25

"I'M IN LOVE WITH THE SHAPE OF YOU, WE PUSH AND PULL LIKE A MAGNET DO, ALTHOUGH MY HEART IS FALLING TOO, I'M IN LOVE WITH YOUR BODY... AND LAST NIGHT YOU WERE IN MY ROOM, AND NOW THE BEDSHEERS SMELL LIKE YOU, EVERY DAY DISCOVERING SOMETHING BRAND NEW, I'M IN LOVE WITH YOUR BODY"

NARRA ALAIA

Sigo leyendo la revista que tengo en mis manos escuchando que las aves pasan volando por el cielo azul de Río de Janeiro. Es el primer día en esta increíble ciudad y la verdad es que por ahora es lo mejor, nos han tratado como unos reyes desde la mañana en que nos llevaron un desayuno especial al cuarto y nos regalaron algunas cosas con la marca del hotel. Hablamos un poco con  nuestra familia en la mañana y Pepper nos contó que está tratando de lidiar con la empresa mientras no estoy, dice que no es lo mismo sin mí. Ah, y hablemos de Peter, lo mandé a que me hiciera el favor de comprarme una crema para el cuerpo porque no quiere meterse a la playa, después se enterarán por qué.

—Cariño, encontré crema que tiene aceite de coco con algas marinas, la señora del mostrador dijo que es la mejor para chicas que se ven como modelos así que pensé en tí— habla el chico nombrado en mi mente poniéndose a mi frente y mostrándome la crema

— De acuerdo, suena bien. Gracias.— dejo la revista y tomo la crema viendo sus ingredientes, hay veces en que me dan alergia por no caerme bien. Miro de nuevo al chico que no para de mover su pie. — ¿vas a decirme qué te pasa o tendré que adivinar como siempre?

— Estaba pensando si... Podría ponerte la crema...

— Eres un tonto, no debe darte pena pedirme eso, después de todo siempre lo haces.

— Sí, pero ya sabes en qué termina.

Le sonrío con un poco de picardía y me quito mis gafas de sol sentándome en la silla, Peter se sienta detrás mía, quito los tirantes de la parte de arriba y la sostengo para que no se caiga mientras mi esposo pone mi cabello hacia un lado y comienza a esparcir la crema por mi espalda.

—¿Por qué no nos metemos al mar? el agua se ve cristalina y muy fresca para el calor que hace en este tiempo — opino

— Ya sabes lo que dije sobre eso...

— Oye, a mí tampoco me gustaría que te quitases la camisa para que el millón de chicas que hay aquí se te queden viendo pero... Es por diversión, no debes ser tan tímido.

— No se trata de las chicas, es que... Bueno, no me gusta andar exponiendo mi cuerpo de esa forma y no me gustaría meterme con ropa porque después andaría todo mojado por el hotel.

— Bueno, no te preocupes... — finaliza de ponerme la crema cuando pasa sus manos por mi cintura y me abraza levemente, me acomodo el traje de baño y volteo a mirarlo un poco — de todas formas considero que es mejor porque no tendría que matar a cada una de las chicas que te miren ese cuerpo de boxeador que tienes.

Me da una sonrisa y le beso dulcemente tocando su cabello de rulos que está levemente peinado a la perfección. Al poco tiempo decidimos irnos para almorzar al buffet al aire libre, y sí, la playa es privada del propio hotel. Me pongo unos shorts para no ir tan descubierta. Entrelazo mi mano con la del chico y caminamos juntos. Buscamos una mesa para dos, no encontramos pero en el balcón nos sentamos uno al lado del otro en las bancas que hay dirigidas hacia el mar. Vemos el menú.

— La sopa de mariscos no puedes comerla aún así seas alérgica solo al calamar, recuerda lo que pasó el otro día en el restaurante que tenía peces en una pecera en la mesa — me prohíbe el chico apenas lo ve. Sabe que amo las sopas y en especial las cremas.

— Qué mal... Se ve delicioso el montón de camarones que tiene... Creo que pediré este plato que tiene de todo.

Asiente. Llamamos a un mesero y nos toma la orden, de paso pedimos una sola cerveza para refrescarnos por el calor que hace. Pero creo que nos mentimos a nosotros mismos porque nos tomamos como unas tres entre los dos. No pedimos más para no andar de borrachos por el hotel y que después nos echen. Olvidando que somos unos borrachos y queremos andar bebiendo como idiotas, almorzamos tranquilamente viendo el hermoso mar.

[...]

Al día siguiente

— ¿Quieres que te ayude? — pregunto viendo a Peter que está luchando con el montón de cabras que quieren quitarle la comida que tiene en su mano.

— No, no, estoy bi... ¡Auch!

Me río de nuevo cuando una cabra casi le muerde la pierna. Son las cuatro de la tarde y decidimos venir a un zoo, sé que no es tan exótico ya que en todas partes lo hay pero pensamos que sería divertido, y lo es. Me da mucha risa ver al castaño que corre de las focas que intenta alimentar y se cae al césped mientras ve a los tucanes que le gritan. Terminamos con la sección de las cabras y pasamos a la siguiente, chimpancés.

