—Si es un barco que se usa para el contrabando con material ilegal dentro, probablemente le pertenezca a alguien —nos dijo él.

—Detalles sin importancia —aclaré.

—Podrían venir a buscarlo —nos dijo Pope—. Cogerlo sería catastróficamente estúpido.

—Ya, pero las cosas estúpidas tienen buenos resultados todo el tiempo —le dijo JJ señalando el dinero—. Lo único que tenemos que descubrir ahora es como entrar en el lugar de almacenamiento de ese barco. Hasta entonces, tenemos que actuar normal. Mantener un perfil bajo —dijo antes de apretar su agarre en mi cintura y abrazarme por la espalda.

—Lo digo enserio, el día que me digáis que estáis saliendo, no me sorprenderé —nos dijo John B.

—Tiene razón, deberíamos decírselo, mi amor —dije pegando mi espalda el pecho de JJ y vi como mi hermano nos miraba confundido.

—Sí, y también deberíamos decirle lo del mini JJ que creamos dentro de ti hace unas semanas —dijo él y, en cuanto John B nos tiró un cojín a modo de queja por la broma, ambos empezamos a reírnos—. Venga ya, tío. Ivy es como mi hermana pequeña.

—Menos cuando la utilizas para espantar a tus ligues —le recordó Kiara.

—O cuando la utilizas para espantar a chicas que no te dejan en paz en las fiestas —le apoyó Pope.

—Vale, menos en esas ocasiones, mi bichito es mi hermana pequeña favorita —dijo JJ abrazándome con fuerza.

—Eso es —dije para mí misma y todos me miraron confusos—. ¿Os hace una fiesta en la playa? —les pregunté y todos sonrieron.

—Eres una genia —dijo Kie chocándome los cinco.

Esa misma tarde, estábamos de camino a la playa con varios barriles de cerveza, después de haber corrido la voz de que había fiesta en la zona Pogue.

Mis hermanos colocaron el barril y, cuando lo estaban probando, JJ aprovechó para llenarle la cara de cerveza a John B, lo que nos hizo reír a todos.

Creo que no había que aclararlo, pero bebimos un par de vasos de cerveza antes de que empezara a llegar la gente.

Hice un par de competiciones con JJ de quién podía beber su cerveza más rápido mientras los turistas y Pogues nos animaban, a la par que mi hermano buscaba alguna chica con la que ligar.

Después de un rato, vi a Sarah sola, cosa que era extraña, ya que su novio no solía dejarla sola, así que aproveché para acercarme.

—No me lo puedo creer —dije con falsa sorpresa—. Ha venido una princesa a nuestra fiesta, ¿deberíamos habernos vestido mejor? —le pregunté señalando mi ropa mientras ella sonreía.

—Hola, osita —me dijo y ahí estaba el otro mote del que os había hablado.

—¿Hasta cuándo va a seguir lo de osita? —le pregunté acercándome a ella.

—Hasta que dejes de llamarme princesa —me dijo y sonreí—. ¿No vas a invitarme a una cerveza? —me preguntó.

—¿Las princesas pueden beber cerveza? —le pregunté fingiendo sorpresa.

—No, pero el rey no tiene que enterarse —me dijo y ambas fuimos hacia el barril.

—¿Tú novio no se pondrá celoso? —le pregunté mientras caminábamos hacia el barril.

—¿Por qué? —me preguntó confusa y, en momentos como esos, sabía que no tenía ninguna oportunidad con ella.

—Porque no todo el mundo tiene la oportunidad de pasar un rato con alguien tan guay como yo —le dije, lo que la hizo empezar a reírse.

—Creo que sobrevivirá —me respondió antes de que le diera un vaso de cerveza.

Yo me serví otro y empezamos a caminar en silencio hacia la orilla de la playa.

—¿Cómo está vuestra casa después del huracán? —me preguntó, cosa que me sorprendió.

