ℭ𝔞𝔭 2. 𝔞𝔪𝔦𝔤𝔬 𝔫𝔲𝔢𝔳𝔬 ゞ 🍃

Ambas chicas están buscando y guardando en la mochila todo lo que van encontrando. Hasta ahora llevan doce rocas, siete piñas y algún que otro honguito.

─Erika-chan, esta mochila pesa mucho─ se queja la nipona─. Me voy a quebrar la columna.

─Dámela, creo que ya tenemos demasiadas cosas, ¿no lo crees?

─Supongo.

─¿Quieres que dejemos de buscar y sigamos recorriendo los alrededores?

─Eso suena mejor.

Gut. El bosque es precioso, estoy muy feliz de poder venir a este lugar.

─¿Hasta dónde vamos a ir?

─Hasta donde nuestros pies lo permitan.

─Podemos subirnos a la bicicleta si nos cansamos de caminar.

─Bueno, pero hay ciertos tramos del camino que me da inseguridad recorrer en la bicicleta porque son muy rocosos, y no quiero que nos caigamos y nos raspemos las rodillas, ¿sabes?

─De todas formas preguntaba por otra cosa.

─¿Por qué?

─¿Recuerdas lo que hablamos hace un rato con Liesel sobre el monstruo de las montañas de Renania?

─¿Tienes miedo de toparnos con él?

─¡¿Qué no escuchaste lo que dijo sobre los secuestros a los niños?! ¡Yo soy una pulguita, me va a atrapar con facilidad!

─No lo hará, no nos vamos a topar con él, porque vive en las montañas, no en el bosque. Aunque en realidad tengo muchas ganas de subir las montañas...

─¿Y si se le antoja caminar por el bosque justo en estos momentos?

─Tranquila, yo te protegeré. De igual manera, ten en cuenta que Liesel dijo que solamente secuestra a los niños por un rato y luego los deja ir, solo quiere asustar.

─Pero igual me da miedito, ni siquiera sabemos cómo luce, ¿qué tal si es aterrador?

─De hecho he estado pensando... Si algunos niños han sido secuestrados por él, ¿nunca le dijeron, no sé, a sus padres cómo lucía esa persona? Porque de ser así lo pudieron haber denunciado con la policía y así podrían llevárselo para que ya no robe nada ni secuestre a nadie.

─Buen punto, nadie nunca dijo cómo se veía esta persona. Mi teoría es que quien quiera que sea el que se esconda bajo la identidad del monstruo de Renania, amenazó a todos aquellos con los que se topó para que nunca dijeran nada.

─Quizás... Oye, esa roca que está al costado del arbusto frente a nosotras es perfecta para pintarla, ¿no te parece?

─Hey, sí. ¡La necesito, Erika-chan!

─Pues ve por ella, pero es la última que vamos a recoger, ¿eh?

─¡Síiiii!─ la más bajita corre cuan niña pequeña hacia la piedra para recogerla entre sus manos─Es hermosa...

En eso, el arbusto empieza a moverse, y un chico muy alto, de unos casi dos metros, sale de atrás de él, asustando a la japonesa.

─¡AAAAAAAAH!─ cae sentada por el miedo.

─¡Ichika!

─¡ES ÉL!

─¿Eh?

─¡EL MONSTRUO DE RENANIA!

─Ya, tranquila─ la germana se acerca a ellos─. Disculpa, no quisimos molestar, solo estábamos juntando rocas para pintar en la casa de mi tía.

─¿Ustedes también están recolectando rocas?

─Mmmm sí.

─El maestro me mandó a recolectar mil.

─¿C-cómo que mil?─ pregunta Erika, asombrada.

Ichika se levanta y corre para esconderse detrás de la más alta, abrazando sus piernas.

─¿Por qué estás asustada, nena?─ le pregunta el desconocido.

─S-su voz da miedo...

─Oye─ lo interrumpe Erika─, ¿de casualidad... tú eres "el monstruo de Renania"?─ se anima a preguntarle─Solo espero que no se le ocurra lanzarnos las rocas que carga en la bolsa─ piensa, tratando de no lucir nerviosa.

─Ah, sí, esa historia...

─Perdón, no te quise hacer sentir mal...

─No te preocupes. No, no soy yo, pero los que me han visto en el bosque piensan que sí lo soy, tal vez por mi estatura, tal vez por mi voz, no sé...

─¡Es que eres enorme!─ le dice Ichika─¡Eres hasta más alto que Erika!

