ℭ𝔞𝔭 3. 𝔪𝔬𝔪𝔢𝔫𝔱𝔬 𝔡𝔢 𝔠𝔞𝔩𝔦𝔡𝔢𝔷 ゞ 🍃
Tras un rato caminando y contándose anécdotas de todo tipo para conocerse más, el trío de amigos acaba de llegar al estanque del que les habló Müller. Se encuentra en medio de un claro en el bosque. Ambas chicas están fascinadas, más que nada la alemana, que además de contemplar maravillada el estanque, mantiene la mirada fija en el cielo. Está bastante despejado, a pesar de la presencia de algunas nubes pequeñas.
─Vaya, Deuter. Es fantástico─ le comenta Erika, sonriendo.
─Jeje, te brillan los ojos.
─Eso es porque estoy contenta, jiji─ se coloca una mano en la mejilla izquierda.
─Si Erika-sempai está feliz, yo también lo estoy─ dice la más pequeña─. ¿Me puedes dejar bajar?─ le pregunta a Deuter, quien la sigue cargando en su espalda.
─Oh, por supuesto─ se agacha e Ichika se baja. Se vuelve a poner de pie─. Oigan, ¿puedo preguntarles algo?
─Eso no se pregunta. Claro que sí─ le responde Erika.
─¿Ustedes solo van a estar aquí hoy?
─No, nos vamos a quedar por toda la semana de vacaciones─ le responde Erika─. Nos estamos quedando en la casa de mi tía. Recién hoy llegamos.
─No quiero volver a la escuela, apenas vuelva voy a tener una prueba de Historia, y justo de un tema que no entiendo─ le cuenta Ichika.
Deuter suspira, nostálgico.
─Escuela... Hace tanto que no voy a la escuela.
─¿Me estás jodiendo?─ el semblante de Erika cambia─¿Dices que tu mentor no te deja ni siquiera ir a la escuela como un chico normal de tu edad?
─Cuando acabe mi entrenamiento volveré, pero apenas comienza...
─Müller, no puedes seguir así, ese viejo no te hace bien, te vas a terminar perdiendo cosas cruciales de tu vida, o peor aun: puedes terminar lastimado.
El chico baja la mirada con seriedad.
─Dime, ¿quieres un estilo de vida en el que no puedas hablar con nadie, o un estilo de vida en el que puedas salir con amigos?
─Yo... quisiera poder estar con ustedes todo el tiempo. Me caen muy bien, y me hacen sentir tranquilo─ confiesa el más alto.
Ichika vuelve a sonrojarse. Si ya le encanta la voz de Deuter, escucharlo decir que se siente mejor al lado de ellas (refiriéndose específicamente a la nipona misma), la hace sentir en el cielo. Quiere hacer todo lo posible por permanecer al lado de su titán.
─Entonces tenemos que mantenerte alejado de Günter hasta encontrar una forma de que la policía se lo lleve─ dice la más pequeña.
─Estoy pensando, ¿realmente es necesario llamar a la policía? Quizás solo tenemos que buscar un modo en el que él se vaya para siempre de las montañas y ya no cause problemas.
Deuter e Ichika se le quedan mirando a la rubia.
─Ah, pensándolo bien, teniendo en cuenta que atacó a algunas personas directamente, no basta solo con que se marche a un lugar lejos, tiene que "pagar" por todo lo que hizo, aunque no creo que le den muchos años de prisión, si es que le dan prisión normal, ¿no?
─Entiendo─ le dice Müller─. ¿Pero a dónde puedo ir para ocultarme del maestro?
─¿Qué tal si... convenzo a la tía Liesel de que te deje quedarte en su casa?─ sugiere la germana.
─¿Cómo? No, Erika. Por favor. No quiero ser una molestia.
─No creo que seas una molestia, ella tiene espacio de sobra, y su casa es hermosa, vas a ver.
─¿Lo dices en serio?
─Ya te dije que no me gusta mentir, Müller.
─Erika-sempai tiene razón─ Ichika lo mira─. Ojalá pueda quedarse con nosotras─ piensa─, sería un sueño poder verlo todos los días luego de despertar, o incluso mejor: dormir con él...─ se ríe internamente─Se me hace muy irónico que hasta hace no mucho rato le tenía un pequeño odio por burlarse de mi estatura y ahora estoy teniendo fantasías con él. Jiji, soy una loquilla.