—¿Vamos a tener una conversación seria? —le pregunté y se encogió de hombros a modo de respuesta—. Podría haber sido peor —le dije sin demasiada importancia mientras ambas nos mirábamos.

En ese momento, JJ llegó y me rodeó los hombros con un brazo antes de darme un beso en la cabeza.

—¡Mi amor! —dijo bastante alto, por lo que supe que intentaba espantar a alguna chica que no aceptaba un no como respuesta.

—¿Quién es? —le pregunté entre dientes mientras sonreía.

—La del pelo teñido de morado —me dijo y cuando la miré le saludé con la mano, lo que le hizo marcharse.

—¿Cómo es que siempre atraes a las más raras? —le pregunté quitando su brazo de mi hombro.

—Soy demasiado irresistible —me respondió antes de fijarse de que estaba con Sarah—. Lo siento, no sabía que...

—Ey, ¿algún problema? —le preguntó Topper a Sarah llegando a su lado, cosa que hizo que JJ y yo nos pusiéramos serios al instante.

Ambos odiábamos a ese chico, era lo peor. Se creía increíble y no dudaba en restregarles a todos los Pogues que era un pijo Kook y que nosotros estábamos para servirle.

—No, ninguno —le respondí con un tono de voz que debió sorprender a Sarah, ya que me miró confusa.

—Ya nos íbamos —le dijo JJ volviendo a rodear mis hombros antes de tirar de mí.

—Adiós, Ivy —escuché que decía Sarah, pero no me di la vuelta para responderle.

Era ya de noche, y Kiara y yo estábamos hablando con un par de turistas muy divertidos, literalmente me dolía el estómago de tanto reír.

Pero mi mirada se desvió hacia mis hermanos, que hablaban con Topper y Sarah. Los cuatro parecían tranquilos, hasta que Topper le lanzó a JJ una bebida encima y ahí fue cuando empecé a correr hacia ellos.

Al llegar, John B y yo apartamos a JJ de Topper y miré a Sarah.

—Por qué no te llevas a tu novio de aquí, ¿eh, princesa? —le dije y Topper me miró con asco.

—¿Qué coño acabas de llamar a mi novia? —me preguntó intentando acercarse pero, tanto John B, como Sarah lo detuvieron.

—Déjala en paz —le dijo Sarah.

—Si te acercas a ella te mato, ¿me oyes? —le dijo mi hermano y Topper lo miró con desagrado.

—¡Putos Pogues! —exclamó Topper, y eso hizo explotar a John B.

Mi hermano le pegó un empujón, así que me metí en medio para detenerlo.

—Se suponía que teníamos que mantener un perfil bajo, ¿lo recordáis? —les recordó Pope.

—Ya basta. No merece la pena —le dije a mi hermano, pero sentí a Topper a mis espaldas, así que me giré hacia él.

—Pero si está hablando la paloma de la paz —se burló de mí—. No me da miedo pelearme con una chica —me aseguró y apreté los puños para no explotar al igual que mi hermano.

—Te aseguro que a mí tampoco me da miedo pelearme con un sucio Kook como tú —le dije, y esta vez fue él quien explotó, porque me pegó un puñetazo.

Pope tuvo que empujar a mis hermanos para que no se metieran en la pelea en cuanto me vieron dar un paso atrás por el golpe.

—Ivy, no me hagas ahogarte como a tu padre, ¿vale? —me dijo y cualquier pensamiento racional desapareció de mi mente antes que me lanzase contra él.

Lo lancé al agua antes de darle un par de puñetazo en el costillar. Topper consiguió soltarse de mi agarre antes de salir del agua.

—¡Vamos, pequeña! —me animó JJ mientras seguía intentando calmar a John B, quién parecía decidido a arrancarle la cabeza a Topper.

Topper se despistó un segundo que aproveché para pegarle un puñetazo en la cara.

