໒✦❫⋮ No más
Jackson se separa de Mark, rodeando la mesa hasta posarse a un costado. El ambiente estaba tenso, y los músculos del Alfa menor se endurecieron por los nervios que lo recorrían. Miró a Jackson acomodar nuevamente las bolas con el marco triangular, dejándolas listas para una nueva tirada.
—No dudes tanto, debes hacerlo con seguridad —dijo sin verlo, colocando la cara del seis al frente y tomando la bola blanca para dejarla cerca—. Si tiemblas, tu jugada no saldrá bien. Intenta una vez más.
Mark volvió a posicionarse, recordando la postura de antes, y sintiéndose un poco más aliviado al no tener al Alfa encima de él. Aunque claro, tenerlo de igual modo, mirando fijamente cada uno de sus movimientos implicaba también un nivel de presión en él. Respiró hondo, y movió el palo con mucha más firmeza, logrando dar de lleno en la bola seis y moviendo las demás, pero sin meter alguna otra.
—Muy bien, precioso —Jackson le regaló una sonrisa de lado bastante amigable—. Ahora es mi turno —la expresión de Jackson cambió a una mucho más seria y concentrada, similar a la que mostraba cuando se encontraban en algún reunión importante en Wǒmen de wèilái. Se colocó en posición, y tiró la blanca hacia el seis, logrando meter la bola diez—. Toqué la seis, así que vale.
Mark no dijo nada, y miró atento como Jackson se movía de un lado a otro alrededor de la mesa, metiendo todas y cada una de las bolas con una facilidad que sorprendía a Mark. Luego de un par de minutos después, solo quedaba sobre la mesa la bola ocho y la blanca, en una posición donde fácilmente podía ser encestada.
—Debí haber apostado algo... —se quejó Jackson, mirando la mesa. Subió la mirada hasta Mark—. ¿Lo hacemos ahora? Es la última bola.
Mark enarcó una ceja burlón. —¿Crees que caeré tan fácil? Esa la puedes meter justo ahora.
El contrario sonrió y en un tiro flojo movió la bola blanca, chocándola con la negra que era la ocho pero sin meterla en una de las cestas. —No lo hice, ¿apostamos?
—¿Qué quieres?
—Te lo diré después de jugar. ¿Tú?
El Alfa joven permaneció en silencio analizando sus probabilidades. Jackson había dejado en una mejor posición la bola ocho, por lo que un pequeño toque con la blanca la metería, sin embargo, podía fallar, y por su inexperiencia sabía que lo haría. Además de fallar, le revolvía el estómago pensar qué era lo que pediría Jackson por ganar.
Pero su lobo no opinaba igual.
Su lobo quería jugar, quería retar y ser retado. La adrenalina del animal estaba calando también en él, y cuando menos lo pensó ya había arrebatado de las manos el palo de billar a Jackson para posicionarse en la mesa. —También te diré lo mío luego.
Apuntó en dirección a la bola blanca, en un mismo ángulo que le pudiera dar a la ocho. Sabía que no debía usar tanta fuerza por la cercanía entre ambas bolas al hoyo, pero tampoco podía darle con suavidad ya que podía no ser suficiente y dejar su vida entera a Merced de Jackson. Tragó saliva, sintiendo su nuca algo sudorosa por los nervios, y dejó salir un pesado suspiro, moviendo su mano para iniciar su jugada golpeando la blanca.
El sonido de ambas bolas chocando dejaron su boca algo seca, y alzó sus cejas mirando la mesa con atención. Su pulso estaba acelerado, y la mano que sostenía el palo temblaba por la mezcla entre nervios y adrenalina.
—Vaya... —la voz de Jackson se hizo cercana cuando el Alfa se había posicionado a su lado, mirando de igual modo la mesa—. Qué mala suerte.
—Supongo... —asintió lento.
—Entonces, ¿qué quieres?
