Wû.
La canción chicas, no olviden la canciooooon.
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Jimin caminaba bajo las flores de cerezo que caían animadamente sobre la acera. Sus pasos eran dudosos, la silueta frente a él era de una chica, no se hallaba tan lejos, sin embargo se veía de tal forma.
Con cautela siguió el recorrido, viendo como el cabello de aquella joven era demasiado largo y bellamente negro, sus hombros parecían desanimados, el brillo que brotaba alrededor de esa presencia tenía a Park con el pulso acelerado.
Justo cuando Jimin quiso voltearla una enorme habitación lo encerró llenando su corazón de angustia.
No había una puerta, no había una ventana; solo era un agujero negro del que el pelirubio no podía salir.
Con desesperación comenzó a pedir ayuda, yendo de un lado a otro con aún más angustia. Jimin imploraba que lo sacarán de ahí, pronunciando un nombre que ni siquiera él podía oír.
Golpeaba las paredes y el llanto se hizo presente, pronto el pequeño cuerpo se dejó caer y comenzó a pedir perdón una y otra vez.
No tenía salvación, él lo sabía, así que se dio por vencido dejando que la respiración se fuera poco a poco.
Jimin despertó con el corazón agitado, estaba lleno de sudor y tenía la boca seca. Llevó su mano al pecho entrando a su baño para encontrarse con su triste reflejo, de sus ojos salían pequeñas lágrimas a punto de evaporarse.
Sintió lástima de su propio ser, así que se echó un poco de agua en toda la cara.
— Dios — dijo para sí mismo mientras caminaba directo a su refrigerador a sacar una cerveza, para su mala suerte ya no tenía. Vio su reloj colgado en la pared, eran diez para las doce.
Tomó sus llaves, se puso unas pantuflas, su abrigo encima de su pijama holgada y salió de su departamento.
— Debe haber alguna tienda abierta — ni siquiera sé molestó en llevar su auto, él quería caminar para pasar el mal rato.
Ya no era raro que Jimin se soñara pidiendo perdón después de que su hermana desapareciera, tampoco era raro sentir su pecho tan oprimido.
Un local se hallaba en función a unos veinte minutos de su vivienda; entró por un soju de durazno... Era su favorito, al parecer el de Bo Young también.
Sonriendo, pagó el licor y salió con los mismos ánimos de siempre.
Lo único que le molestaba de su espantoso y recurrente sueño fue que ahora el sí pedía ayuda, sin embargo, nunca escuchó el nombre que salía de sus labios.
— Me voy a volver loco algún día — dijo dándole un generoso trago a la botella mientras regresaba a su hogar.
PvJM•
Mi garganta ardió cuando el líquido dio paso, aún así decidí tomar otro sorbo.
A veces, cuando quería olvidar, tomar alcohol me funcionaba bastante bien.
Caminé despacio, tarareando algún tipo de melodía, reí amargamente y solté unas cuantas lágrimas.
— Te extraño tanto — susurré. No esperaba una respuesta, claro que no, mi hermana no estaba aquí y era mi culpa.
Iba tan sumergido en mis pensamientos que no vi cambiar al semáforo prohibiendo el paso.
Solo había luces y un irritante ruido después de eso.
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Descansen.
Nos leemos mañana ❅.
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