OO3.
Luego de un entrenamiento agotador, Amelia fue a bañarse, claramente no podía tomarse su tiempo, así que trato de bañarse lo más rápido posible. Trató de cambiarse rápidamente para que las cámaras no la notaran y fue un desastre. Se golpeó la cabeza.
Salió del baño en busca de algo de comer, aún quedaban algunos panes que Alfa había hecho en la mañana, así que esta vez opto por mermelada para complementarlos, sirvió algunos en un plato y los llevó hacía afuera donde estaban los demás sentados tomando mates y otros que seguían entrenado.
Amelia se sentó en la punta del sillón al lado Coti, la correntina buena onda. También estaban Alexis, Agustín y Maxi.
—¿Quieren? —Amelia les ofreció a todos y solo algunos aceptaron.
—Thiago nos dijo que casi te rompes un pie en el entrenamiento —Martina, quien estaba sentada a unos metros de ella, le habló por primera vez en el día.
El día anterior no hicieron más que saludarse, además de que a Amelia no le daba buena espina, al igual que Holder y Juan.
—Si, te juro que casi se me va el alma — sonrió nerviosa—, pero después Marcos me ayudó.
Alexis, quien estaba sentado frente a ella, le ofreció un mate y ella aceptó con gusto. No era de tomar mucho mate, pero siempre se da ese gustito si se lo ofrecen.
—¿Cuál era Marcos? —habló otra vez Martina.
Amelia hizo un gesto con la cabeza hacía donde Marcos estaba, todavía seguía entrenando con las pesas.
—Ah, si. Esta re bueno —dijo sin importar qué.
Coti comenzó a reír por lo bajo, mientras que Alexis y Maxi no decían nada, solo juzgaban a la chica silenciosamente. Amelia abrió los ojos y le sonrió incómoda. Esa chica es muy confianzuda. Ame le devolvió el mate a Alexis, o como todos lo llaman, el cone.
—¿Y qué fue ese abrazo que él te dió?
Otra vez Amelia la miro sorprendida. Al parecer era una piba que chusmea de todos y muy irrespetuosa.
—Fue solo un abrazo, Martina —ella esperó alguna explicación de parte de Amelia—. No voy a explicarte por qué Marcos me abrazó. Boluda, ándate a chusmear a otra parte.
—¿Vos quién te creés para hablarme así? —Martina ya se había levantado del sillón para enfrentar a Amelia.
—Ey, ey, ey. Tranquilas chicas —habló Agustín, quien se levantó con Maxi a detener a Martina.
Martina le dio una mirada asesina a la castaña y se fue hacia las habitaciones renegando por la toda la casa.
—Ay, es una tarada —habló Amelia.
—Déjala, se quiere hacer notar la boluda —respondió Coti.
—Vos no te preocupes, acá ella no te toca —habló Maxi. Amelia le sonrió con amabilidad. Le caía muy bien el cordobés y ama la tonada que tiene.
Amelia suspiro apoyando la cabeza en el respaldar del sillón. Era el primer día y ya tenía a alguien para odiar, y no dudaba en pensar que Martina la odia a ella.
La voz de gran hermano se escucho por toda la casa anunciando la primera prueba de la semana para ser el primer líder. Todos fueron a prepararse para la primera prueba, obviamente estaban nerviosos y ansiosos por esto, todos querían ser líder. Al estar listo, se dirigieron hacia el salón que siempre estaba cerrado, ahí había cinco puertas y un sobre en el centro, Maxi tomó la carta y la leyó mientras todos lo escuchaban atentamente las instrucciones.
La prueba consistía en buscar las cinco monedas grandes de colores escondidas en toda la casa. Luego de que las cinco personas ya tengan las monedas, pasaran a la siguiente parte de abrir el candado de la puerta del color correspondiente de la moneda para luego ser el líder de la semana y obtener inmunidad.
Cada uno se posicionó al final del pasillo, Amelia trató de estar al frente y salir lo más rapido posible hacía la cocina donde pensaba que habría una. Es una chica muy competitiva, por lo que si pierde, obviamente actuaría su enojo, pero su competitividad es de un rango muy alto.
La prueba acababa de comenzar, Amelia fue directamente a la cocina donde revolvió todas las cosas posibles para encontrar una gran moneda, pero a los segundos de ver que ya algunos tenían la moneda y de rendirse en el espacio de la cocina, fue hacia la habitación donde Coti salió felizmente con una de las monedas. Romina salió última y al ver a Ame la abrazó para luego caminar hacía el living, donde estaban Coti, Nacho, Juli, Martina y Tini con las cinco monedas. Volvieron al salón, donde estaban las puertas, los que no encontraron las monedas se sentaron en las esquinas de la habitación. Amelia se sento al lado de Agus y él le sonrió, mientras que Marcos silenciosamente se sentó al lado de la castaña y le dedicó una sonrisa que Ame también le dió.