Mark, sin poder creer aún que había logrado ganar esa jugada, se giró a ver Jackson, sorprendiéndose al encontrarlo tan cerca. Su respiración se atascó, y sus ojos solo pudieron fijarse en los contrarios. Las facciones de Jackson eran algo a lo que Mark no podía acostumbrarse, y le asustaba el hecho de no poder hacerlo. Cada que mirada el rostro del mayor, se encontraba a sí mismo analizando cada porción, encontrando detalles que quizás había visto antes, pero que de igual forma llamaba su atención.
Jackson tomó de la nuca a Mark y tiró de él, juntando sus frentes pero sin dejar de verlo a los ojos. El aroma a canela de Jackson logró que el aroma de Mark se dispara, creando una sinfonía entre ambos olores. Se sentía débil, estaba en un punto en que se dejaba hacer con facilidad.
Tenía tanto miedo.
—¿Por qué me miras así? —cuestionó Jackson en su susurro, llevando su aliento caliente al rostro de Mark—. Aquí el precioso eres tú, eres tú a quien se le debe ver con tanta atención.
Mark cerró los ojos en cuanto la mano de Jackson comenzó a dejar suaves caricias en su cuello, cerca de su glándula de olor, logrando que la miel se disparara con más potencia. Jadeó cuando sintió los labios contrarios en la zona, y aunque quiso separarse, ya Jackson había apresado sus caderas son su fuerte brazo.
Estaba mal, estaba tan mal...
... pero su lobo parecía no entender.
Su animal respondía positivamente a las acciones de Jackson, y Mark solo podía preguntarse porqué un Alfa se dejaba besar por otro. Los labios del mayor recorrían su cuello en una lenta provocación, deslizando su lengua por toda la extensión como si se tratara de un dulce. Las piernas de Mark flaquearon, pero Jackson apretó el agarre, impidiendo que se separaran.
Un débil suspiro se escapó de sus labios cuando sintió los dientes de Jackson rozar su glándula de olor, y el mayor fue consciente de eso, repitiendo la acción una y otra vez, dejando leves mordidas.
—¡Ya la comida está lista, vengan a comer!
Mark abrió los ojos con rapidez, empujando con todas sus fuerzas a Jackson. Su respiración irregular era muy notoria, y miraba el suelo con pavor. ¿Qué estaba haciendo?
Limpió su cuello con intensidad, y subió la mirada hacia Jackson, tragando saliva en cuanto miró los ojos del contrario tener destellos de un azul eléctrico, además de notar sus colmillos algo salidos.
Alfa.
Sacudió la cabeza con desespero, y salió de la habitación como premura, llegando a la sala para encontrarse a Jinyoung, quien tenía puesto un adorable delantal de cocina y una enorme sonrisa en el rostro. Su corazón latió por la imagen, y es que Jinyoung era tan precioso que su sola existencia era algo que deslumbraba a Mark. Respiró hondo, y desvió un poco la mirada. El recuerdo de lo que había sucedido aún estaba presente en él. Se encaminó hasta la salida, dispuesto a irse, más las palabras de Jinyoung lo frenaron.
—¿Cariño, te encuentras bien? —preguntó el Omega preocupado, acercándose hasta Mark para tomar su rostro entre sus manos. Su lobo sacudió su cola con entusiasmo, y se encontró a sí mismo mirando atento las agraciadas facciones del joven.
—Estoy bien... —murmuró, no queriendo entrar en detalles. Iba a despedirse, decir que había surgido algo de imprevisto y no podía quedarse, pero no pudo, tener a Jinyoung tan cerca de él lo cegó por completo.
Jinyoung sonrió, acariciando las mejillas del Alfa con sus pulgares. —He preparado comida china como has pedido. También te he guardado unos envases para que te los lleves, aunque siempre que desees comer comida china puedes venir acá y la prepararé para tí, cielo.
Cálido, así se sentía Mark. El lindo Omega al frente de él lograba hacerlo sentir tan bien, que no era correcto siquiera recibir aquellas suaves caricias. No era correcta la forma en la que su corazón se emocionaba por un simple acto tan banal como pensar en él.
