𝟬𝟬𝟲: El baile


«Pero tal vez no necesitara decir nada, porque ya lo había hecho el baile»

¿Quién quería ser un millonario estirado cuando podías simplemente ser alguien que apreciase los pequeños detalles de la vida y asistiese a fiestas divertidas?

Pues mucha gente, no voy a mentir.

Sin embargo, a Jack y Peyton les encantaba su vida tal y como era. No estaba mal que alguien les echase un cable de vez en cuando, pero, ahora mismo, es algo que obviaremos.

En el momento en que el grupo de cuatro cruzó aquella puerta, el ambiente animado los envolvió por completo. Personas de todo tipo bailaban de mil maneras diferentes, todas divirtiéndose, al ritmo de los instrumentos de percusión, viento y cuerda que sonaban en una melodía compacta capaz de animar al más triste. Algunas otras bebían sentadas en las mesas de alrededor de la pista de baile ─que tenía una tarima en el centro─ y reían o echaban un pulso para ver quién era más fuerte. Todo lo que de allí emanaba, era buena energía.

Al rato, ellos ya se habían unido a aquella gente. Jack bailaba con una niña pequeña; Rose estaba sentada en una mesa con dos hombres bebiendo cerveza, estos le hablaban en otro idioma y la chica no lograba entenderlos, pero seguía disfrutando de todo aquello; Peyton, por su parte, había animado a Eloise a bailar y eso es lo que ambas hacían, bastante alejadas de los otros dos.

─¡Fabrizio, Tommy! ─los saludó la pelinegra al encontrarse con ambos─ Me alegra veros aquí, no sabía si daría con vosotros entre toda esta multitud.

─¡Y eso que hoy hay menos que ayer! ─exclamó el moreno.

El día anterior, también habían montado una fiesta como la de hoy, pero Dawson y Lee se fueron a los cinco minutos, pues con todo lo de Rose y los guardias de seguridad, no tenían mucho ánimo. Por eso, en su lugar, se habían quedado charlando en la habitación, a solas.

Los dos chicos se unieron a bailar con Peyton y Eloise, y la primera estaba tan sumida en la diversión, que no se dio cuenta de que, de vez en cuando, Jack la miraba con una sonrisa.

─Voy a beber algo ─anunció Lee.

Se dirigió a donde estaba Rose y se hizo un sitio, lo cual fue muy fácil, porque los dos hombres que antes estaban allí, se habían ido para otra mesa a apostar en un juego.
Jack aún bailaba con la niña.

El rubio miró a la recién llegada y, justo cuando terminó la canción, se paró a hablar con ella y Rose, aunque los ojos que miraba eran los castaños.

─¿Qué tal por allí? ─preguntó el ojiazul.

─Genial, estaban Fabrizio y Tommy ─comentó mientras le acercaba su vaso.

─Eso he visto ─sonrió mientras alzaba la cerveza que le había pasado. Bebió de esta y se la devolvió.

Jack iba a volver a hablar cuando Peyton le señaló a Rose con los ojos, dándole a entender que aprovechara ahora que podía. El rubio lo entendió y se convenció en sus adentros de que es lo que estaba buscando.

─Ahora voy a bailar con ella, ¿de acuerdo? ─habló a la niña, quien asintió─ Baila ─le dijo a la pelirroja─. Vamos ─insistió.

─¿Qué? ─se asombró.

─¡Baila conmigo! ─rio a la vez que tiraba de su mano.

─Pero no sé cómo se baila esto... ─dijo, ya de pie y frente a él.

─Solo tenemos que acercarnos un poco más, así ─le enseñó, a la vez que posaba su mano en la cintura de la otra. Algo se removió adentro de Peyton, provocándole una sensación desagradable. Jack miró a la niña─. Sigues siendo mi chica favorita, Cora.

Esta sonrió y se sentó con Peyton.

El rubio y la pelirroja se alejaron bailando y fue en ese momento cuando la pequeña se animó a hacerle una pregunta a Lee:

─¿Por qué tu novio baila con ella y no contigo?

Fue tan inesperado que Peyton se atragantó con la cerveza y, seguidamente, empezó a toser incansablemente. Cora tuvo que darle unas palmaditas en la espalda.

─No es mi novio ─negó lo más tranquila que pudo, luego de recomponerse.

─Pues no entiendo por qué, si estáis enamorados...

Esta vez, la chica no cometió el mismo error y no dio otro trago. Frunció el ceño, muy confundida por las palabras de la menor, y, después de unos segundos, la miró y se atrevió a contestar:

─Eso no es cierto, ni siquiera... ¡Ni siquiera nos gustamos! ─exclamó.

Cora levantó las cejas y parpadeó varias veces seguidas, obligándola a explicarse, porque no se lo creía.

