𝗼𝗻𝗲. 𝚆𝚘𝚘𝚍𝚜𝚋𝚘𝚛𝚘

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HALLEY RILEY:

"... Anoche, dos adolescentes de último año de la preparatoria Woodsboro, fueron brutalmente asesinados sin un ápice de compasión. Al parecer, Casey Becker y Steve Orth planeaban ver una película juntos sin saber que su noche se transformaría en una completa pesadilla..."

Me detengo abruptamente y sostengo con firmeza la radio portátil. Parece que el mundo se para de golpe y me empuja hacia adelante, es la misma sensación que me produce cuando Tatum frena repentinamente en el auto y se siente como si recibiera un golpe seco en el pecho.

«Pero estoy seguro de que mañana te enterarás de quién soy, y querrás darme las gracias», aquellas palabras que retumban en mi cabeza y me atormentan, ni siquiera sé cómo es que recuerdo lo que aquel sujeto anónimo me dijo con exactitud, pero parece que sus palabras se han grabado en algún rincón de mi cerebro sin posibilidad de deshacerme de ellas.

Inconscientemente, volteo la cabeza hacia un lado, justo en donde varios reporteros se encuentran haciendo su trabajo; pero verlos allí me perturba, y no sé cómo sentirme al respecto. En otro momento, la curiosidad estaría carcomiéndome por completo, pero ahora, solo puedo pensar en que deseo estar del otro lado del mundo sin haberme enterado de nada. Me tiembla la mano y la siento helada luego de haber estado agarrando con fuerza la radio. Me saco los audífonos que llevo puestos y las voces de todos a mi alrededor parecen tomar más fuerza de lo normal. Estoy aterrada. Solo quiero acercarme un poco más y escuchar que, en realidad, solo se tratan de estudiantes bromeando o que solo han encontrado a alguno vendiendo drogas. Si se trata de lo último, espero que Dylan dejara la marihuana dentro de mi casillero antes de que lo atraparan. Ahora la necesito más que nunca y, teniendo en cuenta que me cobró el doble la última vez, no puede dejarme sin nada.

Temiendo lo que llegue a escuchar, me detengo junto a un grupo de chicos que se encuentran bromeando al respecto. Eso me tranquiliza por un instante, porque significa que no se lo están tomando en serio, y si no se lo toman en serio, quiere decir que puede no ser real.

Pero entonces, veo a Dewey caminando hacia mi dirección. Está uniformado y se mantiene serio mientras se acerca. Escuadriño en todas las direcciones y me percato de las patrullas de la policía. ¿Por qué no me di cuenta antes? Tal vez estoy en negación y ni siquiera me permito prestar atención más allá de lo que sucede dentro de mi cabeza.

Dewey me saluda con un asentimiento de cabeza y una sonrisa de labios cerrados. Noto en la expresión de su rostro que se avecina una terrible noticia, aunque supongo que ya estoy enterada.

-Supongo que ya te has enterado -dice al verme bajar la mirada-. Vas a ser interrogada.

La presión se me baja de inmediato. Siento mi cuerpo helarse en un instante.

-¿Qué? ¿Por qué? -Seguro ha escuchado mi podcast y se ha enterado de aquella llamada extraña.

-No, no te preocupes, Hall. -Se apresura a tomarme de los hombros para tranquilizarme-. Van a interrogar a toda la escuela, en especial a los de último año. Aún no se sabe quién pudo asesinar a Casey y Steve, queremos saber el motivo.

Alzo una ceja, incrédula ante lo que acabo de escuchar. Es real, está sucediendo. La llamada de anoche era una advertencia verdadera.

Dewey se despide rápidamente cuando un par de reporteros se le acercan para hacerle preguntas, pero él se niega, argumentando que aún no hay suficientes detalles y se aleja para evitar que me molesten a mí también.

Más intranquila que nunca, entro al edificio de la preparatoria, deseando que Dylan haya dejado lo de siempre en mi casillero. Sin embargo, al abrirlo, solo encuentro un par de hojas sueltas y algunos libros que probablemente nunca leeré. Eso me irrita aún más. Lo necesito ahora más que nunca. No es que lo haga todos los días, pero de vez en cuando, necesito relajarme un poco.

Me doy la vuelta sin despegarme del casillero y me encuentro con el de Steve Orth. Veo varías de sus fotos pegada a medias y tantas cartas a su alrededor como en el suelo. Un par de flores decoran los bordes de su puerta de una manera casi ridícula. Muchas personas van a extrañarlo, lo hacen saber en un par de notitas; las mismas personas que lo amaban y lo admiraban. Sin embargo, yo no puedo dejar de pensar en cuanto deseo que se queme en el infierno. Al igual que Casey Becker.

Entro a la oficina del director Himbry luego de escuchar su llamado.

No sé que esperar. Dewey solo me dijo que me interrogarían, pero al ver sus movimientos torpes e indecisos cuando me ve, me da la sensación de que también mencionarán aquél tema que yo solo busco olvidar de una vez por todas.

