• CAPÍTULO 37 •
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La sonrisa se le dibujaba en el rostro, lo tenía claro. Pues había percatado el modo en que Hoseok le observaba, prestándole discretamente atención y aún cuando dedicaba a guardar lo faltante en su gran maleta de cuero.
Él ayudando en lo posible, a que su ropa estuviese perfectamente doblada y está fuese limpia y con un buen planchado, digna de un líder alfa. Tal cual a su madre le gustaba y solía hacer para él, durante su tiempo de preparación.
Debía dar una buena imagen. Y que los demás alfas no encontrasen justificación en su edad tan juvenil, para que este no pudiese estar al mismo nivel que los demás.
No permitiría su hijo fuese humillado, aún menos cuando a ella le hacía sentir tanto orgullo.
Tanto honor de ser una Jung, solo por el sencillo de que su hijo fuese a convertirse en el líder de su clan.
A pesar de aún parecer un niño para ella y esperando ascender al cargo de su padre, cuando esté decidiese que su cachorro ya estaba preparado para ello.
Y Baekhyun suspiró, sabiendo que aquel había sido un suceso que su madre había ansiado tanto presenciar. Más sus emociones lastimadas no le permitieron presenciarlo, pues su hermano aún era demasiado pequeño cuando está decidió que ya no podía más.
Dejarles allí, sin ella.
Y el miedo había sido tan grande aquel día, que su estómago no lo había soportado y había regresado todo, en medio del llanto y los temblores de su cuerpo. Siendo abrazado en todo momento por su pequeño hermano, quien con tan sólo siete años se mantuvo con más entereza que su mismo padre.
Sin embargo, el omega no podía evitar pensar con el paso de los años, el cuanto Hoseok habría guardado para sí mismo. Pues su madre había acabado con su propia vida y él no le había visto derramar ni una sola lagrima por ello. Como si temiese que aquello fuese un desagravio a su futuro estatus y se forzase a sí mismo a demostrar que nada le doblegaría.
Aquello siempre había sido admirado por su madre. Quizá incluso lo hacía por ella.
— ¿Estás seguro llevas la ropa suficiente? — le había preguntado el omega, mientras el alfa cerraba la maleta demasiado confiado de que no la abriría nuevamente — Ya los días están más fríos ¿no necesitarás más abrigo? — Baekhyun insistió, provocando el alfa sonríese. Sabiendo la manía que había adquirido este con los años, de dedicarse a él como si intentase suplir la ausencia de su madre.
Él no deseaba aquello.
Imaginando muchas veces, el devolverle la libertad que su padre le había arrebatado y convirtiéndose en una de las principales razones para mantenerse a la cabeza de los Jung.
A su hermano le habían marchitado la vida el día que le habían alejado de su cachorra y de alguna manera eso también le había marcado a él.
— Creo llevo lo suficiente. Y si algo faltase puedo comprarlo en Min — el omega había asentido, siendo consciente Hoseok del modo en el que este le veía. Como si aún fuese un niño — Estaré bien Baek, no debes preocuparte por nada — añadió para tranquilizarle y asimilando que este sabía que ese viaje a Min no era como cualquier otro.
— Necesito que regreses a salvo a casa — le señaló directo, con la voz blanda y ocultando muy bien el cómo su partida le afectaba. Escondiendo los temores que en aquel momento le rondaban y manteniendose fuerte y sin desear que su hermano le viese frágil nuevamente.
Hoseok suspiró en medio de una sonrisa, girandose hacia él. Tomando una de sus manos con cuidado y apretandola contra la suya — ¿Tan débil crees a tu hermano para llevar tanta preocupación? — su voz sonando comprensiva en vez de parecer recriminar algo — Todo saldrá bien Baek. Resolveremos el tema de los Jeonu, haremos pagar a quienes han cometido atrocidades y regresaré a casa — y sobre los labios del omega se había formado una leve sonrisa, procurando aferrarse a las palabras de su hermano — Pero debes prometerme algo.
Aquello le había resultado curioso, percibiendo cómo este le acariciaba el rostro con suavidad. Haciendole sentir protegido y como si él fuese el mayor de los dos.
Cuidaré de ti.
— Quiero que traigas a Hyejin a Jung — pidió con cautela, sin embargo la sorpresa había asaltado su corazón — Se que ella está acostumbrada a la vida en la costa, más seria agradable se tomase unos días para conocer también su otro hogar. Ella pertenece a Jung y nuestro clan es parte de ella por naturaleza, creo que le vendría bien unos días en medio del valle — y si bien las palabras de Hoseok habían sido prácticas y sencillas, el omega no había logrado evitar los ojos se le humedecieran — Sabes también puedes venir con Chanyeol. Él también es bienvenido si desea visitarnos.
