𝐗𝐗𝐈𝐈. 𝐖𝐡𝐞𝐫𝐞'𝐬 𝐒𝐭𝐢𝐥𝐞𝐬?

Nueva portada!!

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Melissa no nos habló ni a mí ni a Scott en los siguientes días, y la verdad, no la culpaba. Yo tampoco le hablé demasiado a Scott, aún no podía creerme que nos estuviera traicionando de esa manera.

Había seguido viviendo con los McCall por el simple hecho de que Derek no pensaba que estuviera segura con él, y es verdad, los Argent no le quitaron ojo de encima después de lo de la comisaría.

De hecho, Scott cerraba su puerta con llave cada noche para que su madre estuviera tranquila, y yo solía ir a casa de Stiles. Dormía sentada en el suelo, con la espalda apoyada en su cama, pero siempre me marchaba antes de que él se despertara.

Unos días después de la muerte de Matt, porque sí, Matt había sido asesinado, y tenía una pequeña sospecha de quién había sido, el sheriff había venido a verme a casa.

Spoiler, seguro que había sido Gerard.

Cuando abrí la puerta de la casa, y vi al sheriff allí me quedé algo confundida. Porque sí, el padre de Stiles había recuperado su trabajo.

—¿Ocurre algo, sheriff?

—Tenemos que hablar. ¿Está Melissa? —me preguntó y Scott llegó a mi lado.

—No se encuentra muy bien —le dijo él.

Mentira, Melissa no salía de su habitación si estábamos en casa, por eso intentábamos salir lo máximo posible, aunque sólo fuera quedarnos sentados en silencio a unos metros de la casa.

—Puedo imaginarmelo, aquella noche fue dura para todos. ¿Podemos pasar? —nos preguntó y ambos asentimos apartándonos de la puerta.

El sheriff entró con un portátil y lo dejó encima de la mesilla del salón antes de sentarse en el sofá.

—¿Que pasa, sheriff? —le preguntó Scott.

—Tras la muerte de Matt, fuimos a su casa, y encontramos fotos de Grace. Muchas. Incluso había algunas editadas. Matt se había inventado toda una relación contigo —me dijo y mi mente voló a aquel día en el bosque.

—¿Puedo ver las fotos? —le pregunté y miró a su compañero antes de dejarme el ordenador encima.

Al abrirlo, vi una carpeta con mi nombre, la carpeta tenía más de quinientas fotos y vídeos.

Pero no me importaron lo más mínimo. Busqué la fecha del día que fui al bosque, y efectivamente, él también había estado allí.

Empecé a mirar las fotos con la mirada confusa de los presentes en mí, hasta que vi una foto que me dejó claro que no estaba loca, que de verdad había olido su esencia.

Un lobo blanco estaba en una de las esquinas de la foto, pero no cualquier lobo.

Era un hombre lobo.

Mi padre.

—Está vivo —susurré antes de salir corriendo hacia mi coche.

Me subí y rápidamente empecé a conducir hacia mi antigua casa. Al llegar empecé a mirar a todos lados.

—¿Papá? —pregunté y escuché pasos detrás de mí. Al girarme, allí estaba el lobo.

Sonreí antes de ponerme de rodillas y mi padre se acercó a mí. Yo tenía los ojos llenos de lágrimas cuando puso una de sus patas sobre mi pierna. Rápidamente, lo abracé mientras lloraba, y él se dejó abrazar sin problema.

Supuse que no se transformaba por miedo a que alguien más lo pudiera ver, de esa forma, yo era la única que sabía quién era en realidad.

Al separarnos, el lobo me miró feliz y me pegó un lengüetazo en la mejilla, haciéndome reír.

Se escucharon pasos, pero él no pareció asustado, así que me giré para mirar quién era. Al hacerlo, vi a mi hermano, y corrí hacia él, no lo había visto desde aquella noche en la comisaría.

Tras unos segundos, nos separamos, y cuando me giré hacia donde estaba mi padre, él ya no estaba.

—Nadie puede verlo, Grace. Eso nos pondría en peligro —me dijo y me giré hacia él.

—¿Lo sabías?

—Lo vi cerca del cuerpo de Laura cuando volví, él no quería que nadie supiera que seguía vivo. Me pidió que no te lo contara —me dijo y lo abracé por la cintura.

