❁ཻུ۪۪🔖ꦿ 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗘 𝗤𝗨𝗜𝗡𝗖𝗘.

❝ꓸ᭄ꦿ⃔𝐅𝐑𝐄𝐄𝐃𝐎𝐌 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐑𝐀𝐌𝐏𝐀𝐑𝐓𝐒 ━━━━ 𝐞𝐫𝐞𝐧 𝐣𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫. 
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ϙᴜɪɴᴄᴇ: ᴇʟ ᴛʀɪ́ᴏ ᴅᴇ ᴄᴀʀɪᴀ. 
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Tras la purga de los regimientos la humanidad perdió a gran parte de sus fuerzas, pero obtuvo otras cosas, como el mineral que había bajo tierra. Y gracias al poder endurecedor del dúo, nació una nueva arma antititanes.

— Le dio en la nuca, ¿creen que funcione? —Artemisia se rascó la sien en lo que miraba el cuerpo del titan que recientemente había sido aplastado por el gran tronco.

— No lo sé, eso espero... —susurró Eren a su lado.

Hanji tenía las manos juntas con una pizca de emoción en sus saltos al ver al titan. Cuando vio que comenzaba a evaporarse, dio un gran salto gritando al mismo tiempo su gran victoria.

— Lo logramos. —el de zafiros verdes se puso de rodillas exhausto, y recibió un abrazo por parte de Artemis—. Eres la mejor.

La joven sintió el calor llegar hasta sus mejillas, por lo que bajó la mirada y se limitó a darle un beso en la frente.

— ¡Genial! Podemos matar titanes sin que los soldados peleen. —señaló la mayor Hanji con un puño alzado al cielo, para después bajar la vista a los chicos que sonreían débilmente.

— Están muy cansados, fue demasiada experimentación para ellos. —Levi colocó sus manos en las cabezas de ambos adolescentes—. Si no hubiera estado Artemisia, habría sido más peso para Eren, tienes mucha suerte.

Artemisia le sonrió a su capitán, ya se había ganado el cariño de la melliza, y no le molestaba para nada lo que le decía. De hecho, se levantó y abrazó al Ackerman.

— ¡Lo siento! —rogó la de lentes.

— No se preocupe, mayor Hanji. Son cosas que estamos dispuestos a arriesgar con tal de mantener la paz en las murallas. —sonrió de oreja a oreja—. Cierto, ¿Eren?

— ¡S-sí! —se puso a la par de la fémina.

Todos miraron agradecidos a los dos, por el coraje y valentía que han otorgado a lo largo del tiempo juntos.

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Artemisia dejó soltar un gran bostezo cuando tocó lugar uno de sus pies dentro del lugar donde los soldados de la Legión estaban comiendo. Había estado ayudando entrenar con el equipo de maniobras a su prima, con un poco de ayuda de Orlando para que no fuese agotador.

— ¿Es buena idea que vaya a la recuperación de la muralla? Es buena, pero no sabe del equipo. —se quejó el alto mientras iba mirando el rostro tranquilo de su melliza.

— Vamos, Ori. Olympia es una excelente soldado, ¿no viste que es igual de buena que nosotros en el combate cuerpo a cuerpo? Esa chica tiene un don para la pelea. —se encogió de hombros ante la mirada acusatoria de su acompañante.

— Dar patadas a titanes no le salvará el pellejo... —musitó, recibiendo una expresión molesta de la contraria, a lo que soltó un suspiro—. Lo que diga serán órdenes, bella princesa de Caria.

Los mellizos rieron a la par por el apodo.

Tomaron asiento con sus amigos en la gran mesa, claramente Artemisia junto a Eren, y Orlando al lado de Jean. Pero cuando aparecieron a la vista de sus camaradas, uno en especial estuvo a punto de escupir su bebida.

— ¡Marlowe! No ensucies mi comida. —chilló Sasha, alejando la bendeja de comida del chico.

— ¡Hola! —sonrió la Cariana a todos.

— Ya llegaron los locos. —se burló Jean, chocando palmas con Orlando, el cual alzó una ceja al escuchar su comentario—. No me golpees, Ori.

— Te lo estás ganando, caballo. —rodó los ojos, y le robó algo de comida.

— ¡Artemisia! ¿Qué tal le fue a Olympia en su segundo día de entrenamiento? —preguntó la chica patata.

— Muy bien, ya ha avanzado bastante con el equipo 3D. —respondió sonriente—. Seguiré practicando con ella para que nos acompañe.

— Me sorprende sus capacidades de combate. —opinó Mikasa.

— ¡Seguro que los de Caria le darán una patada en el trasero a los titanes! —Connie alzó una cuchara.

Ellos rieron, y Artemisia sonrió orgullosa de portar aquel apellido.

El que tanto quería ocultar su padre.

Su sonrisa disminuyó, más nadie se dio cuenta por andar hablando ya de otro tema.

— ¿Recordaste algo? —Eren le susurró.

— Sí... —tomó el pan que le ofreció el moreno, antes agradeciendo—. Papá nos había dicho a Orlando y a mí que cambiáramos nuestro apellido para que las personas no nos buscaran e hicieran cosas malas con nosotros. Pero ahora no estoy segura si era algo malo o bueno, ya que Olympia es muy... Correcta y aferrada a sus ideales. Me buscaba para regresar todo a la normalidad en nuestra familia, nunca fue con una doble intención.

Eren frunció la cejas preocupado, y decidió darle un abrazo para reconfortarla.