Relamió sus labios y alejó con suavidad las manos de Jinyoung, sonriendo de lado. —Muchas gracias...
Jinyoung sonrió sin mostrar sus dientes, enseñando aquellas preciosas arruguitas que se marcaban a los costados de sus ojos. Era tan fácil detectar el fuerte aroma de Jackson sobre el otro Alfa, y no debía ser muy inteligente para saber que su pareja había sido el responsable de la expresión deslocada de Mark. Por eso había acudido a él, para calmarlo y no arruinar la noche, aunque el simple hecho de percibir la miel y la canela juntos era una sensación exquisita, así que se dedicó a respirar profundo, encantado con la mezcla.
Su Alfa ya no estaba soportando tanta cercanía, y sabía que una situación como esa podía ocurrir.
El sonido de la puerta siendo abierta tensó los músculos de Mark, y Jinyoung dejó ir sus feromonas para calmarlo de inmediato. Miró a un costado a Jackson, analizando su expresión igualmente tensa. Eso solo le podía indicar que había estado luchando con su lobo, cuyo animal ya estaba cansado de tener a Mark cerca sin poder hacer nada.
Paciencia, Alfa. Habló a través de su lazo, y Jackson lo miró, lo asustas, debes tener cuidado.
Contigo no parece incómodo, Jackson hizo una mueca, y Jinyoung sonrió de lado. Solo porque soy un Omega, y él cree que eso es lo normal, pero un Alfa no. Debes entenderlo.
—Ya están los dos aquí, vamos al comedor para cenar.
Mark siguió los pasos de Jinyoung hasta entrar a lo que era el comedor de la casa, y a su nariz llegó el delicioso aroma de la comida. Su boca se hizo agua al mirar la mesa acomodada con todo tipo de platillos que lucían por demás de apetitosos. Pudo reconocer un plato lleno de Jiaozi, y otro lleno de unos dorados rollitos de primavera. Lo que parecía ser Chow Mein era el platillo principal, y estaba acompañado por un platillo lleno de pato Pekinés.
La sensación de añoranza lo cubrió por completo, recordando sus cenas junto al señor Wang, en donde hablaban hasta altas horas de la noche y terminaba siendo aconsejado por el Alfa mayor, quien le decía una y otra vez que buscara una buena Omega, y le recriminaba por pasar tanto tiempo trabajando y no disfrutando su juventud.
—Todo luce muy bien —dijo e hizo una reverencia—. Muchas gracias.
La pareja observó las acciones de Mark, adorando hasta la médula lo lindo y educado que era el Alfa. Les encantaba, no había nada de Mark Tuan que no les gustara.
—No las des, cielo —Jinyoung movió su mano—. Mejor siéntense mientras traigo un vino.
El Omega salió del comedor, y ambos Alfas tomaron asiento obedientemente. Mark ni se inmutó, pendiente de los platillos que habían al frente de él. Realmente extrañaba comer esa comida.
—Yo le enseñé a preparar los platillos —la voz de Jackson llamó la atención de Mark, quien levantó la mirada para verlo—. Solo le enseñé lo básico, pero él buscó más y se volvió experto.
Lo sucedido anteriormente aún estaba en su memoria, y el solo hecho de quedarse con el Alfa alteraba sus sentidos, pero debía comportarse, al menos por todo el esfuerzo que había hecho Jinyoung para complacerlo. Relamió sus labios, actuando como si nada hubiese sucedido.
—Su padre también cocinaba muy bien.
—No pensarás lo mismo una vez comas lo que prepara mi madre.
Mark sonrió. —Ruiji me comentó lo mismo una vez.
Jackson sabía que Mark no estaba siendo sincero, es decir, podía notar que no se sentía cómodo a su lado, y se sintió un idiota por eso. Se sentía como un Alfa hormonal, que no podía controlarse a sí mismo, pero todo el deseo acumulado de años lo volvían débil, arriesgando la mínima oportunidad de acercamiento con el Alfa.
