❝ Decimonoveno Episodio ❞

El dolor de cuello, punzante, fue principalmente responsable de despertarlo. Además del resto de molestias que no supo identificar, en su momento.

La luz del día cayendo directamente en su cara.

Despertando en medio de la resaca, es el infierno.

No recuerda absolutamente nada después de vaciar media botella.
Moverse le costó la vida y cuando obtuvo algo de conciencia, quería morir.

¿Qué maldita hora era? ¡Bastardo irresponsable!

Se maldijo a sí mismo. Sesshomaru se había quedado dormido con traje y todo en el sillón. Con toda la dificultad del mundo, sentarse era una misión imposible. Frotando sus ojos para poder ver. Mierda, se sentía como la mierda.

Ese dolor punzante en su cabeza, haciendo un ruido molesto e irritante. Cada vez más fuerte.

─ ¡Señor Taisho! ¡Señor Taisho Sesshomaru! ─ oh, entonces no era producto de su imaginación.

Era Jaken golpeando con insistencia la puerta y llamándolo por quien sabe cuanto tiempo. Mientras que Sesshomaru apenas podía asimilar su propio estado y orientarse en el tiempo. Perdido como un cachorro que no conoce la ciudad.

Sinceramente no recuerda mucho más luego de enterarse de la tragedia. Quizás era el momento procesar mejor el shock.

Sesshomaru había despertado en la realidad donde Sacro había sido cruelmente masacrado.

La puerta fue abierta tan solo minutos después. El hombre no le dio mayor importancia, a pesar de ser medio consciente de no estar en perfectas condiciones, sabía que se trataban de sus subordinados.

─ ¡Por los dioses! ¡Está vivo! ─ Jaken parecía lloriquear de felicidad. ─ ¡Pensé lo peor cuando usted no respondió ninguno de nuestros llamados!

─ ¿Señor Sesshomaru, está usted bien? ─ Ni siquiera la dulce voz de Rin logró llamar del todo su atención.

Su vista puesta en un punto fijo en algún lugar de la alfombra. Recapacitando. Además de sus inesperados invitados, no se oía nada más. Todo parecía indicar que estaban solos.

Kagura se había ido.

Quizás muy temprano esa mañana, duda que haya salido de madrugada aunque no le sorprendería. Estaba seguro de recordar haberla arrastrado hasta el departamento anoche.

Luego de eso, se entregó al vino para poder resistir la pesada noche junto a esa fiera, pero a cambio, sufría las consecuencias.

─ Señor Sesshomaru diga algo por favor.

─ Estamos tan preocupados, usted jamás había desaparecido así como así. ¿Quiere que llamemos a un doctor?

─ ¿Doctor para quien? ─ una voz femenina hizo respingar a los dos asistentes.

La señora Irasue había hecho su maravillosa entrada. Radiante y elegante como acostumbra. Apenas quitándose las gafas para poder analizar la situación, mirando a todos de pies a cabeza.

La presencia de su madre logró hacer que Sesshomaru levantara la vista. Y de paso, empeoraba su jaqueca.

─ ¿Querido, que son esas fachas? ─ de pasos largos la firme mujer ya estaba frente a su hijo. ─ ¿Tú y tu mala costumbre de no responder cuando te hablan? ¿Además de tu descaro de faltar a la empresa y arruinar mi esfuerzo de años? ¡¿Es vino lo que huelo?!

Mientras la señora parecía seguir regañando a su hijo como si este no fuera un ceo adulto y ejemplar, era una situación bastante incómoda especialmente para Itami Rin y Fuwa Jaken.
Sesshomaru estaba a punto de estallar.

─ ¿Tienes el descaro de parecer un vagabundo cuando tienes a todo el mundo enloquecido en las oficinas? Responde.

─ ¡Ay, señora usted ya se retiró, callese!

La repentina aparición de Kagura sorprendió a todos los presentes, literalmente. Hasta hizo gritar a Jaken del susto.

─ ¡¿Qué estás haciendo aquí?! ─ Sinceramente no lo esperaba, y Jaken odiaba su presencia.

Seguramente tanto Jaken como Sesshomaru no esperaban tal aparición luego de tanto silencio en el lugar.

Preguntarse por qué Kagura seguía presente, era buena incógnita. Aunque algo irrelevante a comparación del nuevo problema presente.

La madre de Sesshomaru, Kagura y Rin, juntas en una sola habitación.