En el camino a casa, me puse a pensar. Mi padre había fingido su muerte, tenía un plan. ¿Que me decía que Scott no lo tenía? Me había acogido en su casa y me había tratado como a una hermana, confiaba en él. Así que iba a estar de su lado, incluso si eso significaba confiar ciegamente en alguien que no fuera mi instinto.

Cuando llegué a casa vi a Gerard saliendo de ella con el Kanima, así que me quedé en el coche, y pude escuchar la conversación entre Scott y Melissa.

—Mamá, ¿estás bien?

—No se que está pasando. No se que era esa cosa, o lo que eres tú, pero lo que sea que quiere, dáselo —le dijo ella y pude notar el miedo en su voz.

—Mamá, no es tan fácil —le dijo él.

—Haz lo que quiera. Solo... Dale lo que quiere.

—Lo que él quiere es matar a Grace y a su familia, mamá. Y no sé si puedo darle eso —escuché que decía Scott y miré a Derek.

—¿Puedes llevarme a ver a Deaton? —le pregunté y él me miró confuso antes de arrancar el coche.

En unos minutos estábamos allí y al abrir la puerta de la tienda, Deaton pareció saber que iba a ir, porque me estaba esperando con la puerta abierta, para que pudiera entrar sin problema.

—¿Cómo está tu padre? —me preguntó una vez dentro.

—¿Bien? —le dije con duda.

—Fue él quien me pidió ayuda para fingir su muerte y poder manteneros a salvo —me dijo y asentí—. Scott llegará en unos minutos.

Y así fue, Scott estuvo allí pasados unos minutos. Los tres estuvimos en silencio hasta que alguien abrió la puerta delantera. Al acercarnos, Isaac estaba delante de nosotros.

—Pasa, Isaac. Estamos abiertos —dijo y Isaac entró.

Deaton se volvió a acercar al perro que estaba tratando y le puso una inyección.

—¿Por qué huele así? —dijo Isaac y Scott, Deaton y yo reímos por lo bajo—. ¿Qué?

—Scott dijo casi lo mismo hace unos meses. Un día pudo, de alguna manera, diferenciar que animales se estaban recuperando, y cuáles no —le explicó Deaton.

—No está mejorando, ¿verdad? —dijo y Deaton negó con la cabeza—. ¿Como cáncer?

—Osteosarcoma —le dijo Deaton—. Tiene un olor muy peculiar, ¿verdad? —nos preguntó a Scott y a mí y ambos asentimos.

Yo acerqué mi mano al cachorro y le quité algo de dolor. Isaac me miró confuso y Deaton decidió enseñarle otra de las habilidades de hombre lobo.

—Ven aquí —le dijo y Isaac se acercó—. Sé que sabes bien que es lo que tus habilidades pueden hacer por tí. Mejor fuerza, rapidez, y curación. ¿Nunca has pensado en que podría hacer por otros? —le dijo y Isaac me miró.

Miré a Deaton esperando su aprobación y él asintió, así que me acerqué a Isaac.

—Dame tu mano —le dije y así lo hizo.

Coloqué su mano sobre el perro e inconscientemente, empezó a quitar su dolor, haciendo que sus venas se vieran negras durante unos segundos.

—¿Que acabo de hacer? —dijo con los ojos llenos de lágrimas.

—Le has quitado una parte de su dolor —le dije mientras Isaac se tocaba el brazo, donde seguramente aún sentía algo de dolor.

—Solo un poco. Pero a veces un poco, puede hacer una gran diferencia —le dijo Deaton y Isaac empezó a llorar.

—Está bien. La primera vez que lo hice, yo también lloré —dijo Scott y Isaac rió orgulloso de su acción.

Tras unos minutos, Deaton había devuelto al perro a su jaula mientras Scott y yo recogíamos los materiales utilizados.

Solía ayudarles en la clínica, ya que, literalmente, le debía la vida a Deaton.

—Se van a marchar esta noche, durante el partido —nos dijo Isaac.

—¿Y por qué nos lo cuentas a nosotros? —le preguntó Scott meintras nos acercábamos a él.

—No os lo estoy diciendo. Os estoy preguntando. Os estoy pidiendo vuestro consejo.

—¿El nuestro? ¿Por qué? —le pregunté confusa.

—Porque confío en vosotros —dijo y nos quedamos unos segundos en silencio.

—¿Por qué? —le preguntó Scott.

—Porque parece que vosotros siempre queréis hacer lo correcto —nos dijo y miré a Scott, quién también me estaba mirando. No nos esperábamos esa respuesta.