─¡A mí no me gusta él y, a él...! A él le gusta ella ─en cuanto lo dijo, sintió como si su estómago se comprimiese, de nuevo. Dirigió su vista a Dawson y Rose, que iban bailando por todo el lugar─. Me lo paso muy bien con Jack, es agradable estar con él, es gracioso, me hace sentir incluida, sabe escuchar y entender, es fiel a él mismo, no cambia de versión dependiendo de las personas que estén a su alrededor y... Tiene una mirada magnética...

─Ahora dilo sin sonreír.

La sonrisa se le borró de repente al escuchar la voz de Fabrizio, quien se estaba acercando tan felizmente. Al llegar, se sentó a la derecha de la pelinegra y le sonrió de forma burlona.

─Por favor, continuad la charla ─animó el moreno juntando sus manos, expectante.

─Estás enamorada ─reafirmó Cora, dirigiéndose a Peyton.

─La niña tiene razón ─contribuyó Fabrizio.

─¿Os habéis propuesto fastidiarme o cómo va esto? ─intentó bromear.

Sin embargo, sus intentos por quitarle hierro al asunto, fueron en vano. De hecho, solo causaron que Fabrizio insistiera más.

Fab, el mejor amigo de las girls.

─Peyton, entiendo tu posición, que estás en etapa de negación, yo lo viví una vez, créeme ─el chico comenzó a hablar calmadamente, atrayendo la atención de la pelinegra─. Fue distinto por lo que ya sabes ─insinuó el hecho de que era gay─, y no, la verdad es que no acabó bien, pero no tiene por qué ser así en tu situación ─hizo una pausa─. No voy a intentar hacerte ver que lo que sientes es recíproco para que admitas tu parte, pero sí te diré una cosa: aunque tengas miedo, jamás saldrás de aquí si no aceptas tus sentimientos, porque si lo que quieres es dejarlos atrás, no deseas arriesgar o aún no sabes por qué te niegas a sentir, tienes que cerrar la etapa de negación cuanto antes. Escojas el camino que sea, debes ser sincera contigo misma. Y la verdad es que no solo te gusta Jack: estás enamorada de él.

Peyton sopesó sus palabras, reproduciéndolas en su mente con suma lentitud.

«¿Y si es cierto?», se preguntó para sus adentros.

Seguido de ese pensamiento, en acompañamiento, se tapó la cara con las manos, sus codos apoyados en sus piernas. Comenzó a pensar en todas esas veces con él en las que no lograba dar explicación a lo que sentía: lo nerviosa que se puso la vez que estaban tan cerca el uno del otro al mirar los dibujos del rubio; la noche de los delfines y sus pensamientos acerca de la similitud de ellos con aquellos animales; cuando se quedó sin palabras tras el chico decirle que le gustaba pasar tiempo con ella; la sensación en su estómago cada vez que la llamaba Pey; o, por la contra, la negativa cuando Jack tenía contacto con la chica que a él le gustaba...

«Joder, claro que lo es». Suspiró.

─Eso es, asimílalo ─dijo Fabrizio mientras le acariciaba la espalda. De alguna manera, sabía lo que pasaba por la cabeza de la chica.

─Pero no te preocupes, mujer, como te dije al principio, él siente lo mismo ─Fabrizio y Peyton giraron la cabeza de repente y al mismo tiempo en dirección a la pequeña─. Incluso creí que te iba a invitar a bailar a ti ─se encogió de hombros.

─¿Por qué lo dices? ─preguntó la pelinegra, temiendo hacerse ilusiones.

─Te mira de la misma forma en que se miran mis padres.

─¿Tus padres se quieren? ─preguntó el moreno. No con malas intenciones, sino porque muchos no se casaban por amor.

─Sí, y hacen un pícnic todos los domingos ─sonrió, se levantó y se fue.

Ambos se quedaron pensando, pero no tuvieron mucho tiempo, pues a los pocos segundos, aparecieron Tommy y Eloise. Los saludaron y, luego de pasar cerca de un minuto, Peyton se levantó.

No tenía pensado darle vueltas a los sentimientos de Jack, no iba a ilusionarse por el comentario de una niña de siete u ocho años. Ya tenía bastante con aceptar que ella sí sentía algo real por su amigo, mucho más lejano a la amistad.

Así pues, para no quedarse a sobrepensar, se mezcló con la multitud para bailar. No era el estilo de baile que más le apetecía, en estos momentos no se sentía muy alegre. Necesitaba hacer ballet para desahogarse, pero dado que no tenía esa opción, decidió subirse los ánimos con aquella energía que todos emanaban.

─¿Deberíamos ir con ella? ─preguntó Eloise, preocupada por su desaparición tan repentina y decidida.

─No, dejémosla, estará bien ─sentenció Fabrizio, calmado, entendiendo lo que le ocurría a Peyton y lo que necesitaba en ese momento.