El sheriff Burke me sonríe cuando tomo asiento frente al escritorio. Le sonrió de vuelta antes de que el director Himbry apoye sus manos en mis hombros y comience a acariciarme mientras me explica por qué estoy aquí. Le dirijo una mirada molesta y me sacudo para que se detenga, pero parece no captar mi incomodidad. Él sigue hablando e incluso deposita toda su atención en mi hermano y en el sheriff.

-¿Le importaría dejarnos solos? -Dewey interrumpe su parloteo asfixiante.

-¿Por qué? -pregunta perplejo.

-El oficial Dewey es el hermano, puede quedarse con nosotros, no se preocupe -le hace saber el sheriff Burke al director-. Tenemos que hablar sobre un tema confidencial, Himbry, espero lo comprenda.

Mientras el Director asiente con la cabeza resignado a irse, por mi cabeza pasan muchas cosas que he hecho mal durante meses. Pienso en que Dylan no me ha dejado la marihuana como de costumbre y vuelve a alterar mis nervios. ¿Lo han atrapado también? Por eso no lo vi en la clase de literatura.

Por el rostro de Dewey sé que no se debe tratar sobre eso. Estaría molesto de haberse enterado que una de sus hermanas fuma yerba y sabe quién la vende. Nunca lo he visto enojado y espero que nunca suceda.

-¿Conocías a Casey Becker y a Steve Orth, cierto? -su pregunta suena más a una afirmación.

Yo asiento con la cabeza despacio y sin decir una sola palabra. Dewey ya no es capaz de mirarme, en su lugar, sus ojos se encuentran centrados en la ventana detrás de mí. Empiezo a mover una de mis piernas impaciente por saber lo que tienen para decirme.

-Halley, sé que tal vez sea chocante hablar con nosotros sobre esto, pero necesito que seas completamente honesta al respecto, ¿está bien?

Por favor, no...

-Creo que no logro entender...

-Hall, ¿trataste de denunciar a Steve Orth a finales del año pasado? -pregunta Dewey sin rodeos-... Anónimamente -aclara luego de unos segundos.

Tengo la impresión de que una soga se ajusta alrededor de mi cuello dejándome sin aire al instante. No quiero hablar sobre eso, pero la mirada del sheriff Burke me advierte que no tengo escapatoria aunque intente escapar de aquí corriendo.

Mis ojos se desvían hasta la puerta de la oficina solo para confirmar que está cerrada. Apuesto a que hay más de un oficial escudriñando la escuela por si alguien, como yo, planea escaparse. Me siento atrapada hasta que luz en la pared me recuerda que hay una ventana justo detrás de mí. Si me lanzo antes de que me tomen, tal vez logre escapar, aunque las probabilidades de acabar en coma o fracturada sean altas. Pero no me interesa; cualquier cosa es mejor que sufrir aquella humillación de nuevo.

No soy capaz de volver a tolerar algo como eso.

Pero entonces, la voz de Dewey desbarata todo mi plan. Me debilita. Él es consciente de que lo hace, sobre todo con lo que dice.

-Estoy contigo ahora, Hall. Todo el mundo puede pensar lo que quiera sobre mí, pero eres mi hermana... -Se arrodilla frente a mí y me toma de las manos. Yo aún soy incapaz de reaccionar, lo cual no sé si logra calmarme o asustarme-. Y creo en ti.

Devuelvo la mirada a Burke y me doy cuenta de que su expresión es, por poco, decadente. No sé descifrar si es por culpa o enojo, y una parte de mí quiere que sea por ambos. Muy en el fondo, lo deseo.

Suspiro, intentando aliviar el dolor de mi pecho. Casi puedo sentir mi garganta desgarrándose por el esfuerzo que hago al no llorar. No puedo, y me niego rotundamente a hacerlo.

Cierro mis ojos y solo veo agua. Los abro nuevamente y me tranquiliza seguir viendo el rostro amable de mi hermano. Tomo una bocanada de aire antes de confesar lo que he estado sintiendo desde hace meses.

-Denuncié, es cierto -admito-, pero yo no maté a Steve Orth ni a Casey Becker. Aunque hubiese deseado poder hacerlo.

Dewey asiente, como si estuviese de acuerdo.

-¡Oye, Hall! -Escucho la voz de Tatum detrás de mí. Me giro sobre mis pies y la veo agitar sus manos desde la fuente-. ¡Ven!

Observo a todo nuestro grupo de amigos sentados junto a ella. Sidney me regala una sonrisa antes de girarse hacia Billy, quien le susurra algo al oído. Randy se vuelve en mi dirección y, al verme, sus labios se curvan en una enorme sonrisa, como si estuviera contento de encontrarme. Luego, devuelvo la mirada hacia Tatum, pero mis ojos se desvían inconscientemente hacia Stu. Niego con la cabeza rápidamente, luchando por ahuyentar cualquier pensamiento inapropiado. A pesar de que ruego con todas mis fuerzas no prestarle demasiada atención, su rostro se queda grabado en mi mente, como si fuera un castigo del universo por haber visto de manera incorrecta al novio de mi hermana.