—¿No era qué no tenías miedo de pegar a una chica? —le pregunté cuando no se acercaba a mí.

—¿Quieres pelear, Pogue? —me preguntó mientras todos gritaban de fondo “pelea”.

—Creía haber dejado eso claro —le dije y se lanzó a por mí, dándome un puñetazo en la cara.

—¡Para, Ivy! —me gritó Kiara.

Topper intentó darme otro puñetazo, pero lo esquivé y le di un puñetazo en el estómago antes de tirarlo al agua.

—¡Venga ya, Topper! —le grité y Topper se levantó antes de volver a venir a por mí.

Él me golpeó antes de tirarme al mar y hundir mi cabeza en el agua.

Intenté levantarla, pero él mantenía sus manos sobre mi cabeza mientras sentía como el aire se me empezaba a acabar.

Empecé a golpear al aire esperando poder librarme del agarre, pero no conseguí tocar a Topper ni una vez. Mientras tanto, todo se hacía cada vez más negro.

De un momento a otro, las manos de Topper se quitaron de mi cabeza y alguien tiró de mí fuera del agua. Empecé a toser con fuerza antes de dejarme caer en los brazos de mi hermano.

Él me cogió en brazos mientras intentaba volver a respirar con normalidad, pero se detuvo en cuanto escuchamos un par de disparos.

Le escuché gritar algo, pero me perdí la consciencia antes de que pudiera entender algo de lo que estaba pasando. 

Me desperté por el sonido de la alarma de mi teléfono y, cuando miré la hora, gruñí sabiendo que tenía que ir al trabajo.

Me levanté de la cama y fui directa al baño, donde vi que tenía un ojo morado, una comisura del labio hinchada y el labio partido.

—Genial —murmuré por lo bajo mientras me hacía un moño rápido.

Me vestí rápidamente y cogí las llaves de la furgoneta para dirigirme a la cafetería de la señora Andrews. A parte de ser una cafetería, también tenía una zona de tienda, por eso era tan conocida en la isla.

La hermana de la señora Andrews era diseñadora, y le mandaba diseños únicos a la tienda, cosa que interesaba mucho a los Kooks. Yo solía trabajar en aquella zona, ya que los Kook me molestaban bastante menos que en la cafetería, ya que, resultaba que mis bebidas siempre tenían algún fallo.

Cuando solía trabajar en la cafetería, hubo varias veces en las que casi les tiré las bebidas encima a los clientes, por lo que la señora Andrews, muy amablemente, me dijo que podía trabajar en la tienda para que estuviera más cómoda.

Al llegar al parking, escuché mucho ruido en el interior y, cuando entré, vi a varios Kooks discutiendo con Audrey, es decir, la señora Andrews.

En cuanto me vieron, todos me miraron la cara antes de volver a gritar a la señora Andrews.

—¡Ya basta! —les gritó ella, y todos se callaron—. No voy a despedir a nadie. La vida de mi empleada fuera de la cafetería, no es asunto mío —les dejó claro—. Si no les gusta, siempre pueden marcharse, aquí no aceptaré ningún mal trato hacia Ivy —les dijo antes de acercarse a mí, que seguía en la puerta—. Cariño, ¿cómo estás? ¿Te duele mucho? —me preguntó agarrándome el mentón.

—Estoy bien —le aseguré, pero, en cuanto lo dije, supo que estaba mintiendo, y era verdad. Mentía. Porque sentía que la cara iba a explotarme en cualquier momento.

—¿Por qué no vas a por un poco de hielo mientras arreglo esta situación con los clientes? —me preguntó y asentí antes de ir a la barra y poner unos hielos en un trapo.

En cuanto me di la vuelta, vi a Topper y a Sarah delante de la barra y a los adultos mirando la escena.

—Hola, osita —me saludó Sarah y sonreí.

—Hola, princesa —le dije mientras veía a Topper fruncir el ceño.

