𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒕𝒓𝒆𝒔

Los lunes Jeongguk tenía clases. EunHa era su maestra "personal de apoyo" desde que tenía seis años, y al igual que la pequeña familia, se había mudado a Seúl para no someter al menor a un cambio tan abrupto de profesora; de todos modos, ella no encontró problema con la idea de mudarse pues perder su empleo tampoco era una opción. Esa hermosa mujer, ahora de avanzada edad, prácticamente lo había criado junto a su madre, y el chico en verdad la apreciaba muchísimo.

—Entonces—se aclaró la garganta, acomodándose los lentes sobre el puente de la nariz mirando fijamente a los ojos oscuros de su alumno—, ¿qué es el Activo y el Pasivo de una empresa?

—El activo es lo que tiene la empresa, y el Pasivo lo que se debe—explicó sin muchas ganas. No le gustaba Sistemas de Información contable, ni nada que tuviera que ver con economía.

Se distrajo unos minutos mirando por la ventana cuando una bandada de pájaros pasó por el amplio manto celeste. Quizá eran patos, o ganzos. Bajó la vista a la vereda llevándose la sorpresa de que su vecino Taehyung, tenía una charla poco tranquila, más parecida a una discusión, con su novio en la vereda. Un sentimiento de amargura atacó su pecho cuando el peli-rojo empujó a su amigo con fuerza contra la reja de ingreso a la vivienda de la familia Kim, pero le llamó la atención que segundos después, Hoseok se acercó a Taehyung para ofrecerle un abrazo que poco más tarde fue correspondido.

¿Qué le pasaba, y por qué era capaz de tratarle de esa forma? Estaba seguro que Taehyung no se comportaba de mala manera, al igual que dos días atrás en el parque.

—Jeongguk—puso una mano sobre su hombro, el menor se sobresaltó un poco y giró a verla—, ¿escuchaste lo que dije?

—Uhm… no, ¿puede repetirlo, Aghassi?

—Tienes que hacer una actividad en la sección de Sistemas de Información Contable y enviarla—señaló la computadora sobre la mesa. El menor puso una cara de sufrimiento, toda deforme y rara, haciendo reír a la mujer—. Te prometo que es fácil, además, entendiste muy bien los conceptos que estuvimos trabajando. Luego de eso, estás libre hasta el miércoles.

—Está bien, Noona. ¿Te quedas a cenar?

—Claro, yo cocino—sonrió, alejándose del menor—. Jieun me mandó un mensaje diciendo que no llegaría hasta la medianoche, así que solo seremos nosotros dos.

Jeongguk asintió sin decir nada, presionando el botón de encendido de su computadora a la vez que la mujer se retiraba de la habitación y le dejaba solo para que realizara la actividad.

A la espera de que su preciada computadora terminara de encenderse, desvío la mirada por la ventana con la esperanza de que Taehyung siguiera ahí. Al principio no vió más que la vereda vacía, pero su sexto sentido le decía otra cosa; por mero instinto se puso de pié y tras dar unos cuantos saltos se apegó a la ventana para ver hacia abajo. Efectivamente Taehyung estaba sentado en un sillón de madera con la cabeza hacia abajo, abrazándose a sí mismo. La tela olímpica que dividía los terrenos de las viviendas llegaba casi a la altura de su ventana, por lo que sin pensarlo demasiado, Jeongguk se estiró lo más que pudo para agarrarla con una mano y sacudirla, haciendo que golpeara una canilla para regar el césped y llamara inevitablemente la atención del mayor. Pero aunque prestaba atención al extraño movimiento de la tela, no levantó la cabeza.

—Qué vergonzoso, dios mío—se lamentó en un susurro para si mismo ante lo que estaba por hacer—. ¡Taehyung-ssi, míra arriba!—gritó, pero tubo la mala suerte de que un camión pasara en ese momento por la calle. Suspiró, y una vez el ruido estuvo lo suficientemente lejos, hizo otro intento—, ¡Kim Taehyung, te estoy hablando!

Oh, bingo. El chico se puso de pié de un salto al verle. Le dijo algo, pero habló tan bajo que no alcanzaba a oír. Rápidamente Taehyung se dió cuenta de ello y elevó el tono de su voz.

—¡Aléjate de esa ventana, santo cielo!

—¡Ven a mí casa, Hyung!—el peli-castaño asintió, y Jeongguk volvió a meterse a su habitación.

Tranquilamente volvió a sentarse en la silla con rueditas, ingresando la contraseña en la computadora y buscando la aplicación llamada Classroom que usaba para cursar digitalmente. Un minuto más tarde, el timbre resonó en toda la vivienda, pero ni siquiera se movió de su lugar, puesto que EunHa estaba abajo, era más que seguro que hubiera oído sus gritos y que dejaría al otro menor subir a su habitación.

