── 015
❝ IN THE BEGINNING ❞
AEMOND TARGARYEN ✗ FEM! oc
warnings! possessive! aemond | targ-incest
NUNCA HABIAS VISTO A TU MADRE TAN ENFADADA. Tras la desastrosa cena familiar, Rhaenyra Targaryen casi empuja a sus hijos dentro de sus aposentos. La princesa de Rocadragón camina en círculos con fuego en los pasos y un dedo en la boca para calmar su ansiedad, sin duda recordando los acontecimientos de unos momentos antes.
Daemon está cómodamente sentado en el asiento detrás de tu madre, aparentemente divertido por la situación. Sus ojos violetas parecen brillar de placer al ver a su esposa regañar a sus hijos. Lo habías mirado en busca de ayuda, pero él sólo te devolvió la mirada como diciendo "has despertado al dragón, ahora estas sola en esto".
──── ¡Te había creído mejor que esto! ──── detiene sus zancadas y mira a los niños acurrucados en el largo divan. Tú, Luke y Jace estaban sentados tan juntos como podían, un patético intento de consolarse mutuamente de la ira de su madre. Es lo que siempre habían hecho, es lo que Rhaenyra siempre les había enseñado a hacer: protegerse los unos a los otros.
Luke fue el primero en hablar.
──── Pero nos llamó St- ────
──── Esos susurros habían sido usados en tu contra desde el momento en que naciste. Me equivoqué al esperar que te acostumbraras ──── fue la fría respuesta de tu madre. Un eco de la cena llena la habitación. Parece que todos recordaban las palabras de Aemond, y todos los susurros que se dijeron antes de las suyas
Bastardos Strong.
Sientes que Luke se encoge en su asiento.
Desde el suelo, te atreves a mirar a tu madre.
Error.
En cuanto levantaste la vista, sus ojos violetas atraparon los tuyos y el fuego que había en ella ardió enormemente.
──── Siempre fuiste el mejor de ellos ──── Rhaenyra te mira con furia y te habla con un tono decepcionado. ──── Esperaba algo mejor de ti. Pero que golpees al hijo mayor de Alicent... ────
──── ¡Los llamó bastardos! ──── argumentas, la ira filtrándose por tus poros y saliendo al aire de la habitación de tu madre. ──── Aegon se lo merecía ────
──── Ellos ──── repite Rhaenyra. ──── Ellos, no tú. Creí que sabías que no debías meterte en asuntos en los que no participas, T/N ────
En realidad, Rhaenyra se siente aliviada de que, de todos sus hijos con Laenor, tú seas la única cuya legitimidad nadie se atrevería a cuestionar. La única hija de Rhaenrya no heredó el oscuro cabello Baratheon de su abuela (o el cabello de un Strong, como insisten los susurros traidores), sino los rasgos valyrios por los que la Casa Targaryen y la Casa Velaryon son tan famosas: plata como cabello y una amatista por ojo, uno de cada color. Lástima que seas su segundo hijo y no el primero.
Como Luke, sientes que te acurrucas en tu asiento. ──── Lo siento, madre ────
──── ¿Sabes lo que has hecho? ──── la voz de Rhaenyra te llama mientras miras cobardemente al suelo, negándote a mirarla. Sientes cómo la mano de Luke se acerca sigilosamente a la tuya en un intento de consolarte. ──── En cualquier otra pelea, te habría defendido con uñas y dientes, pero esta es una pelea que tú habías empezado ────
──── Lo siento ──── repites, incapaz de decir nada más. En realidad, todo empezó con Aemond, el cerdo asado y las risitas no contenidas de Luke. Aemond se enfadó, pero las palabras eran sólo palabras. Tú habías golpeado a Aegon primero, y se convirtió en el catalizador de la frágil tregua. No eras ciega ni estúpida, habías sentido la tensión entre tu madre y la Reina Regente, que solo se había agravado con el acoso de Aemond y la pérdida de su ojo.
Y ahora tú llegabas a embarrar todo aún mas.
Sabías lo importante que era la cena hasta que la arruinaste.
Tonta, tonta, niña.