Un breve silencio formándose entre ambos, pues el omega no sabía que decir y sólo observaba con detenimiento a su hermano. Asimilando el cuanto había deseado aquellas palabras años atrás y que su padre hubiese tenido el corazón tan cálido como el de Hoseok, cambiando así su destino, el de su alfa y su cachorra.
Su pequeña pelirroja.
Su linaje marcado sobre su cabellera, creciendo libre e indómita para que nadie jamás decidiese sus límites.
Esos sólo los impondría ella. Y Hoseok estaba dispuesto a colaborar en ello, modificando el destino que su padre había instaurado y entregando una nueva oportunidad a su hermano Baekhyun.
—Y-yo no se como agradecerte Hoseok— añadió el omega claramente aun un poco consternado.
—No hay nada que debas agradecer — replicó el alfa, negando con su cabeza con suavidad — Tu cachorra pertenecía tanto a Kima como a aquí. Papá no tenía el derecho de arrebatar eso, cuando ella era una Jung como nosotros y como aún lo sigue siendo.
Un pequeño sollozo se escucho provenir desde el omega, siendo acercado con cuidado por su hermano quien le cobijó en un abrazo. Su madre solía contenerlo cada vez que el miedo o el dolor se hacía demasiado grande, habiéndo perdido aquella sensación de ser sostenido por alguien de su sangre desde que le había perdido.
Confía en mi.
Hoseok siempre había sido un buen hermano, siendo instintivamente sobreprotector desde aquel día que habían quitado a su cachorra. Su lobo alfa resintiendo a su omega herido y compadeciendo el cómo la distancia de su lazo le estaba lastimando.
Sin embargo, el modo en que su padre había educado, con un temperamento lo necesariamente firme y sin demostrar demasiado afecto físico, aún cuando el pequeño alfa era muy dulce. Haciendo que su máxima expresión para con él, fuese tomarle de la mano cada vez que requería de contención. Siendo una acción reiterativa entre ambos y que de alguna manera, también lograba calmar al lobo de Hoseok cuando lo necesitaba.
No te dejaré.
Por lo que el omega no podía evitar, que aquel abrazo se estuviese volviendo tan significativo para ambos. Sintiendo el consuelo que había necesitado por años y que su madre no había podido entregar, siendo ahora dado por su hermano pequeño.
— Estoy seguro que mamá habría estado tan feliz de conocer a tu cachorrita — rió con suavidad el alfa — A veces no puedo evitar detallar sus rasgos y buscarla a ella y es difícil p-porque... — la voz de Hoseok volviéndose notoriamente quebrada por un momento. Algo que Baekhyun obvio, asimilando este intentaba apaciguar su tristeza —... Hyejin luce tan similar al alfa Chanyeol. Más el sonido de su risa. Se que mamá se ha quedado en ella.
Y él omega tan solo cerró sus ojos, sin dejar de abrazarle. Confirmando lo que su hermano decía, pues él también había percatado de ello cada vez que la risa de su cachorra timbra a sobre sus oídos.
Era la risa de su mamá.
Hyejin la había heredado.
Y habían quedado allí, por un momento abrazados y tan solo Baekhyun recibiendo las caricias del pelirrojo. Sin dejar tampoco el de mimarle, sosteniendo su lazo de sangre irrompible y haciendo saber a través de su aroma, la orden de regresar allí con él.
Su cuerpo alejándose para observar los ojos perlados de Hoseok, donde las lágrimas seguramente amontonaban y se negaban a dejarse romper.
Diferente al rostro suyo, el cual el omega percibía húmedo y sin percatar demasiado cuando había llorado tanto. Hasta que fueron los dedos de su hermano, los que acudieron a secarle el rostro.
— Ya no llores — le señaló con suavidad e ignorando el tono suplicante que había escondido en sus palabras. Detestando que Hoseok se comportase de esa manera con él, cuando creía era su deber protegerle — ¿Hyuna vendrá a hacerte compañía? — había preguntado repentinamente el joven alfa, sacándole de la calidez de su abrazo.
Baekhyun asintió — Ella vendrá por la tarde. Sabes que no soportaría estar tanto tiempo lejos de Hyojong — Hoseok había reído ante su respuesta, siendo conocedor de la profunda devoción que su prima sentía por su alfa. Y a pesar de que este no era posesivo como solían ser muchos de ellos, ella parecía aún más dispuesta a no alejarse demasiado tiempo de su lado.
Era una encantadora relacion.
— ¿Seguro no dejas nada importante verdad? — había sido lo último que Baekhyun le había preguntado, para luego recibir la sonrisa de su hermano. Hoseok le había sonreído y juntos habían bajado hasta el salón principal, donde la anciana esperaba por ellos.
Sarang preocupándose como siempre de ambos, viéndoles de seguro aún como a los cachorros que ella había criado.
— He preparado una pequeña merienda para su viaje alfa Jung — le hubo señalado la beta, quién ubicaba una gran cesta sobre la mesa. Provocando Hoseok riese con discreción.