—Lo lamento, por lo de antes —habló serio, pero Mark no levantó la mirada de su platillo. Jackson lo dejó ser—. Fui un imprudente, y no te lo merecías.
El silencio que permaneció en el comedor fue algo agonizante, pero Mark levantó la mirada hacia Jackson sin decir nada con palabras, decidiendo hablar con los ojos inconscientemente... y Jackson lo entendió.
Vio el miedo, vio la confusión, vio sorpresa, y también vio una lucha interna consigo mismo. El corazón del mayor se apretó de la peor manera, y su lobo se sintió castigado al saber que sus acciones habían provocado tales pesares en su precioso. Siempre que miraba a Mark, podía ver en sus ojos a un hombre fuerte, que no se dejaba intimidar por nadie, decidido, y fue eso y mucho más que lo atrajo, pero ahora no había rastro de ese Mark, y Jackson solo pudo sentirse aún peor.
¿Eso lo había causado él? ¿no se supone que debía...?
—Volví —Jinyoung anunció su llegada, trayendo consigo tres copas, dos en su mano izquierda y la otra en su mano derecha en conjunto con la botella de vino.
—Déjame te ayudo —se levantó Jackson, tomando la botella de vino para destaparla.
El Omega le regaló una sonrisa a modo de agradecimiento, y dejó los vasos sobre la mesa, colocando uno al frente de Mark y dejando un cariñoso toque sobre su mejilla. El Alfa sintió su pulso acelerarse, mirando a Jackson con algo de pavor, más el contrario estaba concentrado en su labor, no muy al pendiente de las extrañas acciones de su pareja.
Cuando la botella fue abierta en el estadillido del corcho, Jackson llenó las copas de los tres, vertiendo el líquido dorado característico del vino blanco en ellas. Dejó un sonoro beso en la mejilla de su Omega, y tomó asiento nuevamente.
—Mark debe ser el primero en probar la comida —comentó Jinyoung con emoción, mirando al recién nombrado—. Esta comida fue hecha para tí, así que espero y sea de tu agrado.
El Alfa sonrió sin mostrar los dientes, algo enternecido por las acciones del menor. Tomó los palillos, y picó un poco de pato, para colocarlo sobre los fideos y así tomarlos juntos, llevándolo a su boca. Cerró los ojos casi de inmediato cuando el sabor se hizo presente en sus papilas gustativas, y tuvo que reprimir un suspiro de gusto por tal comida. Masticó con calma, sintiendo la carne del pato bastante tierna, y los fideos en su punto exacto; ni tan duros, ni tan blandos.
—Woah... —dejó salir cuando por fin tragó, mirando a Jinyoung quien tenía una expresión ansiosa—. Esto está muy delicioso.
Jinyoung sonrió en grande, acercando los platillos de los rollitos de primavera y los Jiaozi hasta Mark. —¡Ten, come más, cariño!
Nuevamente Mark se sintió fuera de lugar por la forma de actuar de Jinyoung, pero más aún por el hecho de que Jackson no parecía molestarle ver a su Omega siendo cercano a otro Alfa. Es más, podía asegurar que su expresión era bastante calma, casi satisfecha.
Jackson bebió de su copa, y tomó uno de los rollitos para poder comerlo, mirando con diversión como Jinyoung quería atiborrar de comida a Mark, quien se veía incapaz de negarse, aceptando todo lo que el Omega le daba.
La cena transcurrió con normalidad, y sin que Mark se percatara estaba conversando con la pareja con bastante normalidad, disfrutando de la velada, del vino blanco y de la comida que parecía no acabar. Era extraño, pero se sentía cómodo en ese ambiente, siendo parte de ellos sin ser consciente. Ambos eran atentos con él, y Mark no pudo evitar sentirse encantado con aquel detalle. Jamás en su vida había sido el centro de atención.
Le gustaba.
—Time Square en navidad es alucinante —la voz de Jinyoung sonaba algo arrastrada, y su actitud era mucho más chispeante de lo que ya era—. Los billboard, las luces, la decoración, ¡todo es tan precioso!
