𝕮𝖆𝖕 10 ❱ 𝖋𝖎𝖊𝖘𝖙𝖆 𝖊𝖓 𝖈𝖆𝖘𝖆 𝖉𝖊 𝖒𝖎𝖘𝖆𝖐𝖎 🌷༉

─Wow, ¿esa es la casa? Es muy bonita, Tsubasa─ dijo Natsuko, totalmente sorprendida al ver la foto de la casa de Misaki que Tsubasa tomó.

─Y eso no es todo, la casa es muy linda por dentro, y el vecindario también lo es, lleno de casas igual de hermosas que la de Misaki, y el vecindario está a unas muy pocas cuadras del mar.

─¿Ah, sí? Debe ser maravilloso vivir ahí, estoy pensando seriamente en mudarnos─ dijo en broma─. No, nuestra casa y vecindario son hermosos, pero me alegra que hayas hecho un amigo nuevo, Tsubasa─ le dio un abrazo a su hijo.

─Misaki es la mejor persona que conocí en años, mamá. Sabe escuchar, me dio consejos y recomendaciones, y hasta tiene una voz muy tranquilizante.

─¿Cómo luce?

─Tiene cabello negro, corto, ojos color avellana, supongo, y la piel muy clara.

─¿Es de tu edad?

─Eso parece. No me di cuenta de preguntarle su edad, tampoco le pregunté a qué escuela asiste y tampoco le pedí su número de celular. Debería hacerlo mañana cuando lo vaya a ver de nuevo.

─¿Le dijiste que ibas a ir? Porque tu padre nos quiere llevar a ambos a cenar mañana, es que el domingo se va de nuevo a navegar por el océano...

─Oh, ¿en serio? ¿Y si voy y regreso más temprano? Es que realmente quiero verlo.

─Regresa antes de las siete y media, por favor.

─Por supuesto que sí. Por cierto, mamá, ya decidí qué es lo que quiero hacer en las tardes.

─¿En serio? ¿Qué quieres hacer?

─Quiero estudiar portugués, para algún día poder ir a Brasil a cumplir mi sueño de ser futbolista profesional.

─Esa es una excelente idea, hijo. Con gusto te pagaré clases particulares de portugués. Aprender un nuevo idioma siempre es bueno, no importa qué idioma sea. El portugués es uno de los idiomas que los jóvenes en todo el mundo quieren aprender más, así como el francés, italiano, y por sobre todo, inglés. Te recomiendo que algún día también estudies inglés.

─Por ahora no es algo que me interese aprender, pero lo tendré en cuenta. Quiero estudiar portugués lo antes posible.

─Está bien, hijo, voy a averiguar dónde puedes estudiar portugués aquí cerca.

─Te lo agradezco mucho, mamá─ le dijo con una sonrisa.

Luego de merendar y más al rato cenar, la familia Ozora fue a descansar tranquilamente. Tsubasa, como todas las noches acostumbra, se durmió abrazando a su balón de fútbol. Ahora tiene una nueva motivación al despertar: ir a la casa de ese niño tan sonriente y pasar ese tan poco rato que pasa con él, pero que vale totalmente la pena, vale totalmente la pena correr por cuarenta minutos aproximadamente, para llegar a ese vecindario costero, y jugar con ese niño con el que comparte sus alegrías y sus penas.

─¿Cómo es que nunca antes había conocido a Misaki? Si hubiese sido mi amigo durante todos estos años que estuve solo, las cosas conmigo mismo hubieran sido diferentes... Pero supongo que eso ya no importa, esos años que estuve solo son opacados por estos dos días que llevo estando con Misaki. Ahora todo está bien, y todo seguirá estando bien, ¿verdad, amigo?─ le preguntó a su balón, y finalmente pudo conciliar el sueño.

Por otro lado, su madre estuvo media hora tratando de dormirse, usualmente no demora tanto, pero es que lo que le dijo su hijo varias horas atrás, de que tenía el presentimiento de que llegó a tener un amigo hace unos cuantos años, ahora la tiene con la cabeza llena de pensamientos relacionados a eso, pensamientos que van y vienen. Y otro detalle es que ahora que escuchó el nombre del niño del que Tsubasa se hizo amigo, Misaki, tiene como una idea en la cabeza de que llegó a conocer a un Misaki cuando su hijo era muy pequeño.

