i. the flying car

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uno
( el carro volador )
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"Él ha vuelto."

Aquellas palabras se repetían una y otra vez por la cabeza de Astell mientras recostaba su cabeza sobre la ventana del expreso, recordando vívidamente cada parte del sueño que había tenido recientemente.

Se encontraba parada justo en el centro de un vacío completamente oscuro, totalmente sola. Ella portaba un uniforme de Hogwarts, aunque el color de la capa y el escudo de la casa no eran claros para ella. De repente, la figura de su vecina y amiga, Dalia Vasileou apareció frente a ella.

—Astell, ¿qué estás haciendo aquí? —cuestionó la rubia frente a ella, haciendo que Astell inmediatamente frunciera el ceño.

—¿Dalia? Es una suerte tenerte aquí, no sé en dónde estoy o cómo es que llegué aquí. —confesó la morena y en el momento en el que quiso acercarse a Dalia, la imagen de la rubia desapareció como una nube de humo negro. —¿Dalia? ¡Dalia!

Justo en ese momento, una voz se hizo presente en el lugar, pero Astell no logró distinguir de dónde provenía.

—Necesitas saber quién eres.

—¡Yo sé quién soy! —exclamó Astell intentando no titubear debido al miedo que comenzaba a crecer en su pecho por la incertidumbre y la soledad que comenzaba a sentir.

—Claro que no lo sabes. —la voz pausó por unos segundos —Eres la chica que arruinará a su familia.

Astell negó varias veces con la cabeza mientras volvía a cerrar los ojos, suplicando internamente que aquel sueño acabara.

—Eres la chica que le fallará a todos los que la rodean.

—¡Por favor cállate! —rogó Astell antes de caer sobre sus rodillas soltando pequeños sollozos.

—¿Por qué no puedes aceptarlo? Te prometo que todo será diferente si te unes a mí. —la morena solo pudo continuar negando mientras llevaba sus manos hacia sus oídos, no dispuesta a seguir escuchando aquella voz. Y cuando creía que por fin esta misma se había ido, volvió, ahora como un eco constante en su cabeza que repetía una y otra vez las mismas palabras.

Él ha vuelto.

Él ha vuelto.

Él ha vuelto.

Astell nunca se había considerado el tipo de persona que le temía a la oscuridad, de hecho, jamás había requerido que su mamá se quedara con ella durante las noches hasta que ella pudiera quedarse dormida, tampoco ocupaba una luz encendida durante las madrugadas y mucho menos requería de un peluche al cual pudiera abrazar para calmar sus miedos.

Pero si había algo a lo que de verdad le temía, y era a la soledad.

Pueden llamarlo como quieran, tal vez fobia o tal vez traumas familiares debido a la notoria ausencia de sus padres durante su periodo en casa. Jamás le había faltado nada material; si quería una muñeca y la pedía sabía con certeza que inmediatamente la tendría entre sus manos, pero había algo que por más que siempre había pedido, nunca había tenido y eso era la atención y el cariño de sus padres.

Y era precisamente esa la razón por la que le temía tanto al sueño que había tenido, ¿era posible acaso arruinar más a su familia? Porque para ella no era un secreto que pasó a arruinar a los Wentz al haber nacido siendo mujer, pasó a arruinarlos porque ella no iba a poder hacer que el apellido permaneciera por al menos una generación más. Y tal vez esa era la razón por la que sus padres siempre habían sido tan distantes con ella.

Fue hasta que escuchó la voz de la rubia frente a ella, que salió de su trance.

─Astell. ─llamó Dalia alzando un poco la voz, por lo que Astell volteó a mirarla de inmediato. ─¿Qué soñaste?

Fueron pocos segundos de silencio antes de que Astell negara ligeramente con la cabeza.

─No fue nada importante. ─dicho esto, Astell dirigió su mirada a la ventana, por lo que Dalia tomó sus audífonos y volvió a colocárselos para seguir escuchando la música del cassette en su walkman.

El largo y profundo bosque comenzaba a alzarse grande e imponente frente a la vista que las menores tenían desde la ventana mientras que el tren en el que iban mantenía su ritmo constante en dirección a su destino, Hogwarts. Ambas iban en camino a su primer año en aquel colegio de magia y hechicería.

