5. 𝗦𝗮𝗲𝗷𝗶𝗺𝗮 & 𝗠𝗮𝗷𝗶𝗺𝗮 (Y4)
Saejima se ha dado cuenta de cómo toda su vida le ha costado conectar con mujeres y esto le hace tener dudas que no sabe muy bien cómo gestionar. Le pedirá ayuda a Majima para hablar del tema.
(No romántico, solo Saejima teniendo una pequeña crisis de identidad y entonces tiene una charla que solo puede tener con Majima)
De primeras, al volver al mundo exterior tras veinticinco largos años en la cárcel, Saejima no se había sentido interesado por los cabaret clubs. Los conocía de antes y los había frecuentado un par de veces, lo suficiente para saber de qué iban, pero no era lo primero que pensaba que le gustaría hacer nada más volver a Kamurocho. En su lugar, prefería ir a un restaurante o quizá una sauna.
Aún así, con el tiempose animó a visitar uno. Nació porque algunos hombres de su familia lo proponían bastante, y Saejima no solía seguirlos cuando era sólo por el mismo propósito de tener diversión y beber alcohol a parte de hablar con mujeres, pero un día en concreto que iban a celebrar algo el hombre se animó.
Ha ido más veces a partir de aquella, y según el punto de vista de sus hombres parecía que simplemente se había animado más a la fiesta después de descubrir cómo era, pero lo cierto es que encima de todo, Saejima había empezado a sentir curiosidad.
Y no sabía muy bien cómo tomárselo, porque aquella curiosidad empezaba a disfrazarse de dudas sobre él mismo.
El caso es que a Saejima le estaba costando bastante hablar con mujeres. O quizá no la conversación en sí, porque era un hombre seco con prácticamente todo el mundo y no era fácil que alguien común pudiera seguirle la conversación a Saejima, pero el problema era que tampoco sentía que podía conectar con las anfitrionas de las clubs, y ya lo había probado con varias.
Sí, la mayoría de las chicas eran bastante atractivas y sabían dar buena conversación, pero Saejima no sentía estrictamente nada al respecto de su relación de cliente con ellas. No le gustaba cómo hablaban con él, intentando soltarle cumplidos que quizá es cómo se sienten verdaderamente sobre él, pero Saejima no sabe cómo tomárselos y la mayoría del tiempo no le hacen sentir nada. Tampoco entiende qué se supone que debe de hablar con ellas; muchas veces intentaba buscarle la lógica a las manías u obsesiones de las chicas y se enfadan con él porque sentían que no les comprendía. Incluso una vez trató de gastarle una broma a una anfitriona que dijo que le daban miedo los insectos y algo que en su cabeza pareció bastante divertido acabó haciéndola tener pesadillas esa noche y enfriando sus conversaciones con la mujer incluso más que antes.
Saejima no sabía si es que estaba haciendo algo mal o si simplemente sentía que algo estaba mal con él. Llevaba 25 años sin hablar con una mujer y las consecuencias de aquello eran hasta cierto punto comprendibles, pero cada vez sentía que era más complicado esconderse en esta excusa, cuando la excusa es que no sentía absolutamente nada por las mujeres con las que hablaba.
Pensar esto también le llevó a antes de ser encarcelado, y que la única mujer de su círculo era su hermana. Fuera de ella, no hubo ninguna en la que él estuviera realmente interesado en conocer o formar cualquier tipo de relación.
Así es como llegó una semana que Saejima se había hartado de darle vueltas al tema, porque le estaba confundiendo demasiado todo esto y lo que al principio parecía ser sólo una tontería ahora realmente le estaba haciendo sentir cosas que no comprendía.
Tomó la decisión de hablar de esto con Majima mientras comían en un restaurante de barbacoa. No sabía hasta qué punto era buena idea, pero al menos sabía que su hermano de juramento se prestaría a escucharle, y es que realmente necesitaba otra perspectiva sobre este asunto.
—Kyodai, ¿Tú sueles ir a los hostess clubs? —preguntó, no muchos minutos después de sentarse en el establecimiento y pedir su comida, con su acento escapándose fuertemente entre la primera frase que salió de sus labios y Majima inmediatamente miró a Saejima. Su acento siempre llamaba la atención; era mucho más grueso que el suyo.