— Si eso es una pequeña merienda, ya imagino que la grande alimentaría a toda la casona Min — indicó el joven alfa, cosa que la anciana ignoró, ya que ella adoraba que este llevase comida extra, para que compartiese a su llegada — Y ya te he dicho que me llames por mi nombre, no es necesario seas tan protocolar conmigo.
Aquello le insistía cada vez que se veían, pues la anciana había aprendido a mostrar su respeto a través de cordialidades. Y parecía rehusarse a quitar su rango y tratar como hacía antes de convertirse en el líder el clan.
— ¿Cuántos días pretende estar fuera de Jung? — preguntó la anciana mientras se acercaba más hacia Baekhyun, asimilando lo nervioso que este se colocaba en cada nuevo viaje de su hermano. Haciéndole saber con el gesto, que nada malo sucedería a Hoseok.
— No sabría responder a eso Sarang. Pero si pretendo estar de regreso lo más pronto posible — dijo este con la calma que le caracterizaba y ubicando ambas manos sobre los hombros del omega — Ya veras que en el día que menos esperes, estaré de regreso — y la beta asintió, esmerandose en esconder su propia preocupación. Así tranquilizar a Baekhyun y también a si misma.
Conocía a Hoseok desde que era un cachorro y sabía que el ímpetu de justicia del chico no se doblegaría por ningún motivo. Y este llegaría hasta lo último por conseguir que quién dañase a alguien más, pagase por el dolor provocado.
Este percatandose del horario a través de un reloj que llevaba en su muñeca y ocultaba bajo su tunica — Creo ya es hora — añadió Hoseok añadiendo y viendo a su hermano asentir con delicadeza y con sus ojos brillantes.
Tomaría el ferrocarril de las trece horas, por lo que otro de los alfas Jung, ya estaba a la entrada esperando por él. Saludándolo con cordialidad y ubicando sus cosas en el portaequipaje.
Y Hoseok suspiró al cerrar con cuidado el maletero, recibiendo repentinamente el abrazo de su hermano que había aproximado rápido hasta él. Sus manos viajando delicado hasta rodearle el rostro con ambas e instar a que este le mirase.
La punta de su nariz roja y sus mejillas húmedas por un silencioso llanto, manteniéndose discreto en su propia tristeza. Algo que el alfa recordó, solía siempre hacer su madre para no preocuparles.
Aquello no era lo que quería para él.
— No seas como mamá — le dijo con la voz tibia, más levemente quebrada — No te guardes lo que sientes y llora si deseas hacerlo — el omega tan solo le miraba, dejando caer más lágrimas entre un sollozo. Sin embargo, este le sonreía como si no doliese.
— También haz lo mismo cachorro — le pidió con aquel apelativo. Casi como un tono maternal que hizo tomar desprevenido al alfa, quedando momentáneamente sin decir algo hasta que acercó sus labios hasta la frente de su hermano y la besó.
Una pequeña gota de agua salada resbalando por una de sus mejillas, besando despacio y con dulzura. Dejando claro cuanto aprecio sentía por él.
— Te amo mucho mi pequeño Hoseok. Regresa pronto a casa — ordenó con suavidad el omega una vez se habían separado, recibiendo como siempre la sonrisa del alfa en respuesta. Sabiendo para él serían muy dicicil sacar unas palabras de ese tipo, por lo que aquel gesto tomaba importante significancia.
— Nos vemos Baek, Sarang. Cuidence mucho — despidió de ellos ingresando al vehículo. A lo que el omega sintió como la anciana le tomaba del brazo, entregando contención en aquel momento. Viendo como Hoseok asomaba su mano a través de la ventana y la agitaba alejándose de allí con su sonrisa caracteristica pintada sobre la boca.
Baekhyun pensó en aquella sonrisa y el cómo era prácticamente lo único que su hermano conservaba desde niño. Y el cómo el omega le gustaría que nunca esté perdiese aquello.
— Ya está, vamos a comer — la anciana le dijo, soltando su mano y dirigiéndose al interior de la casa. Mientras él había quedado allí momentáneamente detenido, a la vez que sus ojos perdían de vista el vehículo y este se hacía demasiado pequeño como para distinguirlo.
Un suspiro escapandose desde lo profundo de su pecho, volteandose despacio para seguir a la anciana al interior de la casa. Sabiendo esta había cocinado un delicioso estofado, por el apetitoso aroma que provenía de allí.
— ¿Querrá comer aquí o en el comedor? — preguntó Sarang, mientras buscaba con esmero los cubiertos que se encontraban en los cajones. Haciendo que estos sonasen por el entusiasmo que la anciana ponía en su labor.
Baekhyun sonrió, sin embargo, en su rostro también había un sentimiento grisáceo que opacaba su sonrisa.