Y mientras que Astell había intentado dormir con tranquilidad por unos minutos ─cosa que no pudo lograr por sus pensamientos intrusivos─, Dalia había permanecido escuchando música desde que ella y la Wentz habían salido de la estación King Cross.

Y eso era lo que estaba intentando volver a hacer, hasta que logró escuchar a Astell a través del sonido de sus audífonos.

─Deberías dejar de usar artefactos muggles, Lia. ─añadió Astell, por lo que Dalia sonrío con un ápice de diversión.

─¿Cómo dices? No te escucho. ─aseguró Dalia, haciendo que Astell soltara un pequeño bufido antes de levantarse y comenzar a forcejear con Dalia entre risas de ambas, era por momentos así que ambas niñas agradecían haberse conocido antes de ir a Hogwarts.

Sin embargo, su pequeña pelea se vio interrumpida cuando dos niñas; una rubia de mirada soñadora y una pelirroja con bastantes pecas decorando su cara entraron en el compartimiento en el que se encontraban Astell y Dalia.

─¿Nos podemos sentar? Estábamos con sus hermanos, pero son un poco... molestos. ─mencionó la pequeña rubia y al ver que Dalia asentía y que Astell se sentaba nuevamente, las dos niñas sonrieron y se sentaron con ellas.

La rubia con Dalia y la pelirroja con Astell.

─Soy Dalia Vasileou y ella es Astell Wentz, es un placer conocerlas. ─dijo Dalia, haciendo que Astell formara una pequeña sonrisa y saludara con un ademan de mano a las dos niñas presentes.

─Yo soy Luna Lovegood, ella es Ginny Weasley. ─añadió la pequeña soñadora, como la había apodado Astell, aunque, al escuchar el apellido de la pelirroja volteó a verla y la analizó de pies a cabeza.

Era claro que era una Weasley, de hecho, le sorprendía que no lo hubiera pensado antes; pelirroja, pecosa y de ojos verdes, y si bien, no llevaba ropa desgastada y vieja, eran bastante claras sus facciones.

Y si había algo que su mamá se había encargado de repetirle hasta el cansancio es que los Weasley no eran como ella.

Fue entonces que Astell hizo una pequeña mueca de desagrado y se recorrió un poco para mantenerse más alejada de Ginny, si su mamá estuviera ahí, probablemente ya habría comenzado a gritarle una lista de razones por las que debería mantenerse alejada de aquella pelirroja. Y esto por supuesto que no pasó desapercibido por sus acompañantes, que al notar la distancia que marcó la morena, se miraron entre sí con incomodidad.

El silencio que se había hecho presente en el pequeño compartimiento se vio interrumpido en el momento en el que algunos sonidos del exterior llamaron la atención de las cuatro niñas, por lo que todas se acercaron a la ventana, logrando así ver un automóvil blanco con tres niños a bordo.

Astell pudo reconocer a uno de ellos como el hermano mayor de Dalia.

─Dalia, ¿ese no es tu hermano? —cuestionó la morena, haciendo que Dalia de inmediato palideciera al reconocer a su hermano siendo acompañado por Harry Potter y Draco Malfoy... utilizando el carro mágico de su madre.

—¿Eso realmente importa? ¡Es Harry Potter! —exclamó Ginny con emoción, Luna por su parte sonrío y Astell bufó.

─Solo es otro alumno, Weasley. ─replicó Astell mientras una pequeña mueca se hacía presente en sus labios.

─Ay, por favor Astell, es una leyenda. ─dijo Dalia en un intento de que Ginny dejara de ponerse tan roja como su cabello.

─¿No será que te gusta cierto azabache? ─preguntó Astell con sarcasmo y dándole un pequeño codazo a Dalia, la cual rio.

─En lo personal soy más de rubios, para que lo sepan. ─aclaró Dalia, Astell a su vez alzó los hombros. Y a pesar de aquel fugaz momento, la preocupación de Dalia no disminuyó ni un poco. —Mi mamá matará a Xander... eso si él no se mata primero.

─Tal parece que Potter no siempre sigue las reglas, ¿no? ─murmuró Astell mientras enarcaba una ceja. —Si chocan y Harry se muere, tu hermano será la envidia de Voldemort.

