03


"SOY DE ESAS PERSONAS QUE LE DICE A TODOS: "VAMOS, NO TE RINDAS. TODO MEJORARÁ, NO QUIERO VERTE CAER."
MIENTRAS QUE YO Y TODO MI MUNDO SE ESTÁ CAYENDO EN PEDAZOS"


- Eso no parece un elefante, Peter. - me dije señalando arriba donde estaban las nubes en el día soleado - no tiene cuerpo de eso, deja la locura.

Se había acabado el día de escuela. Peter me llevó al parque para quedarnos ahí un rato y después iríamos por sándwiches para cenar donde May. Estábamos acostados en una pequeña manta que trajo boca arriba mirando las nubes, al lado de nosotros había un gran árbol que nos daba un poco de sombra.

- Claro que sí. Mira, ahí está la trompa y su cuerpo grande. - señaló. Reí al ver lo que era - ¿de qué te ríes?

- No es un elefante. Es un viejo gordo que se parece a Happy, Peter. - dije entre risas sentándome. Tomé mi mochila y saqué mis libretas empezando a hacer mis tareas

Él se quedó ahí mirando el cielo en silencio. Se escuchaban los pájaros cantando que estaban reposados en el gigante árbol, y pocos autos pasaban, lo que hacía un ambiente agradable y silencioso. Miré de reojo al chico, quien tenía su camisa un poco alzada dejando ver un poquito de sus abdominales y la cinta de su bóxer. Mordí mi labio volviendo la vista a mi cuaderno.

- Peter... - lo llamé. Él hizo un sonido con la boca con su mirada clavada arriba - ¿cuándo podremos hablar de que íbamos a hacer el amor? - pregunté en un atrevimiento.

Peter me miró enseguida. Mordió su labio y duró pocos segundos callado - no lo sé... - contestó. - ¿estás preparada para hablarlo después de ocho meses?

- ¿Porqué no lo estaría? - pregunté mirándolo con el ceño un poco fruncido. Él se sentó y volteó su cuerpo hacia mí

- Porque... Con todo lo que pasó, no creo que quieras hacerlo ya. - habló suave mirándome a los ojos. Pude notar algo de nerviosismo. - no quiero forzarte aún. Tienes muchas cosas en la cabeza

- Sí. Pero eso no quita el hecho de que tengo que pasar tiempo contigo, Peter. - puse mi mano encima de la suya, la cuál estaba en mi rodilla - y lo vamos a hacer. No me importa los problemas que tenga, no voy a dejar nuestros momentos juntos de lado.

- ¿Segura? - preguntó con una mueca de confusión. Asentí demasiado decidida.

- Yo quiero hacerlo contigo. Sólo contigo. - lo miré a sus ojos marrones.

- Yo también quiero hacerlo contigo. - sonrió levemente, repetí su acción. Tomó mi mano entrelazándola con la suya y me besó dulcemente

Separó nuestras manos y las colocó en mis mejillas profundizando el beso. Puse las mías en su abdomen inclinándome un poco hacia delante para alcanzarlo. Nos separamos lentamente quedándome a pocos milímetros de su rostro.

- ¿Puedo decir algo que quizás suene muy pervertido? - preguntó mirándome. Asentí. Mordió su labio dudoso - que... Quiero verte desnuda, con tu permiso,claro. - se sonrojó un poco

Reí. Dejé un beso en sus labios castamente y me separé volviendo a mi libreta.

Se hicieron las tres y media y recogimos todo yendonos donde Delmar, el cuál quedaba a pocas cuadras del parque al igual que la casa de Peter. Tomó mi mano entrelazándola con la suya y caminamos por las calles pobladas de Nueva York. Pero bueno, no podían faltar los momentos donde Peter miraba a todos lados antes de cruzar la calle y apretaba más nuestro agarre por si acaso. Se me hace muy tierno de su parte.