─Pues si es posible quedarme con ustedes lo haría encantado, solo espero no asustar a tu tía.
─¿Por qué se asustaría?
─Por lo mismo que asustó a Ichika la primera vez que me vio: que me confunda con el monstruo de Renania.
─Aaaaah, cierto. Descuida, si le explico todo no se va a sobresaltar─ le guiña el ojo para transmitirle confianza.
El muchacho sonríe, más tranquilo.
─Está bien. No sé cómo agradecerles por todo lo que han hecho por mí, se los juro, estoy muy feliz en este momento.
─No agradezcas, Müller. No mereces vivir así. Günter tiene que irse, arruina la belleza de este lugar. Eso me hace pensar en toda esa pobre gente que fue atacada o secuestrada por ese tipo, no pueden disfrutar plenamente la belleza de este lugar por el miedo a que se les aparezca ese sujeto.
─Yo no quiero encontrármelo, sé que debe ser un viejo feo y aterrador─ Ichika se abraza a sí misma, con una expresión que denota un poco de miedo. Se está imaginando a Günter a pesar de que no sabe cómo luce en realidad.
Müller coloca una mano al costado de su cabeza y la arrima hacia su pierna.
─Te dije que no temas. En el peor de los casos, Günter solo te tendrá un rato secuestrada en su casa y luego te liberará, no te hará daño. A los niños, generalmente, no los suele agredir, a menos que hagan algo muy malo como romper una ventana, pero si solo aparecen cerca de su casa, los captura para mantenerlos cautivos un rato y asustarlos.
─Bueno, pero no quiero que me atrape.
─Lo sé, así que yo te protegeré─ le sonríe con confianza. Una sonrisa que hace sonreír como una tonta a la nipona, que vuelve a ponerse colorada. Müller sigue con su mano en su cabeza─. ¡Jajajaja, eres muy enana! ¡Apenas me llegas a la cintura!
Erika también se ríe.
─Ay, pobrecita, cómo la molestan.
─Dah, creo que hasta un caniche es más grande que tú─ se sigue "burlando".
Pero esta vez Ichika lo pasó por alto, porque su cabeza está en las nubes, escuchando la voz de un ángel, a pesar de que éste se está riendo de lo bajita que es.
─Pronto seré tu caniche, jeje─ piensa, totalmente embobada.
─Oye, Müller, ¿entonces abortamos la misión de recolectar las rocas que faltan?─ le pregunta la rubia.
─Supongo. La verdad es que no tengo ganas de estar cargando esta bolsa enorme. Dejémosla aquí tirada, si Günter la encuentra y aun se quiere llevar las rocas pues que se las lleve.
─¡Eso es! ¡Ese es mi muchacho rebelde!─ Ichika levanta un brazo, con el puño cerrado.
─¿No tienes nada que recoger de la casa de tu maestro?
─Nah, no tengo nada importante.
─Bien, entonces supongo que iremos a la casa de la tía ahora mismo.
─Si ustedes quieren.
─Síiii, quiero que la conozcas. Ella tiene cuarenta y dos, pero la ves y piensas que tiene veinticinco, jaja. Siempre está de buenas, y es una mujer muy coqueta.
─Además cocina muy bien─ añade Ichika.
─¿Cómo sabes si aún no has probado nada hecho por ella?
─Pero confío en que su Saumagen va a estar exquisito.
─La vamos a ayudar a que quede rico.
─Entonces, ¿ya nos vamos?─ interrumpe Müller─Me inquieta el hecho de que Günter podría estar observándonos.
─Uy, cierto─ Erika toma la bicicleta y se sube a ella─. ¿Cómo hacemos? No creo que entremos los tres...
─¡Todo es tu culpa!─ Ichika señala con el dedo a Müller─¡Todos por ser enorme!
Deuter se ríe con ganas.
─Pareces un pequeño chihuahua señalándome con el dedo─ envuelve el dedo de la más bajita con su mano.
─¡Los chihuahuas no señalan!
─¡Chicos!─ los interrumpe Erika─Tenemos que irnos.
─Sí, sí claro. No se preocupen por mí, yo puedo caminar─ dice Müller.
─Yo iré detrás de ti, Erika-sempai.
─De acuerdo. Sube.