—¡No digas su nombre! —replicó Ginny, pero antes de que Astell pudiera responderle, la voz de Luna se escuchó.

─Es un carro lindo, he de admitir.

Dicho eso, las niñas dieron por finalizada su conversación y volvieron a sus lugares una vez que el auto desapareció de su vista, cada una procesando lo que acababan de ver a su propio modo.

Entonces, el momento incómodo volvió, ya que Astell no pudo evitar mirar a Ginny de pies a cabeza, analizando su ropa. Se veía que era de segunda mano, por lo que hizo una mueca de desagrado bastante notorio. Su crianza había sido basada en creer firmemente que los traidores a la sangre no estaban a su altura, recordó las palabras de su mamá inmediatamente; "la pureza de la sangre es un privilegio, nos da superioridad".

Astell sabía que Dalia era más relajada en cuanto a las ideas puristas se trataba, y no podía evitar recordar a su hermana mayor, una traidora más ante los ojos de sus padres, un cero a la izquierda para la dinastía Wentz que según su padre, tenía una mentalidad mediocre. Y aunque Astell compartía algunas de las ideas de sus padres, no le gustaba mucho que se expresaran así de su hermana. Y mucho menos le emocionaba la idea de que en algún futuro llegaran a decir lo mismo de su mejor amiga.

Porque, aunque no pensaban igual, Dalia era mucho más su familia que sus propios padres.

─¿Desde cuándo son amigas ustedes dos? ─cuestionó Luna, logrando que Astell volteara a verla fugazmente, sin embargo, no respondió nada, por lo que Dalia tuvo que contestar.

─Astell ha sido mi mejor amiga y vecina desde que me mudé de México, hace seis años. ─respondió Dalia, haciendo que la atención de Luna y Ginny volviera a caer en ella. ─Verán, yo nací allá, igual que mi hermano y mi papá, solo que mi mamá nació aquí, en Londres. Nos mudamos cuando mi mamá nos dijo que mi hermano asistiría a Hogwarts y después seguiría yo, por lo que no tendría sentido seguir allá...

Dalia volteó a ver hacia la ventana con tristeza y Astell hizo una pequeña mueca, solo ella sabía la verdadera razón por la que los Vasileou se habían mudado de México y respetaba el hecho de que Dalia no quisiera hablar de ello frente a dos desconocidas, así que en lugar de agregar algo a la conversación, se mantuvo callada mirando por la ventana.

No pasó mucho tiempo antes de que en aquella ventana en la que antes se mostraba un paisaje soleado y verde, comenzara a mostrar la profundidad del bosque, la brillante luna y la noche que ya habían llegado. Fue entonces que a todos los estudiantes se les pidió que fueran a cambiarse ya que estaban próximos a llegar y sus respectivas casas los esperaban.

Y mientras que Ginny, Luna y Dalia mostraban su completa felicidad al sacar sus cosas, Astell solo tomó su maleta de mano ─que era en la que tenía su uniforme─ para poder ir a cambiarse a los baños del expreso.

─Iré al baño a cambiarme. ─informó Astell, más que nada para Dalia, y tras decir eso salió del compartimiento tan rápido como pudo. Siendo detenida por Dalia unos segundos después, ya que había salido detrás de ella.

─Astell, ¿qué te pasa? ─preguntó Dalia con amabilidad mientras sostenía el brazo de Astell, la cual volteó a verla y soltó un suspiro.

─Ellas me pasan, Dalia, tuvimos que haberlas sacado del compartimiento desde el momento en el que supimos que una de ellas era una Weasley... ─antes de que pudiera terminar, Astell fue interrumpida por Dalia.

─¿Y correr a Luna también? Vamos As, son nuestras primeras amigas y sabes que yo no soy fiel creyente de nuestras enseñanzas, si tú no quieres juntarte con ellas, está bien, solo no esperes que yo piense lo mismo que tú. Comienza a tener criterio propio, no tienes que ser igual a tus padres. ─y tras esto, Dalia se dio la vuelta para irse, dejando a Astell sola en el pasillo.

El expreso de Hogwarts comenzaba a detenerse y decir que los niños de primer año estaban emocionados era poco, todos los niños corrían por todos los lugares posibles del tren, buscando a sus amigos, pero Astell estaba en una situación diferente, tras haberse ido a cambiar y regresar al compartimiento con las otras tres niñas, su felicidad había sido erradicada por completo al encontrarse a unos Gryffindor de segundo año, entre los cuales se encontraba su hermana mayor.

