10
HANNAH DECIDIÓ sentarse unas mesas más alejadas de dónde se supone que estarían Will y Layla. Miro a su amiga dándole una sonrisa de aliento.
La rubia tomo su celular comprobando la hora, ya había pasado media hora y Will aún no aparecía, noto como el ánimo de su amiga caía poco a poco. Hannah realmente estaba deseando que Will apareciese y dijera que había tenido un accidente o algo así.
La mesera se había acercado a Layla pero ella le pidió unos minutos más con la poca ilusión que le quedaba, vio como la flor en el jarrón que había se marchito.
Se levantó de su asiento y camino en dirección a la mesa de la pelirroja.
—Se lo que dirás Hannah...—le dijo la pelirroja con voz triste.—No puedo creer que me olvidará.
—Es un idiota, juro que lo voy a golpear.
—No tienes que hacer eso sabes que odio las peleas...pero olvídalo, quizás le pasó algo y...
La rubia observo la expresión llena de tristeza, colocó su mano sobre la de Layla dándole ánimos.
Will tenía tanto que explicar.
—¿Quieres comer?—le pregunto, ella si estaba hambrienta.
—No...—Layla se levantó dejando dinero.—Come tu, lamento haberte arrastrado aquí por nada, disfruta la comida, es un lugar lindo.
—Layla no...
—Nos vemos mañana, Hannah.
La pelirroja se marchó dejando a la rubia con palabras en su boca.
¿Que le veía Layla a Will?
No lo entendía.
Llamo a la mesera para ordenar, la mujer suspiro dando las gracias de que al fin ordenarán. El lugar ya casi estaba vacío, ahora se daba cuenta de cuánto su amiga espero a Will.
Termino de comer con tranquilidad, les dejo un mensaje a sus padres de que ya estaba volviendo hacia su casa, estaba segura de que ellos estarían llenos de preguntas respecto a su salida, ya era un poco tarde y ni siquiera había avisado nada.
—¿Ya has terminado...?—se dio vuelta reconociendo esa voz de inmediato, el chico sonrió al reconocerla.—Hannah, hola.
—Hola...—le saludo, vaya que Warren se veía distinto, su cabello estaba atado en una coleta y tenia una remera sin mangas haciendo que sus brazos musculosos resaltaran.—No sabía que trabajabas aquí...¿quieres sentarte?
El chico miro en dirección a su jefa que estaba ocupada, termino aceptando y se sentó frente a ella. Prendiendo con la yema de su dedo la vela que estaba en el centro de la mesa.
Hannah sonrió nerviosa.
—¿Has venido sola?—le pregunto Warren con curiosidad.
—Estaba acompañando a Layla pero tuvo que irse.—le contestó sintiendo un malestar al ver la flor marchita frente al pequeño jarrón.
—Hannah...¿Tu realmente no crees nada de lo que dicen de mi?
—No, no lo hago.—le respondió con simpleza.
El chico la miro a los ojos por unos segundos, luego desvío su mirada hacia otro lado.
El teléfono de la rubia sonó, ya debía irse.
—Ya tengo que irme...—dijo ella, se levantó para ir a pagar la cuenta y Warren la siguió.
—¿Quieres que te acompañe?—le pregunto el chico.—Ya termine mi turno.
La rubia pensó que bromeaba, pero en su rostro no había ningún rastro de diversión, lo decía en serio.
—Esta bien.—acepto, el chico sonrió y fue detrás del mostrador, volvió segundos después.
Nuevamente tenía su cabello desatado, su chaqueta negra y una mochila.
Se despidió de la mujer en otro idioma que la chica no supo comprender, seguramente coreano o mandarín.
Caminaron hacia la salida,ya era de noche aunque aún habían personas caminando por la calle.
—Eres muy agradable para ser amiga de un idiota como Stronghold.—soltó el chico.
—¿Crees que soy agradable?—le pregunto, él asintió.—Que bueno, por un momento creí que pensabas que era un poco molesta.
