⁰⁴ Nympha y Nix
「❛ ⁰⁴ Nympha y Nix ❜」'
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Desde aquel día, he tratado de mantener una fachada intacta, fingiendo que todo estaba bien. Pero por dentro... era diferente. Me sentía asqueada de mí misma. No soportaba el contacto físico de nadie, ni siquiera de mis amigos, aunque intentaba tolerarlo para no levantar sospechas. No quería preocuparlos ni alertarlos de que algo estaba terriblemente mal conmigo
Hoy, la clase tenía un propósito emocionante: elegir nuestros nombres de héroes. La profesora Midnight estaría guiándonos en este proceso, ayudándonos a encontrar un nombre que nos definiera como futuros héroes. Los demás parecían emocionados, discutiendo entre risas y entusiasmo. Yo, en cambio, apenas podía concentrarme
Mí mente divagaba. Había barajado la idea de usar mi propio nombre, Nixya, pero no parecía lo suficientemente representativo
¿Qué tenía de especial? No encontraba la respuesta
Mientras estaba absorta en mis pensamientos, una voz familiar me sacó abruptamente de mi ensimismamiento
- Nympha -
Levanté la cabeza, confundida, y vi a Bakugou mirándome desde su asiento
- ¿Qué? - parpadeé, todavía procesando la palabra que había dicho
- Si alguien te llama Nixya o Nix, no pensará en una heroína que controle líquidos. Idiota - gruñó, tomando mi hoja sin pedir permiso
Con su habitual rudeza, escribió el nombre "Nympha" en el papel y lo dejó caer sobre mi escritorio
- Parece un buen nombre para alguien que controla líquidos -añadió sin mirarme, como si fuera lo más obvio del mundo, y volvió a sus cosas
Mi rostro se calentó al instante, y sentí cómo mis mejillas se sonrojaban
- Gracias... -murmuré apenas audible, sorprendiéndome de que alguien como él, tan explosivo y distante, hubiera pensado en algo tan significativo para mí
Cuando llegó mi turno de pasar al frente, mi estómago se encogió
Con algo de nerviosismo, me levanté de mi asiento, sujetando la hoja con fuerza. Caminé hacia el frente, tratando de controlar el temblor en mis manos
Respiré profundo antes de mostrar mi elección a la clase
- He elegido "Nympha" como mi nombre de héroe - dije, sintiendo todas las miradas sobre mí. Hice una pausa, buscando las palabras - Alguien dijo que mi nombre no era apropiado para un quirk como el mío... que este encajaba mejor -
Miré de reojo a Bakugou, que fingía estar distraído, pero nuestras miradas se cruzaron brevemente
Fue solo un instante, pero suficiente para sentir una punzada en el pecho. Mi corazón latió con fuerza, y por un momento, su habitual dureza pareció más... cálida
- Un nombre hermoso, Nix - dijo Midnight, sonriente.
Sentí un pequeño alivio al escuchar eso y regresé a mi asiento, donde intenté no mirar a Bakugou de nuevo
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Cuando llegó la hora del descanso, no fui con mis amigos a la cafetería. Necesitaba un respiro, algo de soledad para ordenar mis pensamientos y emociones. Subí a la azotea y me senté en un rincón, abrazando mis piernas. La brisa fresca de la azotea me envolvía, pero no podía evitar recordar lo que Dabi me había hecho. No pude evitarlo más. Las lágrimas comenzaron a caer silenciosamente, deslizándose por mis mejillas
- ¿Nix? - una voz me hizo saltar, rompiendo mi momento de soledad
Levanté la vista rápidamente y vi a Sero acercándose
Me apresuré a secarme las lágrimas con mis mangas, pero Sero no me dejó hacer nada más
Tomó suavemente mis manos, deteniéndome en mi intento por ocultar mi vulnerabilidad
Me sentía avergonzada qué solo oculte mi rostro tras mi cabello, en un intento de seguir protegiéndome
- No tienes que hacerlo, Nix - dijo con un tono cálido, pero con una seriedad que no había escuchado antes
Sus dedos envolvieron los míos, y aunque fue un gesto simple, sentí como si estuviera sosteniendo el único pedazo de paz que quedaba dentro de mí