Una historia larga para contarle a alguien que no fuera Dalia.

Pero definitivamente era historia suficiente para arruinar por completo el resto de su noche, aunque su noche sería mucho, mucho peor si al igual que su hermana mayor, quedaba en Gryffindor. ¿Esos eran prejuicios de las casas que tal vez no debería tener siendo una niña? Definitivamente sí, pero creció en una familia en la que la única oportunidad era quedar en Ravenclaw como su madre o Slytherin como su padre si no quería ser una decepción total para ambos.

No pasó mucho antes de que los niños de primer año cruzaran el lago negro en botes, siendo acompañados por el guardabosques. Astell había pensado mucho en lo que Dalia le había dicho, y tras darle muchas vueltas, había terminado subiendo en el mismo bote que Luna, Ginny y Dalia. Minutos después, toda la bolita de niños se encontraba siguiendo a McGonagall, que se había encargado de recibirlos en la entrada del castillo y los guio hasta llegar a estar frente a las imponentes puertas del Gran Comedor.

Después de varios minutos en los que todos los niños esperaron afuera, se les permitió entrar al lugar, y decir que la mayoría de ellos estaban encantados con el techo del Gran Comedor no era una exageración. Todo lo que Astell podía escuchar, eran las vocecitas diciendo lo increíble que era.

─El techo es muy hermoso. ─Dalia estaba asombrada por todas las estrellas que veía a través de el.

─Está embrujado, Lía. Deberías leer la historia de Hogwarts. ─unas niñas que estaban en frente de ellas se rieron, a lo que Astell frunció el ceño. ─¿Que es lo que les da tanta gracia?

─Que suenas igual que Hermione Granger, dicen que es una insoportable sabelotodo, me alegra no ir en el mismo año que ella. ─comentó una de las niñas tras haber soltado una risita, pero a Astell esto no le hizo mucha gracia y volteó a la chica para que quedara de frente a ella.

─Jamás en tu vida, me compares con un sangre sucia ¿entendiste?─la chica asintió, mirando con un ápice de temor a Astell. ─Más te vale. ─Astell siguió caminando con Dalia a su lado, la cual decidió mantenerse al margen de la situación. ─Esta gente es insoportable, insisto en que nos debieron enviar a Beauxbatons todo allá es mejor, incluida la comida. Es decir, no he probado la comida, pero estoy segura de que es así.

Astell veía el colegio con cierto desprecio, mientras la rubia estaba encantada de cada cosa que veía. Al llegar al frente, había un banco y un sombrero viejo, aunque Astell no sabía que tan segura estaba de querer que el polvo de aquel sombrero cayera en su cabello, no podía evitar sentirse emocionada. Lejos de todo el miedo y la presión que sentía por quedar en Ravenclaw o Slytherin, le entusiasmaba saber cómo sería el momento de su selección.

Y Dalia estaba igual que ella.

La selección empezó en menos de lo que esperaban y la profesora McGonagall comenzó a llamar a los niños de primer año en orden alfabético. Pronto fue el turno de Luna Lovegood y fue rápidamente seleccionada en Ravenclaw y dicha mesa se levantó entre aplausos y virotes al recibir a un nuevo miembro en su casa, lo mismo pasó con una niña de nombre Abby Snicket, que fue seleccionada en Slytherin y aquella casa imitó lo que los Ravenclaw anteriormente habían hecho.

─Vasileou Dalia. ─llamó McGonagall y al ver que los nervios parecían haber inundado a la pequeña niña, le dedicó una pequeña sonrisa. Por otro lado, Astell le dio un pequeño empujoncito.

─Todo irá bien, Lia. ─aseguró la morena en un susurro que finalmente logró animar a Dalia a ir hacia el banquito.

Astell pudo notar como Dalia veía hacia arriba en un intento por mirar el sombrero, tras algunos segundos el sombrero gritó fuerte y claro "¡HUFFLEPUFF!" y Astell pudo sentir la mirada de la rubia sobre ella. Estaba de más decir que la pequeña Wentz sintió como su corazón se oprimía al ver a Dalia tan decaída, por lo que le dedicó una pequeña sonrisa y levantó sus pulgares para animarla mientras la casa de los tejones aplaudía fuertemente.