—Nunca he ido, la verdad.
Jinyoung abrió los ojos. —¿Cómo que no has ido? ¡Si eres de América!
—Es que soy de Los Angeles —Mark se encogió de hombros, sorbiendo su bebida—. No viajamos mucho con mi familia, siempre íbamos a las playas cuando era temporada de vacaciones.
—Muy buenas playas —acotó Jackson.
—No me lo puedo creer... —Jinyoung aún estaba anonadado por la información. Miró a Mark con seriedad—. Vendrás con nosotros este año. Será nuestra tercera vez yendo con Seunie, y será un placer tenerte como nosotros.
—Jinyoung.
El Omega miró a su Alfa, alzando su ceja con confusión cuando notó la expresión endurecida de este. —¿Dije algo malo?
—¿Tercera vez? —Mark frunció el ceño con confusión, mirando a ambos. Jinyoung parecía no entender lo que sucedía, el vino haciendo efecto en su organismo, más sin embargo Jackson tenía una expresión de alerta—. ¿Cómo sería la tercera vez si ustedes se conocieron hace un par de meses?
—No le hagas caso a Jinyoung, ya está ebri-
La risa Jinyoung interrumpió las palabras de Jackson. —¿Par de meses? ¡Si tenemos ya un año y medio juntos! Lo que sí sucedió hace un par de meses fue que ese Alfa me marcara de una vez por todas.
Mark abrió la boca, mirando desconcertado al Omega que no hacía más que soltar pequeñas risitas. Jackson tragó saliva, y se levantó de su asiento, tomando los brazos de Jinyoung para alzarlo. —Vamos a la habitación, amor, ya estás muy tomado.
—No, déjalo que hable —Mark habló con firmeza, mirando una vez más a Jinyoung—. ¿Por qué me mintieron?
—Mark, no creo qu-
—No lo sé —se encogió de hombros Jinyoung—. Pudimos decirte que teníamos mucho tiempo juntos, pero Jackson decidió mentir. Lo único cierto fue la marca —el Omega miró a su Alfa con enojo—. ¡Tonto Alfa! ¡me hiciste esperar muchísimo cuando desde un principio te dije que podía vivir tu vida sin problema alguno!
—¿Por qué dice eso? —cuestionó Mark, pero Jackson lo ignoró, intentando llevarse a un terco Jinyoung que quería quedarse en la mesa—. ¿Jinyoung, por qué dices eso? ¿por qué Jackson tardó tanto?
—Duh, por tí, cariño —dijo con obviedad.
—Suficiente, nos vamos de aquí —Jackson tiró con la fuerza necesaria para poder levantar a Jinyoung, abrazando sus caderas cuando el Omega se tambaleó.
—Esperaré aquí —habló Mark, y Jackson detuvo sus movimientos—. Déjalo en su habitación, y vuelve. Responderás todas y cada una de mis preguntas, Jackson Wang.
El Alfa lo miró unos instantes antes de asentir derrotado.
—¡Ah, espera un momento! —se quejó Jinyoung y se alejó de los brazos de Jackson para volver hasta donde estaba Mark, envolviendo el cuello del Alfa y mirándolo con una sonrisa débil—. Adiós, cariño. Me hizo feliz que te gustara mi comida porque la hice con todo el amor del mundo.
Y sin que Mark pidiera advertirlo, el Omega dejó un casto beso en sus labios, separándose feliz y volviendo con Jackson, yéndose por el pasillo y girando cada tanto para sacudir su mano a modo de despedida. Mark tocó sus labios, y cerró sus ojos con fuerza, enojado por aquello que no sabía, por ser tomado como un idiota. Y nuevamente tuvo miedo, por todas las respuestas que recibiría.
🌼✨💙✨🌼
—Habla —demandó Mark una vez Jackson estuvo de vuelta. Se encontraban sentados en la sala, ocupando los muebles individual uno cada uno, estando al frente del otro—. Toda la verdad, ¿a qué se refería Jinyoung con que por mí no lo habías marcado antes? ¿qué tengo que ver yo en todo esto?