— Awww, son tan adorables. — digo acercándome a ellos, que me miran con curiosidad. Saco una manzana de mi bolso pequeño y enseguida un chimpancé bebé se monta en mi hombro empezando a comer la fruta — hola pequeño.

— No lo sé, este me está mirando raro. — señala al que tengo al frente que se ve muy serio

— Estás loco, son muy lindos.

Saco otra manzana y se la doy al chimpancé adulto, quien deja de mirar a Peter y se sienta a comer. Seguimos jugando con los demás chimpancés, algunos me seguían por las frutas que les daba y son muy tiernos. Pasamos a lo siguiente que fueron unos delfines, no nos metimos con ellos porque nos dió mucha flojera porque tendríamos que bañarnos pero sí los tocamos un poco en la orilla de la pecera. Son muy juguetones.

No tardamos mucho en terminar nuestro recorrido ya que estamos aquí desde las doce del medio día y ya casi van a ser las cinco. Nuestra próxima parada es el Cristo Redentor, que es nuestra mayor atracción aquí y pensamos que será emocionante acercarnos a él y vivir la experiencia. Pasan unos veinte minutos cuando llegamos a nuestro destino, hoy el tráfico está un poquito alzado por ser fin de semana. Lo malo es que nos toca subir una gran montaña como una hora y Peter no está listo para eso.

— ¿Podemos venir otro día? ¡llevamos media hora subiendo, ya no puedo más! — se queja el chico siendo jalado con mi mano

— Ya falta poco, aguanta más, vas a ver que será estupendo.

Hace un puchero cansado. Tal como dije, no faltaron ni cinco minutos cuando ya estábamos con la gigante estatua al frente nuestra. Inmediatamente mi esposo se sentó en las bancas sin poder pararse, me siento a su lado igual.

— Es muy hermoso el anochecer aquí... — murmuro viendo detrás del monumento, parece un momento de una película romántica por los lindos colores anaranjados— ¿sabes? Morgan me dijo que hay una zona para turistas en la ciudad, tiene restaurantes inusuales, muy brasilero, ¿vamos mañana?

— Con tal de que no haya que subir una montaña durante una hora, cuenta conmigo. — accede gustoso, pasa un brazo por mis hombros y me acerca a él — estaba pensando que podríamos llevarles regalos a nuestra familia.

— Sería divertido, además de que tengo una lista de todo los que quiere Morgan. Ella es la que más ha sacado ganancias en mis viajes. El otro día cuando viajé a Dubai, tuve que llevarle un oso de peluche electrónico gigante, no sé ni cómo viajé con eso.

Ambos nos reímos al recordar que casi lo pierdo en el aeropuerto cuando iba con mis maletas, fue una locura. Poco tiempo después decidimos empezar a tomarnos fotos, tanto en pareja como individuales, decidimos que después las mandaremos a enmarcar para tenerlas en casa y en el futuro contarles a nuestros hijos el maravilloso viaje que tuvimos.

Se hacen casi las siete de la noche, el estómago nos ruge, volvemos al hotel en un taxi. En el camino pensamos qué vamos a pedir para cenar para enseguida llegar y pedirlo. Cuando entramos al hotel nos acercamos a la recepción y pedimos la comida que la lleven arriba, le agradecemos a la recepcionista y nos vamos por el ascensor para nuestro piso. Al llegar a nuestra habitación me quito los zapatos y nuevamente me tiro en la cama con cansancio.

— Nunca me cansaré de esta suave cama.— murmuro con mi mejilla pegada en el colchón y oliendo su olor refrescante a "cama nueva"

Pego un chillido cuando Peter me me jala de los pies haciendo que quede boca arriba en la cama, me río mirándolo subirse encima mío y me callo cuando me besa desprevenidamente.

— ¿Puedo ser la llave de tu cerradura? — susurra en mi oído seductoramente, muerdo mi labio con una sonrisa cuando sus manos grandes aprietan mi trasero

— Eres la única llave que pueda abrirla.

Me besa de nuevo, comienzo a desabotonar su camisa veraniega y acaricio su torso trabajado. Besa mi cuello bajando por mi pecho y sube mi blusa, empezando a besar mis pechos por encima del sostén. Echo mi cabeza para atrás cuando su mano me acaricia muy lentamente.

Tocan la puerta de la habitación y tapo mi boca para que ningún gemido salga de ella, río mordiendo mi lengua por la cara de Peter y se aparta de encima colocándose una camisa cualquiera, me acomodo la ropa y abre la puerta dejando pasar a la mujer de la comida que se va enseguida. El chico se acerca a mí.

— Terminaremos esto después. — dice tomándome de las mejillas y plantando un beso muy fuerte y demandante en mis labios.

Y sí, esa noche no hicimos más nada.


































































¿YA QUIEREN SMUT?



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top