—Normalmente no tengo ni idea de lo que estoy haciendo. De hecho, nunca sé lo que estoy haciendo, por eso necesito a Grace —le dijo Scott, y eso fue lo que me hizo sentir, que por alguna razón, Scott jamás me traicionaría. Tenía que tener un plan.

—¿Quieres que os diga que estáis haciendo ahora mismo? —nos preguntó Isaac.

—No nos vamos a ir a ningún sitio, si es a lo que te refieres —le dije.

—Tenemos demasiadas personas aquí que nos necesitan —le dijo Scott.

—Bueno, supongo que eso me hace afortunado porque... Porque no tengo a nadie, así que... —dijo Isaac antes de empezar su camino hacia fuera.

—¿Vas a irte con ellos? —le preguntó Scott.

—Sí. Creo que sí —nos dijo Isaac y me acerqué a él.

—Sé que no nos hemos llevado muy bien desde que te convertiste en el beta de mi hermano. Pero si alguna vez necesitas cualquier cosa, y me refiero a cualquier cosa, llámame —le dije—. Y si decides quedarte, quiero que sepas que aquí tienes una hermana —dije antes de abrazarlo.

Él me devolvió el abrazo y pude oler la felicidad emanar de él.

—Buena suerte en el partido, vais a necesitarla.

—¿De que hablas? —le preguntó Scott.

—Jackson va a jugar —dijo y Scott y yo nos miramos sabiendo que teníamos que ir a ese partido.

***

Llegué al colegio y entré en el vestuario de chicos, ya que el entrenador había pedido hablar conmigo. Al entrar Gerard parecía estar dando una especie de discursos, y mi pulso se aceleró al verlo, solo quería arrancarle la cabeza.

—Soy vuestro director, pero también soy un fan. Así que no esperéis que me conforme con que ganeis por poco. Salir ahí, y asesinarlos —dijo y pude ver las caras de Stiles y Scott, eso era definitivamente una indirecta para los tres—. Señorita Hale, no creo que deba estar usted aquí —me dijo y la mirada de todos los chicos cayó en mí.

—Yo la he llamado, director —le dijo el entrenador—. Como McCall no va a poder jugar por sus notas, he pensado que la mejor persona para sustituirlo es la señorita Hale —dijo y pude ver una sonrisa asomarse en el rostro de Gerard, él sabía que me aterraba Jackson, así que decidí borrarla enseguida.

Tras ver a mi padre supe que se podía sobrevivir a él, y que incluso una criatura como el Kanima, puede ser vencida, y si es así, voy a hacerme cargo de que el Kanima no vuelva a levantarse del suelo, incluso si eso significaba acabar con Jackson.

Con una sonrisa burlona, me acerqué a Jackson.

—Como eres el único co-capitán que va a jugar hoy, quiero saber si estás de acuerdo con esto, Jackson —dije y él asintió.

—Sí, claro. Te he visto jugar, eres buena —me dijo y me giré hacia Gerard con una sonrisa burlona, mientras él me miraba con rabia. Después de eso, él salió de los vestuarios para ir a las gradas.

El entrenador se acercó a mí y me dio una camiseta con el número 17. Lo miré con el ceño fruncido al ver que también tenía mi apellido.

—¿Desde cuándo tiene esto, entrenador? —le pregunté.

—Desde el día en el que conseguiste que todos estos inútiles fueran al campo motivados —me dijo y se escucharon varios sonidos de molestia.

—¿Desde el día que llegué a Beacon Hills? —le pregunté y asintió antes de salir del vestuario.

Mientras yo me vestía con el uniforme, Scott fue a hablar con el entrenador, y no parecía que le fuera a dejar jugar.

Cuando salí al campo, Scott y Stiles estaban en el banquillo, así que fui a sentarme con ellos.

—Va a ser malo, ¿verdad? —nos preguntó Stiles cuando me senté a su lado—. Quiero decir, ¿gente gritando, corriendo por sus vidas, sangre, muerte, cualquier tipo de mal?

—Eso parece —dijo Scott y negué con la cabeza.

—No si yo puedo evitarlo —les dije y ambos me miraron.

—¿Desde cuándo puedes acercarte a Jackson sin temblar? —me preguntó Stiles y me quedé en silencio.

—¿Es por lo que has salido corriendo esta mañana al ver las fotos? ¿Que habías visto, Grace? —me preguntó Scott y sonreí.