Jackson se removió en su lugar. —No había marcado a Jinyoung antes porque no estaba seguro si podía adaptarse a mí.
—Dijo algo como eso, de estar dispuesto a vivir tu vida.
—Sí, algo como así —el Alfa mayor suspiró, reposando su cabeza en el espaldar del mueble—. Jinyoung desde el primer momento en que lo ví llamó mi atención. Es un Omega precioso en todo el sentido de la palabra, y mi lobo, acostumbrado a solo reaccionar ante una persona, se volvió loco queriendo tenerlo cerca.
Acostumbrado a solo reaccionar ante una persona, Mark tragó saliva cuando aquellas palabras salieron al aire. Se sentía más confundido.
—¿Te gustaba alguien más? ¿alguna ex novia? —cuestionó.
Jackson sonrió de lado, aún sin mirar a Mark. —Fue amor a primera vista, y no lo he superado con el pasar de los años.
El lobo de Mark gruñó bajito.
—¿Qué tengo que ver yo aquí?
—Todo, precioso —Jackson alzó la vista, fijando sus ojos en Mark—, porque tú eres la persona que me gustado todo este tiempo sin cesar.
Los ojos de Mark se abrieron, pero rápidamente negó. —Te dije que hablaras con la verdad, deja de jugar conmigo.
—Estoy siendo honesto —el rostro de Jackson se endureció rápidamente, y Mark sintió pánico al verlo tan serio—. Jamás mentiría con algo así.
—¿Y crees que me creería algo así? ¡Es una incoherencia, Wang! —exclamó, levantándose del sofá—. Hablas de años, ¡nos conocimos hace unos cuantos meses! ¡deja de mentir de una jodida vez!
—¡No estoy mintiendo! —gruñó Jackson con fiereza, levantándose también, enfrentando a Mark. Sus fosas se expandían por el enojo, y en sus ojos destella pequeñas manchas del azul eléctrico de su lobo—. Mira mis ojos, mis acciones, mi forma de ser contigo, ¿crees que miento?
Mark lo miró, pero negó con fervor, alejándose del hombre, más Jackson tomó sus brazos, acercándolo una vez más a él. —Deja de mentirme, deja de utilizarme...
—No miento, no lo hago —insistió Jackson, tomando la nuca del menor como lo había hecho temprano, uniendo sus frentes. Ya no había enojo en sus ojos, Mark podía ver la desesperación—. Mi padre me enseñó una foto de tí cuando apenas estabas haciendo tus pasantías en la empresa, y mierda... no había momento en que tu precioso rostro volviera a mí.
—No, no, no... —negaba una vez tras otra, pero Jackson tomó su barbilla para afianzar su rostro y mantenerlo a una misma altura.
—Me gustaste desde el primer momento en que te vi, en aquel momento tu pelo era de un marrón muy oscuro, y tus ojos se veían algo temerosos por todo lo que veías, pero aún así tenías esa chispa de firmeza que te caracteriza.
—Jackson, basta.
—Déjame, por favor —el Alfa rogó, mirando a Mark con un desespero impropio de él—. Déjame decirte todo lo que siento por tí...
La manera en que la tristeza cubrió cada porción del rostro de Jackson debilitó a Mark. Lucía tan débil, tan desprotegido, que Mark sentía que al frente de él no estaba Jackson Wang, el jefe de Wǒmen de wèilái, el hombre de negocios que no tenía corazón para mandar órdenes ni despedir personal.
—Mi papá estaba encantado contigo —prosiguió soltando poco a poco a Mark—, no había día en que no hablara de tí. Mark esto, Mark lo otro... solo lograba que tú me gustaras más.
»Mi lobo... el nunca había reaccionado a alguien más como lo hizo contigo, y me sentía un enfermo, un anormal, ¡no debería de gustarme los Alfas! —sonrió con humor agrio, luciendo tan lastimado—, pero no me gustaban los Alfas, Mark, solo me gustas tú.