Si hubiera una guerra en la Casa Targaryen, la historia culparía a la Princesa T/N Velaryon y a su temperamento. La caída de las últimas casas supervivientes de Valyria fue causada por tus manos, y una mirada al vientre embarazado de Rhaenyra hace crecer la culpa en tu interior. No has hecho más que causarle estrés, especialmente cuando está embarazada de tu hermano o hermana menor.
──── T/N es tu abuela renacida ──── susurró Viserys la primera vez que te abrazó, cuando aún eras un bebé. Rhaenyra observó cómo su padre acariciaba la mejilla de su hija, maravillado por sus ojos desparejados.
Tal vez Alyssa Targaryen es la razón por la que Viserys había favorecido a T/N entre todos sus nietos, y tal vez ella es la razón por la que Daemon la defiende con uñas y espadas.
──── Ella estaba protegiendo a sus hermanos ──── vino su voz detrás de Rhaenyra, buscando defenderte de tu madre, o tal vez está hambriento de otra guerra, tal vez solo buscaba otro pretexto para hacer enojar aun mas a los verdes.
──── Pero es verdad ──── argumentó Jace ──── Es inútil negarlo cuando es tan evidente ──── Rhaenyra mira a su hijo con lástima en los ojos, el fuego de su ira se desvanece arrepentimiento. ──── De todos modos, no importa, pues los padres que supuestamente nos engendraron están ambos muertos ────
──── No ──── argumenta Rhaenyra, acercándose finalmente a sus tres hijos mayores. Sus manos se extienden para tocar tus mejillas y las de Jace mientras Luke se interpone entre ustedes. La Princesa de Rocadragón se arrodilla ante sus hijos y los mira lentamente.
──── Su derecho al trono no se los ha dado ningún hombre. Tienen derecho al trono porque yo soy su heredera ────
Tú y tus hermanos asienten al unísono.
Jace, tu hermano mayor, intenta dar ejemplo. ──── Pediremos perdón a la Reina y a sus hijos por los problemas que hemos causado ──── propone. Te preguntas cómo será el reino cuando él se convierta en Rey.
──── Luke se disculpará ante todo con Aemond- ──── Jace enfatiza sus últimas palabras, esperando plenamente la reacción de Luke ──── Y T/N se disculpará con Aegon ────
Rhaenyra mira a Jace con orgullo.
──── Qué gran Rey serás, dulce muchacho. Pero Alicent no aceptará esto. No después del ojo de Aemond ──── a su lado, Luke se encoge sin duda recordando el pasado ──── No después de que uno de sus hijos sea dañado de nuevo ──── continúa Rhaenyra y es tu turno de intentar no acobardarte ante las palabras de tu madre.
Rhaenyra mira fijamente a sus hijos mayores, esperando a que la feroz ira de su interior se apacigüe y se desvanezca en un fuego constante. Finalmente, se apiada de los tres jóvenes príncipes y princesa, cuya mirada permanece fija en sus regazos.
──── Mírenme ──── les ordena y todos obedecen al instante. Esta acción parece dejar escapar una pequeña sonrisa en su rostro cuando sus tres cabezas se levantan ante su orden, lo que le recuerda a una pequeña camada de cachorros ansiosos por ver a su madre.
Pero no son cachorros. Ya no más.
──── Mi dragón de tres cabezas ──── los llama a todos cariñosamente, antes de besar la frente de uno en uno ──── ¿Hay algo que no haría por ustedes? Yo me encargo de esto. Vayan a sus habitaciones, partiremos hacia Rocadragón dentro de un día ────
Luke y Jace se levantan de inmediato de los asientos que compartian, ansiosos por partir mientras Rhaenyra les concede su buen ánimo. Pero tú no. Permaneces sumida en tus pensamientos, el pavor inminente de la destrucción de tu Casa provocada por tu propia insensatez pesa en tu cabeza. Te sientes aún peor por haber dejado a tu madre para limpiar tus desastres una vez más.
──── ¿Cariño? ──── Rhaenyra te llama y la miras. Ella te sonríe suavemente, con todo el amor salpicado en su rostro mientras mueve la cabeza hacia las puertas de su habitación. Era como si nunca hubiera estado enfadada en primer lugar ──── Puedes irte ────
──── Cásame con Aemond ──── Tu petición sale de tu boca rápida pero silenciosamente, antes de que pensaras en lo que habías dicho. Te estabas agarrando a un clavo ardiendo, desesperada por reparar tu Casa de la única manera que sabías.