Dalia estaba en donde debía estar.

Pasaron un par de niños más, incluida Ginny que como era de esperarse, quedó en Gryffindor. No fue una sorpresa para nadie que hubiera un Weasley más con los leones, y Astell incluso pudo pensar que el color de su cabello era un presagio de eso.

─Wentz Astell. ─al escuchar su nombre y ver que era de las últimas, Astell caminó con seguridad hacia el banco. En realidad sentía que podría desmallarse en cualquier momento, más cuando su hermana fijó su mirada en ella desde la mesa de Gryffindor.

Estaba tan inmiscuida en sus pensamientos que le fue imposible no brincar sobre su lugar al escuchar la voz del sombrero en su cabeza.

─No cabe duda, eres un águila desde los pies hasta la punta del último de tus cabellos. ─comentó el sombrero y finalmente Astell sintió que la presión abandonaba su cuerpo cuando el sombrero gritó. ─¡RAVENCLAW!

Ella no perdió tiempo antes de ir hacia la mesa de los Ravenclaw ─que se encontraban festejando, tal y como lo habían hecho desde que comenzó la selección─ y se sentó junto a Luna, tal vez Dalia no estaba tan equivocada y debía comenzar a tener su propio criterio.

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En la mesa de Griffyndor, Nephelle estaba feliz y orgullosa por su hermana y Dalia, quien era como otra hermana menor para ella, sin embargo, no tenía demasiadas ganas de seguir en el gran comedor pues había sido un pésimo día para ella. Sin muchos ánimos, alejó el plato con su cena y volteó a ver a Hermione y a Ron que se encontraban discutiendo por literalmente cualquier cosa, por lo que aclaró su garganta para que la escucharan.

─Iré a la sala común, no tengo mucha hambre.

─¿Quieres que te acompañe? ─preguntó Hermione de inmediato, mientras tanto, Ron acercó el plato que Nephelle había alejado a su lugar. ─¡Ronald!

─¡Ella no se lo va a comer! ─se excusó el niño y casi pudo percibir una sonrisa de diversión en la Wentz, lo que lo hizo sonreír ampliamente.

─Deberías quedarte a cenar. ─dijo Nephelle en respuesta a Hermione, la cual ladeó la cabeza. ─Los veré mañana.

Tras decir eso se levantó de la mesa y salió casi corriendo del Gran Comedor. Hermione y Ron sabían que había peleado con sus papás antes de que fueran a dejarla a ella y a su hermana al expreso de Hogwarts, y aunque eso había sido recurrente durante las vacaciones de verano, sabían que seguía afectándole.

Pero no intervendrían si ella no se los pedía, pues solía enojarse cuando ellos intentaban hablar de ello o hacer algo al respecto.

Mientras tanto, Nephelle salió tan rápido del Gran Comedor que al dar vuelta en uno de los pasillos chocó contra alguien más y ambos cayeron al suelo.

─¡Fíjate idiota! ─exclamó mientras sobaba sus manos, las cuales ardían debido al golpe que recibieron.

─Que lindo recibimiento. ─dijo la persona que la chica reconoció al momento por su voz, tal vez no podía ver mucho, pero estaba segura de que era él.

─¿Xander? ─el mencionado rio fuertemente y se levantó del piso antes de ayudarla a ella.

─No, Harry Potter. ─mencionó con una mezcla de sarcasmo y diversión.

─¡También estoy aquí!

─Cállate, Potter. ─reclamó Draco Malfoy. Nephelle suspiró al darse cuenta de que Xander iba con sus dos muéganos, aunque no sabía porque le sorprendía si ya era recurrente verlos juntos. Lo que sí que había sido raro era no verlos en el expreso en ningún momento.

─¿Por qué no se callan ambos?

─¿Por qué no estuviste en la cena? ¿O en el expreso?─cuestionó Neph con curiosidad, entonces los tres niños ─que habían empezado a discutir sobre quién debería callarse primero─ dejaron de hablar y se miraron entre sí, sin saber qué decir.