— Acá junto a ti, está bien para mí — no lo haría en la gran mesa del comedor, pues aquello le haría sentir bastante solo. Y el silencio le causaría angustia, pues los puestos de la mesa lucían vacíos y hacían parecer que cada vez estaba más solo.
Y su mano fue tomada de pronto por Sarang, quien aparentemente había notado su ánimo cabizbajo — ¿Así que su cachorrita vendrá a Jung? — le preguntó la anciana con suavidad y mientras le sonría con dulzura. A lo que sus ojos parpadearon curiosos, al aún sentirse recientemente perdidos. Más saliendo de su aturdimiento al segundo después, asintiendo feliz al imaginar aquella idea concretarse.
Ya podía imaginar la sonrisa de Hyejin cuando le contase.
— Eso es algo que debe hacerle feliz verdad — la mano libre la la anciana le acarició una de las mejillas — Yo tengo muchas ganas de conocerle — diciendo esta con cariño, comprendiendo que lo señalaba de manera sincera y no solo con la intención de hacerle sentir bien.
Años atrás su padre no permitiendo Sarang se involucrase en su parto, cuando él tan solo llamaba por ella al no tener a su madre con vida para que estuviese a su lado.
Era lo más similar a ella.
Llorando junto a él durante toda la noche y cuidado de él los meses posteriores a que se llevasen a su bebé. De alguna manera la anciana le había contenido y él se había aferrado a ella. Pues Hoseok era demasiado pequeño para cuidar de él y poco comprendía la magnitud de lo que le había ocurrido.
— Se llama Hyejin — dijo el omega, revelando por primera vez su nombre a ella. Sabiendo que debía estar tan curiosa como él, a saber que nombre llevaba finalmente su cachorra y cuando lo habían conversado tantas veces antes de Baekhyun conocerlo.
— Ella lleva un muy bonito nombre — le respondió sonriente, más este sabía que algo más había oculto allí — ¿Vendrá el alfa con ella? — cuestionó la anciana un poco fría, a lo que el omega era consciente de la procedencia de ello.
A ella molestaba la sola mención de Chanyeol, creyendo que él debía ser el origen de todo el dolor que el omega había sentido durante esos años y aunque este se esforzara por hacerle saber que ambos tenían incidencia en ello.
Baekhyun presionó una de sus manos — Él no es la persona que crees Sarang — le indicó cuidadoso y sin el deseo de herir los propios sentí me in de la anciana, cuando esta lo único que quería era protegerle — Chan está igual o más lastimado que yo. Ambos merecemos sanar de todo lo que hemos sufrido — la anciana negó con su cabeza, más una sonrisa comprensiva asomaba por sus labios — Intenta dar una oportunidad, es el padre de mi cachorra y es un buen alfa.
Y Sarang se mantuvo callada por un breve momento, como si meditase acerca de lo que el omega le pedía. No siendo algo fácil, cuando le había cuidado de tan niño y sus aprensiones le hacían sentir que el alfa no merecía aquello. Más luego suspiró como si se resignara a la idea que éste le proponía. Al fin y al cabo, Baekhyun parecía haber recuperado a su lobo, que parecía mucho menos herido que meses atrás.
— Está bien, yo lo intentaré — respondió — Pero si ese alfa le llega a hacer llorar una vez más, yo misma me encargaré de alejarlo de usted — señaló esta enfática, a lo que el omega quiso responder, sin embargo el sonido de un vehículo llegando fuera de la casa le hizo detener.
— ¿Hoseok? — preguntó para si mismo el omega, observando a la anciana quién ya le había soltado para ir a ver quién había estacionado allí. Por lo que este le siguió con rapidez, al creer se trataba de su hermano y creyendo podría haber olvidado algo.
Más su lobo alertó enseguida y apenas cruzó el umbral de la puerta, cuando el aroma de dos alfas le llegó hasta la nariz y su cuerpo tensó ante ello. Viendo cómo estos, uno de cabello anaranjado y otro de cabello rubio bajaban desde el vehículo.
Queriendo retirar a la anciana de allí, cuando esta se ubicó frente a él. Percibiendo que inevitablemente ella parecía temerosa de la situación.
— Milicia estatal— señalaron estos y recién ahí el omega se percató de su vestimenta — Buscamos al omega Baekhyun, padre de un cachorro junto a un alfa Kima — a lo que Baekhyun les miró expectantes y con una extraña sensación de ansiedad — Necesitamos que venga con nosotros.
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Se mantenía quieto y en silencio en el lugar que habían señalado, temblando por el frío que le provocaba su piel desnuda, al haber sido despojado de las prendas que le cubrían minutos atrás y tan solo apretando aquel pequeño trozo de delgada tela en su puño. Asimilando el esfuerzo que hacía, por no abrazarse a sí mismo y llamar la atención de quienes estaban al cuidado de ellos.
