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𝐒𝐄 𝐏𝐎𝐃𝐈𝐀 𝐍𝐎𝐓𝐀𝐑 𝐐𝐔𝐄 𝐋𝐈𝐀 𝐄𝐒𝐓𝐀𝐁𝐀 𝐌𝐔𝐘 𝐍𝐄𝐑𝐕𝐈𝐎𝐒𝐀. Jubaba con sus pulgares nerviosamente, su mirada no se quedaba quieta y el tener las cámaras y las luces en su cara la hacían sentir ahogada. Había esperado tanto este momento, pero parecía quererse arrepentir, aunque ahora eso es imposible. Ya no había vuelta atrás, ahora solo debia enfocarse en su juego.

Llegó la hora de su presentación, las puertas se abrieron ante ella luciendo el vestido negro, suelto y zapatillas blancas que su madre le regaló, camino hacia centro y se planto al lado del presentador, Santiago del Moro.

—Hola, Amelia —Santiago la saludó con un beso en el cachete—. ¿Cómo estás? ¿Ansiosa? ¿Tranquila?

—La verdad es que quiero explotar de la emoción —todos en el set comenzaron a reírse, al igual que ella—, pero sobretodo estoy nerviosa. Es una experiencia que siempre quise vivir.

—Eso es bueno —respondió Santiago—. ¿Y quién te acompaña hoy?

Amelia señaló a unos metros suyo, donde estaba su familia y algunas personas más con carteles mientras gritaban de la felicidad.

—Ahí estan mi mamá, mi papá que vino desde California, mis amigos y mi abuela —Amelia les sonrío ampliamente.

—Que lindo. Anda a darle el último abrazo, Ame, y así podes entrar a la casa.

Amelia no dudó en ir a abrazar a las personas que más ama. Su madre estaba llorando mucho, al igual que su abuela. Abrazó a todos con fuerza y se despidió de cada uno de ellos para volver con Santiago.

—Ame, escuchamos en la presentación que naciste en California.

—Si, soy de allá, pero mi mamá me trajo acá cuando era chiquita —sonrió—. Creo que fue la mejor decisión, me siento yo en este hermoso país.

Todo el público comenzó a aplaudir. Amelia se sentía muy nerviosa y cada vez que veía a su familia le daban ganas de llorar.

—Muy bien, Amelia, un gusto conocerte. Toma tu valija y anda por esa puerta donde te espera el auto —Santiago le señaló por donde ir.

Amelia se acercó a saludar a su familia por última vez, luego se alejo y saludo a todo el público sacudiendo su mano alegremente. No podía dejar de sonreír, esta muy emocionada. Salió del estudio y rápidamente se subió al auto que la llevó a la entrada de la casa, donde se encontraban dos presentadores más, Wanda y Rober.

—¡Ame! Que hermosa estas —exclamó Rober con una sonrisa. Tomo la mano de Amelia y la hizo girar ligeramente.

—Muchas gracias —Ame sonrió.

—¿Estás lista para entrar a la casa? —le preguntó Wanda.

—Por supuesto, esperé este momento por mucho tiempo, es emocionante.

—Muy buen, Amelia, disfruta este tiempo y que la pases bien —Rober saludó a la castaña y Wanda hizo lo mismo—. Es hora de entrar.

Amelia les sonrío y Wanda la acompañó hasta la puerta para entrar a la deseada casa que esperó conocer desde que era más chiquita. Ame entró a la casa, a su derecha había una pileta, más adelante había sillones, una mesa y un espacio para entrenar. No había nadie afuera, tampoco se podía ver de adentro, además de que la casa es grande, ella fue la segunda participante en entrar a la casa.

—Nah, esto es enorme — dijo con asombro mientras trataba de observar cada rincón del patio.

—Hola, bienvenida —dijo un chico al salir al patio para recibir a Amelia.

—Ey, hola —se saludaron con un beso en el cachete—. Soy Amelia.

—Nacho, un gusto —sonrió nervioso.

—¿No hay nadie más en la casa? —preguntó ella, se notaba el nerviosismo que tenía, pero ya estaba dentro. Ya había cumplido su sueño.

—No, por ahora no entró nadie más —le respondió viendo al patio.

—Fua, todavía no caigo.

