4. 𝗡𝗶𝘀𝗵𝗶𝗸𝗶 / 𝗥𝗲𝗶𝗻𝗮 (YK1)
¿Acaso estaba bien esta forma de mostrar amor al hombre que quería?
Reina no era capaz de pensarlo racionalmente. Después de todos los años que Nishikiyama había estado siendo un regular en su bar, a pesar de lo mucho que parecían estar cambiando los últimos meses, Reina no podía hacer más que llevar consigo la pena de amar a aquél hombre.
Normalmente pensaba en esto al llegar a su casa o cuando Nishiki se iba de ella; que lo que hacía no tenía lógica ninguna y que se estaba acostando con un hombre que no se preocupaba por ella. Sin embargo hoy esos pensamientos le asaltaron después de las cortas y mínimas caricias de Nishiki sobre ella cuando terminaban, con él acostándose al lado contrario suyo cuando terminaban en la cama, ignorándola, haciéndola sentir aún menos de lo que ya se sentía ella por sí sola.
Sabía que esto no estaba bien. Desde la muerte de Dojima, Nishiki ha cambiado radicalmente. El chico suave y carismático que venía a su bar a emborracharse con su hermano y tener una competición de karaoke se había ido, ya sólo quedaba la sombra de él que estaba traspasada en un yakuza que había empezado a formar su propia familia y que apenas hablaba sobre lo que le había ocurrido los últimos meses, al menos de forma verbal.
Pero Reina amaba a aquél hombre que se había quedado tantas noches en la madrugada con él mientras le quitaba la botella de whisky porque se había pasado bebiendo. Más que un cliente, Nishiki era un amigo suyo, y sentimientos aún mayores crecieron en ella lenta pero fuertemente. Su sonrisa era capaz de quitarle de una el cansancio de estar todo el día en el bar, siempre sabía cuando soltar alguna que otra broma puntual y también empezó incluso a desahogarse con temas mínimos que le preocupaban, haciéndose cada vez más cercanos. A Reina le encantaba escuchar su voz, aquella que siempre se guardaría cómo la que más le gustaba en el karaoke que la de su hermano, que siempre se llevaba todos los cumplidos. Adoraba y admiraba cómo su pelo se caía en los hombros de sus trajes caros y cuidadosamente escogidos y que le hacían preguntarse cómo de selectivo sería con un regalo de pareja que idearía para ella si ocupara un lugar completamente distinto en su corazón.
Era inútil pensar en ello, porque todos esos pensamientos formaban parte de su propia ilusión irrealista sobre un presente que ella nunca podrá vivir, pero a la vez no dejaba de aferrarse al pasado.
Ahora, este hombre era uno totalmente distinto, que apenas podía reconocer. Era como si este Nishiki hubiera asesinado al anterior y tirado en una bolsa por el río para que ni siquiera sus seres queridos pudieran brindarle luto a su cuerpo.
Quizá Nishikiyama antes no la amaba, ni la veía de la misma manera que Reina esperaba que la imaginara algún día, y aún así, era aún más que tonta que todo lo que había sido todo este tiempo, lanzando de vez en cuando ciertas bromas pequeñísimas que revelaban sus verdaderos pensamientos sobre el hombre cuando él estaba tan borracho que apenas siquiera los recordaría o simplemente estaba enmascullado en la mujer que verdaderamente era de su atención, porque ahora, que se había acercado a él de una manera totalmente distinta, intimando físicamente de forma totalmente vacía y porque había accedido a pasarle información de lo que veía en su bar, es cuando se sentía más distante emocionalmente de él.
Ya ni siquiera la miraba, sólo hablaba con ella para lo justo y necesario y casi parecía que Reina tenía que rogar por un poco de comunicación entre ellos. Lo peor también fue cuando una vez vio cómo asesinó a un hombre con cinco balas de pistola en frente suya porque le había desobedecido; con tal sangre fría que Reina tuvo que esforzarse para mirar en las pupilas de Nishikiyama y comprobar sí seguía siendo aquél hombre por quién un día se imaginó una vida de casados.
Incluso llegó a la idea de que el asesinato de Dojima no pudo haberlo orquestado Kiryu, porque sabía que Nishiki había llegado antes a la escena del crimen y que lo único que explicaba el verdadero cambio que había sufrido era la acumulación de sucesos junto con el encarcelamiento de su hermano que le había dejado sin la mayor figura de apoyo que tenía en su vida.
Aunque nunca le confrontó con esto. Y en parte, ver cómo se había derrumbado la hacía ser ciega y pensar que el verdadero Nishiki, aquél hombre del que se había enamorado, podía volver. Incluso si le hacía daño por cada segundo que pasaban juntos incluso si ella, a pesar de odiar cada una de sus acciones, quería verdaderamente estar a su lado y no sabía cómo llevar todo esto a cabo y a la vez.
Lo cierto es que ya nada tenía sentido y se preguntaba cuánto más tardaría viviendo esto.
Nishiki se había transformado en un hombre peligroso y odiaba seguir viviendo con aquellos sentimientos no correspondidos que la mantenían en vela esas noches en la cama con el hombre que amaba, noches que nunca jamás se habría imaginado que serían así de vacías y crueles.
Era inútil pensar que el verdadero Nishiki seguía vivo en alguna parte de él.
Aunque el hombre no la amara antes, jamás la habría tratado así.
Y a pesar de todo, la mayor cómplice era ella y su corazón ciego.
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