Agradecido por la penumbra que provocaba la noche y que esta no dejase al descubierto la forma que comenzaba a hacer su cachorro. Asegurándose de caminar con sigilo y nadie diese cuenta de su infiltración en aquel lugar.
Aiko le había pedido fuese cuidadoso.
Y que no mostrase debilidad.
Ningún tipo de fragilidad frente a un alfa.
Aún cuando por dentro le estuviese consumiendo el miedo.
Y Jungkook era experto en ello, pues desde niño habían enseñado a trabajar sus emociones. Hasta el punto de no tener claro que era lo que él realmente sentía, sin embargo, jamás había prestado atención a ello si con ello no llamaba la atención de los alfas.
Así estos no le harían daño.
Por ello había refugiado bajo las sábanas aquella mañana apenas había acabado de colocar la ropa que habían dejado para él, pues el aroma intenso de aquel alfa tras la puerta le había hecho sentir náuseas de manera repentina. Enrollando sus piernas con sus brazos y abrazándose en silencio, resintiendo en todo momento la lejanía de su alfa.
Su Tae.
No pudiendo evitar llorar un poco después, ante su sensibilidad y la percepción de su espalda fría. Sin poder hallar consuelo en el calor de las mantas, aún cuando sonaba con ahínco su pequeño vientre con una de sus manos.
El pelinegro sabía de aquello.
Sabía que un omega en gestación se volvía frágil y también muy dependiente, habiéndolo visto muchas veces en Jeonu cuando un o una omega se encontraba en cinta y estos casi no podían alejarse de su alfa.
Y Jungkook por mucho tiempo desestimó ese tipo de pensamientos, creyendo tan sólo se debiese a una necesidad que podía ser controlada racionalmente. No teniendo que ceder al instinto natural de su lobo y no dejarse controlar por él.
Tontos instintos, se había dicho a sí mismo. Cuando ahora se encontraba en la situación y su omega parecía no querer ceder a la distancia con su peliplata. Respirando profundo con el objetivo de calmarse y así también proteger a su cachorro. Pues también era consciente, de que las contracciones vendrían sin escatimar en mantener la vida de su bebé.
Su cuerpo rechazaría a su cachorrito, si se percataba de lo triste que se encontraba.
Y lo solo que se sentía.
Y Jungkook era experto en esconder lo que sentía. En controlarse a sí mismo.
Por lo que secando sus lágrimas, se prometió dejar de lado su propio sufrimiento, con tal de que su bebé no tuviese complicaciones para crecer saludable en su interior.
— Disculpame — había dicho con suavidad y cuidado, mientras aún oculto bajo las mantas, pasaba los dedos de su mano sobre su pancita apenas notoria. Hablando despacio a su cachorrito y esperando este pudiese escucharle. No sabiendo si refería a su episodio reciente de angustia o al haberle concebido en un momento que parecía no ser el indicado.
Suspirando al pensar en cuanto habría anhelado el alfa estuviese allí para él. O él lo estuviese para Taehyung. Ya que no era indiferente para el pelinegro, el propio resentimiento que el alfa pudiese estar sintiendo hacia su distancia.
O hacia él.
— ¿Qué haces allí escondido? — había preguntado de pronto una voz y que él omega pudo percibir trataba de la mujer mayor. Por lo que con cuidado asomó su cabeza por entre las mantas, observando como esta le miraba curiosa y con un tanto de diversión en su rostro — ¿Le has sentido no es así? — la pregunta rodando en el aire, hasta que Jungkook comprendió esta se refería al alfa que había llegado hasta allí. Y que ahora parecía haber alejado, pues ya no podía percibir su aroma tan fuerte como hace momentos atrás.
Eso le alivió.
Esta haciendo levantase de allí, instandole a que comiese un poco de lo que había preparado. A lo que para el omega había sido inevitable en un principio, sentirse desconfiado y temiendo esta pudiese atentar contra la seguridad de él y su cachorro.
Inseguridades naturales de su estado y que se acrecentaban al doble, al hallarse alejado del alfa y despojado de su clan.
Sin los suyos.
Más la omega parecía comprenderle, por lo que se acercó hasta a él y le apretó de la mano con delicadeza — Traeré tu comida hasta aquí ¿está bien? — había preguntado. Sin embargo no había esperado su respuesta, pareciendo más una afirmación y saliendo de allí con rapidez.
Aquella tarde había ingerido lo que su estómago le había permitido, pues por más hambriento que se encontrase, el pesar sobre su pecho hacía que este se le cerrase. Así como las náuseas volvían a aparecer cada tanto, diciéndole la omega que su cachorro debía estar formando su cabello, culpando a ello de su malestar.
— Ya verás que tendrá mucho cabello al nacer — señalando aquello, a lo que Jungkook recordó como era común que los cachorros Jeonu tuviesen su cabecita cubierta de pelo desde el momento de su nacimiento. Condición natural de la cual se les proveía, así tolerar las frías temperaturas. Pensando él si esta sería azabache y ondulado en las puntas como el suyo. O plateado y lacio como el de Taehyung.
