• CAPÍTULO 34 •
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El aroma de tostadas recién hechas llegaba hasta él, escuchando como los zapatos con suavidad golpeaban la madera, al caminar con rapidez hasta alcanzar el alimento puesto sobre la cocina.
Sus ojos apenas percibiendo el pequeño rayo de sol que chocaba sobre ellos, tan sólo manteniendo la mirada fija en sus dedos tocando el borde del plato de loza. Y aquellos cubiertos brillantes, debido a la luz de la mañana.
— ¿Prefieres café, té o leche? — le preguntó aquella voz mientras ubicaba una de las tazas que había cogido desde la repisa. A lo que él no supo que responder, al haber sido pillado entre sus pensamientos — Te prepararé té — añadió la otra persona en medio de un suspiro que no pudo opacar. Pareciendo notar su perplejidad y lo poco interesado que se encontraba por decidir su respuesta.
Y es que no había dejado de pensarle ni un solo día.
Durante todo ese tiempo.
Su piel tibia habiéndole despertado horas atrás, no siendo consciente de su cercanía hasta que los dedos le rozaron el ombligo. Su nariz posandose sobre su columna, atravesando y haciendo aturdir a su lobo, cuando el aroma dulce del jazmín le llegó al estómago.
"Tae", habían pronunciado sus labios con dulzor empalagoso. Por lo que por instinto le había atraído más fuerte hacía él, presionandolo contra su propio cuerpo y mientras comenzaba a besarle la piel.
Los suaves sonidos de su boca no tardando en hacer presencia, a la vez que dedicaba atención al bonito hueso que marcaba su cadera. Sintiendo como su cintura curvaba y una pequeña risita escapaba de sus labios.
Tan dulce como siempre.
Aquello alborotando a su lobo y necesitando hundirse en el omega. Tomándolo con cuidado y ubicandose sobre él, procurando evitar aplastar si vientre. Sintiendo el calor de su excitación menguado, cuando le sintió temblar.
Sus ojos casi encegueciendo al observarle el rostro, distinguiendo como una gran luz había posada sobre su frente. Sintiendo su corazón latir con fuerza, cuando vio sus mejillas brillantes en lagrimas y escuchandole decir con voz trémula "ayúdame" mientras sollozaba.
Su pecho latiendo rápido, ante el miedo de no saber que le sucedía al pelinegro. Y que entre el llanto sacudía sus manos, pareciendo intentar quitar la luz que había sobre él.
"Jungkook" pronunció despacio. Demasiado al parecer, pues el chico no lucía como si le escuchase y comenzaba a lastimarse a sí mismo para lidiar con la angustia.
"Jungkook amor" recitó tantas veces deseando gritarlo. Más sentía sus labios pesados y las palabras atascadas desde su garganta, desesperando al verse impedido de ayudar al omega.
Estoy aquí.
Su cuerpo tan solo reaccionando a abrazarle, así este no continuase hiriendose y cualquiera fuese su dolor, él lo haría también suyo. Moviendo su boca hasta su cuello y aspirando allí su aroma mientras le sujetaba más fuerte, sintiendose el mismo temblar.
"Estoy aquí amor, estoy aquí" susurró, percibiendo como su pecho se llenaba de una sensación tan desagradable como una náusea. Reventando de pronto en un llanto tan estrepitoso, que le hizo sobresaltar.
— J-jungkook — sus labios resecos nombrandolo aún en la penumbra del sueño. Sus ojos abriéndose despacio, sintiendo el cansancio y el cómo éstos ardían debido al escaso descanso que había tenido durante la noche.
Una nueva noche.
Una nueva pesadilla.
Había pasado las horas de esa manera, no conciliando el descanso y percibiendo su cuerpo aún fatigado luego de lo vivido meses atrás.
Mi dulce jazmín.
Sintió un escalofrío ante el recuerdo, asimilando el cómo el miedo le había inmovilizado. Además del desconcierto, al ver el cómo los ojos del omega le habían suplicando le dejase ir.
¿Había sido su decisión? Sabiendo que de ese modo estaría también dejándole a él, posando sobre su pecho un vacío tan profundo que apenas alcanza a a respirar.
¿Sería la razón de su acercamiento?
¿Le habría utilizado?
Su cabeza doliendole al negar en silencio, asegurando que lo que ambos habían sentido era real y que Jungkook era demasiado transparente como para poder ocultar aquel tipo de sentimientos. Sin embargo, este le había mentido.
Jungkook era el líder del clan Jeonu.
¿Y es que como no lo había visto antes? El pelinegro era un omega diferente a los demás. Con un pensamiento indómito y llamativamente poco dócil. Y siendo sus decisiones y modo de accionar, las de una persona que evidentemente tiene un deber sobre sus hombros.
El mismo deber que le había sacado de allí. Y es que estaba seguro que el omega había atacado a su padre por algo más, que el mero instinto salvaje y como los demás intentaron dejarlo ver.
