ℭ𝔞𝔭 6. 𝔯𝔢𝔟𝔢𝔩𝔦𝔬́𝔫 ゞ 🍃

─¡AYYYYY! ¡MIREN TODO LO QUE ME COMPRÉ!─ a la espera del almuerzo, Liesel les mostró sus compras a los chicos, más que nada a Deuter, quien no tiene ni idea de lo que estuvo haciendo la mayor.

─No es broma cuando les digo que se compró maquillaje de todo tipo─ rio Erika.

─¡No les des spoiler!─ exclamó su tía─Miren, tengo este perfume, este juego de maquillaje, un montón de mascarillas coreanas, este labial rojo, estas uñas postizas...

─¡Me vas a arrancar un ojo con esas cosas largas!─ dijo Ichika, asustada al ver el largo y el filo de esas uñas postizas.

─Tengo también esta crema de skincare, y esta para todo el cuerpo. Estos rastrillos para depilar las piernas me salieron muy económicos porque tenían descuento, y con los puntos que yo tenía me descontaron cien euros más...

Antes de darse cuenta, ya tenían toda la mesa llena de cosméticos.

Müller rio de manera leve.

─Veo que a ustedes les encanta el maquillaje...

─¡LO AMAMOS!─ exclamaron Erika y Liesel, con cara de psicópatas, si se le puede decir de alguna forma.

─Oigan, ya llegó la comida─ los interrumpió la nipona. Dos empleados del McDonald's de la plaza de comidas del centro comercial trajeron su pedido.

─... Jeje, dejen las bandejas en la mesa de al lado que está vacía─ les pidió Liesel─. Ustedes ayúdenme a guardar esto.

Estuvieron tres minutos guardando las compras de Liesel de manera ordenada y en su bolsa correspondiente. Luego colocaron su comida en su propia mesa y la empezaron a comer con tranquilidad.

─La comida de McDonald's está cada vez más cara─ comentó la señora Werner mientras masticaba su Big Mac─. Al menos está más rica que la otra vez que fui, que me dieron una hamburguesa chiquitita y muy pocas papas, ¡pero a mí me dan la comida como quiero! Fui a reclamar, metí tremendo quilombo y me dieron incluso una hamburguesa más grande que las que dan siempre. El poder de la seguridad y el carisma─ se colocó una mano en el pecho, con una expresión que denotaba orgullo.

─Y yo quiero trabajar en McDonald's cuando tenga la edad para hacerlo─ compartió Ichika─, pero ahora veo que los empleados de McDonald's son unos atrevidos.

─Te sirven lo que quieran, pero si estoy yo, no se preocupen, que no se van a salir con la suya.

Mientras las chicas platicaban, Müller degustaba su comida muy feliz. Hacía muchos años que no comía una hamburguesa de McDonald's, mínimo unos cinco o seis años, cuando sus padres lo llevaban una vez al mes a la salida de la escuela, en ese entonces Deuter iba en la tarde. El estar dándole un mordisco a la hamburguesa, masticándola suavemente y tragándose ese bocado, lo hizo recordar esos días tan hermosos y a la vez tan distantes.

─Ay, tesoro, tienes cara de que quieres llorar─ le dijo Liesel al gigante─. ¿Estás bien?

Müller tragó el pedazo que estaba masticando y asintió con una sonrisa leve.

─Sí, es solo que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que fui a McDonald's, y la hamburguesa está deliciosa.

─Me alegro mucho, cuando quieras volvemos y pedimos más cosas.

─Y pedimos uno de esos helados grandes─ añadió Erika─. Aunque lo único que quiero es compartir un helado así, pero solamente con Deuter─ pensó.

Solo han pasado un día juntos, pero parece como si hubiese sido un mes. Sin embargo, en esas veinticuatro horas, despertaron sentimientos por el titán que nunca en la vida pensó que iba a tener. ¿Cómo te enamoras de una persona apenas la conoces? ¿En serio existe el amor a primera vista? Müller sí es alguien atractivo, sin embargo, en su interior sabe que se siente atraída por el debido a una razón distinta, una razón que aún no ha encontrado, pero está ahí, en algún lugar.


Salieron del centro comercial a las tres de la tarde, cargando un montón de bolsas.

─Müller, ¿por qué no me cargas?─ le preguntó Ichika, levantando la cabeza para verlo a los ojos, ya que le lleva más de cuarenta centímetros de altura.

─Cuélgate de mi brazo─ levantó el brazo izquierdo para que ella se colgara de él como un mono.

─¡Vaya que eres fuerte!─ exclamó la nipona.

─¡Jajajaja! ¡Tú no pesas nada!

─Qué ternura, parecen padre e hija─ comentó Liesel.

El más alto y la más chiquita la miraron extrañados.

─No nos parecemos nada físicamente─ respondió la japonesa─. Yo no quiero ser su hija, quiero ser algo más, pero se nota de lejos que le gusta Erika-sempai...─ se dijo a sí misma en su cabeza.


