01: Peter Hale

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   VERÓNICA CRUZÓ MIRADA CON SU PADRE A través del espejo retrovisor. Evitó decir una palabra acerca de cualquier cosa; no tenía intenciones de que sus padres se dieran cuenta de la incomodidad que ocultaba bajo la piel. Bajó la vista hasta su libro y trató de perderse en las palabras a pesar de los intentos fallidos. No logró concentrarse lo suficiente, incluso colocó sus auriculares silenciando el bullicio del exterior, pero su mente seguía divagando sobre la conversación que había escuchado la noche anterior. Toda la noche trató de autoconvencerse de que sus padres tenían una razón válida para proponerle algo semejante; incluso se imaginó toda la noche a sí misma enfrentándolos y exigiéndoles una buena explicación, pero el escenario se esfumó de su cabeza en cuanto el sol apareció, alumbrando las paredes de su cuarto.

  Cerró su libro con frustración y comenzó a morder sus uñas con nerviosismo centrando su vista en la preparatoria a través de la ventana. Cuando la camioneta se detuvo, Verónica se quitó uno de los auriculares y saludó a sus padres sin alzar la mirada hacia ellos. Cerró la puerta y deseó que ninguno le hablara, pero la voz de su madre la obligó a detenerse de inmediato.

  —¿Sucede algo? —preguntó, luciendo confundida.

  Veronica, aún de espaldas, formó una enorme sonrisa en su rostro y luego se volteó hacia ellos fingiendo estar en perfecto estado. Ninguno de sus padres creyó que algo estaba mal luego de verla de esa forma, o al menos era de lo que se convencían así mismos ya que el sólo hecho de creer que su hija era un alma débil los desilusionaría demasiado. "Tanto esfuerzo en su personalidad y ha acabado en la basura" habría dicho su madre, mientras su padre se quedaba en silencio, aunque su mirada de decepción habría sido aún más cruel que las palabras para Verónica.

  —Como siempre —respondió ella—. Debo apresurarme, Chris debe estar esperándome.

  —Bien, envíale saludos de nuestra parte. —Su madre fijó la vista hacia adelante, hasta que pareció recordar algo y volteó de nuevo hacia su hija—. Ah, claro, y a su padre también.

  Veronica asintió mientras los veía partir en la camioneta conversando entre sí. Por un momento había tenido una tonta ilusión de que sus padres le desearían un buen día. Soltó un suspiro y se dio la vuelta.

  —¡Vero! —escuchó una voz masculina nombrarla a lo lejos. Se volteó encontrándose con Chris corriendo en su dirección. Se llevó una mano a la boca evitando soltar una carcajada cuando lo vio tropezar más de tres veces—. ¡Oh por dios! Tengo que mejorar mi equilibrio o papá va a obligarme a subir a una cuerda floja que de al vacío.

  —¿Sabes que si caminabas de igual forma íbamos a encontrarnos? —La chica enarcó una ceja con diversión—. Debes trabajar tu lógica más que el equilibrio.

  —En eso no te equivocas —dijo Chris, acercándose a Verónica y dándole un abrazo—. Como sea, ¿apenas has llegado? Recuerda que debes presentarte con el director así comienzas las clases cuanto antes.

  —Cierto. —Ella se golpeó levemente la frente mientras suspiraba—. ¿Puedes acompañarme?

  —Sí, pero debemos apresurarnos porque mi primera clase inicia en cinco minutos y todos sabemos que soy bastante inteligente además de apuesto, claro está —habló Chris con un aire de superioridad.

  Veronica no pudo evitar rodar los ojos ante la actitud arrogante de su mejor amigo. Podía ser fastidioso al principio, pero luego de tantos años compartidos, comenzó a resultarle hasta divertido.

  Lo escuchó aclararse la garganta mientras abría la puerta principal.

  —Bien, ten en cuenta que como eres nueva es seguro que te asignen a un estudiante para hacerte de guía —comentó—. Por lo general, suelen ser de grados superiores, pero como ya estamos en último año seguro te toque con alguien que luego te cruces en algunas de tus clases. En pocas palabras, el director te asignará a alguien que comparta la mayoría de tus materias así tienes un guía en lo que va del primer semestre. Aunque bueno, al director le gusta creer que terminarás siendo mejor amiga de aquella persona. Es muy ingenuo.

  —Bueno, al parecer se escucha como un director que no se empeña en hacer la vida de sus estudiantes una miseria —dijo Verónica mirando a algunos estudiantes que volteaban hacia ellos—. ¿Te ven a ti?

  —Preferiría creer que sí, pero sus ojos están clavados encima de tí. Para ser sincero, esto nunca me ha pasado. Debe ser porque aquí nunca hay novedades... —volteó a verla con una sonrisa ladina—, pero tú eres nueva. Les das curiosidad eso es todo.

  Doblaron al final de un pasillo y los murmullos se disminuyeron levemente. Aquel sitio estaba más escaso de estudiantes.

  —La gente debe aprender a ser más discreta —dijo Verónica. De reojo alcanzó a notar un chico que hablaba con otro mientras guardaba un par de libros en su casillero. Cruzaron miradas por un par de segundos hasta que ella volteó hacia su amigo de nuevo—. La curiosidad no atrae nada bueno.

  —En eso no te equivocas —dijo Chris deteniéndose enfrente de una puerta—. Bien, ve a la recepción. Ahí le notificarán al director que has llegado. Te recibirá en cuanto pueda o, bueno, en cuanto termine de comer sus dulces.

  Veronica le sonrió y lo saludó con un beso en la mejilla antes de verlo partir a su clase con apuro. Tomó su libro con más fuerza mientras apretaba la correa de su bolso. Inhaló antes de entrar.