Jungkook era demasiado inteligente, como para entender que aquello traería consecuencias graves para él.
Para ellos.
Lo estaba haciendo por alguien más.
Lo hacía por su clan.
Su pecho encogió al pensar en su dulce omega, habiendo apoyado las palmas de sus manos sobre la cama, tirando las mantas hacia atrás y sentándose sobre ella.
¿Por qué no has confiado en mí?
Comprendiendo en parte y en su rol de liderazgo, la razón de alejarlo de aquello. Más lastimando en lo más profundo, al saber que Jungkook quizá sentía miedo hasta de él y era el motivo de su actuar. Atemorizado de que fuese así y que él jamás hubiese sentido el vínculo tan fuerte, que el mismo tenía aún atado en su pecho.
— Ah Jazmín — sus labios pronunciando con suavidad, apretandolos con fuerza para retener las lágrimas. Sintiendo escalofríos ante el miedo y la ansiedad que sentía. Guardando el recuerdo de su cuerpo desnudo aquella noche y preocupándole cuanto frío podría sentir en ese momento — Mi a-amor... — por lo que había llevado sus manos trémulas hasta cubrir su rostro, para sollozar un momento más, al recordar la posición tan vulnerable en la que se encontraba el omega.
Él estaba en cinta. Y las palabras que había soltado tras su confesión, ahora hacían eco sobre su cabeza.
Había sido su decisión.
Una en la que él no estaba incluido.
— Bebelo, es más efectivo cuando aún está caliente — señaló el alfa instalándose frente a él. Sintiendose momentáneamente trastocado ante su imagen, así como con el sutil aroma que llegaba a él.
Tan similar y tan diferente a la vez.
Y parecía irónico, pues aquello era lo único que lo calmó siempre y su padre había dado desde niño para sus episodios de angustia. Algo que de seguro el alfa sabía y por ello ahora había preparado para él.
Té de jazmín.
El tibio sabor deslizándose suave a traves de su garganta y haciendo su cuerpo estremecer ante la sensación.
— Se que es lo único que te tranquiliza — Chanyeol pronunció y Taehyung percibió en su voz, el esmero por que esta sonase gentil. Y no fuese tosca como naturalmente solía serlo.
Su amigo no era una persona desagradable. Taehyung podría nombrar fácilmente características positivas y que le hicieron acercarse a él cuando ambos aún eran unos niños.
Él era fiel a sus convicciones, perseverante y valiente. Está última siendo siempre la más admirable para Taehyung, pues él siempre se sintió débil y muchas veces fue el peliplata quien le defendió en peleas con otros niños. Incluso con otros adultos.
El alfa era admirable para él. Más la manera para expresarse con las palabras, nunca había sido uno de sus fuertes. Algo que se vio acrecentado luego del rompimiento de su lazo y siendo eso mismo, lo que les había distanciado aquellos últimos meses en Kima.
— Lo lamento Taehyung — dijo con sinceridad. Y el peliplata no podía negar que de alguna manera, detestaba escuchar aquello — He vuelto a llamar a los números que él alfa Min ha dejado para ti pero... — Chanyeol se detuvo como si reflexionara acerca de sus palabras —... no hay rastro de él por ningún lado.
Y si bien el breve silencio que quedó entre ambos no fue demasiado, él sintió como si este tardado largos minutos en acabar — D-debo seguir buscando — respondió tajante y seguro de su aseveración, no dejando espacio al miedo, ni la angustia que le generaba aquella conversación.
Una vez más.
Escuchando como el alfa suspiraba con desazón y negaba con suavidad — Diosa Luna Taehyung, ya han pasado tres meses — su pecho doliendo ante la mención del tiempo. Como si para él no fuese de ese modo y apenas percibiera el transcurso de los días luego de aquella noche.
Para él todo se había detenido.
De alguna forma siendo igual para todos en aquel lugar.
Donghae no le dirigía la palabra o al menos no lo hacía directamente, como si le molestase siquiera permanecer en el mismo espacio que él. Así como la pequeña Hyejin y que a pesar de la constante presencia de Baekhyun, parecía haber bajado la intensidad de su bulliciosa risa y está no dejaba de preguntar por Jungkook cada día.
Su pecho apretandose ante cada mentira, diciendo que este se encontraba momentáneamente de viaje y que ya regresaría. Más ella perspicaz, lucía dudosa y el alfa creía que al igual que él, esta no se resignaba al abandono del omega.
Su precioso ananké.
— Él se ha ido Taehyung — añadió un poco más fuerte el peliplata y como si intentase sacarle de su empecinamiento — Y sabes ha sido su decisión, si no le hemos encontrado ha de ser por...
— Él está esperando un cachorro — respondió despacio y como si estuviese diciéndolas para sí mismo. Con su cuerpo temblando un poco, al imaginar el si ya su bebé comenzaría a notar.
