💚┋YOUNGJAE

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Los días en la casa de la familia Choi eran bastante normales. El señor Choi se levantaba temprano en la mañana para ir a su consultorio de veterinaria, mientras que la señora Choi se levantaba temprano para hacer el desayuno de todos los integrantes de la familia y arreglarse e ir a su propio consultorio odontológico.

Al tener ambos unos trabajos que demandaban atención, debían turnarse para cuidar al pequeño retoño que amaban con todo su corazón.

Un lindo y adorable bebé de dos años de nombre "Youngjae".

Mientras la mujer preparaba el desayuno, el hombre se daba un baño con su hijo. Luego, cuando el desayuno estaba casi listo, la mujer subía a darse una ducha ella, mientras que sus dos hombres iban a la cocina; uno a terminar el desayuno y el otro a sentarse en un sillita alta de bebé, dedicándose solo a mirar a su padre.

La mujer luego de ducharse y arreglarse, tomaba a Youngjae para arreglarlo mejor, porque su marido nunca sabía combinar bien los colores, y ya cuando el bebé lucía por demás de precioso, bajaban a comer el desayuno.

Era la rutina que tenían día a día, formando Youngjae parte de esta.

—A ver, amor, abre la boquita —habló dulcemente la mujer mientras metía un bocado de comida en la boca del niño, llenando sus mejillas de alimentos, derritiendo su corazón por la ternura que le causaba.

—Hoy no podré llevarlo conmigo —dijo el hombre mirando a su hijo con pena. Le gustaba tenerlo con él—. Vendrán muchos perros de raza grande y sabes que a Jae le asustan.

Su esposa lo miró con sorpresa, —¡Justo iba a decir que no puedo llevarlo conmigo! Tengo programada cuatro extracciones y a Youngie le asusta el sonido de las máquinas.

Ambos adultos se miraron con preocupación y vieron al pequeño angelito que los veía con interés, sin entender mucho de lo que hablaban, sólo quería que su madre le diese otro poco de comida porque tenía hambre.

—Mami, comida, pofavooo —dijo Youngjae con desesperación, siendo obedecido por su madre, quien le dio otra cucharada de su desayuno.

—Bebé —llamó el hombre—. Hoy papi tiene que revisar a muchos perritos grandes, pero puedes quedarte con Rosé a jugar un poco, ¿Quieres ir?

A Youngjae le gustaba mucho ir con su papi a su trabajo, porque le gustaba ver y jugar con los animalitos, además de que Rosé, —la bonita chica que siempre hablaba por una máquina y rayaba papeles— jugaba con él y le hacía cosquillitas en su pancita.

Pero los perritos grandes no le gustaban, ¡Eran más grandes que él! ¡Lo podían comer!

—Papi, esos peros me sustan —se quejó con pesar el niño, negando muchas veces que con la cabecita.

—Oh, amor, ¿Qué te parece ir con mami? Hoy tendré que usar esas máquinas feas, ¡Pero prometo que no las escucharás! Podrás jugar con Jisoo mientras tanto.

A Youngjae también le gustaba ir con su mami al trabajo, porque podía jugar con sus dientes de juguetes, —aunque su mami le diga que son para explicarle a sus pacientes— y estar con Jisoo, —otra mujer bonita que hacía lo mismo que Rosé— que le cantaba y jugaba con él.

Lo mejor de todo era la pecera que tenía, ¡Habían muchos pecesitos! ¡Tan bonitos y de colores!

Pero el ruido de las máquinas que usaba su mami lo asustaban mucho, ¡Eran ruidosos y la gente se quejaba!

¿A dónde debía ir? ¿Con los perros que lo podían comer o con las máquinas que maltrataban? ¿Y si no elegía a donde ir y sus papis lo dejaban solo? ¡Él era muy chiquito todavía!

Sus ojitos se fueron llenando de lágrimas y en menos de lo que pensó, ya estaba siendo calmado por sus papis para que dejase de llorar de esa forma tan escandalosa que tenía.

Luego de media hora, Youngjae se encontraba dormido en los brazos de su mami, soltando pequeños hipidos y apretando su camisa entre sus puñitos.

Los Choi ya habían avisado a sus secretarias de que, por el día de hoy, cancelaran todas sus consultas y las organizaran de mejor forma para evitar otro inconveniente como este. Tenían suerte de que ambas chicas se conocieran y pudieran coordinar entre ellas los horarios de ambos.

—Escuché de una paciente hablar sobre una guardería —comentó en voz baja la mujer—. Dijo que era buena y habían muchas personas trabajando ahí, por lo que los niños siempre estaban siendo vigilados...

—¿Crees que sea buena idea? Ya sabes, Jaejae es algo tímido y no le gustan los desconocidos —dijo el hombre mirando a su pequeño angelito—. No quiero que mi hombrecito la pase mal.

—Yo tampoco quiero —secundó la mujer, abrazando más a si a su hijo—. Pero Youngjae es muy dependiente a nosotros y eso a la larga es malo.

—Creo que sería bueno... aunque lo extrañaré en el consultorio conmigo.

—Yo también extrañaré verlo por ahí...

Ambos adultos se miraron y rieron avergonzados; ellos también eran algo dependiente a su pequeño.

—Lo inscribiremos en esa guardería... pero por los momentos, vengan acá.

La mujer negó divertida al ver los brazos abiertos de su esposo y se colocó entre ellos, haciendo un abrazo familiar muy reconfortante.

Sabían que Youngjae llorará cuando lo dejen en la guardería, incluso ellos podrían soltar un par de lágrimas, pero era la mejor opción que tenían por el momento.

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