Desde su asiento, Daemon tenía los brazos apoyados en las rodillas mientras sus puños se unían para taparse la boca en contemplación. Tiene una ceja levantada en señal de sorpresa, pero sus ojos estaban en otra parte posiblemente considerando el partido. Tú te diriges a él primero.
──── Es una opción pacífica, para poner fin a la ruptura entre las dos familias de nuestra Casa ──── argumentas ──── Y yo soy mayor de edad, y él también ────
──── Es un buen partido ──── concede Daemon, mirando a Rhaenyra. Sigues su mirada y te encuentras con tu madre mirándote con lástima o tristeza en los ojos... no sabrías decirlo.
──── ¿Sabes lo que eso significa, cariño? ──── te pregunta, con la mano en la nuca. ──── Tendrías que quedarte aquí, en Desembarco del Rey. Tendrías que dejar Rocadragón. Tendrías que dejarme a mí ────
──── Aemond y yo fuimos amigos una vez ──── respondes, recordando los gratos recuerdos que tenías en esta Fortaleza con tus hermanos y tíos. Aemond siempre había sido un chico amable y de voz suave, y aunque definitivamente había cambiado con el paso de los años, estabas segura de que en el fondo seguía siendo el niño del que te hiciste amiga.
Aun así, no podías ignorar las miradas que te había dedicado durante la cena. Te habías sentado entre Aegon y Luke, lejos del extremo de la mesa donde estaba Aemond, pero sentiste su mirada toda la noche mientras cenabas. Las pocas veces que te atreviste a mirarlo, él ya te devolvía la mirada con una mirada depredadora.
Hay hambre en su mirada, como un cazador que se apodera de su presa para capturarla. Odias que te haga sentir tan pequeña, porque eres tan dragón como él, si no más.
──── Será amable ──── insistes, sin creértelo ──── Y yo... ──── luchas por encontrar las palabras adecuadas. ──── Soy de excelente herencia valyria. La Reina y Aemond no verán esta oferta como un insulto ────
──── Este desastre lo creamos la Reina y yo. Y ahora nuestros hijos están pagando por ello ──── Rhaenyra vuelve a besar tu frente, esta vez más largo, como si quisiera derramar todo el amor que sentía por su única hija a través del beso.
──── No te merezco, amor mío. Hablaré con Alicent cuando salga el sol ──── sus manos acunan tu cara, su pulgar acaricia tu rostro. ──── Avy jorrāelan ────
Te quiero.
──── Avy jorrāelan ──── respondes.
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COMO SI FUERA TRADICION, damas y señores, doncellas de palacio, mozos de cuadra y aspirantes a caballeros se han reunido en el patio principal todas las mañanas con la esperanza de ver a Ser Criston Cole y Aemond Targaryen sparreando sobre tierra y escombros. Hoy, incluso más gente se ha reunido ya que los dos hombres han estado luchando con acero vivo. Hoy observas con ellos, ya que anoche no pudiste dormir bien.
El tintineo de las espadas de acero se oye por todo el patio, creando un ritmo para el himno de violencia que tanto gusta a Ser Criston y Aemond. Presientes que la lucha llega a su fin cuando el escudo de Aemond es destrozado por el lucero del alba de Ser Criston. Al perder su defensa, Aemond carga con su espada, chocando y acuchillando mientras Ser Criston esquiva por poco. Hoy Aemond es más lento, te das cuenta, y pronto te dan la razón cuando Ser Criston consigue poner su palma en el pecho de Aemond. Con un ruido sordo, Ser Criston empuja a Aemond al suelo, colgando su lucero del alba frente a la cara del príncipe. Aemond observa cómo la bola de pinchos se balancea una, dos veces, antes de declarar su derrota.
──── Me rindo ────
A pesar de la derrota del príncipe, su público lo colma de aplausos dispersos. Con el combate llegando a su fin, también lo hace su público, con los sirvientes corriendo de vuelta a sus obligaciones y las damas regresando a la torre del homenaje. Algunas damas y caballeros aduladores prefirieron quedarse para comentar su admiración entre ellos.