Chanyeol se mantuvo en silencio y Taehyung pudo sentir de reojo que este dirigía su mirada hasta las ventana entreabierta, como si estuviese reflexionando acerca de algo.
—¿Por qué no se lo has dicho cuando han venido por él? ¿Por qué has dejado que se lo llevasen? Es tu cachorro también maldición Taehyung — agregó el alfa ya alterado y levantándose de aquel lugar, mientras pasaba sus manos con fuerza sobre su rostro.
¿Y que decirle? Si era lo que malditamente se cuestionaba cada noche, no hallando más respuesta que a la cobardía que le había acompañado desde niño y ahora se acrecentaba aún más al no encontrar al omega.
Tenía tanto miedo. Más ni siquiera podía correr a los brazos de su padre y para que este le arropara durante la noche.
Seokjin parecía incluso más asustado que él.
— ¿Él lo ha decidido así? ¿Él ha decidido alejarte de tu cachorro? — preguntó el alfa y con evidente sulfuro en su voz.
Taehyung suspiró pesado — No es tan solo mi cachorro Chanyeol. Es nuestro. Mío y de Jungkook — respondió agotado el peli plata y sin deseo de discutir con el alfa — Y como es de ese modo, mi bebé tambien es un Jeonu. Si lo hubiese mencionado aquella noche,... — sus palabras sonando subitativas, habiéndose quedadoa melancolía allí
—... habría puesto al vida de ambos inmediatamente en peligro. Incluso la de los habitantes de Kima.
Y Chanyeol pareció comprender aquello. Asimilando la complejidad de tener un cachorro mestizo, recordando todo lo que había vivido con su cachorra y lo que continuaban viviendo. Imaginando lo que significaba traer al mundo a un cachorro en las mismas condiciones y de una raza que no estaba validada para el estado.
Era demasiado riesgoso.
— Y jungkook él no ha tenido más opción, se que algo le forzó a tomar esa decisión. El es el lider de su clan, tan sólo hubiese esperado confiase en mi — la voz de Taehyung sonaba apagada. El cansancio de los meses marcandose en el desgano que su cuerpo le hacía sentir.
— Sabes es probable le tengan recluido. Y eso es algo que jamás aceptarán — señaló con determinación Chanyeol, viendo cómo este caminaba hasta la pared y se apoyaba allí. Sus brazos cruzandose y su cejas frunciendo en inquietud — ¿Eres consciente de lo sórdido que está tornándose todo esto Taehyung? De lo expuesto que estás, pues he de suponer que ese cachorro ya ha de notarse.
Y el peliplata deseó retractarse de lo que había dicho, ya que apenas las palabras habías saltado de su boca los ojos de Taehyung habían apagado. Comprendiendo y por su propia experiencia, el cuanto aquello debía estar pesando en el alfa.
— Pienso renunciar — pronunció como pudo luego de tragar con dificultad, al sentir como el dolor intenso le desgarrada la garganta.
— ¿Q-qué estas diciendo? — la pregunta de Chanyeol vino rápida y repentina, a la vez que su cuerpo llegaba hasta frente el peliplata.
— Que pretendo dejar mi cargo como líder — respondió sin mirarle — No estoy cumpliendo con ello. Apenas soy capaz de levantarme cada mañana y mi cabeza se encuentra en cualquier lugar menos en Kima. Sencillamente no puedo con esto.
Y no había sido una decisión fácil. Pues una parte de él rehusaba a siquiera considerarlo. Aún cuando su desempeño era evidente para él, no estaba siendo el óptimo.
No estaba ejerciendo para lo que se había preparado.
Llevaría a su clan a la ruina.
Chanyeol se mantuvo en silencio por un momento, procurando aclarar su confusión y lo perdido que se hallaba.
Llevando una de sus manos hasta su rostro y pasándolo exasperado allí.
Toda su vida había reconocido a Taehyung como un líder. Incluso cuando este se estaba preparando para ello y siendo un niño temeroso, este tenía el temperamento calmo y diplomatico que resguarda a un clan.
No lo imaginaba de otra manera.
— ¿Q-qué pretendes hacer? Es decir, no nos puedes dejar a la deriva y...
— Quiero que seas tú — dijo de manera decisiva. Aturdiendo un poco al otro alfa — Jongin...él sabes que no dejará su cargo en la milicia y tampoco tiene las características para cuidar de nuestro clan.
— ¿Y q-qué te hace pensar que yo las tengo? — preguntó con efusividad, a lo que él peliplata esbozó una sutil sonrisa al notar al alfa tan nervioso.
Chanyeol en ocasiones parecía el niño al que conoció.
— Tienes un carácter fuerte y por algo estás a cargo de las relaciones con otros clanes. Necesito de eso ahora, cuando yo no estoy cumpliendo con ello — Taehyung suspiró — Además que así las cosas serán más fáciles para mí. Debo preocuparme de hallar a Jungkook y con ese deber de por medio no podré hacerlo.