Imploraba a la diosa Luna fuese la segunda opción, sabiendo el alfa podría permanecer allí.
Tal vez un poquito de su aroma.
Percibiendo como su lobo inquietaba ante aquello y movía la cola entusiasta intrigado también por las características que llevaría su pequeño cachorrito.
— Ey Jungkook ¿quieres ir al jardín? — había preguntado la beta, una de las tardes. Algo que sorprendió al pelinegro, pues Chaerin le señaló que esta se encontraba indispuesta y por ello no le había visto durante esos días — Vamos, ese cachorro necesita tomar un poco de aire — aquello siendo el fundamento para convencerlo, creyendo fervientemente en ello sobre todo necesario para él mismo. Por lo que asintió en silencio, mientras esta le sonreía.
Aiko parecía una persona amable.
Y si bien el omega muchas veces pretendía, no dejarse llevar por las primeras impresiones. También el ser tan observador, le hacía hacerse una idea las personas que recién conocía.
Era común en los Jeonu estudiar los gestos, tono de voz, formas de respirar. Haciéndoles evitar conflictos tan solo por el ser conscientes del lenguaje corporal de los demás.
Respeta su espacio, solía decir su padre con gentileza y cuando aún siendo un niño, desesperaba porque Yongsun disgustaba con él. Procurando no invadir los momentos que su prima y las demás personas de su clan se sentían agobiados.
Es por ello que se mantuvo en silencio en aquel momento. Mientras observaba a la pelinaranja en la orilla de un luminoso cumulo de agua, que Jungkook nunca antes había visto. Apreciando como esta sumergía la punta de sus dedos y parecía juguetear allí.
Su ánimo siendo evidente para el omega, contradictorio a la sutil sonrisa que llevaba en los labios.
Ella estaba triste.
—¿Ya has probado el refresco que ha preparado Chaerin? — preguntó la beta repentinamente, girando su rostro hacia él y donde claramente el pelinegro pudo observar sus ojos entintados suavemente en rojo —
Es de fresas, es mi favorito. Te aseguró te gustará — insistió, a lo que el omega llevó el vaso que tenía en sus manos hasta subo boca, probando despacio ante lo curioso que le resultaba aquello.
Su rostro marcandose en sorpresa, al comprobar que la pelinaranja tenía razón y aquel líquido sabía bastante bien. Recibiendo la sonrisa complaciente de Aiko y quién se giraba nuevamente hacia el lugar donde se hallaba aquella agua.
— E-eso.. ¿que es eso? — interrogó Jungkook ya no pudiendo contener su intriga hacia aquello. Llamando la atención de la beta, quien le miraba confundida.
— ¿Te refieres a esto? — cuestionó apuntando hacia el sitio. Y el omega asintió — Es una piscina ¿no habías visto antes alguna similar?
El pelinegro intentando buscar entre sus recuerdos, ante lo segura que sonaba la beta. Negando a los segundos, al concluir que era primera vez conocía algo así.
Aiko pareció convencida y se volteó hacia el lugar, rozando nuevamente sus dedos sobre la superficie del agua — La utilizamos para refrescar nuestros cuerpos en época de calor — le indicó — Te debe parecer una estupidez, pero en esta ciudad no disponemos de agua natural para disfrutar en verano. En Min tienen un río y en K-kima el océano — señaló en un suspiro vaporoso y Jungkook deseó decir que no era una tontería — Pero aquí no es así y debemos hacer estos pequeños espacios para no morir de calor. Ahora está con agua de lluvia y no del todo limpia, pero es un buen lugar para pasar el día.
El omega le miró con atención, intentando dilucidar que era lo que la beta tenía. No pareciendo como algo físico, si no más bien más profundo que ello.
Un dolor del alma.
El recuerdo de su abuela señalando aquello como el peor de los dolores, más de alguna vez insistiendo a su madre que sanase aquello. Y que si no lo hacía, podía también terminando por lastimar a su padre y él mismo.
Jungkook tan sólo atinado a abrazarle cuando le hallaba con los ojos brillantes y luego de haber seguramente llorado a escondidas. Ella siempre mostrándose alegre y con buen ánimo para ayudar a los demás en su labor al interior del clan. Pero sufriendo en silencio una tristeza que el omega, sabía nunca había abandonado a su madre.
— Será hoy durante la noche Jungkook — señaló de manera repentinamente la beta, a lo que el pelinegro le había mirado con atención — Te llevaré con tu familia, pero debes saber algunas cosas antes de eso — y el tono de sus palabras fue algo que no pasó desapercibido para el omega, lo que le hizo enticiparse a lo que está estaba por decir y prepararse para ello. Viendo cómo esta entrelazaba sus manos y suspiraba — Tu clan Jungkook... no todos ellos han sobrevivido. Lo siento...