—¿Uh? —preguntó Majima. Desde su perspectiva, la pregunta prácticamente había salido de la nada— No, la verdad que no.
—¿En serio?
Saejima se notó genuinamente sorprendido.
—¿Qué ocurre?
—No, nada, sólo pensaría que los visitarías a menudo.
Majima conoce muy bien a Saejima a pesar de todos los años que llevan separados uno del otro, así que siente como su obligación ahondar más en la intención del hombre detrás de aquella pregunta que parece esconder más de lo que está dispuesto a hablar, así que como siempre, recurre a los viejos tiempos.
—Bueno, no los suelo visitar pero sí que era el manager de unos cuantos hace bastante.
—¿Tú?
La incredulidad de Saejima en su voz empezaba a parecer incluso un poco molesta.
—Oye, ¿De qué te sorprendes tanto? Hice bastantes cosas mientras tú estabas en la cárcel —Saejima agacha la cabeza y por un momento piensa en todo lo que se perdió mientras estaba entre rejas. Casi la mitad de todos los años que hasta ahora había vivido, simplemente pagando por algo que en realidad no cometió. Aunque tampoco quería deshacerse del arrepentimiento que le trajo dicha acción, porque el pensamiento de asesinar a aquellos dieciocho hombres seguía estando en su mente y de una manera fue partícipe de arrebatarles la vida y arruinársela a sus familias—. Lo que sí que no entiendo es porque te interesan de un momento a otro, creo recordar que nunca los visitabas porque decías que no te interesaban, ya sabes, cuando ni siquiera se llamaban así.
Majima saca a Saejima de sus pensamientos sólo para meterle de vuelta otra vez. Sabe que esto va a ser complicado de decir, y quizá hasta un poco embarazoso, pero si no lo saca ahora de su pecho sabe que nunca lo va a hacer.
—Últimamente me he animado a visitarlos con mis hombres. Ya sabes, como el que está en Pink Street, pero… he tenido algunas dudas.
Majima al instante pensó que 'Saejima' y 'dudas' era algo que no podía ir en la misma frase.
—¿A qué te refieres?
—Quizá es problema mío, pero….
—¿Sí?
—Verás, creo que no sé hablar con las mujeres.
Majima entonó una tonta mueca en su rostro, casi restándole importancia a lo que Saejima no podía explicar, porque le había golpeado tan de repente y con una frase que sonaba tan estúpida en un hombre tan imponente como Taiga que ni siquiera sabía cómo tomárselo con un semblante serio.
—Pues por supuesto que no, al fin y al cabo has llevado como veinte años sin-
—Pero no es sólo eso —le interrumpió Saejima, casi sintiendo vergüenza por cómo se había malinterpretado lo que había dicho, y aún así era capaz de comprender por qué Majima tenía cierto tono de mofa en su respuesta—. Es que ellas tampoco saben hablar conmigo, mira, creo que el problema es mío. No me parecen interesantes las mujeres. Sí, son atractivas y saben cómo hablar con un hombre, pero no tengo ganas de mantener una conversación con ellas. Es demasiado incómodo a veces, y se vuelve agotador porque no puedo conectar con ninguna, algo con lo que mis hombres he observado que no tienen ningún problema.
Majima ahora le miraba de forma más introspectiva. No es que hubiera abandonado por completo su perspectiva de burla ligera, pero con lo último que Saejima había dicho parecía sonar serio y como algo que de verdad había empezado a preocuparle, así que Majima prestó atención.
—Bueno, quizá no eres como tus hombres. Las anfitrionas de los cabaret clubs también están entrenadas, quizá por eso te cuesta establecer una conexión. Ya sabes, se siente poco personal y eso.
Saejima miró hacia abajo en la mesa de madera clara refinada, realmente planteándose lo que Majima le había dicho hasta que quiso rebatirlo.
—Pero creo que no es sólo cosa de los cabaret clubs, porque antes de ir a la cárcel tampoco conectaba con ninguna mujer… No es que lo hubiera intentado en ese tiempo, pero ahora lo pienso, y tampoco me veo conectando con una, no sé…
Era muy atípico ver a Saejima así.
La duda inundaba la mente de un hombre usualmente muy seguro en sus acciones y pensamientos y Majima hasta se sintió mal por él. Por esto decidió tomar las tiendas y ser él el que actuara de forma directa, al menos por esta vez.