— N-no se que decir Tae... — dijo con sinceridad el alfa, luciendo temeroso y de seguro asimilando, la gran responsabilidad que le estaba siendo adjudicada.
Taehyung le tomó la mano. Un gesto no muy común entre alfas, por lo que Chanyeol inevitablemente se sobresaltó ante ello — Una vez me dijiste que harías lo que fuese por mi — le dijo a lo que este asintió, entendiendo a que se refería — Cuando has llegado con tu cachorra desde Jung apenas nacida y yo jamás he deseado cobrarte aquello hasta el d-día de hoy — su mano se apretó con más fuerza sobre la del otro alfa — P-pero te pido me ayudes con esto... Chan, y-yo necesito a Jungkook conmigo porque e-esto me está matando.
Y no pudo evitar que un sollozo saliese desde su boca, rompiendo en aquellas lágrimas que se habían agolpado y ahora hacían presencia sobre sus mejillas. Liberando la mano que sostenía al alfa y llevándola junto a la otra para cubrir su rostro.
— L-lo siento, esto...y-yo no debo... — se disculpó en medio de un silencioso llanto. Sintiendo como Chanyeol ubicaba una de sus manos sobre su hombro y apretaba allí con suavidad.
Taehyung. Él sabía que estaba siendo demasiado para él.
— No Tae, no te disculpes. Eres mi amigo, no puedes negarte a llorar frente a mi — dijo para calmarle, mientras le entregaba la infusión de jazmín nuevamente y este la bebiese por completo.
El alfa sorbió mientras secaba sus ojos.
— ¿Ya has hablado con Aiko? — preguntó Chanyeol y la sola mención de su nombre, provocó un mal sabor en Taehyung.
Negó.
— Es algo que he estado prolongando — aquello le provocaba fatiga — Tú sabes que esa reunión no me resultará cómoda, sin embargo, es algo necesario si requiero de su ayuda para dar con Jungkook o... lo que sea que estén ocultando.
Y es que no sabía que podía hallar. No cuando Jungkook le había dejado y sin explicación alguna.
— ¿Quieres que sea yo quien se reuna con ella? — cuestionó Chanyeol a lo que abrió sus ojos para mirarle con curiosidad — Si, aceptaré tu petición Tae. Asumiré el puesto de líder y solo si me prometes que volverás por el apenas des con el Jeo... — se detuvo—... con Jungkook.
Y para Taehyung fue imposible controlar una sonrisa, asintiendo y sintiendose agradecido y sabiendo el sacrificio que también significaba para el alfa.
— Aunque no lo creas, también extraño a tu omega. Mi cachorra no es la misma desde que no está aquí y me llena cada vez de más preguntas. Ya no sé que responder sin evitar mentirle — las manos de Chanyeol entrelazando una con la otra, jugando con sus dedos alternadamente —Hyejin detesta las mentiras.
— Baekhyun — indicó despacio Taehyung, no deseando sonar entrometido y tan solo actuando por el cariño que tenía a su amigo — ¿Por qué no le pides que se quede más tiempo acá en Kima? — y el peliplata esmeró en no titubear, ante la mirada indescifrable de Chanyeol — Vamos Chan, aquí ya todos saben de su relación. La existencia de Hyejin ya debiese dejarlo claro a todos. No creo que alguien vaya a opinar más de lo que ya deben haber hecho.
Chanyeol se mantuvo pensativo por un pequeño momento, como si estudiase las posibilidades de aquella opción.
— Lo sé Tae es solo... — quiso decir algo, más el sonido del golpeteo de la puerta les hizo voltear a ambos.
Sus ojos distinguiendo enseguida la silueta del omega, quien traía unas notorias ojeras que exhibían su mal dormir. Percibiendo cómo su estómago se apretaba al ver su estado, sintiendo un escalofrío ante el solo recuerdo de aquella noche.
— T-taehyung hijo ¿podemos hablar?
❀
El movimiento brusco le hacia aferrarse más a sí mismo, enrrollando sus piernas y abrazándolas con fuerza, mientras el frío sobre su piel desnuda le hacía estremecer.
Estaba tan oscuro allí.
Su cabello negro cayendole sobre el rostro y mostrando el paso del tiempo. Luciendo enredado y sucio, pues desde hace días que no bañaban su cuerpo.
El aroma a humedad del pequeño espacio, haciéndole sentir náuseas nuevamente. Habiendo vomitado ya dos veces desde que le habían dejado allí y apenas había comenzado a tambalear el lugar.
Su boca se sentía amarga.
Una de sus manos reposando sobre su estómago, constatando que su cachorro continuase allí. Sintiendose irónicamente complacido y al percibir la pequeña curva que comenzaba a formarse bajo su ombligo.
