✦ ― ¡𝗛𝗮𝗽𝗽𝘆 𝗕𝗶𝗿𝘁𝗵𝗱𝗮𝘆, 𝗕𝗮𝗯𝘆! 🍓

―¡Ven a mi fiesta de cumpleaños, por favor!

Una omega de 1.63 de altura, mejillas rellenas y rosadas naturalmente junto a pecas bajo sus ojos avellana, además de su pequeño cuerpo oculto por ropas holgadas colores pasteles. Así podías describir perfectamente a Jennie Kim.

La chica no era para nada querida en su escuela. Los Alfas solían rechazarla porque su aroma a cupcake de fresa junto a malteada de vainilla era extremadamente dulce, sumándole a ello su vocecita chillona y personalidad infantil; era una cachorra ante los ojos de todos.

Y para adolescentes de último año, hormonales y en busca de un buen polvo, aquello era igual que un bicho raro.

Jennie parecía no verse afectada en ser ignorada por la mitad de la escuela, ser un imán de miradas asqueadas a cada hora del día y recibir empujones por los Alfas y Omegas al pasar por el lado de ellos en el pasillo.

Su mente era la de una niña pequeña, no sabía diferenciar el sarcasmo o las burlas, y por ende no podía sentirse dolida.

Lo que a su corazoncito sí le dolía mucho era estar sola. Comía en la cafetería solita, caminaba por el campus solita y no tenía a nadie con quién compartir los mochis que su mami Sana hacía para ella.

Pero no hoy, no, no.

Hoy era un día especial. Muy, muy, muy especial.

¿Por qué? Pues...

―¡Hoy es mi cumpleaños! ¡Por favor ven a mi fiesta! ―chilla con una gran sonrisa, llenando sus mejillas en el acto y entrecerrando sus ojos en dos medias lunas mientras le extiende el bonito sobre que ella misma se encargó de decorar la noche anterior al Alfa en el pasillo.

Como Jennie no tenía amigos, decidió invitar a toda la escuela.

Este le mira incrédulo, y suspira luego de analizarlo con la mirada unos segundos, tomando el sobre sin ganas entre sus manos y siguiendo su camino hacia su siguiente clase.

Jennie sonríe aún más pronunciado, habían personas que no le aceptaban la cartita, ¡Al menos ese Alfa sí lo hizo!

Estaba emocionada, mucho de hecho. A pesar de que su mamá no podría estar en la fiesta debido a su trabajo en el Hospital de Busan, ella le prometió cocinarle muchos Mochis y decorar la sala antes de irse. Su hermana, Jisoo, se quedaría en la tarde con ella para recibir a los invitados y luego se iría con sus amigas a un examen de admisión para la Universidad.

Resumiendo, ¡No podía esperar para llegar a su casita y ver la decoración con serpentinas y globos! Esperaba que muchas personas fueran, le gustaban las multitudes.

Tenía planeadas muchas cosas, karaoke, twister, la gallinita ciega y maratón de todas las princesas de Disney hasta la madrugada.

Con todas esas cosas divertidísimas, ¿Quién podría estar ausente en su fiesta? Exacto, nadie. Por ello es que Jennie tenía toda la confianza del mundo en que este año, más de dos personas irían.

Porque sí, todos los años hacía fiestas y pocas personas asistían. ¡Pero este año sería diferente, ella sabía que sí!

Con eso en mente, la omega arruga la nariz, toma aire hasta llenar sus mejillas e inflarlas, frunce los labios y se encamina a pasitos seguros hacia un grupo de tres Alfas charlando animadamente en los casilleros.

Al llegar, da un saltito y queda entre los tres chicos, obteniendo su atención de inmediato.

Jennie forma una preciosa sonrisa en sus labios, sus mejillas adoptan aquel rosa pálido y sus cabellos castaños se agitan conforme se balancea sobre sus talones en su lugar, las invitaciones decoradas con brillos y lentejuelas en sus manos.

―¡Hola, Unnie y Oppa's! Soy Nini, ¡Hoy es mi cumpleaños y quiero que vayan a mi súper fiesta! ¿Por favor?

Su voz extremadamente dulce provoca que dos de los Alfas hagan una mueca, uno de ellos frunce el ceño, mientras que la del medio, recargada en el casillero con los brazos cruzados, mantiene un semblante neutro.

La omega les extiende una cartita a cada uno de ellos, la emoción brotando en su pecho y desbordando por sus ojitos avellana.

―Estás de coña ¿No? Joder, cachorra, vete de aquí. Los adultos estamos hablando de cosas importantes ―Uno de ellos, el cuál es peliazul, se burla descaradamente de Jennie.

El rubio ríe ante la broma de su amigo, mientras que la azabache hace una mueca de desagrado.

Y eso basta para que el corazón de Jennie se oprima en su pecho, y su nariz vuelva a arrugarse, esta vez de molestia.

―N-No soy una cachorra, Oppa...

El peliazul se vuelve a reír con ganas, siendo seguido por el rubio. Jennie frunce su ceño.

¿Qué era tan gracioso?

―¿Escuchas eso, Hyunjin? Tendrá unos cinco años.

―Y se piensa que iremos a su estúpida fiesta ―sus ojos van a la omega, y le palmea el hombro sin cuidado alguno―. ¿Siquiera vas a tener alcohol, chiquilla?

―Nop, Nini no bebe alcohol. Pero habrán malteadas de fresa, chocolate, vainilla y... ¡Hey! ¿P-Por qué hace eso, Oppa? ―Un quejido sale de sus labios al sentir un dedo empujarla por la frente, provocando que se tambalee un poco hacia atrás y las cartas caigan al suelo.