—Quizá no te gustan las mujeres.
—¿Cómo?
Saejima preguntó de tal manera que su voz, estupefacta, se pudo escuchar en las mesas de aquellos cercanos a ellos, porque por alguna razón a Taiga le gustaban mucho los restaurantes casuales cuando podían permitirse algo más tranquilo.
—Me refiero a que, si nunca has conseguido conectar con una mujer… quizá es porque no puedes.
—¿A qué te refieres, cómo no voy a poder conectar con una mujer?
Claro, si es que Saejima había estado veinticinco años en una burbuja de metal. Era normal que se escandalizara ante algo que rompiera los estándares de la sociedad japonesa hace dos décadas; pero ahora la mayoría de la gente era más moderna y estaban introducidos a otros conceptos como la sexualidad, que no es que antes no existiera, pero era mucho menos visible comparado con ahora.
Si es que hasta Majima aún recuerda la intensa expresión tanto de confusión, como de miedo y hasta algo de curiosidad con la que Saejima le miró al verle disfrazado de Goromi. Taiga no entendía absolutamente nada de la situación ni de por qué su hermano de juramento había decidido vestirse de forma tan extravagante porque según él tenía que ir a comprar vestidos con Kiryu (tampoco entendió eso… pero fingió que sí porque prefería no ahondar en el tema).
Y bueno, ni siquiera sabe si la sexualidad de Saejima tiene algo que ver con lo que le está contando sobre su experiencia con las mujeres, pero aún así, como Saejima no solía pedir ayuda con nada y menos con temas que parecían ser tan emocionales, Majima pensó que al menos lo intentaría.
—No me mires así. Hay gente que no conecta con mujeres pero sí con hombres, por ejemplo. Sienten que sólo pueden tener una relación amorosa con hombres porque no sienten amor hacia las mujeres, no sé si me entiendes…
—¿De qué estás hablando ahora?
Majima quería golpearse la cabeza con la mesa del restaurante. Era muy complicado hablar de esto con Saejima y no quería que sacara conclusiones equivocadas, a parte de su propia integridad.
Y es que encima, parte de esto sonaba dolorosamente familiar. Majima conocía el pensamiento de pensar que había algo “mal” con él sólo por tener sentimientos que no había visto nunca en los demás, y sentía que, si el caso de Saejima era ligeramente similar el suyo, como su hermano estaba en su deber hacerle saber que todo estaba perfectamente bien con lo que sentía en su interior.
—El mundo ha avanzado bastante, sabes… Antes sólo era una mujer y un hombre. Ahora puede ser un hombre y otro hombre, o una mujer y otra mujer.
Saejima se contempló visiblemente confuso, pero no queriendo huir de la conversación. Incluso Majima diría que le estaba interesando aquello de lo que le hablaba.
—Hay hombres que no pueden conectar con otras mujeres, entonces eligen a otros hombres. Quizá es porque se dan cuenta de que la conversación es mucho más fluida que con las mujeres a parte de que sienten una mayor conexión íntima y bueno, cada uno tiene sus gustos. Luego también están los que le gustan tanto hombres como mujeres, y otros que simplemente no tienen interés en eso, verás, había un hombre en mi familia que se divorció de su mujer y-
—¿Qué es eso de que no tienen interés?
—¿Cómo?
—Lo de las personas que no sienten ese interés tanto por hombres como mujeres. Nunca había escuchado algo así.
Majima suspiró. Una clase de sexualidad con Saejima no es algo con lo que había esperado encontrarse esta noche, aunque le sorprendía lo abierto que parecía mostrarse al tema de repente; quizá la sorpresa de los otros días de 'Goromi' y tras explicarle por qué le gustaba ponerse un disfraz de mujer y que le había hecho descubrir hasta cosas de él mismo le había abierto un poco la mente.
Aunque también era ciertamente reconfortante la manera en la que se había volcado en la conversación, contemplando cómo anteriormente había sentido vergüenza por el simple pensamiento de no poder conectar con mujeres, y al final, como Majima conocía ese tipo de sentimiento, quería poder evitar que Saejima sufriera tanto dolores de cabeza como aquello le produjo a él, en un tiempo menos complicado y cuando se dedicaba a acosar a Kiryu por las calles.
—Mira, ¿Por qué no mejor esperas a que te traigan la cerveza y seguimos?
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