Sonrió. Presionando sus yemas con cuidado, mientras repasaba la zona con dedicada devoción. Como si aquello lograse calmar a su lobo y le permitiese dormir un momento más antes de que le volviesen a despertar.
Solo un momento más. Se repetía mentalmente cada vez le sacaban de su sueño. Allí donde podía resguardarse al menos unas horas y sin que nadie pudiese dañar.
Ni a él, ni a su pequeño bebé.
Un sollozo tremulo escapandose desde su boca y entre el rechinar de las paredes de aquel lugar, teniendo tanto miedo de que el dolor que sentía, también lo estuviese percibiendo el cachorro. Recordando todas las veces que su abuela aconsejaba apaciguar el pesar a cada omega durante la gestación.
Tendrás un cachorro triste esta decía. Y Jungkook jamás supo si aquello sería cierto, no hasta tener el propio y cuidar que no fuese así.
Sin embargo, todo era tan diferente a como lo imagino.
Y sus pies encongieron, ante el escalofrío que su cuerpo sintió. Distinguiendo a su lobo aullar y arañar las paredes para que le sacasen de allí. Angustiando de los días que no acababan y parecía lo mantenía cada vez más alejado de él.
De su alfa.
Su Tae.
Aspirando por inercia y buscándole cuando la ansiedad le visitaba. Resultando inútil cuando su aroma, parecía haber desaparecido de su piel. Tan sólo albergando un poco, en el pequeño cachorro en su interior.
— A-alfa — sus labios pronunciando, resecos por la baja cantidad de agua ingerida. Apretando con fuerza sus párpados, para traer aquellas memorias nuevamente a él.
Fallando inequívocamente cuando lo único que aparecía en su mente, eran los ojos de Taehyung tan rotos y vacíos, como le habían mirado aquel día.
Perdoname.
Si vientre doliendo al ser consciente de cómo estaba dañando al alfa, llevando consigo el peso de la traición y la confianza fracturada del lazo que les unía. Habiendo llorado luego de su decisión y apenas había ingresado a su habitación.
Le había dicho de su estado por la sola insistencia de su lobo, pues este necesitaba del afecto y saber que su cachorro era amado.
Que lo hacía tanto como él.
Su boca aún percibiendo el suave sabor de su último beso, que había quedado allí perdido entre la mentira de ir hasta él. Dejarse arropar y hundirse bajo su piel, respirando tan fuerte desde su propia respiración y hasta caer dormido.
Más no sería así. Pues aunque él anhelaba esconderse entre los brazos del peliplata, no era algo que tenía permitido.
No cuando su clan dependía de él.
El era un Jeonu.
Su líder.
Por lo que decidido y luego de limpiar sus lágrimas, se había infiltrado en la cocina y una vez Donghae había marchado a dormir. Buscando entre los cajones, el arma filosa y con la que muchas veces había pasado a cortar sus dedos.
Aquello sería suficiente para hacer daño.
Para herir a alguien.
Sintiendo su corazón latir rápidamente, mientras las manos y las rodillas le temblaban. Corriendo silenciosamente una vez más hasta su habitación, respirando con agitación a la vez que llevaba el cuchillo hasta su pecho.
El maullido del pequeño felino haciéndole sobre saltar. Agachando hasta su altura y acariciandolo como pudo, mientras sentía sus ojos humedecer, en medio de la intensidad de cómo estremecía su cuerpo.
— T-también te extrañaré g-gatito — el animalito pareciendo no entender, inclinando su cabeza hacia un costado al verle sollozar.
Su rostro percibiendose tan húmedo, como cuando enfrentaba la lluvia para buscar un poco de leña en la fría estación. Más siendo diferente, pues a pesar de la tibieza y no congelandole como cuando el temporal golpeaba. Sentía como si sus lágrimas estuviesen haciéndose pasó a través de su garganta, pues esta dolía al intentar inútilmente contenerlas.
Diganme que está bien. Pidió a sus ancestros, enterrando sus uñas sobre el costado de sus brazos. Tomando valor para lo que haría.
Había jurado ante los ancianos.
Él protegería a Jeonu a pesar de cualquier cosa.
Incluso si consigo acarreaba dolor.
Incluso si ello significaba su propio sacrificio.
Por ello que como pudo se levantó de allí, retirando la ropa que le cubría y que había cubierto su piel durante todos aquellos meses.
Aquella noche volvería a ser un Jeonu.
Volvería a su clan.
Y sabía que el único modo de hacerlo sería atacando al omega del líder. Así se lo habían indicado apenas le habían llevado a aquel lugar y lo habían expuesto delante de todas aquellas personas.
El día en que Taehyung lo había comprado.
Más él jamás se había comportado como le habían dicho.
Taehyung no era aquel alfa.
Siendo la única persona relacionada a él, Seokjin. Su padre y único omega más cercano.