Mantuve mi mirada baja, avergonzada por mostrarme débil frente a él. Pero algo en su presencia me hacía sentir... segura. Como si, por primera vez en mucho tiempo, no tuviera que ocultarme
- ¿Qué pasa, Nix? - preguntó, pero esta vez su voz estaba llena de suavidad, como si no quisiera presionarme
El silencio entre nosotros se alargó, y por un momento, el peso de mis pensamientos se volvió aún más pesado
No podía hablar. No podía contarle lo que realmente me estaba pasando. Dabi, mis secretos... Todo eso era demasiado para compartir
Sero notó mi conflicto, y sin decir una palabra más, me rodeó con su brazo y me acercó a él. No lo esperaba, pero no me alejé. Su abrazo fue cálido, firme, pero suave. Como si me estuviera protegiendo
Era tan natural, tan reconfortante, que ni siquiera me di cuenta de cómo me apoyé en su hombro. Su aroma, el calor de su cuerpo, me envolvieron de una manera tan suave que casi me sentí culpable por ceder tan fácilmente
- Está bien, Nix - dijo suavemente, como si leyera mis pensamientos - No tienes que decir nada si no quieres. Solo... no quiero que estés sola -
Mis ojos se llenaron de lágrimas de nuevo, pero esta vez, no traté de detenerlas
- Llora todo lo que quieras, no dejaré que nadie te vea - murmuró en mi oído, y esa confesión me llegó más de lo que esperaba
Me aparté ligeramente para mirarlo, y en sus ojos vi algo que no estaba seguro de querer entender. Había algo ahí... una chispa de preocupación, sí, pero también algo más. Algo que parecía ir más allá de la amistad
- Sero... - susurré, incapaz de decir más. No sabía si quería escuchar lo que podría decirme, o si prefería seguir guardando mis sentimientos en silencio
Él no contestó, pero sus dedos se enredaron en mi cabello con una suavidad que hizo que mi corazón se acelerara
- No siempre tienes que cargar con todo, ¿sabes? - dijo en un tono suave, casi susurrando
Esas palabras, tan sencillas, me destrozaron. Me desarmaron por completo
No era que no lo supiera, es que nunca había alguien que me lo dijera. Había estado tan sola, que había olvidado qué podía pedir ayuda. Y ahora, aquí estaba, dejándome derrumbar
Me quedé allí, en sus brazos, durante lo que pareció una eternidad. Sin presiones, sin expectativas. Solo el calor de su abrazo, el consuelo de su presencia. Finalmente, mis lágrimas se detuvieron, y aunque no me sentía completamente bien, me sentía un poco más ligera. Un poco más entendida
Sero no dijo nada más. No necesitaba hacerlo. Estábamos bien, de una manera silenciosa y reconfortante. Y por primera vez en mucho tiempo, me sentí agradecida por la compañía de alguien, sin necesidad de mentir, sin necesidad de esconder mi dolor
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Regresé a casa con la mente enredada. Hice mi tarea casi en automático, pero mi mente estaba en otro lugar. O mejor dicho, en otra persona. Bueno, en dos personas
Me tiré en la cama, con la mirada fija en el techo, y los recuerdos del día empezaron a invadir mi mente como una tormenta. Todo lo que había pasado en la escuela parecía más intenso ahora, como si el silencio de mi habitación amplificara cada detalle
Primero, Bakugou. Esos ojos rojos intensos que parecían atravesarme. Brillaban con una intensidad que pocas veces había visto, casi como si pudieran quemarme. Esa sonrisa arrogante que a cualquiera haría rabiar, pero que a mí me hacía... sonreír. Me costaba admitirlo, pero su agresividad no me asustaba; al contrario, me encantaba
Su mera presencia irradiaba agresividad, como si el mundo entero fuera su rival, y aun así... había pensado en mí
- Un nombre de héroe... solo para mí - suspiré
Cerré los ojos y recordé el momento exacto en que tomó mi papel y escribió "Nympha". Fue brusco, directo, pero al mismo tiempo, de alguna manera, considerado
El hecho de que él, de todas las personas, hubiera se hubiera tomado el tiempo de pensar en algo que me describiera, me hacía sonreír. Sin querer, mis mejillas se calentaron al pensar en él