―Esas son cosas de cachorra. Nosotras no perdemos el tiempo con mierdas infantiles―Se excusa el tal Hyunjin, sonriendo ladino y mirando con cierto desagrado a la menor.

―No podría decirlo mejor, Hyu. Ve a cambiarte el pañal o algo, mocosa ―El peliazul palmea la espalda de Hyunjin entre risas mientras pisa las cartas en el suelo al caminar por arriba de ellos―. Hey, Lisa, estaremos en el campus. Avísanos si vas a la fiesta esta noche.

Y como si no hubieran destrozado completamente a Jennie, ambos Alfas desaparecen por el pasillo entre carcajadas.

La omega mantiene la cabeza gacha, sus puñitos apretando el borde de su sudadera dos tallas más grande color celeste pastel. Muerde sus labios rechonchos con fuerza, intentando no soltar sus lágrimas al sentir la intensa mirada de la Alfa azabache sobre sí.

Esperando que también se burlara de ella.

Una chaqueta de cuero aparece en su campo de visión, junto a unas botas militares y la cabeza de la misma chica cuando esta se agacha y toma los tres papeles en sus manos.

Jennie sorbee su nariz, y observa sorprendida a la Alfa en cuanto esta se mantiene de cuclillas frente a ella, examinando el papel algo sucio y con marcas de zapatos entre sus manos.

El corazoncito de la omega no evita volver a latir con fuerza, el aroma a caucho y café golpea sus fosas nasales, su lobo interior enloqueciendo con las feromonas de la Alfa.

―Me parece que esto es tuyo―La misteriosa azabache le extiende únicamente dos sobres, separando sus piernas cubiertas por un jeans rasgado negro, con tal de apoyar sus codos en sus rodillas.

Jennie eleva su temblorosa manito y toma ambos papeles con timidez, sin atreverse a mirar a los ojos a la chica.

Una risa baja es emitida por la Alfa, Jennie se encoge.

―Eres adorable. Ignora a esos dos tontos, de tanto jalarse la polla su cerebro bajó hasta sus tabiques y no pueden pensar bien las cosas que hacen y dicen ―Las mejillas de la omega adoptan un fuerte sonrojo ante el cumplido, ya que el resto no lo entendió. La Alfa, por su parte, forma una sonrisa en sus labios y peina los cabellos castaños ajenos hacia atrás con su diestra, delicadamente―. Claro que eres adorable, ¿Nini, dijiste que te llamabas?

Jennie siente sus piernas temblar, y lucha por controlar el torbellino de emociones que la aborda en este momento gracias al trato de la chica hacia ella y su exquisito aroma.

―S-Sí... ―Susurra en voz baja, aún con la mirada pegada al piso.

―Vale, Nini. Gracias por la invitación. Ahí estaré. Más te vale que hayan malteadas de banana, ¿Mh? ―La Alfa le sonríe, y hace el ademán de levantarse, pero rápidamente vuelve a su posición. ―Ah, y feliz cumpleaños, nena.

Ante aquello, los ojitos avellana de la omega vuelan al rostro de la Alfa, y su respiración se corta al encontrarse con semejante belleza.

Ojos parecidos a los de su personaje animado favorito; bambi. Quijada marcada, nariz algo grande que combina tan bien con sus dientes similares a los de un conejito, junto a labios rosados y levemente gruesos, y un pequeño lunar al lado de su ojo.

La Alfa no se queda atrás, y observa embobado las delicadas facciones de la omega, sus labios gorditos y aquellas mejillas que captaron su atención desde el principio. Sobre todo sus ojos avellana, tan brillantes y bonitos.

Por supuesto que iría a esa fiesta, y a todas las demás mientras esos ojitos le miraran así.

Sin embargo, el tedioso reloj corría, y debía llegar a su clase de aritmética. Por lo que sin decir una palabra más, le da una última sonrisa a la omega y se levanta con la carta en su mano derecha.

Jennie le observa, todavía perpleja y bastante atontada, alejarse por el pasillo en dirección a las aulas, los brillos de la cartita destellando desde lejos.

La alegría le llena el sistema, y no duda en chillar totalmente feliz y dar saltitos en su lugar.

La Alfa bonita y guapa tenía razón, no debía preocuparse por esos tontos Alfas que le hacían sentir mal.

¡Alguien iría a su fiesta!

¡Este sería su mejor cumpleaños! ¡Sí que sí!

Y lo fue, claro que lo fue.
La Alfa Lisa llegó puntual a su colorida e infantil fiesta de cumpleaños. Fue la única que asistió, pero con ello bastaba para Jennie.

Desde ese día, la guapa y cálida Alfa jamás le falló si de puntualidad se trataba.

Llegó a todas sus fiestas.

Era la primera en llegar a sus citas, Jennie nunca tuvo que esperarle. Ni el cine, ni en el parque, y mucho menos en el arcade. Tampoco en la pista de patinaje o en las ferias de atracciones; Lisa siempre le esperaba en la entrada con ojos cariñosos y emocionados.

También fue puntual en su boda, permaneciendo inquieta y sin moverse del altar por horas. Viéndole con ojos acuosos y brillantes, y la misma sonrisa que le dedicó al conocerle mientras Jennie caminaba hacia ella con aquella corona de flores en sus castaños cabellos y las mejillas empapadas en lágrimas, mismas que Lisa besó y limpió con sus pulgares antes de darle el "Sí, acepto".

Corrió desde su trabajo hasta su cálido hogar, al igual que corrió tras la ambulancia con tal de alcanzarle antes de que llegara al hospital, para así poder tomar su mano y entrelazar sus dedos en el nacimiento de sus cachorros, quedándose allí, junto a ella.

Jennie nunca más estuvo sola.

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