─Mido un metro noventa y tres.

─Y bueno, Erika mide uno setenta y uno, y yo no llego ni al metro y medio, me falta un centímetro.

El chico no puede evitar reírse por lo que dijo la nipona. Se acerca a ellas y coloca una mano en la cabeza de la más bajita.

─Eres tan pequeña, pareces un microbio, jaja.

─¡No te burles de mi estatura, maldita jirafa!

Erika se ríe junto con aquel muchacho.

─¿Viste, Ichika? No hay que temerle, es un niño normal como nosotras, no hay ningún monstruo aquí.

─Pero es un irrespetuoso al llamarme microbio─ hace un puchero que a la germana le produce ternura.

─Ya, ya, no te enojes. Está bien ser bajito. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?

─Soy Deuter Müller.

─Tienes lindo nombre─ le sonríe la más alta, haciendo que Müller sonría levemente.

Ichika nota ese gesto, y pasa del enojo a la diversión.

─Müller-kun, Erika-chan es muy bonita, ¿no lo crees?─ sube y baja las cejas, en un gesto pícaro.

─Kun... chan... Tú no eres alemana.

─No, soy Ichika Hashimoto. Vengo de Japón, y vivo en Stuttgart desde hace un año, voy a la escuela japonesa de esa ciudad.

─Ah, eres japonesa. Con razón eres tan bajita─ la sigue molestando con ese tema.

─¡Y dale con la altura de la gente! ¡¿Qué te importa lo que mide la gente?!

La rubia se ríe más fuerte. Lo que le faltaba a ese paseo era algo que la hiciera reír así, y más aún: conocer a un muchacho tan simpático como Müller.

─Müller, ¿te gustaría venir con nosotras a nuestro paseo?

─¿En serio?

─¿En serio?─ repite Ichika.

─¿Por qué no? Mientras más mejor, ¿lo recuerdas?

─Sí, pero...

─Me encantaría, pero no puedo─ responde un poco apenado.

─¿Por qué no puedes?

─Mi maestro me mandó a recolectar mil rocas, apenas llevo doscientas veintiséis, y tengo que tenerlas listas para mañana. Me está entrenando para ser el mejor portero del mundo. Es muy exigente.

─Qué pena. ¿Seguro que no quieres caminar un ratito chiquitito?

─Créanme que me encantaría, pero el maestro no me permite hablar con nadie.

─¿Pero por qué?

─No quiere que me distraiga de mis entrenamientos.

─¡No es justo!─ exclama Erika, molesta.

─Y no solamente eso, debe tener miedo a que le diga a alguien que él es el verdadero "monstruo de Renania".

─Ah...─ las dos sí están muy sorprendidas por esa confesión.

─Tiene una manía con robar cosas, asustar a la gente y a veces atacar a las personas lanzándoles rocas u otra cosa. He visto niños huir de las montañas, llorando asustados, y al verme en su camino se asustan todavía más...

─Oh, Deuter, eso sí que es muy triste─ dice la rubia, muy apenada. Se acerca a Müller y lo toma de las mejillas para mirarlo a los ojos─. Te debes sentir muy solo, ¿verdad?

Al muchacho le sorprende ese acto de la joven, pero decide ocultar su calor en las mejillas y asentir levemente, con un poco de tristeza en su semblante.

─No te preocupes, nosotras podemos ser tus amigas si así lo deseas.

─¿L-lo dices de verdad?

─No me gustan las mentiras, Deuter. Claro que lo digo enserio. No mereces estar solo, pareces ser un buen muchacho, y a mí me encanta hacer amigos nuevos─ le dedica una sonrisa radiante, de esas que siempre enamoran a todos.

Erika es una chica muy codiciada por muchos chicos (y hasta chicas) de su escuela, pero a ella no le importa ser popular. Tiene a sus amigas de la escuela, Odetta y Astrid, más alguna compañera de su curso con la que habla de vez en cuando, y no necesita de un gran grupo de amigos para ser feliz.

─S-sí, a pesar de que te burlas de mi estatura (que quede claro que tengo doce años, y no quince como Erika), veo que tratas muy bien a mi amiga, y eso lo valoro mucho, ella es una gran mujer, ¿eh?

Müller ríe levemente.

─Ustedes son tan simpáticas. Está bien, pasaré un rato con ustedes y después continuaré con mi cacería de rocas.