  —Hola —la saludó una mujer con una pequeña sonrisa—. ¿Eres la nueva verdad? Verónica... —Bajó la mirada hasta su computadora por un par de segundos—, Cameron. Verónica Cameron.

  —Sí —afirmó ella, acercándose a la mesa—. El director quería verme.

  —Claro, debe darte tus horarios, presentarse, etc, etc —dijo haciendo un desdén con una de sus manos—. Ahora le digo.

  Veronica esperó sentada no por más de veinte minutos antes de que el director la llamara para entrar. Aún con sus cosas en mano, se puso de pie y le dedicó una sonrisa a la mujer antes de entrar a la oficina. Para la mujer la chica no lucía nerviosa, sino que por el contrario, parecía estar bajo control. No estaba acostumbrada a ver esa clase de comportamientos en chicos de su edad. Tampoco le dio demasiada importancia. Sólo chistó y se acomodó en su silla.

  —Manifiesto su seguridad —murmuró la mujer antes de volver la vista a los juegos de carta de su computadora.

  Verónica tomó asiento enfrente del escritorio del director y lo vio removerse en su silla de forma ansiosa. Ella notó que parecía más que encantado de tener a una nueva alumna en su preparatoria. De pronto no le pareció tan horrible la idea de que todos estuvieran asombrados por su llegada, Chris parecía no haber mentido cuando le dijo que no habían demasiadas novedades en aquel pueblo.

  —Es un gusto para mi tener una nueva estudiante en la preparatoria de Beacon Hills. —El hombre juntó sus manos encima del escritorio al inclinarse hacia adelante—. Debo decir que no me esperaba comenzar el año con un logro.

  Veronica soltó una pequeña risa.

  —Bueno, creo que primero debe asegurarse de que no sea un problema —le adivirtió falsamente al director—. No me considero un ser divino.

  El hombre compartió la risa enseguida.

  —Debo admitir que tiene razón, señorita Cameron. Pero la esperanza es lo último que se pierde —citó alzando una ceja—. Como sea, sé que es muy amiga de Christopher Argent. Estuvimos compartiendo un par de palabras antes de su llegada y se aseguró de contarme lo esencial para que su bienvenida sea lo más cómoda posible. Aunque ambos lamentamos que él no sea su guía para presentarle la escuela, he decidido asignarle a otro de mis mejores alumnos. Claro que se destaca más en el área de deportes, pero sigue manteniendo calificaciones impecables. Dígame, señorita Cameron, ¿Le gusta el básquetbol?

  —De donde vengo éramos más del soccer, pero considero el básquetbol un deporte entretenido para ser honesta —contestó Verónica encogiéndose de hombros—. Aunque he escuchado de un deporte parecido al hockey sobre césped, puede... ¿puede ser Lacrosse?

  El director la señaló emocionada como si le hubiese dado en el clavo a algo de lo que él quería hablar.

  —Sí, de hecho es de los deportes más concurridos en nuestra escuela y de los cuales hemos sido campeones en la liga educativa durante cuatro años consecutivos. Es un orgullo. —Soltó un suspiro, luego volvió a enderezarse mientras señalaba a la chica—. Aunque debo corregirle, si me lo permite, no es parecido al hockey sobre césped. Tienen un palo, una pelota, césped... —se detuvo repentinamente y analizó sus palabras—. Bueno, puede ser similar, pero su juego es distinto. Le sugiero que vaya a uno de los partidos este mismo sábado, seguro lo encontrará más que agradable.

  —Señor Wilson, el chico con el que pidió hablar ya se encuentra aquí —Habló la secretaria a través del teléfono.

  —Hagálo pasar —ordenó el director y luego le dedicó una sonrisa a Verónica.

  Mientras Verónica raspaba la tapa desgastada del libro con una de sus uñas, la puerta detrás de ella se abrió lentamente mientras oía una voz masculina pedir permiso para ingresar.

  —¡Pase hombre! —alentó el director moviendo su brazo—. Tome asiento junto a la señorita Cameron.

  Verónica no se molestó en voltear hacia el chico hasta que él se sentó en la silla a su lado. Le dio una corta mirada junto a una sonrisa amigable mientras lo recordaba de hacía unos momentos atrás cuando hablaba con su amigo. El chico le devolvió la sonrisa, pero rápidamente se volteó hacia su director confundido.

  —Disculpe el descaro, director, pero me temo que no estoy entendiendo por qué me ha citado. No recuerdo haber hecho algo mal. —La voz del chico fue tan profunda que logró atraer la atención de la chica de forma inmediata.

  —¡Para nada! —negó el hombre—. De hecho, antes de decirte la razón por la que estás aquí, quiero presentarte a Verónica Cameron. Es una alumna nueva y por lo visto bastante inteligente. No me sorprendería que se llevaran bien.

  Verónica recordó con una sonrisa cuando Chris le comentó que tal vez el director tendría intenciones de hacerla mejor amiga de la persona encargada de guiarla. La chica le recibió la mano al chico en forma de saludo y sólo ahí pudo distinguir a la perfección la profunda claridad de sus ojos celestes. Se quedó helada por un par de segundos, hasta que escuchó la voz del hombre nuevamente.

  —Verónica, él es Peter Hale, lo vuelvo a repetir: es de mis mejores estudiantes. No podría confiarle su proceso de ingreso a nadie más que a él.

  Ambos volvieron a darse otra mirada. Y mientras ella tenía un vago recuerdo de alguien nombrando aquel apellido, él no podía dejar de pensar en Verónica caminando junto a un cazador.

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