Seokjin.
Seokjin.
Seokjin.
Tembló ante la mención del peliplata, pues durante meses había rehusado a la idea de hacerle daño.
Tienes que matarlo.
Él le había acogido desde el primer día. Siendo tan gentil y dulce como ninguna otra persona lo había hecho en el tiempo que estuvo enclaustrado junto a su clan.
Si lo haces les dejaremos libres.
Y no había estado en sus planes quedarse allí durante tanto tiempo, más había sido un cobarde y no lo había podido hacer.
Ellos no eran como le habían dicho.
El alfa jamás intentando hacerle daño, ni tratando de aprovecharse de su condición de omega. Y por el contrario, siendo la persona con el corazón más dulce que había conocido. Escuchándole y apreciando como ningún otro alfa lo había hecho.
Se había enamorado de él. Y aquello no debió haber sucedido.
Ni su beso. Ni su entrega.
Ni su cachorrito.
Había hecho todo mal por dejarse llevar por su corazón. Prometiendose de jamás dejarle de amar, pero a su vez necesitando remediar lo que había cometido y que pudiese estar afectando a su gente.
Eres el líder.
Demuestra que lo eres.
Y se sintió repentinamente débil, como si su cuerpo viajase en una nebulosa cuando se dirigía hacia la puerta y la abría. Observando que todo permanecía oscuro y parecía que todos dormían.
Sus pies recibiendo la sensación de frío del contacto con la madera, haciendo que esta sonase discretamente a medida avanzaba hacia la habitación donde dormitaba el omega. Respirando entrecortado al anticiparse a lo que sucedería, además que no había dejado de llorar.
Los recuerdos de su madre y padre explicando, lo que significaba llevar aquella estrella sobre su frente. La gran responsabilidad que tenía, por haber sido elegido entre todos los alfas.
Tú tienes algo que enseñar. Su abuela había dicho aquella vez cuando la fiebre no le bajaba y su vientre dolía tan fuerte que pensaba iba a morir.
Se había presentado como omega.
Y no pudo evitar ver los ojos de su padre, quien lucía espantado.
Él lo amaba. Y le había abrazado y llorado junto a él por la naturaleza de su destino.
Pero también temía, pues entendía lo difícil que sería para él ser respetado como líder.
Ser escuchado como uno.
Necesitaba demostrar que el podía con ello. Aún cuando estaba temblando y se permitía llorar por lo que haría. Ingresando tan silencioso, que ni siquiera el alfa Namjoon se había percatado de su presencia.
Un omega, jamás podría ser un líder.
Observandoles a ambos dormidos sobre la cama, tendidos sin saber el caos que él estaba a punto de traer allí.
Para todos.
La garganta secándosele por el temor puro que sentía, sosteniendo con su mano derecha la cuchilla que traía consigo, siendo consciente de lo fácil que resultaría rasgar su garganta.
Tan rápido y efectivo que le mataría enseguida.
Sus ojos volviéndose borrosos por la humedad, mientras tomaba una respiración profunda e impulsaba el arma sobre el cuerpo de Seokjin. Percatandose en el último segundo, que no sería capaz de aquello. Desviando el corte hacia un lugar que sabía, no sería letal para el peliplata.
Su llanto entre los gritos de espanto del omega, asimilando que ellos siempre habían tenido la razón.
Era un cobarde.
Un débil.
Incapaz de proteger a su clan.
Incapaz de salvarles.
¿Qué sentido tenía su existencia?
Él no estaba enseñando nada. Su abuela se había equivocado.
Les había fallado.
— L-lo siento, lo s-siento, lo siento — dijo para si mismo, a la vez que se abrazaba con más fuerza y las lágrimas se le escurrían por entre sus rodillas desnudas.
Tan solo pedía verles una última vez.
Necesitaba tanto del abrazo de su madre. O el aroma de su padre.
Distinguiendo cómo el rostro se le hinchaba de tanto llorar, percibiendo sus labios hormiguear y la humedad bajando por su nariz.
— M-mamá... llevenme con mamá — su voz implorando a la nada, escuchandose desgarrada y agotada. Sintiendo que apenas podía respirar, mientras no dejaba de sostener a su cachorro con su palma sobre su vientre.
Se sentía tan cansado.
El movimiento de pronto deteniendo, menguando su llanto un momento a la vez que hipaba entre suspiros. Alzando su cabeza con atención, atento a lo que aquello podría significar.
¿Podría ser que?
Su cabeza alzándose para mirar en detalle, sobre saltando cuando oyó como una puerta parecía cerrarse con fuerza. Escuchando entre los escalofríos de su cuerpo, pisadas entre piedrecillas que hacían que los pies de aquella persona, hundiesen levemente en ellas.
El ruido estrepiroso de la puerta abriendo alertandole, presionando con cuidado sobre su bebé con el fin instintivo de cuidarle. Sintiendo como la luz que ingresaba de golpe, le enceguecía la visión.