Cómo la mujer había dicho, la actividad que tenía que realizar era demasiado simple. Debía que responder cinco preguntas, de las cuales sabía la respuesta de cuatro con certeza. Abrió un archivo en word, oyendo la voz de Taehyung y la de EunHa hablando abajo. Luego escuchó las maderas de los escalones crujir a casa paso, y a la vez que ya estaba redactando la tercera respuesta con agilidad, temeroso, un peli-castaño apareció por el pasillo.

—¿Puedo pasar?—preguntó desde el umbral de la puerta. El menor giró la silla con el impulso de su pie para quedar de espaldas al escritorio y de frente al chico.

—Por supuesto, Taehyung-ssi.

El peli-castaño caminaba lento, deteniéndose a observar con detalle algunos peluches o libros en la estantería, así como también algún que otro cuadro con fotos familiares o pinturas en lienzo. Se detuvo frente a un cuadro en especial, parecía ser Jeongguk… pero era imposible, se notaba que tenía cerca de veinte años.

—¿Puedo saber quién es él?

—Él es mí papá. Jeon Jaehyun.

—Oh, te pareces mucho a él. ¿Jaehyun hyung se quedó dónde tu vivías antes?

—Uhm… no, Taehyung-ssi, mí padre falleció cuando tenía cinco años, el día del accidente.

—Oh, mierda, y-yo no sabía…

—No te preocupes—le regaló una sonrisa para tranquilizarlo. Ya no dolía pensar en que no tenía a su padre, lo apreciaba, por supuesto, pero no tenía otro recuerdo con él que el día del accidente—. Puedes echarte en mi cama mientras termino la tarea.

El mayor, aún avergonzado por lo reciente, avanzó un par de pasos a la cama del peli-negro y dejó caer su trasero en el costado izquierdo del cómodo rectángulo, con las piernas fuera del mismo. Sintió que el edredón se hundía unos centímetros y su contenido se volvía espeso.

Plumas, dijo para sus adentros. Con emoción se echó con la panza hacia abajo, la sensación era como…

—¡Parece que estoy en las nubes, Jeongguk-ssi!—recibió una risa nasal de parte del menor—. Esta cosa es muy cara, ¡yo también quiero una!—lloriqueó igual que como lo haría un bebé.

Al cabo de siete minutos, Jeongguk estaba libre. Caminó hasta el lado izquierdo de su cama y se recostó junto a su amigo, solo que con la panza hacia arriba. Jeongguk giró el rostro para verlo, parecía concentrado en algún punto vacío en el la pared junto a la ventana, respiraba tranquilo.

—Tae…

—¿Hmm?

—Tu es-espalda… ¿D-Duele?—preguntó con temor. Taehyung lo miró a los ojos.

Oh, él lo sabía.

—Un p-poco.

—Tengo pomada en la cajuela debajo del lavamanos, si quieres. Puedes pasar al baño sin problema, hyung—sonrió a penas con los labios, pero daba la sensación de que sus ojos sonreían por cuenta propia. Era como… era extraño, pero lindo.

Taehyung se puso de pie y, con algo de pena, entró al pequeño espacio. Aunque en realidad de pequeño no tenía nada, sus ojos escanearon el lugar y pudo notar que había barandas en todas las paredes, además de que el piso no tenía azulejos, seguramente adaptadas para que el peli-negro tuviera una vida cómoda y más segura en un lugar peligroso como lo era el baño.

Tal como su amigo había dicho, una pomada le esperaba en la cajuela bajo el lavamanos. Ojeó el prospecto por si acaso, era alérgico a una sustancia pero gratamente la crema no la tenía, y luego de quitarse la remera se aplicó el ungüento hasta donde sus manos llegaban. Lo bueno de ser bastante flexible era que no necesitaba pedir ayuda a alguien más.

Jeongguk por su parte tomó su celular y entró al chat que mantenía en WhatsApp con su madre.

Mamá💜

Hola mami, ¿Como estás? «
Enviado a las 19:01


» Hola amor ❤️
Recibido a las 19:10


» Un poco cansada… tuvimos varias clientas hoy.
Recibido a las a 19:10


» Iré a cenar con una compañera del trabajo, ¿si bebé? Cuídate y duérmete temprano.
Recibido a las 19:11


Está bien mamá, tú también ten cuidado… «
Envido a las 19:11

Ah, mamiiiiii
Puedo invitar a Taehyung Hyung a cenar con Noona y yo? «
Enviado 19:12


Claro amor, no hay problema💕
Recibido a las 19:13


Te amo mamá♥ «
Enviado a las 19:13

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Taehyung abrió la puerta al mismo tiempo que el menor dejaba el celular cerca de la cabecera de la cama.

—Esa crema muy relajante, gracias—comentó acercándose. El peli-negro sonrió, sentándose.

—Hmm… Hyung—el mayor tomó lugar a su lado—, ¿te gustaría quedarte a cenar con EunHa Noona y yo?

—¿De verdad?

—S-solo si quieres, es decir…

—Tranquilo Jeonggukie, está bien. Me encantaría.

El menor se sonrojó por la forma en la que le había llamado, y Taehyung lo hizo también por qué no pudo evitar pensar que el chico se veía lindo.

