💚┋JINYOUNG
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Para sus cortos tres años de edad, Jinyoung era muy diferente a todos los niños que veía, y él mismo lo sabía. Podía notar, sin que nadie le dijese nada, que su manera de actuar y lo que prefería hacer tenía un contraste enorme con los demás infantes.
A su edad, el pequeño Jinyoung era muy inteligente. Había logrado hablar antes del año, dejó el pañal a corta edad y, en la actualidad, podía leer con facilidad libros para niños.
No le gustaban los juegos, ni las caricaturas. Prefería leer esos libros con historias mágicas que hacían su mente volar. Sus padres estaba muy orgullosos de él, ¡Su hijo era un pequeño genio! Más sin embargo, les preocupaba la actitud "madura" del infante.
¿Cómo un niño preferiría ver las noticias que mirar caricaturas?
Pero Jinyoung era feliz. Leer sus libros y pasar un rato tranquilo con la lectura hacía que estuviese alegre. Estaba contento, aunque su rostro no lo demostrase, teniendo esas facciones serias que lo caracterizaban.
—¿Qué haces?
Una voz chillona interrumpió su lectura. Se encontraba en el parque con sus padres; ellos sentados en una banca y él apoyado a un árbol cercano.
—Leo —respondió simple sin mirar a la niña que se le había acercado.
Retomó la lectura de ese libro con rimas graciosas y con una historia por demás de interesante y divertida.
¡Les presento al detective
más sagaz de cuantos viven!
¡A un sujeto más astuto
que un profesor de instituto!
¡A un ser que, de puro sabio,
tiene un granito en el labio!
¡Al hombre que descubría
el secreto que tenía
la persona que pasara,
con solo mirar su cara!
¡Al ser más inteligente!
(junto a su papá..., ¿Se me entiende?)
Queridos amigos, sí,
¡¡¡Les presento a... MOJOPÍ!!!
—¿Y que lees?
Jinyoung rodó los ojos y ahora sí miró a la niña. Cerró el libro, y le mostró la portada, señalando con su pequeño dedo índice el título, —Leo esto.
La niña arrugó su frente, —No sé qué dice ahí. Aún no sé leer.
—Que triste —dijo Jinyoung, encogiéndose de hombros. Abrió el libro en la página que quedó y antes de seguir con la lectura, dijo: —En vez de jugar con tierra, deberías de aprender a leer. Tus manos están sucias, eso da asco.
Los sollozos no se hicieron esperar por parte de la niña y Jinyoung la miró con enfado, ¿Por qué lloraba ahí? Que se vaya a llorar con su mamá y no con él.
Al ver que la niña no tenía planes de irse, decidió que él era el que se iba a ir. Se levantó del suelo y sacudió sus pantalones, para luego comenzar a caminar con dirección a sus padres sin dirigirle una mirada a la tonta niña que aún lloraba.
—Jinyoungie, ¿Sucedió algo? —preguntó la madre del infante al verlo con su rostro más serio de lo normal, notando de inmediato que estaba molesto.
—Una niña no me dejaba leer. Le dije que sus manos estaban sucias y que daba asco. Allá quedó llorando como una tonta —dijo el niño con claro tono de frustración e indignación.
El señor Park apretó sus labios para evitar reírse de la situación; Jinyoung contaba el suceso como si fuese la cosa más seria del mundo. Sintió un codazo en su costilla por parte de su esposa, quien lo miraba con advertencia.
—Jinyoung, lo que hiciste estuvo mal. No puedes tratar mal a los demás y juzgarlos sólo porque no son como tú —regañó su madre.
Si esa niña fuese como él, entonces tendría que agradecerle, porque sería alguien muy brillante e inteligente, pero no todos tenían su misma suerte. Respiró hondo y se llevó una mano a la frente con pesar, —Ya entendí, mamá. No burlarme más de las niñas cochinas.
Ya el señor Park no pudo soportar la risa y su esposa solo negó con desaprobación. Su hijo tenía cierta chispa para responder a todo con inteligencia, pero no dejaba de verse adorable y gracioso cuando lo hacía.
—Ven acá, campeón —llamó a su hijo y lo sentó en sus piernas—. ¿No te gustaría hacer amigos?
—No.
Claro y conciso. El hombre parpadeó sorprendido y miró a su esposa, quien tenía una mirada burlona por haber caído en las brillantes respuestas de su hijo.
—¿En serio no te gustaría? Ya sabes, tener un compañerito de tu misma edad —insistió el hombre.
—Los niños de mi edad no saben las cosas que yo ya sé.
—¿Y mayores?
—Son muy rústicos.
—¿Menores?
—Los bebés son estúpidos y babean mucho, iugh —dijo e hizo una mueca de asco.
Ambos padres se miraron y suspiraron. Su pequeño abogado se defendía y tenía una respuesta lógica para todo.
—¿Por qué me preguntan eso?
La mujer suspiró y sonrió, —Entrarás en una guardería, cariño. Tu padre y yo pensamos que relacionarte con otros niños sería mejor para ti.
—¿¡Qué!? ¡No, mami! ¡No quiero!
En los únicos momentos en donde Jinyoung parecía un niño de su edad era cuando armaba berrinches; como el que estaba haciendo en ese momento.
Lloraba histérico y pataleaba con fuerzas, haciendo que sus padres lo miraran con aburrimiento, puesto que ya ni le hacían caso a sus shows. Pero ya la decisión estaba tomada; Jinyoung iría a la guardería para que se relacionara con otros niños y pudiese vivir una infancia normal.
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NOTA: el fragmento del libro utilizado corresponde a «Los Casos de Mojopí» del autor Ángel Fernández de Cano. Un libro infantil que sinceramente me gusta muchísimo.
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