Entramos a la pequeña tienda y habían varias personas, nos acercamos a la caja, donde había un señor que parecía ser español.

- Hola Peter, ¿cómo va a tu día? - saludó. Me miró y se sorprendió. - oh, ella es la Srta. Stark, tu novia, ¿eh? me enteré por los periódicos.

Reí levemente - mucho gusto, Señor Delmar. - me presenté sonriéndole y él tomó mi mano muy feliz. Era un hombre carismático y alegre a simple vista.

- Por favor, sólo Delmar. - dijo sonriendo. Miró a Peter - sé bueno con la chica. Si no lo haces te venderé los sándwiches a cincuenta dólares para la próxima, y no te dejaré comprar más chocolate.

- Oye, eso es muy caro. Ya tengo mucho con que me los vendas a veinte mil. Y no puedes prohibirme el chocolate, estás violando mis derechos - se quejó Peter

- Ay, mejor olvídalo. ¿Qué vas a llevar? ¿lo mismo de siempre? - preguntó esperando a ver qué pedimos. Peter asintió. Delmar se volteó un poco en su silla - ¡tres sándwiches con mucha lechuga!

- Voy a tomar unas cosas que me pidió May. - me avisó Peter. Soltó mi mano y se fue adentrándose más en la tienda. Delmar me miró con alegría.

- Y dime, ¿desde cuándo salen? - preguntó curioso - eres la primera novia de Peter y estoy seguro que también su primer beso - ambos reímos - él es buen chico.

- Hace once meses estamos juntos, en unas dos semanas cumplimos el año ya - respondí contando en mi mente - el tiempo pasó muy rápido, en realidad, aún recuerdo el primer día que lo conocí

- Él no deja de hablar de tí cada vez que viene a la tienda, hasta se lleva aveces peluches y esas cosas para tí pero siempre me dice que los perdió, no sé porqué - rió. Yo sonreí dulcemente por saber cómo los pierde

- ¿Están hablando mal de mí o se están burlando de que soy mejor que tú, Delmar? - preguntó Peter llegando a mi lado con varias cosas, poniéndolas en la caja

- Sigue soñando, chico - le dijo rodando los ojos. Llegaron los sándwiches en una bolsa y las tomé recibiéndolas.

Hubo una pequeña pelea entre Peter y yo sobre quién pagaría. Obviamente gané yo porque le amenacé con dejarlo sin eso (eso son los besos). Al final salimos de la tienda despidiéndonos de Delmar. Caminamos hacia el apartamento con rapidez porque teníamos mucha hambre. Al llegar Peter sacó las llaves de su bolsillo y abrió la puerta, de inmediato, May apareció por la sala.

- ¡Alaia, cariño! - me habló acercándose. Me abrazó fuertemente - qué bueno que viniste. Tengo días sin verte, por un momento pensé que tú y Peter habían terminado

- No pude venir. Tenía que cuidar a Morgan porque Pepper está muy ocupada con el trabajo y sus clases de ballet. No me queda tanto tiempo ya - le expliqué

- Lo bueno es que ya estás aquí. - sonrió. Miró a Peter y después a mí - tengo que ir a Festín para preparar lo del evento de caridad que van a hacer pasado mañana. Vendré para la cena.

- De acuerdo. - aceptamos a ambos al unisono. Besó nuestras mejillas y se fue casi corriendo del apartamento - ¡adiós, May! - cerró la puerta principal.

- Y... ¿Qué quieres hacer? - preguntó Peter mirándome. Yo sonreí con malicia.

[...]

- Sí, sigue así... - habló Peter con sus ojos cerrados - me encanta cómo lo haces, ¿dónde aprendiste? se siente realmente bien... Ve de arriba hacia abajo, uh...

Él estaba acostado boca abajo en su cama mientras que yo estaba acostada en su espalda dándole masajes en sus hombros. Decidimos hacer algo relajante para ambos, lo necesitamos. Peter estaba muy contento. Ya era de noche y May no llegaba aún.