Después de jugar un juego de mesa, sobre la cama -era irónico-, ambos adolescentes bajaron a hacer escándalo con sus risas y ocurrencias en la planta baja. EunHa disfrutaba oyendo el cómo Jeongguk se divertía tanto con alguien que no fuera cercano. Años anteriores eso era casi imposible puesto que el chico se había cerrado a socializar con personas de su misma edad.

—Noona, tenemos un comensal más.

—Oh, claro. De todas formas no iba a dejar que se fuera sin probar mí comida, así otro día regresa—bromeó, insinuando que era buena chef.

Taehyung notó la bonita relación que la señora EunHa mantenía con el peli-negro, lo cuidaba y consentía como si fuera su madre y eso le daba ternura. Incluso con Kim, la mujer era así de buena.

—¿No comen en el suelo?—Taehyung preguntó con curiosidad, estaba acostumbrado a sentarse en un almohadón junto a la mesa baja, aunque quizá era por qué ellos seguían muchas tradiciones—, quiero decir, ya sabes. Tradicionalmente…

—Hemos perdido la costumbre, hasta hace un año y medio me manejaba únicamente en la silla de ruedas y era más cómodo usar la mesa convencional. Pero…—se volteó y con rapidez movió sus muletas hasta rodear la delgada pared que separaba la cocina del comedor—, Noona, ¿podríamos cenar en la otra mesa?

El otro menor les observaba detrás de la barra, en el pequeño espacio abierto que permitía la vista entre un espacio y el otro.

—Por supuesto que sí hijo—le revolvió el cabello, recibiendo una pequeña queja del menor—, solo si puedo tener dos almohadones—lo último hizo reír a los dos chicos—. Taehyung, cariño, ¿me ayudas a llevar las cosas?

Mientras Jeongguk salía, Taehyung entraba por la puerta. La sonrisita en los labios de Kim le provocó un sonrojo en las mejillas, y cuando las manos del peli-castaño las apretaron levemente, su corazón por alguna razón latió fuerte.

—Pe-perdón—murmuró avergonzado por el atrevimiento—, es que eres tierno.

—Yah, hyung—rió, negando, y continuó con su andar.

Kim y EunHa llevaron cada casuela con comida hasta la mesa baja en el living y el peli-negro colocó cuatro almohadones, consintiendo a la mujer. Dieron las gracias por los alimentos, y sin más, cenaron con un programa de televisión de fondo.

—Definituvamente volveré otro día, ¡todo está delicioso, Noona!

—Gracias pequeño, pero la próxima debería cocinar este señorito de ahí—señaló a Jeon con un movimiento de cabeza—, lo hace mejor que yo.

—Deja de decir tonterías, noona—negó con la cabeza, cubriéndose con una mano la boca por qué aún estaba masticando.

—¿Sabes cocinar?

—Claro que sabe, ¡y hace unas galletas deliciosas!

—Oh, en verdad, cállese Noona.

—Yo también sé hacer galletas para mis hermanos de vez en cuando, a ellos les gustan las de limón. Mis favoritas son con chispas de chocolate aunque nunca me salieron bien…

—Puedo hacer algunas para tí otro día—ofreció viéndole, hablando bajito—, y podemos ir al parque. S-solo si quieres, n-no estoy diciendo que…

Se quedó en silencio, casi petrificado por unos segundos, cuando Taehyung pasó sus largos brazos por su cintura y apoyó la cabeza en su hombro. Jeongguk tímidamente, con la mano que no era apresada entre su propio cuerpo y el del mayor, acarició su cabello.

—Vo-Voy a buscar el postre—anunció la mujer, juntando las casuelas vacías.

—¿Le ayudo, noona?—rápidamente Taehyung preguntó, pero no sé despegó ni un centímetro del menor. No quería hacerlo.

La mayor los miró a ambos unos cortos segundos. Negó con la cabeza. Sintió que ella no debía estar ahí en ese momento que parecía tan íntimo.

—No pequeño, yo puedo—sonrió, poniéndose de pié y retirándose finalemente.

Jeongguk cerró los ojos, concentrándose en los finos cabellos que acariciaba como si fueran los de un gatito. Bajó por su oreja y terminó en su mejilla, sintiendo un repentino calorcito que le sacó una sonrisa traviesa.

—La próxima semana mí hermana cumple años—susurró—, ¿quisieras venir?

—Claro, me gustaría—el mayor suspiró pesado, disfrutando las sutiles caricias del peli-negro—. ¿Estás bien, TaeTae?

—Ya te había dicho que tú me das paz, Jeonggukie.

¿Quién lo habría dañado tanto para sentirse bien junto a alguien que quizá estaba el doble de roto, y porqué sospechaba de cierta persona con cabello rojo?

Hola^^

¿Les gustó el cap?

¡Cuidense mucho! <3


©ʏᴏᴏɴɴɪᴇxᴊɪᴍɪɴɪᴇ5

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