𝐁𝐈𝐆 𝐉𝐎𝐇𝐍
—Kiara, ¿estás bien? —le pregunté preocupada.
No dijo nada, pero se acercó y nos dio un sobre.
—Eso no es oro —dijo Pope decepcionado.
—Joder —exclamó John B al ver el sobre.
“Para Pajarito”
Así era como Big John llamaba a John B. Cómo lo había hecho desde que era un niño.
—Esto es de nuestro padre —dijo John B y Kiara sonrió al salir.
—Código rojo. Código rojo. ¡Narcotraficantes! ¡Narcotraficantes! —exclamó JJ alterado antes de que todos empezáramos a correr para escondernos—. Son los hombres que robaron en vuestra casa.
Todos nos escondimos detrás de la tumba y Kiara me dio la mano mientras me miraba. Ambas estábamos asustadas, pero no pensábamos dejar que esos cabrones nos mataran.
—¿Creéis que son ellos? —les pregunté.
—Tiene una pistola —dijo JJ, así que Kiara y yo nos miramos antes de asentir con la cabeza.
—A la mierda —dijo antes de que ambas nos levantáramos y empezáramos a correr.
Los chicos empezaron a correr detrás nuestro y, rápidamente, llegamos a la valla, que saltamos sin problema. Todos menos Pope, a quien se le engancharon los pantalones en la verja.
—Chicos, estoy enganchado —nos avisó, así que todos corrimos a ayudarle.
JJ sacó la pistola y apuntó a Pope, así que corrí hacia él y le bajé el brazo.
—¿Eres tonto, o qué? —le pregunté, pero, antes de que pudiera contestar, Pope se cayó, dejando sus pantalones en la verja.
—Venga, chicos.
—Es un pequeño rollito de primavera, Pope —se rió JJ de él mientras corríamos hacia la furgoneta.
Todos nos subimos rápidamente antes de que John B arrancara y nos sacara de allí.
—¿Enserio se te has roto los pantalones? —le pregunté divertida mientras todos nos reíamos, incluyendo Pope.
Cuando llegamos al château, JJ se coló en nuestra cocina y se puso a hacerse un sándwich mientras John B y yo mirábamos el sobre.
—Ese pan tiene mojo desde hace tres días —le avisó Pope.
—Solo le quitaré la parte mala —dijo JJ mientras untaba mantequilla de cacahuate en el pan—. Además, el moho es bueno para ti. Es solo un organismo natural.
—JJ —lo llamó Kiara, ya que íbamos a abrir el sobre, así que JJ se acercó rápidamente, dándole un mordisco al sándwich con moho.
Le dio otro mordisco mientras John B abría el sobre, y el rubio soltó una arcada, haciéndome sonreír.
No iba a cambiar nunca.
John B sacó un papel del sobre y, al abrirlo, vimos que era un mapa con coordenadas.
—Joder —murmuró mi hermano al verlo.
—La x marca el tesoro —dijo Pope señalándola en el mapa.
—Longitud, latitud —empezó a señalar John B mientras agarraba el sobre.
—Esperad, hay algo más en el sobre —les dije antes de sacar una grabadora.
—¿Qué es eso? —preguntó JJ.
—Es una grabadora, idiota —le aclaró Kiara antes de que John B le diese al play.
—Querido pajarito —se escuchó que decía nuestro padre.
—¿Quién es “Pajarito”? —preguntó JJ confuso.
—Eso es lo que mi padre solía llamarme —le explicó John B antes de seguir escuchando la grabación.
—Odio decir “os lo dije”, pero os lo dije. Y dudasteis de vuestro padre —dijo y John B agarró mi mano con fuerza, gesto que no le devolví—. Sospecho que en este momento, estás lleno de culpa y arrepentimiento por nuestra última discusión, pero no te suicides todavía, niño. Yo tampoco me esperaba encontrar el Merchant —dijo y mi mirada se dirigió a John B, quién ya me miraba tan confuso y sorprendido como yo—. Probablemente teníais razón al llamarme la atención. No fui exactamente el padre de la década.
—¿Tú crees? —pregunté en un susurro antes de que JJ colocase su mano en mi hombro a modo de apoyo.
»¿Qué puedo decir, niños? Podía oler la victoria —dijo antes de suspirar—. Y, espero que estemos escuchando esto en nuestra nueva mansión en Costa Rica viviendo de inversiones. Pero, si encontráis esto por circunstancias menos óptimas, bueno, para eso está el mapa. Ahí está ella, el naufragio del Merchant. Si me pasa algo, acaba lo que empecé —dijo y vi los ojos de John B llenarse de lágrimas.