—Si, yo también. Es como una mansión —dijo el rubio—. Son como treinta casas mías.

Amelia comenzó a reírse.

Nacho le enseñó lo que podía de la casa, los dos todavía seguían asombrados por lo enorme y hermosa que era la. Los dos parecían nenes que descubrieron un gran tesoro, iban de acá para allá y tocaban todos como si fuera de otro mundo.
El rubio le enseñó las habitaciones y Ame con rapidez eligió una cama al lado de los armarios, dejó su maleta al lado de la cama, se sentó ahí y miró toda la habitación. Tenía buena pinta, había muchas camas y un gran espacio.

Amelia y Nacho comenzaron a hablar animadamente, ella parecía tenerle confianza al igual que él a ella. Parece ser que se llevarán muy bien.

A medida que iban hablando, más participantes iban llegando y Ame estaba dispuesta a llevarse bien con todos. Entraron varias chicas y la primera que la saludó fue una chica rubia llamada Julieta. A Amelia le agradó mucho, por lo que no se despegó de ella y tampoco de Nacho.

Cuando ya todos los participantes estaban en la casa y ya habían acomodado sus cosas en sus respectivos lugares, gran hermano les dió la bienvenida a todos. Amelia se sentía muy emocionada, ya tenía tiempo de querer sentir que era conocer lo que es dentro de la casa de gran hermano.

Luego de la bienvenida, todos los participantes comenzaron a hablar de sus vidas y a compratir un tiempo juntos. Ame se sentía confiada entre ellos, aunque sabía que no debía apurarse en ese sentido, pero de a poco los iría conociendo. Todos brindaron y dijeron algunas palabras antes de comenzar esta aventura.

Amelia estaba en una esquina del sillón al lado de Nacho quien hablaba con el hombre de trenzas llamado Juan. Ame miró al otro lado, donde otro chico alto se estaba sentado a su lado.

—Hola —le dijo con una sonrisa—. Soy Marcos.

Amelia le sonrió amablemente. Ya se habían presentado, pero ni Amelia podía recordar como se llamaba el rubio a su lado.

—Soy Amelia, un gusto Marcos —el chico también le sonrió amablemente.

—¿De dónde dijiste que eras?

—Nací en California, pero mi mamá me trajo acá cuando era chiquita.

—¿Sabé' hablar bien inglés?

Esa pregunta es frecuente para Amelia. Todos creen que puede hablar bien inglés, y eso verdad, pero no lo presume.

—Si, ya lo tengo en mi vocabulario —Marcos comenzó a reír.

Amelia le había caído bien el salteño, lo cual lo había mencionado antes, y a Marcos lo mismo.

Las charla entre los participantes fue divertida, hasta el punto de quedarse hasta la madrugada hablando de sus vidas. Para Amelia, como el resto, fue divertido, es conocerse antes de empezar a jugar. Cuando terminaron de hablar, de a poco se fueron yendo a las habitaciones y a sus respectivos lugares.

Amelia fue en busca de ropa cómoda que el vestido corto que tenía. Miraba a las demás chicas que se cambiaban de ropa como si no hubiera cámaras en la habitación. Estuvo unos minutos tratando de poder averiguar como cambiarse de ropa sin que las cámaras la notaran.

—¿Estás bien, Ame? —le preguntó Daniela, quien tenía su cama delante de la de Amelia.

—Uh, si. Estoy tratando de que las cámaras no me vean desnuda.

Daniela comenzó a reírse, pero Amelia no, no quería exponer su cuerpo. Así que se metió bajo la frazada y rápidamente se cambió de ropa por su remera más larga favorita y un short de tela liviana para poder dormir bien.
Todas las chicas la miraban, pero era comprensible.

—¡Listo! —dijo Ame al salir debajo del acolchado.

—Muy bien —le dijo Julieta—. Boluda, sos re rápida.

—Gracias —Ame le sonrió amablemente—. Bueno chicas, yo me voy a dormir, que esta belleza no dura para siempre.

La mayoría de las chicas comenzaron a reírse. Ya era notable que Amelia era una chica divertida y sociable, podía hacer reír a todos. A la mayoría ya le había caído bien, por lo que procuró seguir así por lo menos por un largo tiempo.

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