—No es importante. Solo necesitáis saber que no tengo miedo de partir ese culo de lagarto en mitad del campo —les dije y ambos sonrieron, pero a Stiles se le borró la sonrisa de la cara enseguida.

—Chicos, la otra noche al ver a mi padre ser golpeado en la cabeza por Matt, mientras que yo, estaba tumbado en el suelo sin poder moverme, es solo que... Quiero ayudar, ¿sabéis? Pero no puedo hacer las cosas que vosotros hacéis. No puedo... —dijo y Scott y yo lo estábamos mirando con pena, lo entendíamos.

Si para nosotros era duro todo aquello, que formábamos parte de ese mundo, no podía imaginarme lo duro que estaba siendo para Stiles, quién simplemente fue arrastrado a él.

—Está bien —le dijo Scott.

—Estamos perdiendo, chicos —nos dijo Stiles y el entrenador se acercó indignado.

—¿De que narices estás hablando? —le preguntó—. El partido ni siquiera ha empezado. Ahora, poneros vuestros cascos y salir ahí —nos dijo a Stiles y a mí.

—¿Has dicho vosotros? ¿Voy a jugar? —preguntó Stiles sin creerlo—. ¿En el campo? ¿Con el equipo?

—Sí, a no ser que prefieras jugar contigo mismo —le dijo el entrenador.

—Ya he hecho eso hoy, dos veces —dijo y solté un quejido.

—Demasiada información —le dije antes de ponerme el casco y salir al campo.

Stiles llegó a mi lado segundos después y pude escuchar a su padre gritar orgulloso.

—¡Mi hijo está en el campo!

—Oh Dios mío —exclamó Stiles al escucharlo y no pude evitar reír.

Tras unos segundos vi a Gerard hablando solo, y supe que estaba hablando con Scott así que agudicé mi oído y empecé a escuchar lo que quedaba de conversación.

—Así que dime Scott. ¿Quién va a morir esta noche? Debería ser tu madre, que ha sido tan valiente de venir a apoyarte? ¿O el sheriff, el padre de tu mejor amigo? ¿O qué tal la pelirroja que fue capaz de sobrevivir a la mordida de un Alfa? —preguntó y al mirar a las gradas vi a Lydia sentada junto a Melissa.

Lydia me miró y sonrió, mientras me saludaba con la mano. Yo hice lo mismo, parece no acordarse de lo que pasó en su casa. Aunque no la culpo, ya que estaba bajo el control de Peter.

—¿Y si quién muere esta noche es tu querida mujer lobo? —preguntó mirándome, a lo que lo asesiné con la mirada—. ¿O alomejor uno de estos inocentes adolescentes con toda su vida por delante? ¿O debería hacerle un favor a todo el mundo y matar a ese ridículo entrenador? Depende de tí, Scott. Pero vas a ayudarme a acabar con Derek —dijo y sentí como mis ojos se iluminaban del enfado.

Dejé de escuchar, y por primera vez en mucho tiempo, la rabia y el odio consiguieron controlarme.

El partido comenzó y cuando vi a un miembro del equipo contrario coger la pelota, corrí hacia él. Lo empujé tirándolo al suelo y cogí la pelota al aire antes de correr hacia la portería, esquivé a un par de personas y conseguí meter un gol.

Todos aplaudieron y gritaron, pero seguía sin poder controlarme, solo quería hacer daño y Gerard lo sabía. Lo sabía por la mirada de suficiencia que me echó.

Jackson metió el siguiente gol, y solo verlo, me daban ganas de arrancarle la cabeza.

De repente a Stiles le llegó la pelota, pero se quedó quieto y lo placaron. La siguiente vez tardó demasiado en coger la pelota con la red y volvieron a placarlo.

Al conseguir la pelota se la pasé a Stiles esperando que así consiguiera meter un gol, pero la pelota le dio en el casco.

Terminó el primer tiempo e intenté calmarme, pero no podía, solo pensaba en Gerard y en Jackson, cosa que cada vez me estaba enfadando más.

—Has venido a ayudar —dijo Scott y cuando me giré para ver con quién hablaba, Jackson me dio un golpe pasando por mi lado.

Miré a Gerard y ahí estaba, sonriendo como si estuviera ganando toda esa mierda.

Intenté no centrarme en él, así que volví a girarme hacia Scott y vi que hablaba con Isaac.