──── No se desaníme, mi príncipe ──── dijo Ser Criston tendiéndole la mano al príncipe caído.
Aemond la tomó a regañadientes ──── No estoy desanimado ────
──── Pero estás distraído ──── dice Ser Criston, con naturalidad y una ceja levantada.
Desde su posición, ve a Aemond apretar la mandíbula, molesto. Desvía la mirada de Ser Criston hacia ti. Ves el momento exacto en que sus ojos se iluminan de fascinación y curiosidad ante tu presencia.
──── Sobrina ──── saluda Aemond, quitándose el polvo de las manos. Te mira de forma similar a como te miró toda la noche durante la cena ──── ¿Has venido a ver cómo luchan los verdaderos espadachines? ────
Te obligas a sonreír, ignorando el obvio desaire a las inferiores habilidades de tus hermanos.
──── Mi príncipe ──── saludas, mirando su figura. Aemond se ha hecho alto, inimaginablemente más alto de lo que era de niño. Se comporta con seguridad, pero tus ojos son rápidos; te fijas en la parte superior de su brazo y en la creciente mancha oscura de su camisa. ──── Ven, mi príncipe, estás herido. Deja que te cure ────
Aemond le dedica una sonrisa seca. ──── Tienes ojos rápidos, mi princesa ────
Miras cómo su alta figura camina hacia ti, sus largas piernas hacen que la distancia entre ustedes parezca más corta. Te das la vuelta y caminas con Aemond pisándote los talones siguiendo cada uno de tus pasos. No te cabe duda de que su boca está curvada en esa sonrisa socarrona, preguntándose qué asuntos tenía que ver con él la hija de Rhaenyra Targaryen.
Puedes sentir cómo crece su curiosidad mientras lo conduces a tus aposentos. Se sienta cómodamente en una silla mientras tú te pones de pie, recibiendo el kit que te entregó tu sirvienta. Le das las gracias en voz baja y le pides que cierre la puerta.
──── Debo decir... ──── comienza Aemond, mirando fascinado alrededor de tu recamara. Se relaja en tu silla como si estuviera en su lugar privado y no en el tuyo ──── Estoy confundido sobre lo que pude haber hecho para ganarme la atención especial de la princesa T/N Velaryon ────
Lo ignoras, dirigiéndote directamente al cuenco de agua tibia colocado a su lado antes de mojar un trapo en él ──── Debes quitarte la camisa para que pueda limpiarte la herida ──── dices.
Aemond te sostiene la mirada un momento antes de seguir tus órdenes de inmediato. Se quita la túnica sin apartar la mirada, y ya sin la camisa, te encuentras con su pálido pecho. Inmediatamente te fijas en sus anchos hombros, sus brazos fuertes y la fina capa de sudor de su anterior combate. Aemond es delgado, pero su físico se ha endurecido con los músculos adquiridos gracias a su dominio de la espada.
Desvías la mirada e intentas que no le moleste. Lo hace, y él se da cuenta y responde con una sonrisa de suficiencia.
Con el brazo por fin libre de ropa, le pasas el trapo suavemente por la herida ──── Me he dado cuenta de que ha habido una división entre tu familia y la mía ──── empiezas despacio, con los ojos fijos en su rostro para medir su reacción ──── Una división de la que tú has sufrido más las consecuencias ────
Aemond no desprende de su rostro más que una mirada tranquila y fría. No se sabe si le duele el agua caliente y la herida. Te preguntas si guarda un silencio sepulcral por todos los recuerdos dolorosos que su hermano y tus hermanos -y por extensión tú- le han causado.
No, te recuerdas a ti misma. Aemond no era unido con su hermana, entonces uno tendría más posibilidades de encontrarlo en tu compañía que en la de sus hermanos. Sin embargo, la familia siempre te ha destrozado, siempre te has quedado en medio cuando se pelean y tú haces la vista gorda.
Eres cómplice de su terrible infancia y de la pérdida de su ojo.
Aun así, siempre has sido educada y amable con Aemond. Un mínimo que él había apreciado mucho después de la falta de afecto de su familia, hasta el punto de que tu madre sospechó que Aemond estaba enamorado de ti después de que él te diera tímidamente una rosa roja de los jardines antes de salir corriendo.
Por supuesto, toda semblanza de su afecto murió con la pérdida de su ojo.