— ¡Levántate! — ordenó aquella voz y su corazón latió con ímpetu debido al temor. Desestimando sus órdenes y por el contrario, encogiendose más en aquel lugar. Escondiendo su cabeza sobre sus rodillas, mientras comenzaba a respirar con rapidez — ¡Te he dado una orden! ¡¿Piensas nuevamente desobedecer?! — sus ojos presionandose con fuerza, a la vez que la mano que no acogía a su cachorro, se hacía puño sobre su piel — ¡Maldito animal!
Los fuertes pasos del alfa ingresando a aquel lugar, haciendo que su cuerpo se contrajera hasta alcanzarle y tirarle del cabello.
— ¡¿Acaso no era esto lo que querías?!— gritó sobre su oído. Su cuerpo había bajado de peso durante esos meses, por lo que se sentía demasiado débil como para darle pelea y cuando este comenzó a arrastrarle hacia afuera.
Sus pies descalzos tropezando entre la torpeza, ignorando el dolor que le provocaba aquello. Tan solo dedicándose a discretamente cubrir su vientre.
Duerme bebé, duerme.
Y percibió como su cuerpo era empujado y no supo no fue capaz de sostenerse hasta que sintió como las rodillas se le rasparon con la piedrecilla.
Una de sus manos apoyada sobre el suelo, abriendo sus ojos en medio de las lágrimas e inmovilizado en aquel lugar. Más reconociendo enseguida, las características de aquellas pequeñas piedras.
¿Era posible qué?
— ¿No era aquí donde pedías venir? — preguntó el alfa a su espalda, a la vez que soltaba una sonora risotada junto a su compañero. Y que había también bajado del vehículo, para seguramente disfrutar del espectáculo.
Su cabeza levantándose con cuidado, percibiendo como una lijera brisa le cubría el rostro. Sintiendo como su corazón latía tan fuerte que parecía salir de su pecho, observando el lugar que algún día le vio nacer.
Jeonu.
Aquello, no podía ser posible.
Cómo pudo poniendose de pie, caminando por inercia a pasos lentos y que le llevaban a un solo lugar.
Su estómago doliendo tan fuerte, que sentía nuevamente iba a vomitar.
— N-no... — sus pies llegando hasta la orilla, mojandose en las puntas con el agua que se sentía tan fría. Donde madera y astillas flotaban en ella. Divisando una pequeña ave que se sacudía por el pequeño oleaje y tan solo hecho por el viento.
Sus alas notoriamente quemadas y que la hacía yacer sin vida en aquel lugar. Acercándose hasta ella y tocandola con la punta de sus dedos.
— V-vamos respira — pidió en medio de un sollozo, tomándola con sus manos hasta llevarla hacia su pecho — P-por f-favor— sus manos temblandole, mientras sus ojos viajaban hasta las montañas. Dilucidando de a poco, la magnitud de lo que había sucedido allí.
Todo estaba bajo las cenizas.
Su hogar, había desaparecido.
El olor amargo de la madera carbonizado haciendo que los ojos le picaran, detallando lo que alguna vez fueron árboles milenarios y que parecían alcanzar el cielo. Ahora sólo vuelto esqueletos y polvo.
Su historia convertida en nada.
El recuerdo de su abuela lavando piel para abrigo en aquella laguna, pidiendo el siempre ayudarle y con la única necesidad de mojar sus pies y pasar tiempo con la anciana.
Sus manos siendo enterradas en arcilla por entre las montañas, percibiendo el aroma de la tierra húmeda y el musgo bajo el goteo de las vertientes.
— ¿P-porque te hicieron e-esto? — preguntó al aire, mientras la garganta le ardía. No siendo muy consciente ya del sonido de su voz y el cómo su cuerpo estremecía en aquel lugar — !¿Por q-qué?! ! ¿Qué les hicim-mos?! — una punzada posando fuerte sobre su vientre, temiendo tanto por su cachorro. Sabiendo que este jamás conocería lo que él alguna vez fue.
Lo que ellos eran.
Su padre habiendo enseñado desde pequeño el orgullo de su estirpe, el como los astros les cuidaban desde lo alto.
¿Donde estaban ellos ahora?
¿Por qué le habían abandonado?
Un fuerte grito de rabia saliendo dese su boca, raspandole tan fuerte que pensaba el dolor jamás se iría. Creciendo en resentimiento e ira.
Las risas de los alfas provocando que su cuerpo se moviese por instinto, sintiendo sus ojos quemar repentinamente y los colmillos pinchar sobre sus labios.
— ¡Ustedes me lo prometieron! — señaló desafiante, mientras le golpeaba inútilmente el pecho a uno de ellos. Escuchando como este no dejaba de reír.
Maldito. Maldito.