La segunda parte de la prueba había comenzado. Amelia veía como cada uno de ellos se ponían nerviosos. Todos quieren ser el líder. Al fin y al cabo, Ame no se sorprendió como fue, sino quien fue el primer líder de la semana: fue Martina.
Todos fueron a felicitar a cada uno de los que estuvieron a punto de lograr ser el primer lider. La castaña hizo lo posible y con amabilidad fue a felicitar a Martina, Es muy rencorosa. Amelia fue en busca de Julieta y se lanzó a abrazarla.
—Ay, estuviste genial —Amelia besó la mejilla de su amiga.
—¡Gracias! —dijo la rubia.
Las dos se fueron abrazadas hacia el living con los demás. Santiago estaba estaba en la pantalla de la televisión de la casa, felicitó a Martina y le dijo que con ser la líder le da inmunidad en las nominaciones y puede salvar a un participante que este en la placa.
Amelia piensa que llegar a la placa no será difícil. Con cualquier cosa que hagas mal, pueden mandarte a la placa. Por eso su estrategia es llevarse bien con todos. Aunque ya comenzó mal.
(•••)
Luego de la cena, Amelia tomó su frazada y fue hacia afuera a sentarse en el sillón. Después de un rato estando sola, Nacho salió y se sentó con Ame.
—¿Están llamando para ir al confesionario? —dijo ella mientras soltó un bostezo que contagió a Nacho.
—Si, yo ya fui —Nacho apoyó su cabeza hacia atrás en el respaldo del sillón.
Amelia miró al rubio y después miro su brazo que estaba en medio de los dos. Le rodeaba un tatuaje a ese brazo y en el otro tenía un tatuaje diferente. Es muy observadora.
—¿Solo esos tatuajes tenés? —Amelia lo miro y Nacho le sonrió.
Él levanto los brazos para que Amelia pueda verlos mejor, por lo que ella trató de mirarlos.
—¿Vos tenés tatuajes?
—Si, tengo uno en el abdomen del lado derecho, otro en el pie y este en el dedo —Amelia le mostró la carita feliz que tenía en el dedo del medio de la mano izquierda.
—¿Puedo ver los otros? —ella asintió.
Se levantó la gran remera que tenía hasta que el tatuaje de marciano violeta se pueda ver. Después le mostró el tatuaje del pie que era una araña pequeña sobre una telaraña.
—Estan geniales —comentó el rubio.
—Gracias —sonrió— La carita y la araña me los hice por gusto. El marciano me lo hice porque mi hermanastro que me apostó que si no aguantaba más de cinco meses con mi primer novio, me tenía que tatuar y si aguantaba me iba a comprar un auto —Nacho abrió los ojos.
—¿Un auto? —el rubio se sorprendió.
—Su mamá es de mucha plata. Es una mujer muy buena, pero cheta mal —sonrió—. Y bueno, no duré ni tres meses con mi novio y el mismo día que terminamos me fui a tatuar el marcianito.
—Fuaaa, boluda. No te duró nada y lo superaste re rápido —Nacho comenzó a reír.
—Si, bueno. Yo le terminé —otra vez el rubio abrió los ojos sorprendido—. Pero fue por una buena causa. Yo quería empezar la universidad sin tener que preocuparme de nada y tenía que hacerlo.
—Ah, bueno —alargó las palabras—. Sos una rompecorazones.
—Algo así —Amelia le sonrió.
Cuando comenzó a sentirse más frio estando afuera, los dos fueron a dentro. En el sillón estaban Daniela, Marcos, Thaigo, Agus, y Julieta que hablaba con Dani y Thiago. Había algunos en la cocina y los demás deberían de estar en las habitaciones. Nacho se fue hacía las habitaciones, mientras que Amelia se envolvió hasta la cabeza con la frazada y se sentó al lado de Agustín en una esquina del sillón.
—Boludo, hace un frio afuera —Amelia miro a Agus, quien le sonrió.
Se lleva muy bien con el castaño.
—¿Y qué hacías afuera si tenías frio? —él se acomodó mejor
—Salí sola, pero después Nacho salió y empezamos a hablar de los tatuajes que tenemos y mi exnovio, que se yo —Ame sonrió.
Agustín comenzó a reírse de la castaña. De una y otra manera, los dos comenzaron a hablar sobre los exs que dejaron en un pasado. Agus tuvo una novia con la que terminaron en abril y Amelia le contó sobre su novio a Agus.
Se veía que Marcos estaba al tanto de la conversación de aquellos dos, así que, silenciosamente, se sentó al lado de Ame.
—¿Todo bien, primos? —el más alto les sonrió.