Había algo en Bakugou que, por más que intentara evitarlo, me hacía sonreír. Era absurdo. Él era ruidoso, explosivo, y todo lo contrario a lo que yo pensaba que buscaba en alguien, pero aún así, algo en él me hacía suspirar, pero tal vez ese era su encanto
- Es tan idiota... - murmuré en voz baja, escondiendo mi rostro entre las manos
Y luego estaba Sero
Abrí los ojos y me giré en la cama, abrazando una almohada mientras recordaba su abrazo. Su calidez, su paciencia, la manera en que simplemente me dejó ser, me vio en mi momento más vulnerable, pero solo me abrazó sin pedirme explicaciones
Había algo reconfortante en él, su calidez, su manera de preocuparse por mí sin forzarme a decir nada, el me hacía sentir protegida, como si todo estuviera bien aunque claramente no lo estuviera
- Sero... - susurré, apretando la almohada contra mi pecho
Él era diferente. No era abrumador como Bakugou, pero eso no lo hacía menos significativo. Su sonrisa fácil, su actitud relajada, y la manera en que me miraba, como si quisiera decirme que todo estaría bien, me hacían sentir segura
Ambos eran tan distintos, y de alguna manera, cada uno me hacía sentir algo que no podía entender
Bakugou, hacía que mi corazón se acelerara, que mis pensamientos se enredaran en un torbellino que no podía controlar. Sero, en cambio, me hacía sentir calma, como si pudiera apoyarme en él sin miedo a ser juzgada
Me mordí el labio, frustrada conmigo misma
- No... no puede ser - me dije en voz baja, tratando de sacudir esos pensamientos
Intenté no pensar más en ninguno de los dos, pero era inútil. Los rostros de Bakugou y Sero seguían apareciendo en mi mente, como si se turnaran para ocupar mi atención. Bakugou con su intensidad y su feroz determinación, y Sero con su calma y su bondad
En algún punto, sin darme cuenta, las imágenes en mi cabeza se mezclaron con mis sueños. Soñé con ambos, aunque no recordaba los detalles. Solo sabía que, al despertar, sentía que el peso en mi pecho se había vuelto más pesado, más confuso
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Tuve una de mis habituales pesasillas, estaba acostumbrada, pero esta vez fue distinta a las demás
Me encontraba acostada sobre el pasto, suave y fresco, mirando un cielo nocturno salpicado de estrellas. Las constelaciones parecían parpadear de manera extraña, como si estuvieran intentando decirme algo
De repente, una voz resonó en el aire. No supe identificarla, pero era familiar, como un recuerdo perdido en el tiempo
- Nix... - llamó la voz, suave, como un susurro entre el viento
Me senté, mirando a mi alrededor. La voz me inquietaba. Sin pensarlo demasiado, me levanté y comencé a correr hacia su origen
El paisaje cambió con cada paso que daba. La pradera se desvaneció y me encontré frente a una puerta, alta y de madera desgastada. La reconocí de inmediato: era la entrada de mi antigua casa, donde vivía con mi papá cuando era niña. Mi pecho se apretó al verla, los recuerdos golpeándome con fuerza
- Nix... - volvió a llamar la voz, esta vez más cerca, casi como si estuviera del otro lado de la puerta
Sin pensarlo dos veces, la abrí. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver el interior. Todo estaba exactamente como lo recordaba. Las paredes pintadas de un amarillo cálido, los muebles desordenados pero acogedores, el olor a madera y especias que siempre había llenado el ambiente
- ¿Papá? - pregunté, mi voz temblando en el aire
No hubo respuesta, pero la voz continuó llamándome. Comencé a subir las escaleras. Cada paso resonaba como un eco interminable. Al llegar al segundo piso, me dirigí a mi antigua habitación
La puerta estaba entreabierta. Empujé con cuidado y allí estaba: mi cuarto de niña, tal como lo recordaba. La cama con sus sábanas de colores, los juguetes esparcidos por el suelo, y sobre el escritorio, una foto mía con mi padre
