Aquél demonio serpiente despertó agotado en su cama; aún no se acostumbraba a dormir en una cama de hotel. Era cómoda, pero... estaba en un lugar que no era suyo.
Se estiró y esperó lo que iba a suceder en 3, 2, 1 y...
La puerta se abrió con violencia, dejando pasar a la pequeña Nifty, la mucama, quien, con su pequeño tamaño y su rapidez, entró haciendo ruido anunciando que era la hora del desayuno.
"-Gracias, Nifty..." agradeció la serpiente mientras se estiraba en su cama con frustración, sabiendo que... va a comer y luego directo a trabajar...
"-No hay de qué, como siempre, tú y Alastor son los únicos que despertaron", anunció la pequeña mientras se movía rápidamente por el cuarto pasando un plumero.
Pentius salió de su cama aún en pijamas. Bajando las escaleras, solo podía escucharse el sonido de la madera rechinando y el caos del exterior gracias a un gran agujero en la pared que apenas estaba cubierto por un par de ladrillos mal puestos, cinta adhesiva y pedazos de cartón. Hace un par de días había chocado su nave contra el hotel y de pura chiripa solo le pidieron repararlo y... la verdad no estaba tan mal, tenía un techo y comida pero... también tenía que compartir espacio con aquel demonio que quería derrotar, Alastor.
Llegó a la cocina, y todo estaba en plan buffet típico de hotel. Algunas opciones por aquí, otras por allá y... simplemente agarró tostadas, algo de mermelada de durazno y un simple café con leche.
Se sentó y empezó a comer, sentir el crujir del pan, la dulzura del almíbar y el café con leche estaba tan dulce como le gustaba. Era... su comida de confort hasta que llegó él...
Alastor apareció en la cocina, iba tarareando una canción, y también sirvió su propia comida, un simple café negro amargo, no necesitaba nada más, su apetito se encendía más a la hora del almuerzo o la cena.
El demonio de la radio miró a su contrario, soltó una pequeña risa y vio cómo el demonio serpiente de inmediato contestaba con una mirada molesta al creer que se estaban burlando de él.
Alastor tenía una afición a molestarlo, lo encontraba divertido ya que era el que tenía las mejores reacciones y el más fácil de molestar, algo tan simple como una risita ya lo había molestado, en tan solo unos días ya había descubierto sus pequeñas manías, pero su cosa favorita era decir...
"-¿Tú quién eras?" preguntó el demonio de la radio expectante a la reacción que siempre le alegraba el día.
"-¡Soy Sir Pentius, he estado aquí 2 semanas!" gritó ofendido el contrario.
El de colores rojos solo sonrió mientras alzaba una ceja en señal de "no me acuerdo".
Mientras el demonio serpiente se quejaba en voz baja vio a un tercero entrar a la cocina, Husk, el viejo tabernero.
"-Qué raro verte tan temprano", comentó el demonio de la radio mientras la serpiente mantenía a raya en el fondo comiendo de sus tostadas.
"-Recién me voy a ir a dormir..." contestó el demonio gato un poco más agotado de lo normal, agarrando un plato y sirviéndose de forma torpe un simple café negro con crema, y como si nada le puso whisky- feliz de no tener que preocuparme por mi hígado, heh...
Sir Pentius quería irse de ahí y al mismo tiempo no, aunque... disfrutaba de escuchar voces y no sentirse solo pero... al mismo tiempo era tan incómodo...
Ya estaba frente al gigantesco agujero en la pared; el trato expresaba que no podía usar sus egg bois ni máquinas, solo... su ingenio y las herramientas que le dieron.
Suspiró y empezó a hacer sus labores; agradecía no usar su saco para esto. Empezó con la mezcla para intentar poner los ladrillos en su lugar, porque con lo de poner cartón para intentar safarse no le funcionó y solo lo hizo ser la burla unas horas...
Suspiró agotado y empezó a colocar mezcla y ladrillo, uno por uno. Se veía entretenido y confiado en lo que hacía, pero en su mente solo podía reclamar que él era un inventor, el mejor inventor, no un albañil. Eso de trabajar con ladrillos no le gustaba, prefería hacer cosas como soldar, poner los tornillos en su lugar, armar planos; lo que tuviera que ver con el metal, pues. Pero los ladrillos... eran una molestia, son pesados y se usaba mezcla, y uno por uno se iba armando y, más encima, había que esperar a que se solidificaran, porque si uno quería seguir poniendo bloques y lo de abajo estaba seco, se cae...