──── Estás enfadado, lo comprendo ──── continúas, acariciando suavemente su herida. ──── Pero me preguntaba si podrías mirar más allá... ────
──── ¿Mirar más allá? ──── su voz es aguda, pero su rostro permanece inmóvil. Sus ojos, sin embargo, delatan su ira: un violeta ardiente que refleja la misma ira de dragón que tu madre tenía anoche ──── ¿Me pides que olvide que tu hermano me robó el ojo por la bondad de mi corazón? ────
──── No──── respondes inmediatamente ──── Ambos eran niños inocentes, pero Lucerys no debería haber salido de aquello sin consecuencias ────
Aemond ladea la cabeza y se inclina más hacia ti. Sus ojos violetas te miran desafiantes.
──── ¿Y qué ofreces tú? ────
──── A mí ────
Tu voz resuena en tu habitación mientras Aemond no responde con una réplica socarrona. Por primera vez, una suave expresión de incredulidad cruza su rostro, alcanzas a agarrar su mano con la palma libre, la boca lista para enumerar tus razones, pero antes de que pudieras siquiera tocarlo, Aemond ya había agarrado tu palma y te había atraído hacia él.
──── ¿Tú? ──── preguntó, con una oscuridad que llenaba sus ojos. No sabes si está mareado o si se está burlando de ti. Te agarra las manos con fuerza y sientes que te invade un temblor ──── Si vas a ser mi esposa, serás mía y yo tuyo, en lo bueno y en lo mano ──── te recuerda.
El tono de Aemond es amable, pero sus intenciones son cualquier cosa menos eso. No puedes evitar tragar saliva, nerviosa, y los ojos de Aemond siguen tu garganta mientras el nudo baja. Hay un peligro acechando bajo tu tío, y te mira como si hubiera ganado una partida que ni siquiera sabías que estabas jugando.
──── Sí, lo haría ──── estás de acuerdo. Intentas mover la cabeza para escapar de su mirada, pero sus manos capturan tus mejillas antes de que puedas moverte. Sus dedos aplastan tu cara suavemente, pero con una amenaza inaudita de hacerte daño si te atreves a moverte de nuevo.
──── Mía ──── te susurra asombrado, como si no pudiera creer esa posibilidad ──── ¿Y qué piensan tus hermanos de eso? ────
──── Ellos... ──── te esfuerzas por hablar mientras sus dedos te aprietan la cara ──── No lo saben ────
Esta noticia le provoca a Aemond una pequeña sonrisa. Es la primera vez que ves a Aemond cerca de la alegría tras la pérdida de su ojo.
──── Podría hacerte cualquier cosa si fueras mi esposa. Compartirías mis aposentos y mi cama. Darías a luz a mis hijos. Seguramente no les gustaría eso, ¿verdad? ──── Aemond mira hacia el otro lado de la habitación, como si fantaseasease con el disgusto en la cara de tus hermanos o contigo haciendo crecer su semilla dentro de ti... no lo sabes.
Sientes que sus manos se arrastran hasta tu cara, acunándola casi con cariño ──── ¿Y si te uso para mi venganza? ──── susurra Aemond ──── ¿Me ofreceríais un ojo por la deuda de vuestro hermano, mi señora? ────
No espera respuesta cuando continúa.
──── ¿Me has visto alguna vez sin mi parche en el ojo, hermosa? ────
Tardas un segundo en recuperarte. Parpadeas, preguntándote si le has oído bien. Te retuerces las manos nerviosa, insegura de a dónde quería llegar Aemond.
──── No puedo decir que sí, mi príncipe ────
En un instante, su mano abandona tu cara y se arranca el parche como si fuera veneno antes de tirar el trozo de cuero al suelo con disgusto.
──── ¿Y ahora? ────
Aemond se levanta bruscamente de su silla, y tú tienes que escabullirte. Era como si te desafiara con la mirada. Das un paso atrás cuando Aemond se adelanta, inclinándose sobre ti para asegurarse de que veas bien la larga línea dentada que le cruza el costado izquierdo y el zafiro que ha sustituido a su ojo.