—Parece que duele —me dijo Topper señalando su ojo, haciendo referencia a mi ojo morado.

—Podrás haber ganado esta ronda, pero yo ganaré la siguiente vez —le aseguré poniéndome el hielo en la comisura del labio.

—¿Y si mejor no hay una siguiente vez? —nos pidió Sarah.

—Aunque entiendo que estuvieras celoso —le dije a Topper, ignorando el comentario de Sarah.

—¿Celoso? —me preguntó confuso.

—Sí, de que tu novia y yo seamos amigas. Tiene que joder saber que tu novia se lleva bien con “La Pogue lesbiana”. Así fue como me describiste frente a toda la isla, ¿verdad? —le pregunté y apretó la mandíbula, ya que Sarah no sabía aquel detalle.

—Hola, preciosa. ¿Nos vemos después de tu turno? —me preguntó Rafe colocándose al lado de su amigo, intentando molestarme, como siempre.

—Vete al infierno —le dije con una sonrisa fingida antes de ir hacia la trastienda para empezar a trabajar.

Dejé el hielo en la encimera antes de sacar a la tienda un par de cajas. Las dejé sobre el mostrador y vi a Sarah colocándose frente a mí, al otro lado del mostrador.

—¿Querías algo? —le pregunté.

—¿Estás bien? —me preguntó, y pude ver la preocupación en su cara.

—¿Te preocupas por mí? —le pregunté confusa.

—Es lo que hacen las amigas —me dijo Sarah y, en ese momento, dejé de sacar ropa de las cajas.

—¿Amigas? ¿Eso significa que a partir de ahora me vas a dejar de lado y vas a crear un rumor malvado sobre mí? —le pregunté, lo que le hizo agachar la cabeza.

Ella sabía a qué me refería, y yo sabía que aquello le molestaba.

—Yo nunca quise hacerle daño a Kiara —me dijo algo entristecida.

—Demasiado tarde. Yo no busco ser tu amiga, Sarah. Tu novio dejó muy claro ayer que los Kooks y los Pogues no pueden ser amigos. Ahora, si no te importa, tengo trabajo que hacer —le dije y ella apartó la mirada antes de dejar una bolsa sobre la mesa y marcharse sin decir nada más.

Al abrir la bolsa, vi que había varios medicamentos y un par de pomadas. Rápidamente, me arrepentí de haberle hablado así, pero no pude decirle nada, ya que la sheriff entró al local mirándome.

—¿Cómo te has hecho eso? —me preguntó señalando mi cara.

—Soy muy torpe, y no ayuda que sigamos sin luz en el Arrabal —le respondí dejando la bolsa que Sarah había dejado debajo del mostrador.

—Audrey, ¿te importa si hablo un momento con ella en la trastienda? —le preguntó la sheriff y la señora Andrews negó con la cabeza.

—Por supuesto que no, sheriff —le dijo ella antes de que la sheriff y yo fuéramos a la trastienda.

—Me ha llamado servicios sociales, querían que os echara un vistazo a ti y a tu hermano. Querían saber cómo vais —me dijo y asentí con la cabeza—. ¿Cómo estás a parte de...? —preguntó señalando su ojo y sus labios.

—Estoy bien, trabajando, gracias por pasarte —le dije antes de intentar salir, pero la sheriff me agarró del brazo.

—Me alegro de que estés bien, pero he oído un par de cosas que me han preocupado, Ivy —me dijo y me quedé callada esperando a que siguiera, ya que no tenía sentido intentar seguir huyendo de la situación—. A ver, déjame pensar. Ah, sí. Una de las cosas que he oído es que tu tío Teddy, tu tutor legal, no ha estado en el estado durante tres meses.

—Ya, eso es mentira —le mentí.

—No tienes que decir nada. Sé que es verdad, he llamado al colegio. Me han dicho que tu hermano solía ser un buen estudiante, pero que ahora está suspendiendo todas sus clases —me dijo.