Relamió sus labios, dejándose caer sobre el sofá. »Mis hermanos no querían la empresa, y supongo que debía ser mía en cuanto creciera. Me gustaba, sí, pero ya era algo monótono para mí, sin embargo, cuando supe de tu existencia, me esforcé día con día para ser el mejor, para ser el jefe que tú merecías y del cual pudieses estar orgulloso. Tú amas tanto Wǒmen de wèilái que quería estar capacitado para cuidarla solo para tí. Todo es por tí, mi vida la he dedicado a tí.
Los ojos de Mark se llenaron de lágrimas, y desvió la mirada rápidamente, no siendo capaz de mirar a Jackson en un estado tan deplorable, tan vulnerable. Estaba desnudo, no literalmente, pero su alma se estaba abriendo y Mark podía verla.
—Cuando conocí a Jinyoung hace dos años, y mi lobo volvió a mostrar interés —bajó la cabeza, recordando aquel momento—. Mis ojos no podían despegarse de él. Para mí era el único que existía. No podía dejarlo ir, así que me acerqué y le platiqué, encontrando con que no solo era un cara bonita, sino que era alguien tan cálido y agradable con el cual podía conversar de todo y a la vez de nada.
»¿Sabes qué era por mejor de todo? Que podía dejar de ser el tipo enfermo que estaba enamorado de un Alfa que no sabía de su existencia.
—No te llames así... —las palabras salieron solas de la boca de Mark, pero es que ya no podía soportar escuchar al contrario denigrarse como lo hacía.
—Es que eso soy, precioso, y lo fui aún más cuando me di cuenta que no podía olvidarte aún cuando Jinyoung causara estragos en mí —sonrió cansino, y Mark sintió lástima—, y tuve miedo, porque no podía estar tranquilo con mi Omega sin pensar en tí.
»Me descubrió, creo que era algo obvio, y tuve que confesar mi pecado... pero él no se molestó, él solo dijo que eras muy apuesto, y no me sentí celoso, me sentí comprendido. Fue Jinyoung quien me propuso hacerte parte de lo nuestro.
—¿Hacerme... parte? ¿como una relación?
Jackson asintió. —La idea es alocada, pero solo pensar en tener a mis dos amores conmigo me hace el hombre más feliz del mundo. No la acepté de inmediato, no estaba seguro si Jinyoung aceptaría esa vida, pero fue sincero conmigo, y me aseguró estar de acuerdo con ello. A él también le encantaste una vez te miró, tienes ese efecto, precioso.
—¿Tu padre...?
—No tiene ni idea la escoria de hijo que tiene —sonrió sin ganas.
Mark asintió, y se encaminó hasta la salida del hogar, siendo detenido por Jackson quien se levantó rápido del sofá para tomar su mano. Ambos Alfas se miraron fijamente, pero Mark fue quien dio el primer paso alejando el toque del contrario.
—Mark.
—Ya escuché suficiente. Te preparaste para ser digno para mí, incluso Jinyoung estaba dispuesto a ser el Omega de dos Alfas, pero, Jackson, ¿en algún momento pensaron en mi? —apretó la mandíbula—. ¿Jamás pensaron en lo que yo quería? ¿si los aceptaría así como así? Volvieron mi vida un desastre, lograste que ir a trabajar fuera un martirio para mí. Jugaste conmigo, me probaste hasta ver a dónde podías llegar, tú y tu Omega.
El chico negó decepcionado. »Solo soy un antojo de ambos, que desecharán una vez me tengan.
Salió finalmente de la casa, sintiendo su mirada borrosa por las lágrimas. Se sentía usado, burlado, como un premio el cual debían ganar. Se llevó una mano al pecho, sintiendo a su lobo gimotear, él era el más afectado, porque así como Jackson, su animal solo había reaccionado ante ellos, pero se sentía dolido, porque mientras lo suyo fue espontáneo, lo que la pareja hacía solo era una actuación para lograr su cometido.
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