Luchas por mantener la mirada en el rostro desnudo de Aemond cuando su repentina cercanía te hace darte cuenta de que sigue sin camisa. Si inclinas la cabeza hacia abajo, te encuentras con su pálido pecho y, si se acerca más, tu nariz no tardará en tocarlo.
──── ¿Todavía te ofrecerías a mí, mi señoria? ──── pregunta Aemond ──── ¿Incluso con mi ojo de zafiro? ────
Una repentina audacia te invade ──── ¿Intentas asustarme, mi príncipe? ──── te pones de puntillas a su altura, inclinándote lo más cerca que te atreves, hasta que tu nariz roza la suya. Le miras sin vacilar encontrándote con la mirada de su ojo y su joya.
──── Si voy a ser tu esposa, mi ojo valyrio es tuyo por derecho ──── mueves la cabeza hacia la derecha, señalando tu ojo púrpura. Aemond parece no inmutarse ante tu atrevida declaración, prefiriendo quedarse quieto y mirándote fijamente, pero le ves robar una mirada al lado derecho de tu cara.
Finalmente, das un paso atrás, alejándote de su espacio personal y te diriges al botiquín que te dieron para conseguir un desinfectante. Te vuelves de nuevo hacia Aemond, sólo para encontrarlo sentado de nuevo en la silla.
──── Mi madre está ahora con la tuya ──── le dices, echándote una generosa cantidad de ungüento en los dedos antes de extendérselo por la herida ──── Sin duda intenta convencerla de la posibilidad de nuestra unión. Sólo quería que lo oyeras primero de mis labios ────
Como si nada, un golpe resuena por todo el aposento antes de que una doncella del personal de la reina Alicent asome la cabeza por la puerta.
Hace una reverencia antes de decir: ──── Mi señora, mi príncipe, la Reina y la Princesa os han convocado a los aposentos de la Reina ────
Antes de que pudieras responder, Aemond ya estaba saliendo por la puerta, con el parche en la cabeza puesto de nuevo. Sus brazos se mueven para ponerse de nuevo la túnica.
──── Vamos ────
Esta vez, es Aemond quien lidera el camino mientras tú le sigues.
▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃▃
──── El Príncipe Aemond y la Princesa T/N, su Alteza ──── anunció la doncella cuando Aemond y tú entraron.
No es la primera vez que entras en los aposentos de Alicent. El espacio suele estar lleno de sus asistentes, ya que Helaena y sus hijos y Aemond suelen estar dentro. Hoy sólo la reina Alicent y tu madre ocupan el lugar.
Estan sentadas frente a la chimenea para calentarse en esta mañana fresca, una jarra de vino a un lado.
La Reina y la princesa lucen amplias sonrisas y un leve rubor en las mejillas por haber bebido.
El ambiente de la sala es alegre. La cabeza de Rhaenyra se echa hacia atrás de la risa mientras la de Alicent se inclina hacia abajo tratando de reprimir sus carcajadas. Nunca antes habías visto a tu madre tan despreocupada, ni con tu padre ni con Daemon. Por eso te desconcierta aún más ver a la Reina y a la Princesa de Rocadragón tan cómodas la una con la otra.
Casi ocultas tras sus gruesos vestidos sus manos entrelazadas, te giras a un lado para encontrarte con la mirada igualmente curiosa de Aemond.
──── ¡Oh! ──── Alicent te ve primero ──── Ahí están ────
Rhaenyra se gira en tu dirección al oír la voz de Alicent. Tu madre se levanta y camina hacia ti, poniéndote la mano en tu nucay besándote la sien ──── Mi dulce niña ──── te arrulla en voz baja.
──── Viserys no para de repetir que es el reflejo de Alyssa, pero es Laenor hasta la médula ──── comenta Alicent mientras recorre tu figura de arriba abajo con la mirada. A su lado, Aemond ha ocupado el asiento de tu madre junto a la Reina.
Rhaenyra se ríe afectuosamente ──── Si me pregunta, me parece que es un eco de usted, Alteza. Amable, obediente, hermosa... ──── se detiene y sacude la cabeza antes de señalar a Aemond.