— ¿Estás intentando llamar a tu lobo? — este chasqueó la lengua — Apenas puedes mantenerte en pie y pretendes mutar. No me hagas reír omega inservible.
La mención le hizo sulfurar más — ¡D-dijeron que sí lo hacía nos traerían d-de regreso! ¡Lo prometieron! — Jungkook asomó sus dientes, intentando morder la muñeca del alfa. Sin embargo, recibiendo enseguida un fuerte golpe sobre su pómulo y que le hizo caer nuevamente al suelo.
— ¡¿ Eres un estúpido no es así?! — rió en una profunda carcajada — ¿En serio has creído que tenías siquiera esa opción, cuando eres un estúpido animal que se cree semejante a nosotros — este se acercó nuevamente al pelinegro, pisando la punta de sus dedos. Jungkook gritó ante ello — ¡Todos ustedes no eran más que eso! ¡¡ Unos putos animales!!
¡Y tu atacando a ese omega lo has comprobado!
Y quitó su mano con rapidez y apenas el alfa le había soltado, sintiendo como la piel de allí le dolía. Esto en medio de un fuerte sonido que le había hecho saltar en su sitio, dirigiendo su mirada hasta donde este provenía y observando una gran nube de polvo que salía por un costado de la montaña.
El corazón sacudiendole con rapidez, apretando sus manos en puño y mientras las lágrimas volvían a quemar sus ojos.
— Y-ya basta — percatandose enseguida de que trataba, al saber lo que allí había escondido y que había sido la razón por la que habían invadido Jeonu aquel día
Los gritos de los cachorros corriendo, desesperados al ser alejados a tirones de sus padres. Escuchando como estos se defendían como podían, al ser golpeados y amenazados por alfas de mayor tamaño que ellos.
— ¡Mi bebé! ¡No me lo quiten! — gritó una omega, a lo que Jungkook le había identificado como la madre de Yugyeom. Corroborandolo cuando vio al alfa empujar con fuerza al otro, con la finalidad de que entregase a su hermano. El pequeño cachorro de no más de diez años.
El grito de la omega asustandole y momentáneamente haciendo encoger, al ver como Yugyeom era golpeado por tres alfas que parecían haberse molestado demasiado por su imprudencia.
— ¡D-deténgase! — exclamó mientras era tomado de las muñecas por otro alfa, percibiendo como este pasaba su nariz por su cuello, a la vez que soltaba risotadas.
— ¡Jungkook! — escuchó la voz de Yongsun llamando por él, viendo como esta también era sostenida entre dos alfas que parecían estar divirtiéndose con ella y no dejaban de tocarle.
Su garganta había ardido de rabia, tragando con dificultad a la vez que se liberaba del alfa. Alcanzando con una de sus piernas a paterle directamente en los genitales.
— ¡Maldito omega! — gritó este, pasándole a cortar un poco la piel del cuello, al haber intentado tirar de él desde su collar.
— ¡No la toquen! — gritó con la voz machacandole entre el dolor y la cólera. Quitándoles de encima de la chica, más siendo sujetado por uno de ellos desde el cabello.
Los ojos de este y su desagradable aliento, estando demasiado ver a de él.
— Pero que maravilla de omega — sintió que este le olía tras la nuca, mientras Jungkook no dejaba de patalear para que le soltase — Dime ¿lo tomas tú o lo hago yo primero? — preguntó al alfa que tenía a la pelinegra. Sintiendo que algo dentro de él moría, cuando la vio con él labio roto y sangrando.
— ¡No se te ocurra! — se escuchó alguien más a su espalda y que Jungkook solo alcanzó a ver que este llevaba el cabello del color del fuego. A diferencia de los otros dos que tenían el cabello color sol — Él es su líder y de seguro aún virgen, pues no lleva marca. No sabes cuanto podrían darnos por él.
Jungkook oyó como el otro alda reía, más él no podía quitar los ojos de encima de su prima. Viendo cómo está volvía a sollozar y podía sentir lo asustada que se encontraba.
— ¿Un omega? ¿Líder? No me hagas reír — respondió el alfa, no soltando en ningún momento su cabello.
— No bromeó sobre ello. Este omega es el lider Jeonu ¿puedes creerlo? — y de pronto el peli negro vio como el alfa se ubicaba frente a él y acariciaba con los dedos su collar. Tocando con dedicación, hasta que su mano arrastrada con sus uñas le llegaban por sobre el ombligo — ¿Crees que puedes con ello? ¿Ser tan fuerte como un alfa bastardo animal? — preguntó muy cerca de su cuerpo, a lo que él pelinegro sólo deseaba golpearle — Entonces demuestralo.
Dijo hasta tomarle y apretar sobre su cuello. A lo que el omega percibió como sus ojos eran cubiertos y sus manos y piernas atadas.
Escuchando los gritos de Yongsun llamarle en medio de las risas de los alfas. Y los gritos desgarradores de toda su gente.
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