Me odio cada día por eso.

¿Pero cómo puedo deshacerme de estos sentimientos? Se sienten como alfileres clavados en mi pecho haciéndome sangrar, pero, de algún modo, no me importa lo suficiente.

Apenas me siento a un lado de Randy y él me abraza por encima de los hombros como lo hace habitualmente.

-¡Miren quién se dignó a aparecer! -exclama con diversión-. Por un momento creímos que la policía te había atrapado.

Mi cuerpo se tensa.

-¿Atrapado? ¿Por qué? -pregunto rápidamente.

Randy se ríe.

-Pues alguien tuvo que matarlos, ¿no es así?

-¿Y por qué piensas que he sido yo?

Randy me mira como si hubiese dicho una estupidez; sin embargo, es interrumpido rápidamente por Stu.

-¿Te preguntaron si sabías cazar?

Alcé una ceja confundida. ¿Por qué me preguntarían algo cómo eso?

Aunque ahora que me doy cuenta, no tengo idea de cómo fueron asesinados Casey y Steve más allá de la descripción de la periodista: "brutalmente asesinados". Por supuesto, ¿pero con exactitud, cómo pasó?

-¿Sientes un poco de curiosidad? -pregunta divertido-. Recuerda que la curiosidad mató al gato -bromea, aunque algo en su tono de voz me dice que tiene una pizca de verdad.

-Un poco -le respondo-. Pero prefiero quedarme con las ganas de saber.

Randy chista con la lengua.

-Por favor, los destriparon; no hay tanta ciencia -espeta, y luego hace desdén con la mano para restarle importancia.

-Gracias, Randy -masculla Billy desde el otro lado de la fuente. Me da una mirada fugaz antes de voltear a Sidney otra vez.

-A mí no me preguntaron eso -comenta Tatum confundida.

-Es una respuesta simple: es imposible que lo haya hecho una chica -Stu sonríe orgulloso de su comentario.

Por un instante me planteo el hecho de que me parezca atractivo. Estoy segura de que sería lo mejor: desenamorarse con una decepción. Pero no puedo engañarme de aquella manera. Sin importar cuánto lo intento, sigue poniéndome nerviosa.

-Eso es sexista -señala Tatum.

Sé que siguen conversando sobre el tema; puedo oír sus voces atenuadas mientras me sumerjo en mis pensamientos. Mi mirada se fija en el rostro perturbado de Sidney. No logro entender cómo puede mantenerse en pie después de una tragedia tan devastadora. Ni siquiera puedo imaginar lo que sería perder a mi madre de una manera tan horrenda como le sucedió a ella, o perderla en cualquier sentido de la palabra.

Es por eso que la admiro, aunque no sea capaz de decírselo.

De todos modos, soy consciente de que aún lidia con demasiados problemas. En eso puedo entenderla un poco más.

-¿Cómo se destripa a alguien? -susurra Sidney a modo de pregunta.

Estoy a punto de responder con una simple palabra: «Psicópata», pero Stu se me adelanta con una respuesta más creativa:

-Tomas un cuchillo y lo abres de la ingle al esternón -explica.

Billy le lanza una mirada fulminante y yo entrecierro mis ojos.

-Se discreto, imbécil.

Escucho el canto de un ave a lo lejos y sé de quién se trata. Cuando me doy la vuelta, me siento aliviada de ver a Dylan caminando en mi dirección con una sonrisa de oreja a oreja. Baja las escaleras de la puerta principal de la preparatoria y se endereza cuando tiene que pasar junto a un par de policías que vigilan la zona. No puedo evitar sonreír yo también.

-Yo no maté a nadie -escucho a Stu y vuelvo a él perpleja. ¿En qué momento la conversación escaló a tanto? Solo me distraje unos segundos.

-Nadie dijo eso -musitó Billy.

-¡Gracias, viejo! -Stu se gira en su dirección.

Ni siquiera me interesa seguir escuchando su boba pelea. Solo quiero que Dylan camine más rápido de lo que puede y me entregue de una vez lo que me pertenece. Agarro la correa de mi mochila y me pongo de pie ansiosa. Tatum no tarda en darse cuenta.

-¿Vas con él de nuevo? -Ella lo sabe y nunca lo cuestiona, aunque sé lo que piensa con solo ver sus ojos-. Solo... ten cuidado.

Intento dejarla tranquila con solo un asentimiento.

Antes de darme la vuelta para ir con Dylan, noto la mandíbula de Stu marcada y una evidente mirada molesta. Quiere decirme algo, pero se abstiene de hacerlo cuando Billy le lanza un pedazo de uva en la cara.

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