- Sólo es práctica. Morgan y yo siempre lo hacemos todas las noches en las pijamadas. Es como un pasatiempo de hermanas que tenemos - le dije sonriendo.

- Entonces tendré que ir a esas pijamas todos los días si quiero relajarme. - habló embobado. Reí levemente.

Mi vista se posó en su espalda desnuda. Se veía algo ancha, ladeé mi cabeza. Con las camisas de lana el cuerpo trabajado de Peter no se distingue mucho, pero cuando no tiene camisa parece cómo si hubiese cambiado de cuerpo.

Bajé mis manos tocando sus músculos lentamente, pasé las yemas de mis dedos y pude notar que se tensó un poco. Los pelitos de sus brazos de erizaron. Me incliné hacia delante y dejé pequeños besos húmedos en su nuca sin poder evitarlo. Volví a mi posición inicial. Peter se volteó en la cama con algo de dificultad y quedó boca arriba, yo sentada en su regazo.

Sus manos pasaron desde mis piernas hasta mi abdomen metiéndose en la blusa. Sus dedos dieron círculos en mi cintura y acaricié sus abdominales.

- Alaia... - murmuró. Su mano entró más en mi camisa y chocó contra uno de mis pechos acariciándolo. Gemí ahogadamente

Me acerqué a él inclinándome hacia abajo. Mis manos acariciaron su cabello con mis labios cerca de los suyos, acarició mi cuerpo lentamente, recorriendo cada lugar. Ví que se sonrojó mucho al pasar su mano por mi pantalón, encima de mi intimidad.

- Lo siento, sé que no te gusta... - susurró quitando su mano de ahí rápidamente. Reí y la tomé nuevamente posicionándola en ese lugar

- Tal vez sólo me gusta cuando tú me tocas... - susurré mirando sus labios.

Lo besé. Su cabello de rulos se desordenó en un segundo dejándolo bastante sexy, besó mi hombro dulcemente apartando la blusa un poco mientras movía mis caderas contra él. Podía oír sus pequeños jadeos en mi oído. Mierda, enserio quiero perder mi virginidad con él YA.

Iba a dirigir mis manos a su correa cuando los dos escuchamos la puerta principal abrirse. Besé a Peter por última vez, me bajé de su regazo y acomodé mi ropa. Él se colocó su camisa algo apurado y se peinó. Se sentó a mi lado tratando de disimular andando nuestros teléfonos. En ese mismo momento entró May.

- Oh, chicos, aquí están. - nos habló sonriéndonos - voy a calentar la comida, en unos diez minutos vienen.

Los dos asentimos. Salió del cuarto. Reí levemente y me levanté de la cama al mismo tiempo que Peter lo hacía

- Eso estuvo cerca... - murmuró mirando la puerta. Me miró - deberíamos hacerlo en un lugar seguro y que nadie nos interrumpa por una vez.

- Estoy de acuerdo contigo. - lo apoyé. Miré un poco abajo - deberías darte una ducha de agua fría para eso. Lo leí en internet.

- ¿De qué hablas? - me miró confundido. Señalé con mi dedo índice, él bajó la mirada. Había un gran bulto en su pantalón que se notaba como los dioses. Trató de taparse un poco con sus mejillas muy rojas - yo... Creo que sí me daré esa ducha. No tardo.

Dejó un beso en mis labios y se encerró en el baño tan rápido cómo pudo. Rodé los ojos divertida. Peter tenía erecciones fácilmente, en estos ocho meses varias veces lo he visto así. Siempre inventa algo excusa extraña diciendo que NO es una erección. Me da risa porque él jura que yo no me doy cuenta de ello.

Salí de su cuarto para ayudar a May mientras Peter se daba la bendita ducha que le quitaría un poco las ganas. No quiero verlo excitado después en media de la cena. Yo, por mi parte, podría aguantar hasta que llegue el gran día.





























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