─Misaki... Misaki... Siento que he conocido a un Misaki antes. Debería buscar en toda la casa a ver si tengo algún recuerdo de Tsubasa con algún niño cuando era pequeño.


Tsubasa sacó la ropa que se va a poner para ir al restaurante con sus padres, unos jeans grises, un buzo azul por arriba de la camiseta que traía puesta para ir a lo de Misaki, y unos zapatos negros que usa exclusivamente para salir con sus padres. La dejó arriba de su cama, y tomó su balón para ir a lo de Misaki.

─¡Nos vemos, mamá! ¡Nos vemos, papá!─ se despidió de ambos y se fue corriendo.

─¡Cuídate y diviértete, hijo!

─Oye, querido, ¿tú recuerdas que Tsubasa haya tenido un amigo cuando era muy pequeño?

─Yo... no, realmente no. ¿Por qué?

─Porque ese niño Misaki con el que se junta me suena a que alguna vez lo vi...


Tsubasa por fin llega a la casa de Misaki, pero hay un enorme bullicio adentro, risas, copas estrechándose, algo de música... ¿acaso hay una fiesta ahí dentro?

─¿Misaki está de fiesta?

─¡Tsubasa!─ Misaki lo llama desde la ventana─¡¿Me esperas diez minutos?! ¡Tengo que terminar de arreglarme!

─¡Sí!

Misaki se vuelve a meter adentro, y Tsubasa se queda afuera esperando, sentado en una pequeña escalera.

A los diez minutos, Misaki aparece.

─Perdón la demora, es que recién había terminado de bañarme.

─No te preocu...─ se detiene al ver el outfit de Misaki: una camiseta lisa y fina de color blanco, como si fuese de playa, con unos pantalones de la misma tela y mismo color, y unas sandalias marrones. Tsubasa se ruboriza un poco al ver a Misaki así─M-misaki, t-te ves... asombroso.

─Jeje, gracias, solía usar ropa de este color cuando salía con mis padres, hace muchos años.

─Te queda muy bien.

─Te lo agradezco, tú también te ves genial.

─¿Qué? Pero si estoy usando ropa deportiva, como siempre─ ríe.

─Con cualquier cosa te ves genial, Tsubasa.

Esas palabras hicieron sentir muy bien al azabache.

─Oye, ¿hay una fiesta adentro?

─Ah, cierto, no te conté ayer. Mi padre invitó a unos cuantos amigos y a sus esposas para venir a ver sus últimos cuadros. Es muy especial esto porque mamá también está aquí.

─¿Tu mamá vino? No sabes cuánto me alegra─ dice con una gran sonrisa.

─Sí, vino para hablar con papá de algo, pero principalmente para verme a mí. Estoy muy emocionado.

─Me imagino, entonces supongo que me iré a casa, no quiero molestar...

─¿Cómo que te vas a tu casa? No, te quedas aquí aunque sea un ratito, quiero que conozcas a mis padres.

─¿Puedo quedarme?

─Claro, seguro les agradarás.

─Si tú lo dices. Con permiso─ se levanta y camina a la puerta.

─La vas a pasar genial, Tsubasa─ lo toma de la mano y ambos entran a la casa.

El señor Misaki, al ver a ambos niños, pide silencio.

─Ha llegado nuestro invitado especial, mi hijo, Taro─ dice, y todos aplauden, mientras Misaki se inclina en señal de saludo.

─Di algo, Tsubasa─ le susurra.

─C-claro─ se arregla la garganta─. Ho-hola a todos, me llamo Tsubasa, soy amigo de Misaki...

Una mujer de ojos color oliva y cabello castaño claro bien corto se acerca a ambos niños.

─Oh, vaya, mira lo que tenemos aquí, un futbolista─ dice con simpatía al ver el balón que Tsubasa trae en las manos─. ¿Te gusta el fútbol como a mi hijo?

─A-así es. Mi sueño es ser un futbolista profesional como Messi o Neymar.