»Ve a por el oro, pajarito. Te quiero, aunque no siempre actuara como tal —dijo antes de hacer una pausa—. Ivy, pequeña. Siento todo lo que te hice, y sé que no merezco tu perdón, pero espero que algún día puedas perdonar a tu padre, aunque eso no vaya a acabar con tus pesadillas. Cuidaros el uno al otro, niños. Ahora sois lo único que os queda —dijo, y la grabación terminó.
Dejé la grabadora en la mesa y salí corriendo a mi habitación, donde cerré la puerta de golpe y me dejé caer hasta el suelo mientras lloraba.
Escuché como Pope llamaba a mi puerta, pero solo podía llorar. Rodeé mis rodillas con mis brazos y enterré mi cabeza entre ellas mientras sentía que me ahogaba por el nudo en mi garganta.
No era justo.
No era justo que tras hacerme todo lo que me hizo quiera mi perdón.
Porque no podía dárselo. Él lo sabía, y yo también. Jamás podría perdonarlo, y ambos lo sabíamos.
Estuve unos minutos en el suelo hasta que escuché la voz de John B al otro lado de la puerta.
—Minion, ábreme la puerta —pidió, utilizando el apodo que me puso a los diez años.
Ese era el último apodo que me queda por explicar.
Yo era pequeña, y siempre me vestía con una camiseta amarilla y un mono vaquero porque estaba obsesionada con los Minions, así que John B empezó a llamarme así.
Pero no lo había hecho desde que nuestro padre desapareció, así que, me aparté de la puerta y, sin levantarme del suelo, dejé que John B entrara.
Se colocó a mi lado y me rodeó con sus brazos. Cuando levanté la vista para mirarlo, vi que tenía los ojos rojo, así que supe que él también había estado llorando, pero que estaba conteniéndose por mí.
La diferencia, es que ambos habíamos llorado por razones muuuuy diferentes.
—Te prometo que todo va a estar bien —me susurró contra el pelo mientras lloraba contra su pecho.
—Si seguimos con esto, uno de nosotros va a acabar igual que él —susurré intentando no sollozar, mientras John B me acercaba a él aún más, abrazándome con aún más fuerza.
—No te preocupes por eso ahora —me dijo antes de darme un beso en la cabeza—. Te quiero. Lo sabes, ¿verdad?
—Yo también te quiero, Gru —le dije, cosa que le hizo sonreír.
Cuando él empezó a llamarme Minion, lo empecé a molestar, llamándolo Gru, cosa que siempre hacia reír a JJ.
—Te prometo que vamos a estar bien —me dijo antes de apoyar su barbilla en mi cabeza.
—No prometas cosas que no vas a poder cumplir —le pedí aferrándome a él con fuerza.
A la mañana siguiente, John B y JJ me habían arrastrado al barco para dar una vuelta y la pareja restante se nos unieron más tarde.
John B condujo el barco, así que me senté a su lado mientras Pope me tenía entre sus brazos.
De repente, JJ silvó impresionado y señaló una lancha con la cabeza.
—¿Veis eso? Ese es un Malibú 24–MXZ, la mejor lancha del mundo. Número uno en lujo, calidad y rendimiento —nos explicó mientras veíamos la lancha—. 200 mil fácil.
—Elegimos los padres equivocados —dijo Pope a mis espaldas lleno de envidia.
—Siento joderos la fantasía, chicos, pero esos son Topper y su novia —nos dijo Kiara y todos los miramos con asco.
Al pasar a nuestro lado, Sarah se levantó las gafas y nos miró con indiferencia, haciendo que rodase los ojos.
—No finjas que no nos has visto, zorra —le dijo Kiara mientras se alejaban.
En otro momento, puede que hubiera dicho algo al respecto, pero temía que si decía algo, las lágrimas empezaran a salir de nuevo de mis ojos, así que, simplemente, abracé a Pope con un poco más de fuerza.
Después del paseo en barco, John B me había convencido de seguir con la búsqueda del tesoro de nuestro padre, así que nos subimos en la furgoneta antes de dirigirnos a Figure Eight, ya que JJ había dicho que sabía dónde había internet para buscar las coordenadas.
—Tened cuidado, estamos en zona enemiga —nos advirtió JJ mientras John B aparcaba la furgoneta.
