9.

Jimin escuchó la campanilla del local sonar.

— Creí que te habías arrepentido del trabajo — dijo la peli negra extendiendo su goma de mascar coquetamente.

— N-No — soltó Jimin rascando su nuca — tuve unos inconvenientes antes de salir del Instituto. Y cómo no, si estuvo casi media hora sacando el almuerzo que Jungkook le había tirado encima. — Pero listo, aquí me tienes — se enderezó mostrando una linda sonrisa — viernes por la tarde —.

— Namjoon no debe tardar, te vamos a explicar unas cuantas cosas, para que mañana mismo empieces — sonrió Lynz.

— Bien — escaneó con la mirada todo el lugar, había discos de vinilo colgados sobre la pared, la cual era un azul turquesa; los estantes eran de madera y estaban repletos de cassettes, había un toca discos cerca de una ventanilla que dejaba salir música relajante, Jimin estaba seguro que iba a ir bien en ese sitio. 

— ¿Cuántos años tienes? — cuestionó Lynz y Jimin enfocó su vista en ella.

— Tengo diecinueve — recargó las palmas de sus manos sobre el mostrador, detallando los álbumes de un montón de artistas. — ¿Y tú? — preguntó a cambio.

— Hmm... a una mujer no se le pregunta eso — rio la peli negra y Park se sintió avergonzado.

— Y-Yo lo sie-ento — titubeo.

— Tengo treinta y cinco — contestó Lynz y entonces Jimin quedó boquiabierto — ¿qué?, ¿me veo más vieja? — llevó su mano a su pecho fingiendo llorar.

— ¡NO! — gritó Jimin — ¡Y-Yo... bueno, tú... — Las risillas de la mayor opacaron la música de fondo, el peli rubio se abofeteo mentalmente y decidió hablar como una persona normal. — Te ves más joven, lo digo por... tú estilo y ya sabes...

— Sí, lo sé, muchos dicen que no parezco muy grande — chasqueo la boca — pero lo soy, por eso tengo un buen negocio —. 

El peli rubio asintió y como se predijo, en cuestión de minutos un chico alto y moreno entró al local, tenía unos pantalones verde oscuro holgados, una camisa igualmente holgada color blanca y una gorra negra cubriéndole un poco la mirada.

— Lynz — dijo — ¿cómo va todo? 

— Muy bien — sonrió — Jimin llegó hace un rato — soltó dejando que ambos tuvieran contacto visual.

Namjoon y Jimin no se llevaban mal, de hecho, ni siquiera habían tenido el tiempo de convivir, sin embargo, se evitaban. El círculo amistoso entre Jungkook y Jimin estaba entrelazado de alguna u otra manera y aunque ese círculo se había deformado todavía se toleraban entre los siete... al menos, eso querían creer.

Yoongi y Jin eran amables con Jimin pero nunca se acercaban más de lo debido. Hoseok y Taehyung habían crecido prácticamente con Jungkook y Jimin, pero ellos prefirieron no dejar solo al peli rubio.

Un caos.

— Hola Jim — dijo Namjoon cortando los pensamientos en el aire.

— Nam — murmuró Jimin suavemente.

— ¡Bueno! — Lyzn dio una palmada y pronto Jimin comenzó a ser instruido por los mayores. Ellos le enseñaron la bodega donde recibiría la mercancía y donde también tomaría para rellenar lugares vacíos en los estantes.

Le dieron los precios de hasta la más minúscula partícula de la tienda, incluso bromearon un poco sobre lo desierto que era el negocio. 

— Eso si, en cualquier festividad siempre vienen olas de personas — comentó Namjoon — los fines de semana hay más clientes que de costumbre, de todos modos, si necesitas ayuda, puedes llamarme, vendré en cuanto lo pidas — sonrió dejando unos lindos hoyuelos como recompensa.

— Creo que haré un par de llamadas para no aburrirme — jugueteó peligrosamente.

— Estaré encantado — vaciló Namjoon y ambos sonrieron cálidamente. 

Tal vez no todo estaba perdido con esa amistad.

— Aunque tu uniforme de niño bueno del Instituto se te ve jodidamente bien — intervino Lynz — no dejaré qué... espera — hizo un mohín y luego soltó una risotada — ¡seré tonta! iba a pedirte que no lo uses en el trabajo, pero vienes los fines de semana — rio.

— Así es — concordó Jimin riendo sutilmente. 

La peli negra siguió su camino entré los catálogos sobre los discos con los que contaban.

— Es muy divertida y sonriente para su edad — susurró Namjoon a Jimin.

— Te lo creo... ¿está casada? — indagó.

— Oh, Jim, ¿te gusta? — contestó  horrorizando a Jimin en segundos — porque no, no está casada —.

— No pregunté por eso — rio Jimin bajando la mirada para no ser pillados por Lynz.

❅ 

Con las manos en sus rodillas, el peli rubio inhaló y exhaló.