— Tu padre te ocultaba muchas cosas, Artemis. Hay que esperar a ver lo que hay en el sótano. —señaló su llave, y le sonrió de lado—. Tal vez ahí haya algo que hable sobre tu padre, ya ves que el mío era buen amigo del tuyo.

— Tienes razón. —suspiró, dejando caer la cabeza a su hombro—. Hay que esperar...

Se mordió el labio inferior recordando todo lo que les está ocultando a sus amigos... A sus compañeros, camaradas... Líderes... A la humanidad dentro de las murallas.

“Caria me necesita, y yo estoy acá tomando la comida...” apretó sus puños.

Mientras Artemisia estaba sumida en sus preocupaciones, Marlowe la miró carraspeando su garganta para llamar la atención de los presentes y la de la de Caria. Quería que la persona a la que admira, lo notara.

— ¡Podemos ganar! —habló animado—. Con la nueva arma, ¡los titanes son como papel!

— Estás demasiado exaltado. —dijo Jean—. No sé cómo pudiste unirte a la Legión a estas alturas.

Artemisia y Eren los observaban hablar.

— Es cierto, ¿no te detuvo Hitch? —Sasha sacó de su boca la cuchara.

— ¿Hitch? ¿Por qué?

Connie, Sasha y Orlando hicieron muecas de burla hacia la relación de esos dos.

— Vamos... Ya sabes... No te hagas, Marlowe. —Orlando rió entre dientes.

— No los entiendo.

— ¡Ah! Espera. Se me olvidaba que mencionaste algo de Artemisia... —Sasha puso su dedo índice en su barbilla, pensando. Artemisia la miró curiosa, y Eren frunció el ceño—. ¡Ya recordé! Habías dicho que eres fan de Artemisia y todo eso... Hasta que perteneces a un pequeño grupo de fans de ella... Tal vez esa es otra de las razones por las que te uniste.

Jean, Connie y Sasha explotaron en carcajadas. Mientras que los restantes se quedaron en silencio.

— ¿Es eso cierto? —inquirió Eren.

Marlowe se sonrojó y negó.

— ¡No! ¡Ya he explicado que no es así! —negó con las manos y la cabeza—. ¡Solo admiro la fuerza y belleza de Artemisia! ¡Nada más!

— ¡Gracias, Marlowe! —le sonrió la azabache.

Este se sonrojó al tope, en cambio, Eren bufó.

Terminó por contar la inconformidad de Hitch cuando le explicó que entraría a la Legión, pero al terminar de hablar, recibió aún más inconformidades por parte de sus nuevos compañeros.

— Marlowe no ha hecho nada malo. —defendió Artemisia.

— Los únicos tan emocionados son los que no tienen experiencia en combate. —Jean miró de frente al nuevo.

— Vamos, ¿te crees un veterano de guerra? —un chico de la mesa detrás de ellos había hablado, así llamando la atención de la mayoría.

— Comparado con ustedes, sí.

Los otros reclutas se pusieron de pie y caminaron hasta llegar a los lados de Jean.

El de cabello alborotado pelirrojo sonrió con burla.

— Qué cruel. Todos fuimos reclutas de la tropa 104. Y no somos los únicos emocionados. Todo el mundo está ilusionado por poder recuperar la Muralla María. —continuó hablando sin borrar aquella sonrisa socarrona.

— ¿De verdad? —ladeó la cabeza, y con la misma postura tranquila.

Orlando le hizo una seña con la cabeza para que ya no le prestara atención.

El pelirrojo se puso nervioso al ver el aura de los de aquella mesa.

— Pero es verdad que cambiaron. —habló notandolo enseguida—. Sus rostros... ¿Qué les pasó? —miró el rostro del mellizo, y se asustó aún más cuando vio la gran marca.

— ¿En serio quieres saberlo?

— No. Mejor otro día. —dio media vuelta aún con los nervios recorriendolo.

— Yo me voy ya. —habló Connie, ya que se fueron el grupo que vino a hablarles.

— ¿Ya? —Artemisia lo miró preocupada.

— Mañana es día de preparación. Volveré a mi pueblo por la mañana. —tomó su bandeja y se la llevó—. Quizás descubramos algo. Buenas noches.

La mesa quedó en silencio, pero algunos siguieron tomando la cena.

— No es imposible que la mamá de Connie vuelva a la normalidad, ¿cierto? —Sasha bajó la mirada.

— No. Si averiguamos más cosas sobre los titanes, quizás un día...

Orlando y Artemisia formaron una mueca, sin poder dejar de recordar el pasado de sus padres, y las alternativas que hay para pasar los poderes titanicos.

Era algo que ya no los podría dejar vivir con normalidad.

— ... Una pesadilla. —musitó Eren, en bajo—. Con todo lo sucedido, casi lo había olvidado. ¿Exactamente contra qué peleamos? ¿Los titanes... son humanos atormentados por una pesadilla? Yo también fui así por un tiempo... Y Artemisia... También.

La mencionada dejó caer la cuchara de su mano, había entrado en una parálisis, sabiendo exactamente y con claridad la respuesta a sus preguntas.

— ¡Eren! —Mikasa al notar ello, lo reprendió—. Aún te quedan pan y sopa. Ya hablarás cuando hayas terminado.

Sorprendido, bajó la cabeza a su plato.

— Sí. Perdón, Mikasa.

Nadie, más que Mikasa, había notado el estado de Artemisia. La joven se llevó una mano a la boca, y una lágrima resbaló por sus pómulos blanquecinos.

“¿Qué estoy haciendo?

Esto es tan cruel...

Pero si lo digo... ¿Qué pasará? ¿Qué deberíamos hacer?

¿Qué es eso a lo que llamabas libertad, mamá? ”

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