𝗣𝗮𝘀𝗮𝗱𝗼
Dom salió de allí justo antes de que llegase la policía y se metió en un garaje donde aparcó el coche.
—Vamos —le dijo a Lu antes de salir del coche.
Dom agarró su chaqueta con una mano y agarró la mano de Lucía con la otra antes de empezar a caminar fuera del garaje.
—¿Estás enfadado? —le preguntó Lu confusa.
—¿Por qué estaría enfadado? —le preguntó él y ella encogió los hombros.
Aunque Lu supiera cómo tratar con Dom, eso no quitaba el hecho de que él era bastante más mayor que ella y que Lu era muy insegura, así que solía procurar que él no se enfadara con ella.
Dom le dio un beso en la cabeza mientras salían del establecimiento y un coche de policía pasó por al lado de la pareja, pero siguió de largo, al menos unos segundos, antes de detenerse y darse la vuelta.
—¡Toretto, detente ahí mismo! —le dijo el policía por el megáfono, así que él agarró la mano de Lu y comenzó a correr.
Corrieron por un callejón hasta que el coche verde de Brian se detuvo delante de ellos.
—¡Subid! —les dijo Brian y, sin pensárselo, ambos se subieron al coche. Lu a la parte de atrás y Dom en el asiento del copiloto.
Brian aceleró siendo perseguido por un coche de policía. Al salir del callejón, dio un derrape para girar a la carretera y seguir conduciendo como un loco.
Dos coches de policía se detuvieron delante del coche, pero eso no detuvo a Brian, ya que los esquivó antes de seguir conduciendo lejos de allí.
Brian cogió tanta velocidad, que el coche dio un salto antes de volver a caer a la carretera, provocando que los latinos se agarrasen a los asientos.
Una vez dejaron a los policías atrás, Dom se relajó y decidió hablar.
—Eres la última persona en el mundo que esperaba que apareciese —le dijo aliviado.
—La verdad es que pensé que si os caía bien, tu chica me dejaría quedarme mi coche —le dijo el rubio y Lu se asomó por los asientos con el ceño fruncido.
—Tengo nombre —le dijo ella y Brian sonrió.
—¿Lu? ¿Fue así como te llamó el capullo del bar? —le preguntó, ganándose el ceño fruncido del latino.
—Nos caes bien, pero no vas a quedarte el coche —le dijo Lu antes de volver a sentarse en los asientos traseros.
—Conduces como si hubieras hecho esto antes. ¿Qué haces, conducir en atracos? —le preguntó Dom curioso.
—No —le dijo el rubio sin mirarlo.
—¿Robas coches? —le preguntó Lu desde atrás.
—No, nunca —le respondió el rubio.
—¿Has estado en la cárcel alguna vez? —le preguntó Dom.
—Alguna que otra noche, nada serio —le dijo Brian haciendo que ambos latinos sonrieran.
—¿Y qué hay de los dos años en el reformatorio por robar coches? —le preguntó Dom y Brian lo miró confuso.
—Tucson, ¿verdad? —le preguntó Lu—. Dom hizo que Jesse te investigara, Brian Earl Spilner.
—Él encontraría cualquier cosa en internet, cualquier cosa sobre cualquiera —le dijo Dom—. Así que, ¿por qué nos mientes?
—¿Y qué hay de ti? Porque no me creo que ella tenga edad suficiente como para ir a la cárcel —les dijo Brian cambiando de tema.
—Dos años en Lompoc —dijo Dom dejando cualquier rastro de diversión atrás—. Prefiero morir a volver —dijo antes de que Lu agarrase su mano.
—Mierda, Dom —murmuró ella al escuchar motos acercándose al coche.
—¿Qué pasa? —preguntó Brian confuso.
—Que va a ser un noche jodidamente larga, eso pasa —le dijo Dom antes de que uno de los moteros los apuntara con una pistola.
—Seguidnos —les ordenó antes de acelerar.
Brian les siguió hasta el aparcamiento de un mercado chino y aparcó antes de que los tres salieran del coche, Lu detrás de Dom en todo momento.
—Creí que teníamos un trato —dijo Johnny Tran, el cabecilla de una banda contraria a la de Toretto—. Tú te quedas al margen, yo me quedo al margen. Todos nos quedamos felices.
—Nos hemos perdido, Johnny. ¿Qué quieres que te diga? —le dijo Dom poniéndose frente a Lu, ya que Johnny se había acercado a ellos.
—Veo que sigues con ese cachorro asustado —dijo Johnny mirando a Lu y Dom dio un paso hacia él de manera amenazadora—. Tranquilo, puedo ver porque te gusta —dijo mirando a Lu de arriba a abajo con una sonrisa que a Lu le dio repulsión—. ¿Quién es él? —preguntó mirando a Brian.