Se había olvidado de pasar a la casa de Jungkook para seguir con el bendito proyecto de Filosofía.

Fijó la vista en aquella casa de fachada blanca, tomó aire nuevamente y tocó la puerta, no quería incomodar si se encontraba el señor Jeon, de hecho, estaba seguro de que Jungkook lo botaría a patadas antes de si quiera saludarlo.

Su corazón latía con rapidez en los segundos que parecieron eternos.

Entonces una cabellera castaña se asomó por el lugar, terminando así de estallar el corazón de Jimin. Jungkook tenía las mejillas rojas, sus ojos apenas y se podían abrir, su cabello estaba hecho un desastre y traía puesta su pijama tres o cuatro tallas más grandes que su cuerpo.

— ¿Jimin? — cuestionó aún adormilado.

— Quedamos en avanzar con...

— Pasa — soltó Jungkook caminando hacia su habitación sin ser un poco caballeroso, Park exhaló y cerró la puerta, a pasos lentos llegó cerca del más alto — estaba tomando una siesta — gruñó Jungkook abriendo su laptop.

— Cómo si eso me importara — murmuró Jimin cerrando también la habitación del castaño.

— Debería, has llegado como dos horas después — se quejó.

— Tenía que limpiar lo que hiciste — espetó Jimin dejando que su ya natural enojo saliera a flote.

— Estoy ansioso por saber lo que harás mañana para desquitarte — bromeó Jungkook buscando el archivo de su avance.

— JA — ironizó Jimin — un día me cansaré de tus juegos y todo saldrá mal — retó.

— Lo veremos Jiminie... lo veremos — Jungkook se sentó en su cama con las piernas extendidas y el portátil sobre sus muslos. Jimin acercó la silla de su escritorio y la colocó a un lado, quedando un poco cerca del castaño. — Empecemos...

— Para Platón, el amor era entendido como el estado de éxtasis y a la vez moderada frustración — citó Jimin mientras Jeon tecleaba cada palabra. 

— Claro — rio Jungkook.

— Lo leí en un libro de la Biblioteca — dijo Park cruzándose de brazos.

— Entonces Platón creía que el amor también es negativo — enarcó su ceja.

— Si — respondió Jimin.

— No — contestó Jungkook. — Platón creía que el amor generaba frustración ya que, las personas sabemos que hay algo más allá de lo material — explicó.

— Pero a la vez no nos será entregado totalmente... — murmuró Jimin.

Fue ahí cuando ambos entrelazaron miradas llenas de sorpresa.

El peli rubio admiraba de Jungkook la forma en la que siempre iba un paso adelante de él cuando Jimin creía estar en ventaja. 

Mientras que dentro de los pensamientos de Jungkook no podía salir la idea de Jimin siendo esa persona indescifrable para el mundo.

— Anota lo que quieras — espetó Jimin.

— Uy, ya se enojó pie pequeño — Jungkook escribió en el documento, por supuesto, esperando el pellizco en su brazo por parte del peli rubio. — ¿Has comido? — cuestionó.

Park lo miró de manera cruda, ¿por qué por momentos cambiaba tan estúpidamente de actitud? Él no quería su lástima, no la necesitaba.

Era jodido para él soportar las rachas de humillación como unos días antes donde Jungkook le prohibió ver al señor Jeon, o los momentos donde solo era un chico maldoso haciéndole travesuras en el Instituto o esa actitud donde se preocupaba, preguntando si comió o simplemente otorgándole esas miradas que solo le conocía al pequeño Jungkook, no al mayor.

— No te incumbe — optó por responder. — Escribe entre comillas; la concepción platónica del amor es el impulso que nos lleva a querer más allá de lo material en nuestra experimentación de algo...

— Lo que caracteriza el amor, es por lo tanto, la búsqueda de lo verdadero y puro — intervino Jungkook.

— Lo que busca tu papá — dijo Jimin automáticamente.

Un silencio cubrió la habitación, el castaño esta vez no lo miró, solo lamió su labio inferior e inhalo tranquilamente. 

Jimin entró en pánico por segundos, sin embargo, se mantuvo al margen, intentando no colapsar. 

— No entiendo la necesidad que tienes al ver a mi padre — dijo Jungkook — no es nada tuyo, no lo fue ni lo será... en todo caso, tu madre es la que debería llorarle —.

Eso era lo que detenía a Jimin cada que su corazón le hablaba del castaño. La actitud tan idiota que había desarrollado con el tiempo.

— No era nada mío — comenzó Jimin con un nudo en la garganta — pero... — apretó los párpados, concentrándose en la picazón incómoda en sus orbes. — Olvídalo — respondió — sigamos la próxima semana — tragó de nuevo todos sus sentimientos y se marchó dejando a Jungkook con un sabor amargo en la boca.

Aquí es donde tiene que parar, estoy cansado de escucharlo.

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¡Las extrañé!
Besos en sus caritas preciosas <3

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