Así continuó la mañana, intentando ser paciente y esperar a que la mezcla se secara. Y cuando creía que estaba seca y quería poner otro bloque... este se caía, casi pisando su cola como si fuera una especie de juego enfermizo.
Suspiró aliviado al ver que no todo el muro se había caído, pero uno de los ladrillos de arriba sí cayó, partiéndose en trocitos y aplastando su cola.
Este chilló de frustración y dolor mientras la dueña del hotel lo miraba desde el fondo del pasillo. Charlie lo miró con cierta empatía, Sir Pentius se estaba esforzando por arreglar su error y sí, habían hecho un trato de que confiscarían sus armas y sus inventos y que tendría que reparar la pared con sus manos, pero... no podía simplemente dejarlo así. Dos semanas y apenas había logrado algo y sabía que no estaba aplazando porque se quisiera quedar, sino porque literalmente no podía.
"-Entonces... Sir Pentius", se acercó la chica con cuidado viendo cómo la serpiente apoyaba en el suelo y sobaba su cola- te sentirías más cómodo si... llegáramos a otro acuerdo?
"-Escucho..."
"-Tienes todo permiso en usar tus herramientas e inventos."
"-¡Puedo usar a mis secuaces!?" gritó emocionado y con los ojos brillantes la serpiente.
"-Em..." dio una sonrisa incómoda la chica mientras negaba- no... aún tienes que hacerlo solo, pero, a tu forma.
"-¡De verdad!?, por fin voy a olvidarme de la estúpida mezcla."
"-Pero, también... tienes que hacerme un pequeño favorcito, ¿podrías... hacer las paces con Alastor?"
La serpiente solo alzó una ceja sin creer lo que le estaban pidiendo.
"-Pero ya me disculpé."
"-Sí, pero... siento que las cosas siguen muy tensas entre ustedes dos y sí, sé que quieres pelear con él, pero puedo saber la razón?"
Pentius se veía reacio a hablar al respecto, por lo que simplemente se apoyó en la parte buena de la pared e hizo un leve puchero explicando que quería vencer a Alastor en una pelea para mostrar su poder.
"-Pero ya eres valioso, todos los demonios lo son", empezó a decir la chica mientras le tomaba de las manos y las acercaba al corazón de él con esa forma cursi y dulce de ser, casi como si fuera a cantar en cualquier momento, pero porque esto es un libro, pues, no se va a poner a cantar.
Pentius la miró con ojos brillantes, creyéndose de lleno sus palabras mientras asentía conmovido.
"-Mh... ¿qué tal si organizo una pequeña comida, solo tú y él, así podrán conocerse y hacer las paces, y yo seré la mediadora."
"-Bien... voy a intentar- d-digo, voy a disculparme con él."
"-Me alegro de escuchar eso!, voy a hablarle a Alastor entonces, tú... -Charlie iba a decirle que siguiera reparando la pared, pero viendo cómo su cola se había magullado y había estado sus dos horas poniendo el mismo ladrillo decidió ser buena- tómate un descanso, ¿sí?
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Charlie fue con Sir Pentius arrastras al cuarto de Alastor, este estaba leyendo un libro sobre magia vudú mientras sus espectros buscaban libros; Pentius se sintió insultado porque las entidades de Alastor perfectamente pudieron haber reparado la pared.
"-Charlie, querida!" saludó cordialmente el de colores rojos- y tú...
Antes de que Sir Pentius le gritara su nombre, la dueña del hotel pasó del tema.
"-Alastor, quería invitarte a que tú y Sir Pentius hicieran las paces, pero... quería hacerlo en una especie de merienda o comida amable y yo como mediadora."
"-Hacer las paces de qué, si este no me ha hecho nada" respondió Alastor con una sonrisa sarcástica y con toda la intención de molestar.
"-Oh, en ese caso será todo más fácil."
"-Es más como una mosca, es molesto, un golpe y se acabó la situación."
"-¡Alastor no!"
Sir Pentius se quedó callado esperando que la conversación terminara. Todo lo que quería era el perdón de Charlie, arreglar la pared, pirarse a su casa e intentar matar a Alastor para tener el respeto de la 3V y así... ser el Overlord que merece.
Estaba tan absorto en sus pensamientos que no notó cómo ya se había planeado una pseudo merienda para hacer las paces. El pobre no había podido elegir qué comida se serviría...
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