──── Sin embargo, tu hijo es el que más se parece a ti ────
Alicent mira a Aemond con una sonrisa afectuosa. Es obvio a quién prefiere la Reina. De todos los hijos de la Reina, ninguno ha llegado a parecerse a ella, excepto quizás Aemond. Parece un espeluznante reflejo del padre de su madre, de color valyrio, pero sus ojos y su sonrisa son de Alicent. ──── Ah, sí ──── reflexiona ──── Pero su temperamento te refleja a ti, Rhaenyra ────
Una extraña mirada de pesar se desliza por el rostro de tu madre como una máscara ──── Que los dioses ayuden a este reino si yo hubiera nacido hombre ──── susurra tu madre ──── Las cosas que habría hecho ────
Alicent y Rhaenyra comparten una triste mirada cómplice. Hay un anhelo en las palabras de tu madre, un tono profundo, antiguo y doloroso. La Reina mira a tu madre casi con pesar, pero llena de afecto al mismo tiempo. El momento es íntimo para ambas, tal vez un recuerdo de su infancia, cuando se llevaban en el corazón.
Nunca habías visto a tu madre mostrarse tan vulnerable ante nadie, y mucho menos ante la Reina con la que está resentida. Una rápida mirada a Aemond muestra que este lado de Alicent también es nuevo para él.
El momento es rápidamente interrumpido por Alicent, quien junta las manos sobre su regazo.
──── Supongo que ambos conocen el motivo por el que los he convocado aquí ────
Tú asientes a tu Reina mientras Aemond confirma obedientemente.
──── Sí, madre ────
Alicent se gira en su asiento para mirar a su hijo.
──── Admito que ya he consentido el encuentro, pero es tu opinión lo que más valoro. ¿Qué dices, Aemond? ────
Aemond respira hondo, su único ojo se desliza para mirar a tu madre detrás de ti y finalmente a ti. Sabes que su acto de reflexión es falso. Sabías su respuesta en cuanto sentiste su mirada en la mesa, y la confirmaste con el brillo de sus ojos cuando te ofreciste. Te preguntas si está repitiendo tu oferta en su cabeza, la promesa de todo tu ser, y tu ojo si lo desea.
──── Cumpliré con mi deber ──── fue la respuesta de Aemond con rostro pasivo.
Alicent sonríe a su hijo con orgullo ──── Felicidades, hijo mío. Serás un buen marido, lo sé ────
Gira la cabeza hacia ti.
──── Y a ti, T/N. Esta unión es bienvenida y el reino se alegrará cuando se anuncie ────
Aemond está ante ti en un instante, tendiendo su mano para la tuya en la que no has tenido más remedio que dársela. Para tu sorpresa, tu prometido se limita a llevársela a los labios para darle un suave beso.
──── Mi señora ────
El contacto de sus labios con tu mano te despierta y hace que el corazón te dé un vuelco, no sabes si por miedo o por romanticismo. Sin embargo, una sonrisa nerviosa se dibuja en tu rostro.
──── Mi príncipe ────
──── Ven ──── dice tu madre, dirigiéndose a la puerta ──── Debemos contarle a Daemon y a tus hermanos esta noticia ────
La mención de tus hermanos hace que Aemond se muestre más socarrón mientras te mira fijamente para que te marches. Haces una reverencia a la Reina y ahora a tu prometido antes de seguir a tu madre.
──── Rhaenyra ──── suena la voz de Alicent.
Ves a tu madre dar un respiro antes de girarse rápidamente.
──── ¿Sí, mi Reina? ────
──── Quédate ──── pregunta Alicent, y de repente es como si las dos estuvieran solas en la habitación una vez más. Tanto Alicent como Rhaenyra estaban muertas para el mundo cuando se miraron con tanto cariño. Hay una gran tensión en el aire, pero diferente de la tregua de la cena de anoche. Nadie está en guardia ni es precavido, y extrañamente se siente como en casa. Es curativo.
──── Incluso durante un par de semanas. El asunto está resuelto, no hay razón para que regreses a Rocadragón tan pronto ────
Una sonrisa genuina se extendió en el rostro de Rhaenyra y nunca se había visto tan feliz.
──── Eso me encantaría ────
Una sonrisa intenta dibujarse en el rostro de Alicent, pero se da la vuelta antes de que crezca del todo.
──── Pueden retirarse, queridos ────
───── 𝐖𝐑𝐈𝐓𝐓𝐄𝐍 𝐁𝐘
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