Y el pelinegro se mantuvo por un breve momento en silencio, asumiendo que esperaba algo como eso. Pero sin embargo y aunque así fuese, la información no dejaba de lastimarle.
Deseaba tanto todo fuese una pesadilla.
— ¿C-cuantos... cuantos de e-ellos? — preguntó sin meditar demasiado, como si su boca tan solo leyese lo que estaba pensando y no fuese cuidadosa ni con él mismo. Mientras observaba como la pelinaranja le veía con una mirada de aflicción, no estando demasiado segura de responder a su inquietud.
Ella negó con su cabeza, para luego bajar su mirada — Tal vez cien...
Y el omega cerró sus ojos, a la vez que sus manos se hacían puños sobre el pantalón que traía puesto. Dejando escapar un pequeño sollozo, cohibido ante la vulnerabilidad que estaba sintiendo frente a la beta.
— Lo siento tanto Jungkook — le consoló ella, siendo muy dulce mientras acomodaba una de sus manos sobre las suyas para calmarle.
Cien, aquel número repitiéndose en sus pensamientos. Tan diminuto que ni siquiera alcanzaba a un cumulo de estrellas pensó el omega.
¿Cuánto habían arrancado de él?
De lo que él era o había sido.
¿Cuánto debería contar a su cachorro? De lo que jamás alcanzaría a ver.
— Ellos e-están encerrados... — el pelinegro alzó su mirada hasta encontrarse con la de Aiko — Se que no es para nada óptimo. Pero ellos están bien y p-pretendo sacarles luego de allí — ella le señaló con la voz trémula, como si buscase autoconvencerse y resguardarse en sus propias palabras — Hablaré con todos los líderes de los clanes si es n-necesario — y Jungkook pudo percibir como una sensación de bruma se posaba sobre su estómago — Debes de saber, que el a-alfa Taehyung ha renunciado días a atrás.
Ella había indicado entre un leve titubeo, pero que no fue notorio por el omega cuando el nombre del peliplata había marcado sobre sus oídos.
¿Él había renunciado a su cargo?
Su pecho latiendo con rapidez al cuestionarse el origen de su decisión, temiendo algo pudiese estar sucediendo con el alfa y él no pudiese estar sintiendole.
No había lazo entre ellos dos.
Una de sus manos siendo llevada justo sobre donde se hallaba su corazón, presionando allí superficialmente sus dedos en el anhelo de calmar a su lobo que había puesto inquieto.
—Buscaré hablar con él aunque ya no esté a cargo de Kima — la pelinaranja diciendo con cuidado a lo que las palabras le llegaban lejanas en medio del aturdimiento — Se que el cachorro que esperas es s-suyo... Haré lo que sea para resguardarlos a ambos. Lo prometo — la beta había dicho para luego tomar una de sus manos y apretarle con la suya. Mientras Jungkook tan solo permanecía en silencio, dejando cada tanto liberar pequeños suspiros y que le hacían sosegar en algo su dolor.
Tenía tanto miedo. Más no dejaría que aquel sentimiento fuese más fuerte que su razón.
El debía cuidar a los suyos.
Tenían que llevarle con ellos.
No sabiendo que encontraría allí. O si podría ser capaz de soportar la pérdida de su familia.
Diosa luna por favor.
El estómago se le había cerrado luego de ello y aunque Chaerin esmeró en preparar para el más pasteles dulces. Jungkook no pudo ingerir más de uno, a pesar de que luego marcharía con los suyos y desconocía si allí le alimentarían adecuadamente. Sobre todo cuando el necesitaba de aquello para hacer crecer a su cachorro.
— Ya es tiempo — había señalado la beta, instando a que la omega se despidiese de él para partir hacia su destino. Esta besándole una de las mejillas y tocando su frente con los dedos mientras murmuraba algo que el pelinegro no entendio.
Aún así, aquello le había hecho sentir menos ansioso y le había calmado momentáneamente los temblores.
— Tu cachorro es un nuevo brote de la tierra que has perdido. Cuida de él — la mujer le había señalado antes de dejarle ir y el omega había quedado en silencio y reflexionando acerca de sus palabras. Queriendo decir agradecer, más su garganta encontrándose demasiado apretada como para poder hablar algo.
El sonido del motor indicando que estaba en medio de un nuevo viaje, observando a través de la ventanilla, el cómo la luna subía de a poco hasta lo más alto del cielo. Faltando un trozo de ella para que estuviese completa. Cuestionandose si su alfa, podría estar observándola también desde Kima.
Cuánto le extrañaba.
— Hemos llegado — había indicado Aiko luego de suspirar. Observando el omega y a pesar de la escasa luz, que ambos se encontraban en un lugar similar a un valle. Pareciendo todo abandonado, cuando no pudo oír nada más que el sonido nocturno de los grillos y una que otra ave.