─¡Qué bieeeeeen!─ Erika e Ichika saltan felizmente como niñas pequeñas.

─Ah, Müller, ya sé qué hacer─ se descuelga la mochila de la espalda y la abre para buscar las rocas que juntó con Ichika─. Toma, te doy estas ocho rocas para que vayas adelantando un poco. No es mucho, pero servirá.

El joven se asombra por ese acto generoso.

─¿No las necesitan ustedes?

─Nos quedaremos con cuatro, una para mí, una para Ichika, una para mi tía Liesel, y una para ti, pero no para dársela a tu maestro, sino para que pintes con nosotras.

─¿De veras?

─Quiero que pintes con nosotras, lo mereces.

─Pero...

─Mira, aún te quedan un montón de rocas por encontrar, si te quedas un rato en nuestra casa no va a sospechar.

─Supongo que tienes razón, pero no puedo demorar mucho.

─Tranquilo, te ayudaremos a recolectar las que faltan si lo necesitas.

─Lo agradecería mucho, sin embargo, corren peligro de ser vistas por él.

─No le tenemos miedo, ¿verdad, Ichika?

La nipona parece no estar de acuerdo con eso, se le nota en su expresión miedosa.

─No quiero que me secuestre, solo soy una niña pequeña.

Müller se agacha a la altura de ella y le acaricia la cabeza.

─No temas, chiquita, no dejaré que Günter te ponga un dedo encima.

Por alguna razón que no comprende, le encantó que hiciera eso. Pasó de tenerle un muy pequeño odio a sentir lo que comúnmente llaman "mariposas en el estómago", porque viéndolo de cerca, Müller es bastante atractivo: su cabello castaño claro, sus ojos color verde agua, en general su mirada, su voz le parece muy "sensual", y su enorme estatura, viéndolo de otra manera, la hace sentir protegida por un gigante.

Cuando quiere acordar, parece un tomate cherry.

─Creo que ya te agarró confianza, jiji.

─¡SHHH!─ Ichika se cubre el rostro con ambas manos para ocultar su vergüenza.

─Oigan, cerca de aquí hay un estanque hermoso, ¿quieren que las lleve ahí?

─¡Ay síiiiii! ¡Llévanos donde haya naturaleza!

─¿Te gusta la naturaleza, Erika?

─Estoy enamorada de mi país por eso.

─Ya veo. Las montañas son hermosas, lástima que Günter hace que tengan una mala imagen.

─No deberías seguir con ese señor, te priva de tu felicidad.

─Preferiría no hablar de él ahora, quiero estar tranquilo.

─Entiendo.

─M-müller...─ Ichika está cabizbaja, uniendo y separando la punta de sus dedos índice.

─¿Sí?

─¿P-puedes cargarme en la espalda? Quiero ver el bosque a más altura.

Mentira, quiere ser llevada por su nuevo amor platónico.

─Awwww, es tan tierna estando sonrojada─ comenta la germana.

─Me encantaría, pequeña, pero tengo que llevar la bolsa de rocas en la espalda, y pesa mucho.

─Oh, qué mal...

─Descuiden, la llevo en la bicicleta─ propone Erika─. La pongo detrás de mí mientras pedaleo.

─¿Estás segura?

─Lo que sea por mi pequeñita─ le guiña el ojo a la castaña de cabello esponjado.

Müller vuelve a agacharse para que ella se suba a su espalda.

─Sube.

Ichika obedece, se trepa como un monito a la espalda del más alto, y queda maravillada por la altura a la que se encuentra.

─Wow... el mundo se ve diferente a esta altura.

Deuter y Erika se ríen.

─Bueno, será mejor que vayamos a recorrer un poco más antes de volver a casa.

─Yo tengo una tarea que hacer, pero siendo sincero, no tengo ganas de entrenar con Günter, es demasiado exigente y a veces no le importa que me lastime.

─Diablos, ese viejo es tan malo─ dice con desagrado─. Tengo que hacer algo por Deuter, no puede quedarse con ese monstruo más tiempo, o las cosas se pondrán más feas para él─ piensa con seriedad.

Erika monta la bicicleta con la bolsa de rocas, y el gigante Müller lleva a una enamorada Ichika en su espalda, que parece estar embobada con el cabello de su nuevo amigo/amor platónico.

─Es hermoso─ piensa, totalmente perdida en sus pensamientos amorosos por este chico.

Y así comienza la parte más divertida del viaje de estas dos amigas.


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