Al rato, Jack y Rose se unieron a la conversación, pues la pelirroja se había cansado entre tanto trote. Se sentó con Eloise y Tommy a tener una conversación independiente.
Sin embargo, lo primero que dijo el ojiazul al llegar, fue lo que captó toda la atención de Fabrizio, quien no quiso perderse detalle de las acciones de su amigo:

─¿Y Peyton?

─¿Por qué lo preguntas? ─el moreno levantó una ceja, con dobles intenciones que el rubio no captó.

─Porque estáis todos aquí menos ella ─contestó, ojeándolos a todos.

─¿Estás preocupado? ─indagó Fabrizio, conteniendo una sonrisa.

─Claro que sí ─respondió con obviedad y gesticulando con las manos, lo que le pareció curioso a su amigo, ya que no solía tener respuestas corporales.

─Pues, ya que lo dices, está allí arriba ─señaló el moreno la tarima. Jack salió corriendo para allí.

Fabrizio dio un sorbo a su bebida con una sonrisa orgullosa.

La música sonaba constante sin dejar lugar al silencio ─a excepción de cuando los músicos paraban para beber algo o cambiar de canción─ y, con ella, Peyton bailaba para dejar de pensar. De un momento a otro, se había subido a la tarima a bailar con el resto de pasajeros. Sin embargo, unos segundos antes de llegar Jack, ésta se había vaciado para observar y vitorear a la pelinegra.

Lee comenzara a bailar claqué y Jack, que se había abierto paso entre la multitud, se sumó a su izquierda para acompañarla, luego de haberse quedado a verla durante unos instantes con una sonrisa.

Cuando la chica notó que alguien se había colocado a su lado, dirigió su mirada hacia él para saber de quién se trataba. ¡Afortunada ella! O no, pues estaba escapando de sus pensamientos acerca de él, y no fue lo más oportuno. Aun así, nada de eso se asomó por su cabeza, solo pensó en que él estaba ahí por voluntad propia, bailando con ella por primera vez en la noche.

Llena de dicha, siguió la danza al lado del chico. No podía evitarlo, hace unos minutos estaba confusa por sus sentimientos acerca del rubio y, ahora, al estar junto a él, toda sensación negativa se había disipado.

Avanzó la composición y entre Jack y Peyton se formó una especie de competición. Con una mirada, captó la de Jack y se marcó unos pasos de baile más complejos, a lo que Dawson sonrió antes de responder con otros.

Tras ello y unos vítores por quienes los observaban, toda la multitud volvió a bailar y ellos pasaron a ser dos más, pero los únicos ante sus ojos.

A medida que los minutos transcurrían, ambos se movían por todo el lugar, divirtiéndose, hasta que el tema finalizó y la nueva melodía se tornó lenta, ralentizando los pies del gentío, incluyéndolos. Fue entonces cuando Dawson y Lee supieron lo que sucedía al observar al resto apegándose a su pareja.

No habían tocado ninguna composición del estilo en toda la noche. Debía ser fruto del destino.

Tras unos segundos de indecisión, Jack carraspeó:

─¿Me concedería una hermosa dama como usted, este baile? ─preguntó, ofreciéndole su mano.

─Fa-faltaría más ─respondió aceptando su mano, siguiéndole el juego, no sin antes tartamudear ante el inesperado «hermosa» que había salido de los labios del rubio y que la había tomado por sorpresa.

Con las manos unidas, juntaron sus cuerpos, tocándose por completo y reviviendo esas sensaciones en la pelinegra de nuevo, esas que solo sentía estando con él. Jack colocó su otra mano en la cintura de la chica, y Peyton posó su correspondiente en el hombro del otro. Comenzaron a bailar aquella suave balada.
Fabrizio, a lo lejos, los observó con una sonrisa en su rostro.

En esos instantes en los que bailaron, fue como si el mundo se hubiese desvanecido.
Jack hizo girar a Peyton sobre sí misma, tropezando con su pié cuando volvía a su posición inicial, haciéndole perder el equilibrio. El rubio reaccionó a tiempo, sujetándola de nuevo por la cintura en un movimiento que los dejó cara a cara, con sus rostros a escasos centímetros el uno del otro.

La respiración de Peyton se entrecortó al sentir el calor de su aliento y, los ojos de Jack, azules y cargados de profundidad, se detuvieron en los de la chica, recorriendo todo su rostro con su mirada.
Peyton viajaba entre sus ojos y sus labios, temblando por la intensidad del momento. Era como si el tiempo se hubiese detenido por completo, dejando sentir que solo existían ellos dos, enredados en un torbellino de emociones incontrolables.

El ritmo de la balada continuaba, suave y envolvente, pero ninguno de los dos parecía prestarle atención.