—No lo eres, te quería lejos porque...no lo sé, nunca nadie se había acercado a mi sin juzgarme, hasta que luego apareciste tu.—le confesó él.—Y eso me confundió bastante, pero me alegra que no hayas alejado de mí.
—¿Nunca nadie se molestó en conocerte antes de juzgarte?—le preguntó, no sabía que la gente podía llegar a ser así solo por rumores, o simplemente por quién era tu familia.
—No.—le contesto con sinceridad.—Pero eso ya no importa, no me importa, al menos una persona en este mundo se molestó en intentar conocerme aunque fuera distante al comienzo.
Ella sonrió feliz y él igual.
Ambos comenzaron a hablar, no podía recordar en que punto comenzaron a hablar sobre sus experiencias con los poderes, pero era realmente entretenido.
—Y entonces prendí fuego un árbol al apoyarme en el.—le confesó el chico, el realmente comenzaba a disfrutar de hablar con ella.
—Santo Dios, que no te oiga Layla.—dijo ella horrorizada.
Ella frenó dándose cuenta de que ya estaban frente a su casa, vaya que habían hablado.
—Bueno...—murmuró.—Te veré mañana en la escuela y muchas gracias por acompañarme, Warren.
Él le sonrió, Hannah comenzaba a acostumbrarse a su sonrisa, y él comenzaba a acostumbrarse a la compañía de la dulce y alegre rubia.
—Nos vemos, Hannah.—se despidió guiñando un ojo a la chica.
Hannah camino apresurada hacia su casa y él comenzó a caminar en dirección a su casa al verla ingresar a su casa.
La chica cerro la puerta con una gran sonrisa en su rostro, agradecía tanto que Layla la haya pedido en favor de acompañarla.
—Hannah.—su sonrisa se borró al ver a sus padres detrás de ella con una expresión sería.—¿A donde saliste y quién era ese muchacho?
Tan lindo estaba yendo todo, ahora estaba en problemas.
—Salí con Layla a comer a un restaurante que esta por aquí cerca...—intento explicar pero antes fue interrumpida.
—Pero ese no era Layla.—le dijo su madre, se cruzó de brazos enojada.
—Ya se, Layla se fue...y él me acompaño hasta casa.
—¿Cuál es su nombre?
Si sus padres no hubiesen sido tan paranoicos con respecto a El Barón Battle ahora no tendría miedo de nombrar a Warren, pero no podía mentir, ella no era buena mintiendo y ellos conocían tan bien a su hija.
No les iba a mentir, Warren no era malo y no tenía porque ocultarlo.
—Es mi amigo...—contestó,sus padres clavaron su mirada en la pobre chica, suspiro.—Es Warren Peace.
Su madre la miro con horror pero su padre se mantuvo más calmado por así decirlo. Ella sabía que su madre siempre era más histérica, enojona y mandona que su padre.
—¿Warren Peace?—preguntó horrorizada.—No lo permito, ¿Que dirá la gente...? De seguro ese chico es como su padre.
—Ay, por favor.—murmuró su padre.—Lo que diga la gente es lo de menos.—Hannah sonrió un poco aliviada al oír eso.
—¿Cómo estás tan segura de que no es malo? Hannah, tu eres muy inocente para ver cómo son en realidad las personas.—dijo su madre con molestia.
—No porque su padre fuera malo significa que él también lo sea, ustedes me enseñaron a no juzgar a las personas solo por su apariencia.—le contestó la rubia mirando a su madre, su padre asintió dándole la razón.—Warren no es como dicen, deben confiar en mi por favor.
—Cuando te traicione, no andes llorando.—dijo su madre con rabia dejando a su padre y a ella solos.
Hannah sabía que la reacción de su madre sería esa, incluso peor.
—¿Pá?
—Solo cuídate ¿si? y si el llega a lastimarte, le romperé cada hueso de su cuerpo.—dijo, la mirada asustada de su hija hizo que soltara una risa.—Es broma, pero nunca confíes tanto en alguien, Hannah.
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