Allí no había nada.
Y una de sus manos viajo inmediatamente sobre su estómago, como si su lobo instintivamente buscase protejer a su cachorro al mantenerse alerta y sentirse tan vulnerable.
— N-no Jungkook — le dijo la beta — Mantente calmado y confía en mi — ella señalandolo con tanta tranquilidad, que el pelinegro quito un poco el miedo que le había atrapado — Ellos están aquí, pero están ocultos bajo este valle — indicó con sus dedos y luego estiró una de sus manos hacia él — Ven conmigo — y si bien Jungkook aun se encontraba dudoso a confiar, dejó que la Diosa Luna guiarse su paso. Asimilando que estaba entregando su destino a la pelinaranja.
Y pudo percibir como la mano de esta temblaba también levemente, más se apretaba fuerte a la suya como si no quisiese soltarle.
O dejarle allí.
Repentinamente sintiendo como ambos bajaban ante una pequeña inclinación, la que parecía ocultarse muy bien si era vista desde frente y no te atrevías a explorar el sitio.
— Debes quitar tu ropa — le dijo Aiko, mientras se volteaba hacia él — Ellos se encuentran tal cual habitaban en Jeonu y debes mezclarte con ellos. De otro modo llamarás la atención y serás descubierto — el omega había asentido, procesando lo dicho por la pelinaranja. Quien le ayudaba a quitar lo que traía puesto, sintiendo escalofrío al sentir su piel expuesta y aunque ninguna brisa entumeciera el lugar.
Había acostumbrado tanto al abrigo.
— No hay guardias el día de hoy por fuera, por eso podremos entrar. Pero eso no asegura que te encuentres con más de alguno al interior, por lo que debes intentar mantenerte tranquilo, así no huelan tu inseguridad — ella decía con rapidez, como si temiese en cualquier momento alguien les atrapase allí — Y apenas puedas haz que te impregnen con su olor, de esa forma no te hallarán — el corazón latiendole estrepitoso, pasando saliva a través de su garganta y con las pupilas completamente dilatadas.
Si lobo había despertado.
— Hay algo m-mas Jungkook — dijo de pronto la beta, tomando una de sus manos y colocando un pequeño trozo de tela allí — Lleva esto contigo, s-se que lo necesitas — y el omega de sintió confundido, hasta que un ligero aroma y que reconoció enseguida le llegó hasta la nariz. Apoyando la tela sobre ella de inmediato y aspirando con fuerza ante la desesperación de su lobo.
Olía a sándalo. El sándalo de Taehyung.
E iba a preguntar a la beta, pues no comprendía de donde había salido aquel pequeño pañuelo azul. Más esta le había empujado despacio hacia una puerta que se encontraba oculta bajo el follaje.
— No te doblegues ante ningún a-alfa Jungkook. Hazles saber que eres mejor que ellos y que eres un verdadero líder — esta diciéndole para luego cerrar la puerta y murmurar despacio — Mantente a salvo. Espero volver a verte.
También yo. Alcanzó a susurrar en sus pensamientos, percibiendo de pronto como la humedad le hacía tiritar ante el cambio de temperatura. Escuchando como una gotera parecía caer desde el techo, observando las paredes mojadas por el agua subterránea.
Y respiró profundo, sosteniendo aquella pequeña tela empuñada en una de sus manos, sosteniéndose de allí como si fuese el mismo alfa quien tomaba su mano en aquel momento.
Estoy aquí.
Deseando llorar ante el miedo, más caminando despacio y sin vacilar. Sintiendo como la tierra se tornaba más fangosa y le manchaba los pies. Percibiendo repentinamente un aroma que hizo su corazón pareciera había detenido, dilucidando entre las sombras de aquel lugar, la silueta delgada de aquella persona.
Su cabello canoso aún conservandose largo, contrastando entre la penumbra. Viendo como parecía haber quedado petrificada también por un momento, hasta que sus pies habían movido con lentitud hacia él. Seguramente sintiendo que aquello no podía ser real, cuando tanto tiempo había transcurrido entre ambos.
La garganta secándosele y sintiendo como las rodillas se le volvían demasiado débiles que creía caería, cuando esta le tomó de las mejillas y pudo observar cómo en su rostro se había quedado marcada la pena.
—J-jungkook — aseverando esta sin siquiera un atisbo de duda, mirándole devotamente y como si fuese la piedra más preciosa que hubiese visto.
Él no soportandolo más y rompiendo en medio de un doloroso sollozo. Asimilando cuánto había ansiado por sentir su abrazo.
Su olor.
—M-mamá — apretandose fuertemente contra ella y dejándose caer mientras esta no dejaba de abrazarle. Ambos llorando en silencio y con el corazón lastimado, pero sin embargo, percibiendo la calidez del otro nuevamente a su lado.
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