Finalmente están en casa. Liesel les ordenó que ayudaran a limpiar antes de hacer la merienda, así que los tres se repartieron las tareas: Erika limpió las ventanas y los muebles, Müller barrió y limpió los pisos, e Ichika se encargó de fregar. La tía de Erika se hizo cargo de lavar ropa y tenderla. Y en una hora aproximadamente, terminaron todo el trabajo.

─Bien hecho, muchachos hermosos. Esta casa ya tiene más aire de querer quedarse más en ella. Deuter, el hacer las tareas domésticas es mucho más seguro que esos entrenamientos hostiles a los que te sometía ese viejo rancio.

─Viejo rancio─ rio la más pequeña.

─Y te va a dar buenos resultados físicos a corto y mediano plazo.

─Mentira, te estás aprovechando de él para no hacer todas las tareas domésticas tú sola─ la cachó la germana.

─¡Cállate, Erika, o te quedas sin merendar!─ la señaló con el dedo, regañándola.

Los tres amigos se rieron. Es divertido ver a Liesel rezongando. A Deuter no le molesta ayudar con los quehaceres, después de todo, se está quedando gratis en la casa de esa señora, en algo tiene que ayudar, sin duda alguna.


Ahora los tres están recorriendo el bosque, antes de que Liesel termine de preparar las galletas para la merienda, pero no solo por diversión, están recolectando leña porque en estos días se acerca lo que se conoce como un "frente frío", y necesitan leña para la estufa.

─El aire lo uso más que nada en verano, porque así gasto menos en luz, además como vivo sola en el bosque, la leña es gratis, por ende no tengo que comprar kilos y kilos de leña, lo que sí es más caro que el uso del aire, pero como digo, tengo el privilegio de vivir en el bosque, lleno de árboles. Y no hay nada más lindo que la estufa, que el fuego calentando toda la sala, y no andar preocupándose de tener las puertas cerradas─ hablaba ella hoy, cuando los mandó a buscar la leña.

─Qué lindo pasar la tardecita calentitos los tres, envueltos en una mantita frente a la estufa, y con un chocolate caliente con malvaviscos y algo rico... ¡Kyaaaa, qué emoción! ¡Ya lo ansío! ¡Ya lo ansío! ¡Ya lo ansío!─ Ichika da pequeños saltitos de felicidad.

─Yo solo tengo ganas de tapar con una mantita a nuestro gigante mientras duerme─ dice la rubia en voz alta, a propósito, para que éste se sonroje por su comentario.

─Erika...─ objetivo cumplido: tiene las dos mejillas hechos unos tomates. La germana solamente le dedicó una sonrisa juguetona acompañada de una guiñada.

Deuter le devuelve la sonrisa, pero una sonrisa un poco más pequeña.

─Y yo quiero abrazarte de noche para mantenerte protegida y calentita.

Los dos se miran con mucha ternura mientras continúan caminando.

─Uuuuh, aquí huele a amo...─ es interrumpida por un tropezón que acaba en caída, todo por culpa de una roca, todo por no fijarse.

─¡Ichika, ¿estás bien?!─ preguntan los dos con preocupación.

La nipona se reincorpora lentamente, y les sonríe con lágrimas en los ojos y haciéndoles el signo de amor y paz.

─Mi pobre rodillita.

─Solo fue un rasguño, ni siquiera estás sangrando, así que no es grave.

─Chicas, creo que si nos separamos encontraremos leña más rápido. Si encuentran troncos muy pesados no hagan nada, esperen a que yo llegue, que fuerza es lo que me sobra.

─Y centímetros también─ bromea Ichika.

─Me quito veinte centímetros y aun así no tendrías mi altura─ se vuelve a burlar.

─¡Si me faltan cuatro centímetros para igualarte no me importa!

Erika muestra una pequeña risa, y Müller se va por su lado a buscar la leña.

─Erika-chan... ¿a ti te gusta Müller?─ se anima a preguntarle la nipona.

─Qui-quizás... Nah, a quién engaño. Sí, me gusta.

─¡Uuuuuh!

─Es muy lindo y algo en él me vuelve loca. Es todo un caballero, tiene una voz muy varonil, me trata muy bonito, y me hace sentir protegida, tan grandote y fuerte─ coloca sus manos en las mejillas, con una sonrisa enamorada y las mejillas enrojecidas.

─Te entiendo, a mí también me gusta estar a su lado─ confiesa, cabizbaja y uniendo y separando sus dedos índice, con el rostro colorado.

─A mí me causa ternura verlos a ustedes dos juntos, parecen hermanos.

─Prefiero eso antes que ser padre e hija─ ambas ríen─. Pero sí, creo que con él duermo mucho mejor.

─Yo quiero que me abrace por las noches.

─Yo quiero volver a dormir encima de él. Es tan lindo...

Siguen hablando de Deuter mientras caminan, buscando la leña.

Mientras tanto, el gigante ya tiene tres buenos troncos para el fuego, y aun puede cargar dos o tres más.