—Mi nuevo mecánico —dijo Dom antes de volver junto a Lu—. Brian, conoce a Johnny Tran. El chico con los pantalones de piel de serpiente, ese es su primo, Lance —los presentó antes de que un silencio incómodo de instalara en el ambiente—. ¿Cuándo vas a dejarme correr contra ese Honda 2000 tuyo? —le preguntó Dom a Johnny intentando suavizar el ambiente.
—¿Es este tu coche? —le preguntó Johnny a Brian, ignorando completamente a Toretto.
—Lo era, es de ella ahora —le dijo Brian.
—No, que va. Todavía no he tomado posesión de él —le dijo Lu, hablando por primera vez desde que habían llegado.
—Entonces, el coche no es de nadie —dijo Johnny divertido—. ¿Qué te parece, Lance?
—Es una máquina increíble —le dijo su primo aún con la pistola en alto.
—Sí, lo es —dijo Johnny con una arrogancia que hacía que a Lu le dieran escalofríos.
Ella había corrido contra él un par de veces, y le había ganado alguna que otra vez, pero estar en su territorio, era algo muy distinto.
A ella no le gustaba, pero no le llegaba a tener miedo, aunque no sabía de qué sería capaz, ya que Johnny siempre dejaba claro la envidia que le tenía a Toretto por estar con alguien tan joven.
—Vámonos —les dijo Johnny a sus chicos—. Os veo en el desierto el mes que viene. Estaré encantado de patearte el culo —le dijo Johnny a Dom mientras se subía en su moto.
—Vas a necesitar más que ese trasto —le dijo Dom, refiriéndose a la moto.
—Tengo algo para ti —le dijo Johnny antes de ponerse el casco y girarse hacia Lu—. Nos vemos, cachorrito —le dijo antes de alejarse con sus motos.
—Menudo gilipollas —murmuró Lu por lo bajo antes de que Dom la abrazase.
—¿De qué coño iba eso? —les preguntó Brian sin entender nada.
—Una larga historia, te la cuento luego. Salgamos de aquí —le dijo Dom abriendo la puerta del coche, pero, en cuanto escucharon una moto acercarse, los tres se apartaron de él.
Johnny y Lance empezaron a disparar al coche hasta que éste ardió en llamas y Lu agarró la mano de Dom.
—¡Chicos, el óxido nitroso! —gritó ella y Dom la agarró de la cintura y la separó del coche antes de colocarse frente a ella para así protegerla de la explosión.
—Joder —murmuró Dom antes de agarrar la mano de Lu y empezar a caminar fuera de allí.
Brian los alcanzó rápidamente y volvió a intentar sacarles información.
—Entonces, ¿de qué coño iba eso? —les preguntó.
—Es una larga historia —le dijo Dom, pero Brian no se dio por vencido.
—Tenemos una cuesta de 20 kilómetros. Alumbradme —les dijo y Lu suspiró antes de empezar a hablar.
—Un negocio que salió mal.
—Además, cometí el error de acostarme con su hermana —añadió Dom.
—Sí, el peor error de tu vida —le dijo Lu algo celosa y Dom sonrió antes de atraerla hacia él y darle un beso en la cabeza.
Si había alguien capaz de sacar el lado tierno de Dom, esa era la latina de dieciséis años que conocía desde el día de su nacimiento.
Nunca había habido nada entre ellos, pero, cuando Lu cumplió los catorce, Dom empezó a verla de otra manera, ya no la veía como la niña de la casa del final de la calle.
Aunque no intentó nada hasta que cumplió los quince, como Letty le había pedido. Él sabía que era mucho mayor que ella, pero a Lu no pareció importarle, y a Letty tampoco, siempre y cuando su hermana fuera feliz.
El taxi que los tres cogieron un rato más tarde, aparcó frente a la casa de los Toretto y Lu rodó los ojos al escuchar música viniendo de ella.
¿Enserio habían montado una fiesta?
—¡Cuidaros! —les dijo Brian antes de empezar a caminar en dirección contraria a la pareja.
—¡Ey! ¿Quieres pasar a tomar una cerveza? —le preguntó Lu, y Brian sonrió sabiendo que ya se había ganado a Lucía.
—Sí, claro —dijo antes empezar a caminar hacia la casa.
El primer paso para ganarse a Dom estaba completado, y Brian estaba más cerca de conseguir la confianza del latino.
Al entrar a la casa, Vince estaba tocando la guitarra para impresionar a las chicas, León estaba ligando con una chica mientras Jesse se liaba con otra, y Letty estaba tumbada en el suelo jugando a la consola.
Dom se acercó a León y, mientras intentaba inventarse alguna excusa, Dom le lanzó la cerveza al suelo.