─Vámonos, rajita. No nos importan sus problemas de pareja. ─dijo Draco, jalando del brazo a Harry para poder llevarselo al Gran Comedor. —Quizás alcancemos algo de cenar.

─¡Yo sí quería escuchar!

Eso fue lo último que Nephelle logró escuchar del par, pues desaparecieron en la oscuridad de los pasillos.

─Ese es un gran storytime. ─aseguró Xander. ─Pero sin duda no es para este momento.

─Muy gracioso, Vasileou. ─comentó Nephelle. ─Tu mamá te matará y créeme que me reiré en tu tumba.

─Eres una grosera. ─dijo Xander, colocando una mano sobre su pecho con dramatismo. ─¿Sabes en que casa quedó Dalia?

─Hufflepuff, era evidente, esa niña es azúcar puro.

─Debo ir a verla, será una presa para todos. ─dijo alejándose justo por el mismo pasillo por el que se habían ido anteriormente Draco y Harry. ─Tal vez más tarde podamos besarnos en el quinto piso dulzura.

─¡Tienes doce años, Xander, contrólate! ─exclamó Nephelle, pero Xander ya se había ido.

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La cena pasó tan rápido que para cuando todos comenzaron a salir del Gran Comedor y Dalia y Astell por fin pudieron verse de nuevo, ya habían entablado conversaciones con varios niños de su edad en sus respectivas casas. Y al ver que comenzaban a ser arrastradas por los prefectos para mostrarles el camino a sus salas comunes, se escabulleron hasta un pasillo oscuro cercano a las mazmorras para poder hablar.

Luego se preocuparían por llegar a sus salas comunes.

Pero no contaban con que Xander, llevando tres burritos de carne en sus manos, las encontraría.

─¡Xander! ─la rubia corrió con su hermano, dándole un gran abrazo al ruloso, que se limitó a esconder los burritos detrás de él.

─¡Mi nueva tejona favorita! Felicidades por quedar en Hufflepuff, Lia. ─sostuvo con una sola de sus manos los burritos antes de alborotar el cabello rubio de su hermana.

─Yo quería quedar contigo o con Astell, ahora estaré sola en mi sala común.

─Harás amigos, estoy segura. ─dijo Astell, acercandose a ambos hermanos.

─Exacto. ─confirmó el azabache. ─Felicidades a ti también, Astell. Una Ravenclaw como tu mamá, es genial.

─¡Xander, tenemos hambre!

Al escuchar eso, los tres voltearon y pudieron ver al conocido niño de lentes cruzado de brazos al final del pasillo.

─No sabes lo insoportable que se pone Malfoy cuando no come nada. Lo único que he escuchado desde que te fuiste ha sido "mi pidri si intiriri di isti". Ya no soporto a ese...

─¡Harry! ─regañó Xander y le indicó con la cabeza que habían más personas a su lado.

Y mientras que el rostro de Dalia se iluminaba con emoción ya que por fin había conocido al famoso Harry Potter, el elegido y amigo de su hermano, Astell se cruzó de brazos y miró a Harry como si fuera la peor persona que había pisado el planeta.

Al notar eso, Harry frunció el ceño. Estaba acostumbrado a que las personas lo vieran de esa manera, pues al haber sido seleccionado en Slytherin hace un año, los prejuicios habían comenzado a perseguirlo por todos lados, recurrentemente escuchaba comentarios como "seguro cuando salga de Hogwarts se unirá a quién-tú-sabes", "es una lástima que el niño que vivió sea una serpiente". Pero era imposible que esa niña lo viera de esa manera por un prejuicio, después de todo, parecía ser amiga de Xander.

Y no estaba equivocado, Astell al ser una niña educada por Angele Wentz, tenía claras muchas cosas y una de esas era que los problemas debían de evitarse a toda costa, debía seguir las reglas a como diera lugar y arriesgar su vida por impuros y traidores era su condena de muerte. Ella juzgaba a Harry por tener ese complejo de héroe, lo juzgaba por simplemente ser Harry.

Y a partir de ese día, ambos se propusieron distintas cosas.

Harry se prometió saber que había hecho para no agradarle a la menor de las Wentz.

Astell se prometió juzgar a Harry por estúpido toda su vida.

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© Roxannedelacour & addictionsmic
27/06/2024

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