—¿Tienes un plan ya? —le preguntó Isaac.

—No, ahora mismo es evitar que Jackson mate a alguien. Aunque no sé cuál de los dos es el que va a matar primero —dijo Scott y Isaac frunció el ceño.

—¿De quién hablas?

—De Grace. Ha perdido el control, la ira la ha cegado y tengo miedo de que sea ella quien explote y mate a alguien —le dijo Scott.

—Entonces será más fácil para mí —dijo Isaac y Scott lo miró confuso—. Si tienes que estar en el partido, tendremos que hacer que el resto de jugadores de nuestro equipo no puedan jugar. Si Grace está furiosa, será más fácil que no puedan volver a jugar, aunque puede que si Grace se pasa tampoco puedan andar por un tiempo.

—Intenta que no mande a nadie al hospital —le dijo Scott y Isaac asintió antes de colocarse a mi lado.

—No te pases —me dijo Isaac, suponiendo que había escuchado la conversación.

Cuando empezó la siguiente fase del partido, Jackson le pasó la bola a uno de nuestros compañeros y cuando corrió por mi lado le di con la red en la cara.

—¡Hale! —me gritó cabreado el entrenador al ver que el adolescente se había quedado inconsciente.

El entrenador metió a otro jugador y al empezar el juego tanto Isaac cómo yo corrimos hacia él. Pobre chico, creo que le rompimos un par de costillas al darle cada uno un golpe en cada costado.

El entrenador sacó al último suplente y cuando empezó el partido Jackson me golpeó en el pecho tan fuerte, que pude sentir los huesos de mi espalda romperse cuando caí al suelo rodando unos metros.

Todos se quedaron en silencio esperando a que me levantara, pero ojalá no lo hubiera hecho, porque cuando me levanté todo lo que veía era la cara de Jackson con una diana en ella y mis puños eran los dardos.

Corrí hacia él y cuando estaba apunto de golpearlo, Isaac me agarró de la cintura apartándome de Jackson.

—¡Grace! ¡Grace! —me gritó y Scott llegó a nuestro lado en escasos segundos.

—¡Apártate! ¡Voy a matarlo! —grité con todas mis fuerzas mientras Scott y Isaac tenían problemas para mantenerme quieta.

—¡Grace, contrólate! —me dijo Scott mientras todos veían la escena, algo confusos.

—¡Cállate! ¡Todo esto es culpa tuya! ¡Tú eres el que los está ayudando a ir a por mi hermano! —grité y Scott se quedó pálido—. ¡Te escuché en la comisaría! ¡Eres un traidor! ¡Confiaba en tí! —grité lo último con todas mis fuerzas sacudiéndome para soltarme del agarre de Isaac.

Estaba tan ocupada gritando que no me di cuenta de que cierta pelirroja se había acercado a nosotros.

—Grace, para por favor —me dijo pero no podía dejar de sentir esa sed de sangre.

De repente Scott corrió a algún sitio que no pude visualizar mientras Lydia me miraba asustada. Tras unos segundos en los que seguía intentando que Isaac me soltara, Stiles llegó a mi lado y en cuanto me dio la mano todo mi cuerpo se relajó.

—Tranquila —dijo Stiles acercándose a mí.

Me quedé en silencio con la mirada de todos encima. Al ver que no me movía, Isaac me soltó y me quedé mirando a Stiles.

—Lo siento —dije tras unos segundos, mirando a Scott.

Lydia se acercó a mí algo asustada, antes de rodearme los hombros y llevarme a las gradas junto a Melissa y al sheriff. Melissa me miró algo asustada antes de abrazarme.

—Siento mucho lo de los últimos días —dijo y la abracé de vuelta.

El partido continuó como si nada y Isaac seguía eliminando gente.

—¡Lahey, enserio! ¿¡Cuál es tu problema!? —le gritó el entrenador.

Rápidamente Jackson placó a Isaac y supe que lo había paralizado, pero lo confirmé cuando se lo llevaron en camilla inmobilizado.

—¿Quieres jugar al ajedrez, Scott? Entonces tendrás que estar dispuesto a sacrificar a tus peones —le dijo Gerard y apreté la mandíbula.

Cuando sentí que iba a perder el control, la mano de Lydia agarró la mía y me sonrió.

—¿Te sientes incómoda conmigo por lo de mi fiesta? —me preguntó al ver que no le sonreía de vuelta.