Después fue a por Vince, quién dejó la guitarra de lado al verle acercándose.
—¿Dónde estabas? —le preguntó Dom molesto.
—Había una masa de policías ahí fuera. Venían de todas direcciones. Estaba orquestado —se excusó Vince, pero a Dom le importó más bien poco.
—¿Es esta tu cerveza? —le preguntó Dom señalando la botella.
—Sí, es mi cerveza —le dijo él confuso y Dom la agarró antes de girarse hacia su novia.
—Oye, Einstein, vete arriba —le dijo Dom a Jesse al verlo en la cocina—. No puedes inspeccionar un coche al completo sin levantar el capó —le dijo antes de alejarse de él—. Ni siquiera sabe hacer eso bien —murmuró por lo bajo mientras negaba con la cabeza.
Letty se acercó a su hermana y, cuando fue a abrazarla, ésta se apartó.
—¿Estás bien? —le preguntó Letty preocupada.
—¿De qué coño vas, Leticia? Yo estoy desaparecida, ¿y tú te vas de fiesta? —le preguntó Lu cabreada antes de que Brian entrase por la puerta.
—¡Oye, Dom! ¿Por qué has traído al imbécil? —le preguntó Vince molesto, pero Dom se giró hacia el furioso.
—¡Porque el imbécil es el que nos ha librado de la policía a mí y a Lu! —le gritó Dom—. ¡Él no corrió hacia el fuerte! El imbécil nos ha traído a nosotros de vuelta —le dijo antes de girarse hacia Lu y Brian y darle la cerveza de Vince al rubio—. Puedes tomar tanta cerveza como quieras, siempre y cuando sea una Corona.
—Gracias, tío —le dijo Brian antes de que Dom le diera un refresco a Lu.
Aunque Lu viviera en una casa llena de criminales, ellos jamás le darían alcohol a Lu, al menos no hasta los dieciocho, ya que así lo había decidido Letty, y los chicos siempre habían respetado sus decisiones en cuanto a su hermana.
—Esa es de Vince, así que disfrútala —le dijo a Brian señalando la cerveza.
—Lo haré —dijo Brian antes de limpiar la boquilla con la camiseta y darle un trago—. Hermano, ¿tienes un baño? —le preguntó a Dom mientras él disfrutaba del enfado de Vince.
—Sí, arriba. Primera puerta a la derecha —le dijo Dom sin siquiera mirarlo.
En cuanto Brian se alejó, Vince se acercó a Dom cabreado mientras Lu se acercaba a su hermana.
Letty sabía que su hermana no estaría enfadada con ella demasiado tiempo, pero siempre le dejaba su espacio.
Lu abrazó a Letty y ésta le dio un beso en la cabeza mientras le acariciaba la espalda.
—Lo siento —susurró la mayor y Lu asintió antes de girarse hacia los chicos, aún entre los brazos de su hermana.
—Ese tío no pinta nada aquí. No conoces a ese idiota de nada —le dijo Vince cabreado a Dom.
—Tiene razón, Dom —lo apoyó León.
—Vince, hubo un tiempo en el que tampoco te conocía a ti —le dijo Dom.
—¡Eso fue en tercero! —le gritó Vince enfadado de que Brian estuviera en la casa.
—¿Qué chicas hay aquí? —preguntó de repente Dom, molestando a Letty.
—¿Estás hablando enserio? —le preguntó Letty aún abrazando a su hermana por la espalda.
—Di un nombre. ¿Quieres la mía? —le preguntó León y Lu se separó de su hermana.
—Tú tienes que cerrar la puta boca —le dijo a León mientras se acercaba a Dom y León dio un paso atrás levantando las manos a modo de rendición.
—¿Pasa algo? —le preguntó Dom antes de que Lu se sentara sobre su regazo.
—Había pensado que podrías darme un masaje arriba —le dijo de manera coqueta y Dom colocó sus manos en la cadera de su novia.
—¿Y qué pasa con todos nuestros invitados? —preguntó para molestarla.
—Siempre podemos dejarles saber los buenos masajes que das —le dijo Lu y él sonrió antes de levantarse e ir hacia las escaleras, rodeando los hombros de su chica.
Cuando iban a subir, se cruzaron con Brian, así que ambos se detuvieron y se giraron hacia él.
—Ey —lo llamó Dom—. Sabes que aún le debes a mi chica un coche de diez segundos, ¿verdad? —le preguntó, haciendo sonreír a Lu.
—Te lo advertí —le dijo Letty antes de mirar a la pareja—. Pasarlo bien.
Lu le lanzó un beso antes de seguir subiendo las escaleras con su novio mientras éste besaba su cuello.
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