Ese hombre se desplomaría en cualquier momento.

Su madre... no tenía la menor idea sobre su temporal separación. O al menos eso pensaba el señor Taisho.
Estaba seguro que esa mujer lo colgaría con sus propias manos si llegara a enterarse del... incidente.

Irasue miró extrañada a Jaken, por supuesto. ¡Ese idiota va a meter la pata!

─ ¿Cómo le preguntas que hace alguien dentro de su propia casa? ─ Sesshomaru trató de sonar lo más natural posible.

─ Por supuesto, eso yo debería preguntarte a ti. A los tres. ─ Kagura respondió, segura de sí misma como de costumbre. ─ Hubieran avisado antes de venir. Digo, como para prepararnos para la ocasión ¿No les parece de mala educación entrar sin permiso?

─ ¿Y si de trataba de una emergencia? ¡No teníamos ninguna señal de vida de parte del jefe! ¡Nunca falta a trabajar! ¡Naturalmente íbamos a venir a confirmar su estado!

─ ¡Por favor! ¿No ven las noticias? ¡Ocurrió una desgracia ayer! ¡Sesshomaru está afectado por eso! ¡Fue una pérdida importante y no ha pasado siquiera un día! ¿Y ustedes esperan que esté trabajando como si fuera una máquina? ¿No piensan en su bienestar? ¡Tanto estrés lo está matando y solo quieren seguir forzandolo de manera inhumana!

Silencio de su parte, muy difícilmente alguien podría contradecir sus palabras. Ciertamente, Jaken y la mujer Irasue eran los más ofendidos.

─ ¡No digas esas tonterías! ¡Yo solo estaba genuinamente preocupado por mi señor Sesshomaru! ─ Jaken se defendió casi derramando lágrimas.

─ Oh, hijo querido. ─ los humos de Irasue se vieron forzosamente apagados. Se sentó al lado de su retoño. ─ ¿Es verdad lo que dice? ¿Estás tan afectado?

...

Kagura, en aquella posición y debido a la situación, tomó el papel de anfitriona para servirles algo de té los invitados no tan deseados.

Incluso, tener que servirle el té a la mujer que osó probar los labios de su entonces novio. Todo con tal de aguardar las apariencias. Kagura era bien consciente de que, su suegra no sabia nada. Y que no debía de enterarse, por el bien y la paz.
Oh, mejor dicho, la paz de Sesshomaru, puesto que era el único culpable, y Kagura, la pobre víctima ¿No?

Irasue había sufrido la infidelidad y abandono de su esposo, Inu No Taisho cuando Sesshomaru era un pequeño niño. Y ambos habían odiado a ese hombre infiel hasta el día de su muerte.

En especial Irasue. Y Kagura podía entender al fin el sentimiento. En especial, ambas tenían un hijo de por medio. Aunque el suyo todavía estaba en camino.

Sabiendo todo esto, y haberlo sufrido en persona. Era casi imposible de explicar por qué Sesshomaru había cometido el mismo error. Kagura se divirtió saber que en el fondo, Sesshomaru quería evitar a toda costa hacerle saber a su madre lo que hizo.

Aunque fue un pequeño e insignificante besito, era la sentencia de muerte asegurada con Irasue.

─ Querido, estás temblando. ¿Necesitas un médico en serio? ─ Irasue le preguntó, al notar efectivamente el temblor en las manos de su chico.

Kagura estaba sentada a su lado, como debía ser, fingiendo que nada malo hubiese pasado en esas aterradoras semanas.

Fingir que todo estaba bien.
Con la amante a pocos centímetros, con la cabeza gacha, tomando de su taza, sentada en su silla, respirando en su hogar.

Si hablara, podría destruir a Sesshomaru sin siquiera tocarlo.

Kagura vio de reojo el temblor en las manos de su novio mientras intentaba beber.  Era evidente su nerviosismo.

Incluso Jaken parecía derretirse en su propio sudor. Se había dado cuenta que casi metía la pata.

Sesshomaru se decidió por dejar la taza en la mesa, siendo imposible mantener en calma. Una mano fina y suave de posó sobre la suya, intentando transmitir algo de calma.

Casi de deja llevar por su asombro, Kagura acarició la mano de Sesshomaru, como si realmente, nada hubiera pasado.

─ ¿Estás bien? ─ Mirarlo a los ojos nunca fue tan fácil.

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