—¿Qué? No, claro que no  —le dije y suspiró aliviada.

—Entonces, ¿seguimos siendo amigas? —me preguntó con duda y sonreí.

—Claro que sí, Lyds —le dije y Melissa me agarró de la mano antes de bajar de las gradas y acercarnos a Scott.

—Algo está pasando, ¿verdad? Algo más que un partido de lacrosse —nos dijo y Scott y yo nos miramos.

—Deberías irte —le dijo Scott y Melissa sonrió.

—Yo no me voy a ningún sitio. Pero lo que te he dicho antes, olvídalo. Todo, ¿vale? Si puedes hacer algo para ayudar, hazlo. Tienes que hacerlo —dijo mirando a Scott, y supuse que se refería a la conversación que habían tenido en casa, la que involucraba entregarnos a mí y a mi hermano.

—Lo haré —dijo Scott y Melissa y yo volvimos hacia las gradas.

Pero me detuve al no ver a Gerard allí. Me puse a pensar hasta que me di cuenta.

Isaac.

Scott pasó por mi lado corriendo y lo escuché hablar mientras se alejaba.

—Vigila a Jackson, yo me ocupo de Isaac.

Así que volví a las gradas junto a Lydia. Cuando volví a mirar el partido, Stiles estaba frente a la pelota, mientras que el resto de jugadores buscaba la bola.

Stiles cogió la pelota con la red y empezó a correr asustado al ver al resto de jugadores correr hacia él. Se detuvo frente a la portería mientras miraba a todas partes asustado.

—¡Stilinski! ¡Lánzala! ¡Lánzala! —le gritaba el entrenador, pero Stiles seguía pareciendo perdido.

—¡Lánzala! —le grité y pareció salir del trance en el que estaba. Lanzó la pelota y marcó gol.

Toda la grada se levantó aplaudiendo y vitoreando. Lydia y yo nos abrazamos celebrando.

—¿He metido un gol? —escuché preguntar a Stiles—. ¡He metido un gol! ¡He metido un gol! —gritó lleno de euforia.

Stiles volvió a marcar, dejando el panel en 9-9, mientras todos le aplaudían y animaban. Cada vez que marcaba, sentía una felicidad en el pecho que no podía explicar, y la verdad es que el sentimiento no era nada desagradable.

Cuando Stiles estaba de camino a marcar otro gol me levanté de la emoción y cuando lo marcó empecé a gritar y a aplaudir.

Pude ver a Stiles mirarme y le sonreí orgullosa de él, y entre todo el ruido que había a mi alrededor, pude escuchar su corazón acelerarse más de lo que ya estaba. Pero también sentí el mío hacer lo mismo.

Y ahí lo supe.

Supe que estaba perdida.

Supe que estaba completamente enamorada de Stiles Stilinski, y que no había nada ni nadie que me pudiera mantener alejada de él. Porque después de mucho tiempo, él había conseguido hacerme sentir viva de nuevo, me había hecho sentir libre.

Pero obviamente nada puede ser tan bonito.

En cuanto aparté la vista de Stiles, vi a Scott mirar a Jackson, y sabía que ese había sido su límite de tiempo. Jackson iba a empezar la matanza.

Jackson sacó sus garras y cuando el reloj marcó cero, haciendo a nuestro equipo ganador, todos los focos se apagaron, dejándonos en completa oscuridad.

Una mujer gritó y había alguien tumbado en el campo de lacrosse. Encendí mis ojos mientras veía a todos correr a nuestro alrededor y al llegar a la mitad del campo no podía creerlo.

Jackson estaba muerto.

Los focos volvieron a encenderse, y el entrenador corrió en nuestra dirección.

Melissa llegó a nuestro lado y Lydia se agachó al lado de Jackson llorando. Isaac y Scott se colocaron a mi lado, mirando el cuerpo sin vida de Jackson.

—Que empiece el juego, Grace —escuché que decía Gerard y cuando me giré me di cuenta de que faltaba alguien.

¿Donde está Stiles? ¿Stiles? —grité—. ¡Stiles! ¡Stiles! —pero nada, no estaba. Ni siquiera percibía su olor, era como si hubiera desaparecido.

Noah empezó a llamarlo también, pero no hubo rastro de Stiles y no solo eso, sino que Jackson no había muerto por casualidad, sino que se había hecho eso a sí mismo.

Nada tenía sentido, o al menos no lo tenía entonces.

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