—No, solo ha suspendido una, historia —le intenté defender—. Es que el profesor es un cabrón y...

—Y he oído que ayer hubo una pelea en la playa y que una pistola estuvo involucrada —me dijo.

—¿Pistola? —le pregunté divertida—. Venga ya, sheriff. ¿Me metí en una pelea? Puede. Pero, ¿hubo alguna pistola? Ni de coña —le dije intentando que dejara el tema.

—Está bien, sé quién fue. Ya iré a por él —me dijo la sheriff y aparté la mirada—. Lo único que me preocupa ahora es que tú y tu hermano estéis en una casa segura.

—El château es súper seguro —le aseguré rápidamente.

—Además, nuestro tío T. va a volver así que... —informó mi hermano entrando en la trastienda, antes de colocarse a mi lado.

—¿Eso es lo que os ha dicho? —nos preguntó la sheriff.

—Sí —le aseguró John B.

—Si de verdad va a volver, creo que deberíais poder quedaros —nos dijo ella y fruncí el ceño.

—Gracias —le agradeció John B.

—Pero si yo me juego el cuello por vosotros, vosotros tenéis que ayudarme. Quid pro quo —nos dijo y negué con la cabeza.

—Lo sabía —murmuré.

—¿Qué significa “Quid”? —le preguntó John B y le di un golpe en el brazo.

—Veamos, ¿cómo podéis ayudarme? Oh, ya sé. Un cadáver fue encontrado en las marismas ayer —nos explicó y John B rodeó mis hombros con su brazo—. ¿Estuvisteis en las marismas ayer?

—Sí, estuvimos pescando un rato —le dijo John B.

—¿Picó algo? —nos preguntó, y sabía por dónde iba a ir esa conversación.

—No, los peces estaban muy escurridizos —le respondí.

—Que raro, normalmente la pesca es muy buena después de una tormenta. Salen todo tipo de cosas. ¿Visteis algún naufragio ayer? —nos preguntó la sheriff acercándose a nosotros.

—No —le dijo John B y la sheriff suspiró.

—Chicos, estáis con el agua al cuello. Aquí abajo —dijo haciendo un gesto con las manos—, está el reformatorio, un centro de acogida. Una mierda para dos niños tan inteligentes como vosotros. Aquí arriba —dijo haciendo otro gesto con las manos—, estáis vosotros y vuestro amiguitos haciendo lo que queráis. Outer Banks... o un centro de acogida en el continente —nos dijo y John B y yo nos sentamos en la mesa que había en la trastienda—. Estáis a un par de centímetros de la superficie, chicos. Si fuera vosotros, yo empecaría a nadar. Ahora, ¿estáis seguros de que no visteis ningún naufragio ayer? —nos preguntó y John B y yo nos miramos unos segundos antes de que él contestara.

—Sí, estamos seguros —dijo y la sheriff se acercó, quedando a escasos centímetros de nosotros.

—Más os vale que sea cierto, ¿me entendéis? Yo miraré hacia otro lado siempre y cuando os mantengáis alejados de las marismas —nos dijo y ambos asentimos con la cabeza antes de que se marchara.

—Joder —murmuré apoyando mi cabeza en el hombro de mi hermano.

—Ey, todo va a ir bien, ¿vale? —me aseguró acariciando mi cabeza—. Te lo prometo —dijo antes de darme un beso en la frente.

—¿Cómo sabías que la sheriff iba a venir? —le pregunté.

—Sarah me ha mandado un mensaje hace 10 minutos diciéndome que el coche de la sheriff estaba fuera, así que le he pedido a JJ que me trajera —me respondió y suspiré.

—Mierda —susurré.

—¿Qué pasa? —me preguntó confuso.

—Que soy una persona horrible, eso pasa.

—Me marcho, ¿vale? Te dejo trabajar —dijo antes de darme un abrazo de oso y marcharse.