La mujer ríe alegremente.

─Puede que seas el reemplazo de Messi en el futuro.

─Para que dejen de decir que en Japón no existe el fútbol.

─A ver si pateas mejor la pelota que Nagatomo─ comentan varios de los invitados entre risas.

Tsubasa ríe levemente por lo bajo.

─¿Ves? Ya les agradaste─ ríe Misaki.

─Me alegro, jaja.

Mientras los invitados hablaban, comían o bailaban, Misaki llevó a Tsubasa por los pasillos de su casa para ver los cuadros de su padre.

─¿Te gustan? Todos son hechos por mi padre. Viajó a todas partes para hacerlos.

─Están muy bonitos. Ojalá yo pudiera pintar así.

─Si practicas y le echas ganas, todo es posible.

─Supongo, puede que termine pidiéndole a mamá que me lleve a talleres de dibujo para aprender a pintar y dibujar así. Ya le dije lo de estudiar portugués y lo voy a hacer.

─Qué lindo, Tsubasa. Llénate de conocimiento, así como los amigos de mi padre se llenan de chismes.

Ambos ríen con ganas.

─Eso haré.

En eso se detienen en un cuadro que a Tsubasa le generó... ¿tristeza? No sabe con exactitud qué siente, pero al ver un cuadro de la madre de Misaki y él de bebé, le generó un poco de pena, porque por lo que entendió, Misaki nunca ve a su madre.

─Misaki, ¿ese cuadro es...?

─¿Qué están haciendo aquí?─ aparece una anciana con cara de malhumor.

─¿Quién es ella?─ pregunta Tsubasa.

─Es la abuela de una de las niñeras, siempre es una señora muy amargada─ ríe.

─No vayan a arruinar los cuadros del señor Misaki o los castigaré tanto que me rogarán que pare─ se acerca lentamente a ellos.

─Ven, Tsubasa─ lo toma de la mano y lo lleva corriendo por las escaleras hasta su habitación.

─¡Taro, vuelve aquí!

Los dos entran a la habitación de Misaki y esperan a que entre la señora.

─Por favor, no me causes más problemas─ le dice la mujer.

─Ve por ese lado─ le dice a Tsubasa, ambos se separan, el azabache pasa por un lado de la señora y Misaki se sube arriba de su cama.

─¡Taro!

Misaki toma la sábana de su cama y se la tira encima a la señora, quien cae al piso y trata de zafarse de la sábana, pero los niños ya están afuera de la habitación. Misaki toma unas llaves que se le habían caído a la señora, y con ellas la encierra en la habitación.

─¡TARO! ¡ABRE LA PUERTA! ¡ESTO NO ES DIVERTIDO! ¡LE VOY A DECIR A TU PADRE!

Misaki se ríe divertido mientras baja las escaleras.

─Eso fue divertido, ¿no lo crees?

─Supongo, jaja, ¿pero no te meterás en problemas?

─Lo más probable, pero ya estoy acostumbrado.

Esa señora le dejó a Tsubasa el presentimiento de que ella es algo mala con Misaki. Es algo que siente, y que lo incomoda.

Ambos salen afuera, donde el sol se está poniendo.

─Misaki, me estoy divirtiendo mucho contigo, pero en unos quince minutos tendría que irme a casa. Es que voy a ir a cenar con mi familia a un restaurante.

─Oh, claro, pero en estos minutos que nos quedan, ¿no quieres bailar conmigo aquí afuera?

─¿Bailar? No soy muy bueno en eso─ se rasca la nuca.

─No hay que ser bueno en algo para pasar un buen rato.

─Sí, supongo, pero...

─No temas, yo estoy para ayudarte en lo que sea. 

─B-bueno, pero soy tan torpe que pido disculpas si te llego a pisar el pie...

─Ya, no te preocupes. Sólo déjate llevar por la música.

─O-okey.

Misaki pone una mano en la cintura de Tsubasa, y él hace lo mismo con una de sus manos, luego se dan la mano con las manos libres y estiran el brazo hacia un costado, como si estuviesen bailando vals.