La tensión, palpable en el ambiente, fue quebrada entonces por un golpe de realidad que impactó sobre Peyton. Ella bailaba con Jack, pero solo era un baile. Él le sonreía, pero solo en ese instante. Sí, sentía cosas con el solo hecho de que él la mirase, pero dolía que su corazón pertenecía a otra en otra parte. Ella recordó eso y más y, aún así, se había permitido mirarle, de un modo en que sabía que Jack jamás lo haría.

Y entonces, ¿por qué aceptar un mínimo momento en el que su corazón se vuelva loco, si sabe que no se repetirá? ¿Por qué disfrutar de momentos como ese con un chico que sabe que no le pertenece, ni nunca lo hará? ¿Por qué, si lo tiene tan claro? ¿Era tan egoísta como para permitirse quererle aunque fuese por 10 minutos? Pero, ¿qué era eso si la consecuencia eran meses de dolor?

─Eh... Yo... Lo siento ─declaró y, literalmente, escapó de allí, dejando a un Jack solo y confuso.

Peyton ni pensó en despedirse del resto, salió de aquella gran sala y, en un primer instinto, corrió hasta su habitación. Una vez allí, bloqueó la puerta, se desprendió de los tacones y el gran vestido azul, quedándose en la fina ropa que se llevaba por debajo. Las lágrimas no tardaron en aparecer. Se sentó en la cama de Jack, situada bajo su litera, y abrazó sus rodillas. Se sentía perdida.

─Mamá, papá, ojalá estuvierais aquí ─suspiró, secándose las lágrimas, alcanzando a ver su equipaje.

Decidida, se levantó y sacó su conjunto negro con falda que había usado en la competición en la que ganó el pasaje al Titanic. Lo sostuvo en sus manos y lo contempló unos segundos. De seguido, agarró sus zapatillas de ballet.

‿︵‿︵‿︵

Así como antes las había subido, Lee bajó las escaleras y se paró en el salón anterior al que estaba teniendo lugar la fiesta. No había ni un alma allí, nadie se pasaba por esa zona de tránsito.

Se calzó sus zapatillas de ballet y dejó que su mente fuese inundada por la música de su interior.
Comenzó a moverse con precisión y pasión, su cuerpo gritando lo que su voz callaba. Cada plié, cada arabesque, era un suspiro contenido; cada giro, una batalla interna. Cuando dio un salto, deseaba dejar atrás la realidad que tanto la hería, y al caer, lo hacía con la fuerza de quien está siendo arrastrado de vuelta a la tierra.

Giraba, con el cabello suelto sin interponerse en su visión, siguiéndola, y sus movimientos eran como un torbellino de emociones. Sus pies golpeaban el suelo con determinación, sin evitar querer volver a volar, y sus brazos se extendían como si intentaran alcanzar algo que siempre se situaba fuera de su alcance.

Detrás de ella, en silencio, Jack la había encontrado. Se quedó de pie al lado de las escaleras, incapaz de apartar la vista de Peyton. Su delicadeza al moverse lo dejaba anonadado, pero era la intensidad con la que bailaba lo que lo atrapaba por completo.

Ella no era consciente de su presencia, perdida en la danza, en su mundo de emociones. Jack dio un paso adelante, casi involuntariamente. Había algo en la pelinegra en ese momento que lo hacía verla de una manera completamente nueva: hermosa, fuerte, pero también desgarradoramente vulnerable.

Finalmente, Peyton se sació de desahogarse en un último giro, cayendo de rodillas en el centro de la sala. Respiraba con dificultad, con el pecho subiendo y bajando rápidamente, y las lágrimas marcando su rostro. Fue entonces cuando levantó la mirada hacia el espejo de enfrente y, para su sorpresa, vio el reflejo de Jack detrás de ella.

Peyton se quedó inmóvil, su corazón deteniéndose por un instante. Jack avanzó unos pasos, sin dejar de mirarla, con una mezcla de asombro y algo que era indescriptible en sus ojos.

─¿Por qué nunca me habías dejado verte bailar? ─preguntó Jack en apenas un susurro.

Peyton no supo qué responder. No había palabras que pudieran explicarlo todo... Pero tal vez no necesitara decir nada, porque ya lo había hecho el baile.




desaparecí, pero volví, que es lo que cuenta jeje

¿cómo estáis? yo bien, pero la historia mejor 🤭 espero que hayáis disfrutado del capítulo que he hecho más largo al resto en compensación a tantos meses sin actualización. recompensadme mínimo con un voto, no sé... (hacedlo o no actualizo 😞 mentira, pero sino no sé si os gusta y me desmotivo, y por eso no hay actu ─o porque no tengo tiempo─).

cuidaros mucho y bebed agua <3

ᝰ zoe

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top