Salí a la tienda y empecé a ordenar la ropa mientras sacaba las nuevas prendas que habían llegado esa mañana.

Atendí a varios clientes, bastante agradables para ser Kooks, antes de recibir una llamada de mi hermano.

—Ey, pesadilla, ¿qué pasa? —le pregunté y nada más escuchar su voz sabía que iba a ir a las marismas.

Vamos a...

—No cuentes conmigo, no pienso meterme en problemas, la sheriff me tiene en el punto de mira —le dije y suspiró.

—¿Estás segura? —me preguntó algo preocupado.

Nunca los dejaba solos cuando se trataba de meterse en problemas, me encantaba salir con ellos, pero no iba a poner en riesgo nuestra oportunidad de quedarnos en la isla.

—¿El plan ha sido de JJ? —le pregunté mientras me quitaba la chapa con mi nombre.

—me dijo mientras recogía la bolsa que Sarah había dejado con medicamentos.

—Entonces seguro que no voy. Hace tiempo que debiste aprender a no escuchar a JJ —le dije y pude imaginarme su sonrisa al otro lado del teléfono.

En eso voy a darte la razón —me dijo divertido.

—Os espero en el château, estoy cansada —le dije y escuché un suspiro por su parte.

Vale, pero, que conste, que te echaremos de menos en nuestras aventuras —me dijo en un intento de convencerme, pero no lo consiguió.

—Pasarlo bien —dije antes de colgar.

—Ivy —me llamó la señora Andrews y me giré hacia ella.

Ella se acercó a mí con una bolsa en la mano y una gran sonrisa en la cara.

—Toma, he hecho esta deliciosa comida para ti y para tu hermano —me dijo y negué con la cabeza.

—Señora Andrews... —intenté decir, pero me miró como cada vez que no la llamaba por su nombre—. Audrey, no puedes seguir haciéndonos comida todos los días que vengo a trabajar —le dije y ella me dedicó una sonrisa.

—Eres una buena empleada, pequeña, y sé que no es fácil para vosotros pagar todo sin un adulto que os ayude económicamente —me dijo, y le sonreí.

—Gracias —dije agarrando la bolsa—. Huele delicioso.

—Me alegro —dijo ella antes de darme un pequeño abrazo—. Y por favor, no vuelvas a meterte en otra pelea, odio verte con la cara así.

—No te prometo nada —le dije divertida, haciéndola sonreír, antes de salir del local e ir a la furgoneta.

Pensé en ir a casa de Sarah para disculparme, pero la idea de poder cruzarme con Topper me detuvo y me fui a casa.

Al llegar, me tumbé en el sofá y me puse a leer un libro hasta que escuché el motor de la lancha en el muelle y corrí hacia allí.

—¿Ya habéis vuelto? —le pregunté acercándome y los cuatro me miraron pálidos—. ¿Qué pasa, tan fea estoy? —les pregunté intentando calmar el ambiente.

—Nos han disparado —me dijo John B y los miré preocupada y asustada a la vez.

—¿Qué? ¿Estáis bien? —les pregunté acercándome a ellos.

—Tranquila, bichito, aún tienes JJ para rato —dijo rodeado mis hombros con su brazo y dándome un beso en la cabeza.

—Ahora, John B, abre la bolsa —le pidió Kiara y me hermano abrió una bolsa de tela para sacar un tubo metálico, como una cápsula del tiempo.

Al abrirla, John B sacó una brújula que conocía a la perfección y me agaché a su lado.

—Genial, casi morimos por una brújula —dijo JJ de manera sarcástica.

—Menuda mierda —dijo Pope mientras mi hermano y yo mirábamos la brújula asombrados.

—¿Qué miráis, chicos? Es solo una estúpida brújula —nos dijo JJ.

—Esta brújula era de nuestro padre —le dije y los tres Pogues restantes nos miraron confusos.

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