—JJ, deja eso —le dijo John B al ver que sacaba la pistola.
—¿Qué? —preguntó confuso mientras la cargaba.
—JJ —le advirtió mi hermano.
—Nunca puedes tener demasiado cuidado —se defendió el rubio.
—Oye, hago la predicción de que traer un arma a un hotel de cuatro estrellas causará más problemas de los que solucionará —le dijo Pope colocándose a su lado.
—Gracias, Pope —le agradeció John B y me asomé por medio de los asientos delanteros.
—Te juro por Dios que voy a tirar esa cosa al océano, JJ. ¡Guárdalo! —le ordené antes de que John B se lo quitara de las manos y lo volviera a guardar.
—No puedes agarra un arma así —se quejó JJ—. Que no se me olvide mi tarjeta —dijo antes de salir de la furgoneta.
—¿A dónde estamos yendo ahora? —le preguntó Pope mientras Kiara y John B agarraban mis manos.
Todos los Pogues habían estado especialmente protectores y cariñosos conmigo desde que habíamos escuchado la cinta.
—Vamos a utilizar el internet, ya que solo la gente rica tiene electricidad ahora mismo —nos explicó JJ mientras caminábamos hacia el hotel.
Entramos por la puerta de atrás, entrando directos a una cocina, donde JJ empezó a saludar a todo el mundo.
Después de que JJ le intentara robar una gamba a la cocinera y fallara, JJ nos llevó hasta una sala llena de ordenadores.
—Gracias a Dios, el internet —agradeció Pope antes de correr hacia el ordenador—. Te he echado de menos —dijo mientras todos nos acercábamos a él.
—Déjame usarlo un momento, tengo que ver a mis modelos de Insta —dijo y le di un golpe en el brazo mientras John B sacaba el mapa que nuestro padre nos había dejado—. ¿Vuelves a no hablar? —me preguntó, y esa vez fue Kiara quién le golpeó el brazo.
—Déjala en paz —le ordenó Pope mientras abría una aplicación para buscar coordenadas—. ¿Coordenadas? —le preguntó a mi hermano.
—34° 57' 30" norte. 75° 55' 42" este —leyó John B—. Boom, ahí está, la bahía continental.
—Si está en el lado profundo, no va a haber una gran búsqueda del tesoro —le avisó Pope.
Éste empezó a hacer zoom en las coordenadas y, en unos segundos, pudimos ver que estaba en la zona alta de la bahía.
—Coño, está en la zona alta. Está solo a 300 metros —dijo John B y todos le miramos confusos.
¿Solo 300 metros?
—No es demasiado profundo —dijo JJ y le miramos aún más confusos.
—¿Es factible o algo? —le preguntó Kiara.
—Sí, totalmente factible —le respondió JJ.
—Muy bien, ¿usaríamos tu submarino personal? —le preguntó Pope de manera sarcástica.
—¿Cómo sabes ésto, señor experto buceador? —le preguntó mi hermano de manera burlona.
—El desguace. Tienen un dron que puede bajar a más de 300 metros. Tiene una cámara de 360 y todo —nos explicó el rubio—. Es para inmersiones profundas y así. Es exactamente lo que necesitamos.
—¿Y puede tu padre echarle sus sucias manos encima? —le preguntó John B.
—Las sucias manos de mi padre fueron despedidas. Supongo que al jefe no le gustaba que llegase puesto —nos explicó JJ y todos suspiramos rodando los ojos—. Pero el dron está allí. Está en la parte trasera —nos dijo y Kiara se giró hacia nosotros.
—¿Cuanto dijisteis que había en el Royal Merchant, otra vez? —nos preguntó.
—400 millones —dijeron JJ y John B a la vez y Pope corrió hacia la puerta.
—¿400 millones de dólares? —les preguntó Kiara levantándose para ir a la puerta, pero Pope negó con la cabeza.
—No, rotundamente no —dijo bloqueándonos el paso.
—Pope, muévete —le ordenó Kiara apartándolo mientras John B me agarraba la mano y me llevaba detrás de ellos.
—¿No podemos hacer nada legal por dinero? —preguntó Pope para sí mismo, pero mi hermano y yo conseguimos oírlo, cosa que nos hizo sonreír.
Nota de la autora:
Siento haber tardado tanto en actualizar, pero he estado ocupada con temas familiares y demás.
Ya va quedando menos para el drama 😈
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