Tomé la foto en mis manos, mis dedos temblando al rozar el marco. De repente, un calor sofocante llenó el ambiente. Al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que las paredes comenzaban a incendiarse. El humo era asfixiante. Las llamas comenzaron a devorar todo a su paso, todos los recuerdos, todo lo que alguna vez había sido mío
- ¡No! ¡No otra vez! - grité, salí de mi cuarto, toda la casa estaba en llamas
De pronto, una nueva voz me llamó, fuerte, urgente, desgarradora
- ¡Nix! -
Esa voz... la reconocí al instante. Era mi papá, corría por el pasillo hacia su habitación pero el pasillo parecía infinito, alargándose más con cada paso que daba, mi corazón estaba latiendo con fuerza mientras escuchaba la voz de mi padre llamándome, cada vez más desesperada
- ¡Papá! - grité, mi voz quebrándose por el miedo
Cada paso que daba parecía más pesado que el anterior, como si el suelo tratara de detenerme. Cuando finalmente llegué, intenté abrirla, pero no se movía, como si estuviera sellada. Golpeé con fuerza, gritando su nombre
- ¡Papá! ¡Ábre la puerta, por favor! - rogué, mi voz temblando mientras mis manos se golpeaban contra la madera
- ¡Nix! ¡Corre, no es seguro! - su voz era clara, pero detrás de ella había un tono de miedo que nunca le había escuchado antes
- ¡No! No voy a dejarte, ¡abre la puerta! -
Entonces lo vi: un líquido negro y viscoso comenzó a salir de debajo de la puerta, inundando el pasillo rápidamente
- ¿Qué es esto? - jadeé, retrocediendo unos pasos
- ¡Nix, sal de aquí! ¡No me importa lo que pase, solo corre! - su voz ahora era más fuerte, como una orden. Pero no me iba a mover
- ¡No puedo dejarte aquí! ¡No voy a perderte otra vez! - grité, el líquido subiendo rápidamente por mis piernas
- ¡Papá, abre la puerta! ¡Déjame ayudarte, por favor! - mi voz se quebró en un sollozo, mi desesperación creciendo con cada segundo
- ¡No puedes salvarme, Nix! ¡Tienes que salvarte a ti misma! -
- ¡No! ¡No otra vez! ¡No me dejes otra vez! - grité, intentando liberar mis piernas del líquido viscoso que ahora alcanzaba mi cintura
El líquido subió rápidamente, cubriendo mi pecho, mi cuello, y finalmente mi rostro. Lo último que escuché antes de que todo se oscureciera fue su voz
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Desperte de golpe, jadeando y cubierta de sudor. Estaba de vuelta en mi cama, el cuarto oscuro y silencioso. Mi corazón latía con fuerza, como si quisiera escapar de mi pecho, me llevé las manos al rostro, tratando de calmarme
Cuando finalmente aparté las manos de mi rostro, lo vi. Dabi estaba ahí, dormido a mi lado. Por un instante, el pánico me invadió. Pero luego, al notar que aún llevaba puesta mi ropa, dejé escapar un suspiro de alivio
Dormía plácidamente, tan tranquilo, mientras que el miedo me comía por dentro. Mi mente no dejaba de preguntarse cómo había llegado hasta allí, pero no me atreví a hacer ruido
Minutos después, abrió los ojos. Su mirada era distinta a otros días. Menos agresiva, pero igual de vacía
- Qué molesta eres - suspiró, estirándose perezosamente antes de tomarme de la cintura y abrazarme como si fuera lo más normal del mundo
Me quedé inmóvil, sorprendida por su acción. Este lado de él era raro, casi inexistente. No estaba segura de cómo reaccionar
- ¿Cuánto tiempo llevas aquí? - pregunté con cautela, aunque mis palabras temblaban
- Llegué a eso de las doce. Te vi dormida, supuse que estabas teniendo una de tus típicas pesadillas y me acosté a tu lado - respondió con desinterés
No supe qué decir. ¿Dabi, preocupado por mis pesadillas? No podía ser
- No pensé que tuvieras corazón o alguna emoción humana - murmuré, con un tono sarcástico, mirándolo fijamente
Su mirada se endureció, y su expresión cambió a esa habitual frialdad que tanto odiaba - Eres de mi pertenencia, y no quiero que tus dramas afecten mi placer - dijo, poniéndose encima de mí
