❁ཻུ۪۪🔖ꦿ 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗘 𝗩𝗘𝗜𝗡𝗧𝗜𝗦𝗜𝗘𝗧𝗘.
❝ꓸ᭄ꦿ⃔𝐅𝐑𝐄𝐄𝐃𝐎𝐌 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐑𝐀𝐌𝐏𝐀𝐑𝐓𝐒 ━━━━ 𝐞𝐫𝐞𝐧 𝐣𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫.
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪsɪᴇᴛᴇ: ᴍᴀʀ.
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El sonido de los titanes siendo aplastados en Trost dejó de oírse cuando la nieve empezaba a acumularse. Ya cuando la nieve comenzó a derretirse, el escuadrón anunció que ya no quedaban más titanes dentro de la Muralla María.
Cuando se rehabilitaron los elevadores y empezaron a pavimentar las carreteras, ya se veían flores y mariposas.
A los refugiados se les permitió regresar a casa cuando ya había pasado un año después del ataque a Trost.
Seis años luego del primer ataque del Titán colosal, el Escuadrón de Reconocimiento inició una misión fuera de la Muralla María.
Los caballos de los tres familiares iban correteando a la par, con Orlando encabezandolos ligeramente.
— Mira, Artemis. Son los pájaros que mamá dejaba que alimentaramos. —el alto señaló al cielo cubierto de nubes blanquecinas, ahí volaba una parvada de aves hermosas.
La fémina alzó la mirada adonde apuntó el joven. Sonrió abiertamente y sus párpados no le permitían llorar de la felicidad.
— Son hermosos... —murmuró.
De pronto, el color de una bengala de humo roja apareció por el aire, anunciando que había un titan puro cerca.
— Cuidado. —avisó Orlando.
Se acercaron al Titán. Era relativamente pequeño, y todo su cuerpo estaba pegado al suelo, sólo se arrastraba a paso demasiado lento.
La de cabellos azabaches y con fleco miró a Jaeger caminar tranquilamente hacia el gigante. Acercó la mano a su cabeza sin temor y la tocó. Rápidamente la chica bajó de su caballo y llegó a él.
Se miraron durante unos segundos sin decir nada, por lo que Artemisia imitó la acción del castaño.
— Es uno de nuestros compañeros a los que enviaron al “paraíso” —algunos quedaron en silencio con lo dicho—. Vamos. Está cerca.
Antes de que partieran nuevamente. Eren se acercó a su pareja y se le quedó viendo, prontamente su expresión de seriedad cambió a una de paz. El chico colocó la misma mano en la mejilla de la melliza, y la acarició con suavidad. Sintiendo la piel brillante y hermosa de la cual tiene el lujo de besar cada día.
— Te quiero... —susurró para que solo ella lo escuchase.
Notó el brillo triste en sus ojos.
Tomó la mano del chico, y la acarició de la misma manera.
— Y yo a ti. —besó sus dedos con una ligera sonrisa.
Después de eso, siguieron el camino a donde tanto esperaban llegar en corto tiempo.
Había mucho aire acompañado de arena, pasaron a través de unas enormes rocas llenas de musgo, para luego toparse poco a poco con una muralla.
— Aquí... ¿Los transformaban? —Artemisia sintió un dolor punzante en su corazón—. Que horrible...
— Sí. —Jaeger le dio la razón sin parar a su caballo.
— No te atrases, princesita. —Olympia pasó a su lado.
Asintió y continuó cabalgando. Pasaron alrededor de aquella muralla, hasta irse encontrando con la brisa húmeda del mar.
Todos pararon el andar.
Estaba tirada un poco más adentrada en el mar, ese sentimiento de calma la estaba inundando como nunca, y no le desagradaba en lo absoluto.
Jugó con la arena que golpeaba contra su palma cada que la marea iba y regresaba. Seguido eso, sintió la presencia de su hermano ponerse a un lado para hacer lo mismo que ella.
— Esto es hermoso. —Artemisia esbozó la sonrisa más tierna y linda que Orlando nunca había visto a lo largo de sus catorce años. A lo que inevitablemente formó la misma sonrisa que ella—. Mamá quería que viesemos esto... Y lo logramos.
— Sí... —le aventó agua a la fémina.
— ¡Hey! —rió a carcajadas, pero después hizo lo mismo.
— ¡Bruja! —se le lanzó encima, así provocando una guerra de agua salada entre los dos.
— Oigan, mocosos. Podré estar molesto con ustedes, pero aún así debo cuidarlos. Así que no se metan esa cosa extraña a la boca. —reprendió Levi desde la arena.
— No seas gruñon, Levi. Mi mamá seguro le habría gustado que disfrutaras el paisaje con nosotros. —dijo Artemisia, recordando algunas de las memorias de su madre.
El Ackerman bufó de brazos cruzados.
Ella sonrió alegre. Quería compartir su felicidad por ver el mar, así que ladeo la mirada a la persona que más amaba, Eren Jaeger.
Pero... Él se veía mucho más diferente de lo que se imaginaba.
Apuntaba al horizonte, mirando al cielo y las demás olas, con los ojos llenos de melancolía... Esos ojos verdosos que tanto amaba Artemisia, pero que actualmente se ven apagados junto a su alma.
Eso la destrozaba.
Se acercó dificultosamente al chico, pues la arena y el agua causaban cierta incomodidad al andar. Se posó a su lado, llamando la atención del chico que seguía entristecido.
— Eren... —hizo que bajara la mano, luego dejó reposar la suya en su mejilla, y no pudo evitar soltar una pequeña lágrima al ver el estado tan devastado en el que estaba Eren.
El chico bajó la mirada, sabiendo muy bien que su pareja no quiere verlo así.
— No sé lo que viste. Pero daré todo de mí para que tu paz persista. —lo abrazó por completo.
Las lágrimas del joven tampoco se resistieron. Y no dudó en corresponder al abrazo que le otorgaba el amor de su vida.
— Muchas gracias... No sé qué haría sin ti. —entrelazó sus dedos entre los cabellos lacios de Artemisia para no soltarla—. No me perdonaría que te pasara algo horrible.
— Tranquilo, mientras estemos juntos no pasará nada. —acarició su espalda—. Ven.
— ¿Adónde?
— A divertirnos un poco con el mar... —se separó de él y agarró su mano.
— Espera.
— ¿Qué pasó? —lo esperó pacientemente.
Un sonrojo sobresalió de sus mejillas.
— Te amo...
Artemisia entre abrió los labios antes de sonreír abiertamente.
— Te amo aún más.
Lo arrastró con ella a las olas del mar, donde nadie podía interferir con la felicidad de la pareja. Jugaban entre unas pequeñas e incontables risas, Eren llegó a tirarla en el agua, siendo llevado por Artemisia para no caer sola.
Se vieron mutuamente, tirados en el agua y con sus cabellos pegados a sus rostros gracias a la arena. Artemisia lo tomó del cuello de su blusa y lo jaló para besarlo suavemente, con las olas del mar golpeando sus cuerpos.
Solamente mantengamos todos una promesa...
Solo digan el nombre del otro,
Solo compartan la felicidad del otro,
Solo considera nuestras palabras
como verdad,
Solo sostiene nuestros sufrimientos
con fuerza...
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