—Si, estábamos hablando de nuestras desgracias —dijo Agus.
Marcos le sonrió y los miró con curiosidad.
—¿Desgracias?
—Cuando rompimos con nuestras parejas.
—Aaah —Marcos miro hacia otro lado un poco incómodo, pero volvió a mirar a la castaña—. ¿Cuántos novios tuviste?
Amelia volvió a bostezar. El cansancio la estaba matando.
—Uno solo, pero terminé con él cuando comencé la universidad en Washington DC.
—Ah, entonces si es entendible —agregó Agus—. ¿Y por qué a Washington?
—Tengo familia allá y eso no me costaba la estadía. Ahh, re aprovechadora —Agus rió—. Nah, pero yo siempre quise estudiar allá, además de que extrañaba donde nací, pero me fui a otro estado.
—¿Cuántos años estuviste allá? —preguntó Marcos.
—Me fuí de California cuando tenía cuatro años, después volví a los dieciocho y estuve ahí hasta los veinte, después vine acá porque extrañaba a mi mamá y abuela, y acá estoy. En la casa más famosa del mundo —Amelia comenzó a tararear la música de la introducción de Gran Hermano—. Uff, tengo sueño, boludo.
—Si, se nota —dijo Agus, a lo que ella lo miro serio.
—Si, bueno, siempre tengo sueño —sonrió.
—Amelia, al confesionario, por favor —se escuchó la voz de Gran Hermano, todos miraron a Ame, mientras que Marcos y Agus la alentaban y deseabna suerte.
Amelia se levantó del sillón perezosamente, dejó la frazada con los chicos y los amenazó con que la cuiden. Entró al confesionario y trató de despertarse lo más rapido posible para así nominar.
—Buenas noches —dijo ella con amabilidad.
—Buenas noches. ¿Cómo estás?
—Con sueño, pero contenta. ¿Y usted? —Amelia sonrió.
—Estoy muy bien, gracias —ella asintió y Gran Hermano prosiguió—. Bueno, estás acá para nominar. Recordá que primeramente son dos votos, después uno y dame las razones.
—Bien —Amelia se acercó al micrófono —. Los primeros dos son para Tomás, con él es más por afinidad y no me cae muy bien. Y el segundo es para Juan, también por lo mismo.
Hubo un silencio, en que Amelia repaso todas las palabras que dijo.
—Muy bien, muchas gracias. Ya podés volver.
—¿Puedo mandar un saludo? —preguntó curiosa.
—Por supuesto.
—Hola ma, hola abuela, las extraño mucho. Las amo —sonrió mientras saludaba agitando la mano—. Gracias. Nos vemos.
Amelia salió de la habitación y fue en busca de su frazada. Se despidió de sus amigos para irse a dormir, se fue a lavar los dientes bajo la atenta mirada de Marcos y se envolvió en la frazada para entrar a la habitación, encontrándose con Martina, Nacho, Tomás, Juan hablando y Coti estaba en su cama, mirando a la nada. Trató de finjir una sonrisa, pero todo eso le estaba tabdo mala espina.
—Buenas noches —dijo ella amablemente.
Dejó su frazada sobre la cama y la acomodó como se debe.
—¿Te vas a dormir? —preguntó Nacho.
Amelia lo miró, pero tenía la mirada de los otros tres presentes sobre ella, aunque la mirada de Martina era de enojo que amabilidad.
—Si, me ganó la fiaca —la castaña sacó su pijama de su armario—. Coti, ¿me ayudas? — señalo la frazada.
Coti se levantó de la cama y sostuvo la frazada frente a ella para taparla mientras miraba hacia otro lado y así las cámaras no la llegaran a ver.
—Eu, vamos —Nacho llamó la atención de los dos hombres sentados frente a él.
Aquellos dos se quejaron, pero Nacho los obligó a irse junto a él para darles privacidad a las demás, mientras que Martina se quedó acostada en su cama, juzgando a las otras dos.
Cuando Ame terminó de cambiarse, Coti también le pidió ayuda, así que sostuvo la frazada frente a la rubia para que se cambié tranquila.
—Gracias, Ame.
—No, de nada —la castaña le sonrió.
Martina se quedó mirando a las dos chicas un poco más, Amelia le sonrió amablemente, como dejando su pelea del atrás, pero Martina se fue a regañadas de la habitación, dejando en claro que no iban a perdonarse por un buen tiempo.
—Me tiene harta —dijo Lia.
—Ya, tranquila. Tarde o temprano se va a ir —Coti le sonrió a la Californiana.
Ame se acostó en su cama, siguió hablando con Coti hasta que todas entraron a la habitación para ya dormir, apagaron las luces y Amelia por fin pudo sacarase el incómodo micrófono.
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