Su voz era baja, peligrosa, como si intentara recordarme mi lugar
Un nudo se formó en mi garganta, pero no pude responder. Su frialdad me atravesaba, me hacía sentir aún más pequeña de lo que ya me sentía
Intenté apartarme, pero su fuerza era demasiado - No eres más que un objeto que uso para mi disfrute. Si estas triste, me da igual. Si te siente mal, me da igual -
Me agarró de las mejillas con una sola mano, sus ojos vacíos clavándose en los míos, como si me estuviera evaluando. Después, con un movimiento brusco, me azotó contra la almohada y salió de la cama sin decir palabra
Me quedé allí, temblando, intentando procesar lo que acababa de pasar, cuando me habló desde la cocina
- ¿Las mismas pesadillas de siempre? - preguntó, aunque su tono dejaba claro que no le importaba la respuesta
- Sí - respondí, mi voz temblando levemente. Vi cómo se preparaba un café como si estuviera en su propia casa - ¿Cuánto piensas quedarte en mi casa? -
- Un tiempo. Hice un desastre, así que tengo que esconderme por un rato - respondió sin mirarme
- No se te ocurra volver a dormir en mi cama - dije, enojada. Mi paciencia ya había alcanzado su límite - Si quieres quedarte, puedes usar el sofá -
Dabi se giró, mirándome con una sonrisa burlona
- Claro, cachorrita - respondió con burla, esa sonrisa arrogante pintada en su rostro
- Sabes que odio que me llames así - dije, tratando de mantener la compostura
- Es básicamente lo que eres - dijo, acercándose a mí. Me tomó del mentón, obligándome a mirarlo, y nuestros rostros quedaron a pocos centímetros de distancia - Solo eres un lindo juguetito para mí -
En ese momento, mi corazón latió con fuerza, pero no lo dejé ver. Lo empujé con más fuerza de la que pensaba tener y me levanté rápidamente de la cama
- Te dejaré quedarte, porque no tengo de otra - le dije, mi voz firme a pesar de lo que sentía - Pero eso no quiere decir que... -
- Lo que tú digas, cachorrita - me interrumpió, volviendo a su tono de burla
Suspiré con molestia. Sabía que no llegaría a ningún lado discutiendo con él, y lo peor de todo era que, de alguna manera, él sabía eso también
Entonces, vi cómo su atención se desviaba hacia mi mochila, donde sobresalía la hoja con mi nombre de héroe. Antes de que pudiera detenerlo, la tomó y la leyó
- ¿Nympha? - dijo, riendo - Qué nombre tan ridículo es ese -
El pánico se apoderó de mí. Corí rápidamente para quitárselo
- Devuélveme eso, no es de tu incumbencia - logré arrebatarle el papel y lo guardé rápidamente en un lugar seguro, casi con miedo a que algo le pasará - No vuelvas a tocar mis cosas -
Dabi me observó, su mirada fría e impasible
- ¿Quién fue el idiota que te puso ese nombre tan ridículo? - preguntó, todavía burlándose
- Nadie. Yo lo elegí - respondí, apretando los dientes
Dabi dejó escapar una carcajada sarcástica - Me divierte verte jugar a la heroína, cuando no eres más que basura que deja que un villano la tome y toque a su voluntad -
Sus palabras eran crueles, como siempre. Pero esta vez dolieron más, porque sabía que había verdad en ellas. Se acercó a mí, tomando mis hombros con fuerza
Me susurró al oído - No eres una heroína. Solo eres una farsa -
Esas palabras calaron hondo en mí. Me quedé en silencio, mirando al piso, porque sabía que, en el fondo, tenía razón. No tenía el valor de enfrentarme a nadie. No a él. No a AFO. No a Shigaraki. El miedo siempre me superaba. Siempre
- ¿Te vas a quedar callada, cachorrita? - preguntó con una sonrisa maliciosa
No respondí. ¿Qué podía decir? Él tenía razón. Me quedé con la mirada fija en el suelo, mientras él me soltaba con desdén. Él que tuviera razón, eso me dolía más que cualquier otra cosa
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「❛ Nota de la autora ❜」'
Canción. The Neighbourhood - Daddy lssues
Actualización. 09 / 06 / 2024
Tiktok. @Candymots_
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