Dust, un repostero que se hizo famoso por sus exquisitos pasteles, los cuales tenían un sabor único, El, junto con su mejor amigo, Horror, hacían pasteles que hacían sentir a los compradores en el mismísimo paraíso.

Classic, un comensal de otra cuidad, el cuál llegaría a aquella repostería para probar los exquisitos postres que le proporcionaban aquellos reposteros.

No sabía, que el famoso repostero estaba perdidamente enamorado de este,a tal punto de estar obsesionado con aquel comensal, revisaba todas sus redes sociales, para ver lo que publicaba, estar atento todo el tiempo en lo que hacía, pensar en él en todo momento.

Tan solo pensar en su existencia lo hacía sentirse en el paraíso, verlo aunque sea en fotos o televisión hacían que sintiera como sí su corazón se estuviera derritiendo.

Esa repostería, tenía un oscuro secreto, el porque sus postres tenían un sabor tan exquisito....

Estaban nada más y nada menos que hechos por la carne de los humanos, los cuales eran cazados por el mejor amigo de nuestro protagonista.

El sabor de la carne humana, mezclada con la masa de los postres era simplemente exquisita, eran muy selectivos con la carne de aquellos humanos, no dejarían que un humano con problemas en su carne llegará a sus exquisitos platillos.

El comensal había llegado, notó como toda la repostería estaba en perfecto estado, las muestras estaban frescas, y el lugar brillaba de tan limpio.

Por la cocina, Horror trataba de calmar a su mejor amigo, el cual respiraba de una manera sumamente agitada, le emocionaba demasiado que el amor de su vida estuviera en su local.

– Piensa como hormiga, piensa como hormiga, ¿Qué hacen las hormigas?– decía el de cráneo roto, intentando calmar a su amigo.

– ¡S-siguen con su trabajo! ¡Y trabajan muy duro!–

– ¿¡Y qué te detiene de trabajar tan duro como una hormiga!?–

– ¡¡NADA!!–

– ¡¡ENTONCES VÉ Y DA TÚ MEJOR ESFUERZO MALDITA SEA!!–

Dust fue en dirección al comensal, determinado, este no los había escuchado, ya que las puertas que detenían la entrada de la cocina, estaban cerradas, y estas, eran tan gruesas, que no se podía escuchar el grito de alguna persona pidiendo ayuda.

– Hola, muy buenas tardes, bienvenido a la repostería "dulce y miel", ¿Podría tomar su orden?–

– Hola, muchas gracias, – dió un bostezo y lo miró neutral.– ¿Podría darme lo menos dulce que tenga? O lo más impactante.–

– Claro, enseguida lo traigo.– volvió a la cocina, cerrando las puertas tan gruesas que habían en aquel establecimiento.

Horror empezó a trabajar, mientras Dust se dedicaba a calmar sus nervios, normalmente Horror hacia todo el trabajo de la masa, y Dust la decoración, pero como el de capucha estaba tan ocupado calmando sus nervios, un trabajo solo no haría daño, ¿Verdad?.

El clásico tuvo curiosidad, nunca había visto la cocina de aquella repostería, salió del local y buscó alguna entrada por fuera de este, logró encontrarla, y entrar a la cocina sin ser visto o escuchado, observó como el caníbal separaba el hueso de la carne de un brazo humano.

Quedó horrorizado, dió algunos pasos hacia atrás, sus piernas temblaban, tanto que terminó cayendose.

Para su mala suerte, el caníbal tenía un perfecto sentido auditivo, había escuchado los huesos del clásico estrellarse contra el frío suelo de aquella repostería.

El de cráneo roto miró a Dust, dándole a entender que alguien se había dado cuenta del secreto de aquellos postres.
Dust fué de inmediato con el clásico.

–... ¡¡Ustedes están locos!! ¡SON UNOS MALDITOS LOCOS!– Lo miró con demasiado miedo.

–. . . Disfrutaré tanto tú compañía... – y antes de que el contrario pudiera gritar, fué noqueado por Dust, con nada más y nada menos que su hombro, era fuerte, Horror lo había ayudado a ser tan fuerte.

....

Abrió las cuencas, todo lo qué miraba era una pared de ladrillos grises, estaba muy oscuro, a penas sí podía distinguir los ladrillos de la oscuridad.
Miró a sus manos, estaban encadenadas, por unas cadenas que estaban pegadas a la pared.

Escuchó como una puerta se abría, era aquel repostero, el cuál mantenía una sonrisa, traía puestos unos guantes rosados, y un mandil igual de rosado, ambos estaban manchados por unas manchas rojizas, mientras sostenía una bandeja llena de cupcakes.

Se acercó al clásico, dejó la bandeja a un lado y se sentó enfrente de él, manteniendo esa hermosa y psicópata sonrisa aún.
Se quitó los guantes, y acarició la mejilla izquierda del clásico con sumo cariño, mientras entrecerraba sus cuencas con tranquilidad.

– "hueles a vainilla..." – se acercó más al rostro contrario, para dar una lamida larga por la mejilla derecha del comensal, y volver a sonreír.– Sabes a crema de mantequilla...– le colocó al clásico una correa color roja, para posteriormente jalarla de manera un tanto brusca, acercándose al cuello contrario, más específico, la parte que no estaba tapada por la correa.– Estás llenando mis sentidos... Con calorías vacías...– estuvo a punto de dar una lamida en ese pálido cuello, pero escuchó como tocaban la puerta, era su mejor amigo, con fastidio se alejó de este y decidió volver con su amigo a la repostería, tal cerca, pero tan lejos.–

Estaba cada vez más asustado, ese loco podría matarlo en cualquier momento, solo se quedó viendo al suelo completamente espantado.

Pensó que podría matarlo en cuanto se cansará de él... Pero . . .

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Dust: Y así, niños, es como su padre se enamoró de mí. *Dijo sonriendo dulcemente, mientras miraba a su esposo de reojo, el cual tenía una sonrisa miedosa, no tanto pero bueno.*

Duns: . . . Lo secuestraste y empezó a amarte? Que romántico!

Lack: eso da miedo... Pero bueno, *se le echó encima a su hermano* ¿Jugamos, rata blanca?

Duns: hey! No soy una rata blanca! *Estaba a punto de golpear a su hermano, pero este salió corriendo al patio mientras reía, obligandolo a seguirlo.*

Dust: ¿No es hermosa nuestra familia, amor mío? *Jaló un poco la correa.*

Classic: *todavía tenía demasiado miedo, pero tendría que acostumbrarse.*

Porque ... El amor de ese psicópata, duraría... Para siempre... ❤︎