─Solo un poco más y volveré con las chicas...

De repente ve a una figura frente a él acercándose entre los árboles. Conoce muy bien a esa persona, recuerda todo lo que ha vivido con ella, y el por qué estaba huyendo de ella.

─N-no es cierto...

─Al fin te encontré, Müller.

Günter finalmente lo encontró.

─M-ma-maestro...

─No veo que estés con la bolsa de rocas, Müller.

─Y-yo...

─¿Y por qué estás cargando leña? Yo no te lo pedí.

─...

─¿Y esa ropa? No es la del entrenamiento.

─La robé. La robé de la casa que hay aquí cerca─ miente. No quiere que se entere que se ha estado quedando con personas ajenas a él, ya que lo tenía expresamente prohibido.

─¿Y dónde te quedaste a dormir?

─P-por ahí...

─Müller, no te hagas el tonto, muchacho insolente. Ya sé que te estás quedando en esa casa donde una vez robé una bicicleta, te he visto con esas muchachas.

─Maestro, por favor, puedo explicárselo...

─¡ME HAS DEFRAUDADO, MÜLLER! ¡DESOBEDECISTE MIS ÓRDENES! ¡TÚ NO TENÍAS PERMISO DE INTERACTUAR CON OTRAS PERSONAS! ¡DEJASTE TU RESPONSABILIDAD DE RECOLECTAR LAS ROCAS PARA IRTE CON ESAS IMBÉCILES!

─¡No les diga así!

─¡SILENCIO! ¡VAS A VOLVER A RECOLECTAR LAS MIL ROCAS, COMENZARÁS DE CERO!

Ya en este punto, Müller está reteniendo las lágrimas a la fuerza.

Hasta que aparece alguien al rescate.

─¡DETENTE!

─¡Erika!

─¿Y tú quién eres, niña?

─¡No permitiré que te lleves a Deuter de nuevo! ¡Él no merece a un viejo feo como tú!

─¡¿QUÉ DIJISTE, MOCOSA?!

─¡Erika-sempai tiene razón!─ Ichika sale de atrás de un arbusto─¡Müller se va a quedar con nosotras, y tú te marcharás para siempre de Renania! ¡Eso es lo que va a pasar!

─¿Y se supone que le debo tener miedo a una rata como tú?

─¡¿CÓMO QUE RATA?! ¡AH PERO LA TIENEN CON LOS ENANOS!

─¡SUFICIENTE! Müller, tú vienes conmigo a entrenar. ¡Es una orden!

─No─ las chicas tienen piedras en sus manos─. Nosotras tenemos una orden para ti: ¡lárgate!─ le arrojan las piedras sin piedad. Muy pocas le dan a Günter, pero el señor opta por marcharse para evitar complicaciones mayores.

─¡ESTO NO HA TERMINADO!─ y finalmente, desaparece.

─¡Woo-hoo, lo logramos!─ Ichika abraza a la más alta, y ella le da vueltas.

─¡Enfrentamos al monstruo de Renania y ganamos!

─¡Somos las mejores!

Pero Müller se larga a llorar.

─Deuter, ven─ Erika se agacha frente a él y lo abraza. Éste tiene la cabeza entre los pechos de la germana, tratando de calmarse, mientras ella le acaricia la cabeza─. Qué mala suerte que te lo hayas encontrado justo ahora, pero no te preocupes, ya pasó. Si se le ocurre aparecer en casa de mi tía, le vamos a dar su merecido, lo reportaremos con la policía, se lo llevarán y tú serás libre finalmente.

─¡Oh, Erika!─ solloza─¡Fueron tan valientes! ¡Todo el mundo le tiene miedo, pero ustedes lo enfrentaron como si no fuese nada!

─Es que el amor que te tenemos es tan grande que haremos lo que sea por protegerte.

─¿A-amor?

─Sí, Müller-sempai. Te amamos. Serás enorme y fuerte y todo lo que quieras, pero también eres un niño vulnerable que fue explotado por ese viejo.

─Chicas... no saben lo afortunado que soy al tenerlas─ dice, sin dejar de llorar en el pecho de su amiga.

─Nosotras somos las afortunadas. El haberte conocido en este viaje fue un privilegio, es por eso que queremos seguir viéndote aun cuando acabe nuestra estadía aquí─ Erika le da un beso en la frente─. Tranquilo, Günter ya no va a causar problemas.

─Quiero ir con Liesel y llevarle la leña.

─Está bien, vamos. Ichika y yo encontramos cuatro troncos livianos.

─Perfecto. Vámonos.

Los tres comienzan a caminar a casa cargando la leña. Müller no quiere salir afuera después de haber visto a su maestro. Ahora tiene miedo de que él le haga algo a cualquiera de las tres (¿o por qué no a las tres juntas?).

Sin embargo, con Erika Lehmann e Ichika Hashimoto se siente protegido, se siente acompañado, se siente en paz. Quiere pasar el resto de su vida con ellas.

Pero... ¿esta será la última vez que tendrá un problema con Günter?

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