Ichika se para en la parte trasera de la bicicleta y se sostiene de los hombros de la mayor, tal y como lo hicieron para venir al bosque. Erika comienza a pedalear despacio y Deuter les sigue el paso caminando no muy despacio. Dejaron la bolsa con rocas en ese lugar. No más recolección de rocas para este joven. Su vida va a dar un giro de trescientos sesenta grados a partir de ahora.
Porque al fin hizo amigas, algo que ha estado queriendo muy en el fondo por mucho tiempo.
Liesel está mirando atentamente a Deuter.
─Así que lo encontraron en el bosque y ahora quieren que se quede aquí para ocultarlo del verdadero monstruo de Renania.
─Exacto.
─Cuando vea a ese tipo haré que pague por haberme robado y hecho pedazos la bicicleta aquella vez─ cierra el puño, mirando hacia arriba con desprecio.
─¿Günter hizo eso?─ pregunta Müller, impresionado─Es un maldito.
─Ejem─ carraspea la germana─, tía Liesel, necesito que me respondas lo que te pregunté hace veinte segundos.
─Ah, sí, sí. Claro que puedes quedarte aquí, Deuter. Si quieres puedes quedarte en mi casa todo el tiempo que quieras. Que no te dé pena, estoy muy sola─ se coloca un antebrazo en la frente a lo damisela en apuros.
─Pe-pero señora...─ el joven está totalmente sonrojado por esas palabras.
─Ella es muy pícara, Deuter. No te pongas incómodo por las cosas que dice, es una adolescente atrapada en el cuerpo de una señora mayor.
─¡¿QUÉ DIJISTE, ERIKA?!
Todos se ríen al ver a la señora Werner de esa forma.
Pero Deuter ya está tranquilo de que encontró un lugar seguro donde vivir, va a estar en compañía de sus mejores y únicas amigas, en una casa preciosa. Liesel tiene una habitación para huéspedes (al decir huéspedes se refiere a Erika, la única persona que recibe en su casa cada año. No le gustan las visitas, pero a ella la recibe con los brazos abiertos porque la adora) con una cama matrimonial. Las chicas ya hablaron con Müller y están de acuerdo en dormir los tres en la misma cama, ya que tiene espacio de sobra. Tienen la confianza suficiente para dormir con ese chico al que apenas conocen, pero ya le tienen un enorme cariño.
Ahora están en el mini patio trasero, tomando una merienda bastante lujosa que las chicas prepararon con la ayuda de Liesel.
─Gracias por la comida, señora Werner.
─Por favor, Deuter, llámame, Liesel. Señora Werner suena muy formal, y yo soy muy chica para formalidades.
Los tres se ríen. Están tratando con una cuarentona que actúa como si fuese veinteañera.
Deuter le da una mordida a una tostada con mermelada de fresa, y para bajar ese bocado bebe un poco de té. Lo degusta lentamente, y se traga ese pedazo.
─¿Müller?
─¿Müller-sempai?
Sin darse cuenta, está derramando unas lágrimas.
─¿Estás bien, tesoro?─ le pregunta Liesel con algo de preocupación.
─N-no se preocupen─ se pasa el antebrazo por los ojos para quitarse las lágrimas, y así sonreír─. Es solo que hacía tanto tiempo que no comía algo tan delicioso como esto.
─Oh, Deuter, ¿con tu maestro comías muy poco?
─No era que estuviésemos precarios de comida, pero la comida de Günter no se compara con esta delicia. Günter cocina muy mal─ se ríe.
─Pues claro que sí, tesoro─ le habla Liesel─. Mi comida es la mejor de toda Renania.
─Al menos tienes autoestima muy alta, tía, jaja.
Ichika mira a Müller y no puede evitar sentir lástima por él. Debió haberla pasado muy mal con ese señor. Pero ahora todo será diferente, porque tiene una gran compañía. Liesel, Erika y ella le van a dar todo el amor que se merece.
─Y esta noche cenaremos Saumagen, ¿te gusta ese platillo, Deuter?
─No recuerdo haberlo probado, pero suena delicioso.
─Si está hecho por mí, tenlo por seguro que así será─ le lanza una guiñada.
─Qué buena tía que tengo─ comenta Erika, mordiendo una manzana.
Por otro lado, Müller desea que ese momento de calidez que está viviendo con su nueva "familia", por decirle de alguna forma, dure por siempre. Nunca se había sentido tan cómodo, tan relajado, tan feliz.
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