Ambos se mueven, aunque a Tsubasa le cuesta un poco más, ya que nunca ha bailado vals en su vida, y en algunas oportunidades casi se cae, pero con Misaki está totalmente seguro. Éste lo mira con una sonrisa tierna mientras canta una dulce melodía, una melodía que es totalmente agradable a los oídos del azabache. Qué bella voz que tiene Misaki, piensa.

Tsubasa queda totalmente fascinado con la melodía de Misaki. No puede dejar de mirar a ese niño tan dulce que está influyendo de manera tan positiva en su vida. Está tan feliz de haberlo conocido y de haber formado una amistad tan linda como la suya.

─¿Te estás divirtiendo, Tsubasa?

─Sí, bailar no es tan malo como pensaba─ sonríe, y ambos continúan bailando, perfectamente sincronizados, hasta que al dar una vuelta, Tsubasa casi se cae, y Misaki tuvo que agarrarlo para evitar que se lastimara.

─¿Estás bien?

─S-sí, claro─ los dos se quedan mirando al otro, y luego se ríen divertidos, para seguir bailando por unos cuantos minutos más.


Tsubasa tiene que irse a casa, son casi las siete de la tarde.

─Bueno, Misaki, te veré mañana. Que disfrutes mucho de estar con tu mamá.

─Gracias, Tsubasa─ toma sus manos entre las suyas─. Por favor, ven a buscarme mañana.

─Claro que lo haré. Lo prometo. Oye, ¿puedo tomarte una foto? Es que me encanta tu ropa.

─Claro─ se arregla y se para derecho para la foto. Tsubasa pone la cámara, pero algo provoca que su cara cambie de tranquila a sorprendida.

Misaki no aparece en la cámara del celular, como si no hubiera nadie ahí.

─¿Q-qué...?

─¿Qué ocurre?

─No... no apareces en la cámara.

─¿En serio?

─Esto es muy extraño...

─¿Y si me dibujas en vez de sacarme una foto?

─Podría intentarlo en casa, creo que recuerdo totalmente tu apariencia como para dibujarte bien. Haré lo que pueda.

─De acuerdo.

─Pero antes de irme quiero hacerte tres preguntas.

─Adelante.

─¿Dónde estudias, Misaki?

─En la primaria Nagasato, pero probablemente me mude pronto, por el trabajo de papá.

─Ya veo, lo otro que te quería preguntar es, ¿tienes número de celular? Para poder comunicarnos.

─Lo siento, Tsubasa, pero no tengo celular aun.

─Qué lástima, yo pensaba en poder comunicarnos por si un día no puedo ir a tu casa.

─No te preocupes, si no puedes venir, tengo mis libros y a mi balón, jaja.

─La mejor compañía─ ríe─. Y la última pregunta: ¿cuántos años tienes?

─Tengo once años, nací el cinco de mayo de 2006, y ya estoy en sexto de primaria como tú.

─Me imaginaba que serías más o menos de mi edad, yo cumplí los doce el veintiocho de julio, hace unos dos meses casi.

─Eres mayor que yo entonces.

─Espera... pero si eres del cinco de mayo, ¿no tendrías que ser tú el mayor?

Misaki se limita a sonreír.

─No es por correrte, ¿pero no tenías que irte?

─Uy, cierto. Gracias por decirme. ¡Nos vemos mañana si Dios quiere, Misaki!

─Nos vemos, Tsubasa─ saluda, agitando la mano mientras Tsubasa se aleja corriendo.

Pero Tsubasa no puede dejar de pensar en una cosa.

─No seré bueno en Matemáticas, pero si de algo estoy seguro, es que si él nació en 2006 como yo, y está en sexto de primaria, debería tener doce años, no once, como me dijo, debería ser mayor que yo. Todo esto no tiene sentido, no sólo la edad de Misaki, sino también que no le pueda tomar una foto con mi celular, es como si él fuese transparente. Me llamó la atención, además, que no tenga celular. Quizás su padre no le permite usar uno, pero a esta edad casi todos tienen un celular. Misaki cada vez me genera más dudas en la cabeza...─ se fija la hora en su celular─¡Uy, tengo que darme prisa!─ corre más rápido para llegar a su casa.


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