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📼|Episodio 26
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[Halley]:
Los rumores son ciertos, habitantes de Woodsboro: aún no estoy muerta.
No les voy a mentir, preferiría haberme ahogado en la piscina esta tarde, pero le prometí al director de la preparatoria que sacaría las fotos para el anuario de mis clases esta semana. Podría haberlo enviado al carajo, lo sé, pero es un buen tipo después de todo. Además, no quiero presumir, pero soy bastante buena capturando el lado fotogénico de todos. Sé que mis compañeros me amarán.
Pero bueno, no vienen a escuchar la historia de mi vida y mis increíbles habilidades.
Habitantes de Woodsboro, vayamos a lo importante.
Parece mentira que la mayoría de asesinos en serie nacieran en los malditos Estados Unidos de América, pero no lo es. A veces deseo cavar un túnel desde mi casa hasta la otra punta del mundo con tal de excluirme de ellos, pero es una maldición de la cual nunca podré deshacerme. A menos que me haga pasar por muerta y rehaga mi vida con una nueva identidad y nacionalidad.
Cómo sea...
Charles Milles Manson.
Nacido el 12 de noviembre de 1934 para ser un líder sectario solo para obligar a las personas a escuchar su puta música.
-Risas de Halley-
No es información verídica, pero me gusta creerlo. Es un idiota de todas formas, no merece mi respeto.
¿Quieren conocer el número de víctimas de este psicópata?
Bueno, supuestamente la policía solo fueron nueve casos de homicidio, pero, ¿de verdad vamos a creerle a la policía? Estoy convencida de que estaban comiendo una rosquilla, seguros, dentro de sus patrullas, mientras una de las víctimas de Charles era brutalmente asesinada, violada... o cosas peores (si eso es posible).
Pero esa es solo mi opinión, aquí no vengo a dar clases de moral ni nada parecido.
-Risas de Halley-
Ustedes sabrán si algún día quieren que mencione sus nombres en mi podcast junto a la palabra 'psicópata' o si quieren ser normales.
Ahora...
-Tono de llamada-
Oh, parece que alguien está ansioso por que atienda su llamada.
-Halley atiende-
[Halley]: ¡Hola, habitante de Woodsboro! ¿Prefieres que me dirija a ti por tu nombre o te gustaría mantener el anonimato?
[Anónimo]: El anonimato es mi parte favorita de este programa.
[Halley]: ¿Me equivoco o tu voz suena algo distorsionada? Te tomas muy en serio lo de ser un completo desconocido.
De todos modos, ¿cuál es tu pregunta de esta noche, desconocido?
[Anónimo]: Dime una cosa, cometa Halley, ¿te gustaría jugar un juego divertido?
[Halley]: Umm, podría interesarme. ¿De qué se trata?
[Anónimo]: ¿Cuál es tu película de terror favorita?
[Halley]: Me gusta 'Carrie', ¿sabes de cuál te hablo?
[Anónimo]: ¿'Carrie'? Su madre era una perra religiosa, ¿cierto? Sí, recuerdo haberla visto.
[Halley]: Que forma interesante tienes de describirla. Me gusta.
[Anónimo]: -rie-
[Halley]: ¿Y cuál es tu película de terror favorita, anónimo?
-Silencio-
[Halley]: ¿Hola?
-Silencio-
[Halley]: ¿Sigues ahí?
[Anónimo]: ¿Sabes de esa película en la que una chica está sola en su casa, preparándose palomitas para ver una película de terror, hasta que un número desconocido la llama para hacerle preguntas?
[Halley]: No... Nunca la he visto.
[Anónimo]: Pues que mal.
Tal vez si te digo el nombre de la chica, te suena.
[Halley]: Dímelo.
[Anónimo]: Casey Becker.
-Silencio-
[Anónimo]: ¿Qué sucede, Halley? ¿Acaso viste un fantasma?
[Halley]: ¿Qué mierda está mal contigo?
Randy, ¿acaso eres tú? Debí saberlo. Eres el único que escucha este podcast a pesar de que les pedí que no lo hicieran.
Eres un idiota, ¿lo sabías?
[Anónimo]: No soy el maldito de Randy.
[Halley]: Sí, claro.
Entonces, ¿quién eres?
[Anónimo]: No tengo un nombre o edad que logre tranquilizarte. Pero estoy seguro de que mañana te enterarás de quién soy, y querrás darme las gracias.
[Halley]: Bueno, quienquiera que seas, este es un programa de radio sobre asesinos en serie, y a menos que tengas algo interesante que decir al respecto, aburres a mis oyentes.
[Anónimo]: Ya lo veremos más adelante.
-Halley cuelga la llamada-
✦—🫀—✦
HALLEY RILEY:
Mis manos tiemblan más de lo que deberían; normalmente lo hacen. La ansiedad rara vez permite que mi cuerpo se encuentre en calma y quieto. En las noches, no puedo dormir por lo mismo; solo cuando el sol se asoma por mi ventana soy capaz de cerrar los ojos un momento. La ansiedad se disipa de mi cuerpo y mi mente se encuentra tan cansada que es incapaz de pensar en cosas de las que no puedo ocuparme. Sin embargo, no dura demasiado, porque enseguida Dewey viene a despertarme para que vaya a la escuela.
Ese es mi día a día.
Pero ahora parece que me estoy ahogando tanto que el agua lucha por brotar de mis lagrimales. Tal vez lo estoy exagerando; mamá siempre dice que lo hago. Pero ahora me siento distinta con lo que ocurrió.
Ni siquiera me despido de mis oyentes; solo apago la transmisión y me lanzo en el sofá del ático. Me acurruco junto a las almohadas y observo la luz de la luna posada en el marco de la ventana.
Cierro mis ojos y me quedo casi una hora sin mover un dedo en un intento en vano por quedarme dormida cuanto antes. Por supuesto que no sucede. En su lugar, la impresión de que el agua me cubre el cuerpo entero me provoca tal grado de terror que no logro seguir en la oscuridad que me rodea. Me levanto del sofá y camino hasta la ventana que nunca dejo de observar en silencio. Me genera tranquilidad perderme en la luz de la luna; pero en cuanto corro la mirada de ahí, se siente como si el solo hecho de respirar me quemara por dentro y solo me dejara con el deseo de dejar de hacerlo. Es horrible sentirse así: como si quisieras quedarte dormida por días.
Me asusto cuando una sombra aparece repentinamente en la ventana. Doy un salto hacia atrás y me tropiezo con una madera del suelo que se encuentra sobresalida. Se supone que Dewey debía repararlo, se lo he pedido miles de veces, pero parece olvidarlo por completo cada vez. No lo culpo. Después de todo, soy la única que sube aquí.
La sombra en la ventana se vuelve más clara y me doy cuenta de quien me acaba de provocar tal susto que casi se me sale el estómago por el trasero.
—¡Stuart! —pronunció entre dientes. Me pongo de pie y lo observo sonreír de oreja a oreja mientras da ligeros golpecitos sobre el cristal—. Estás demente.
"Lo sé" logro leer en sus labios.
Me acerco a la ventana y la abro enseguida. Si mamá lo escucha caminar por el techo, despertará a Dewey y lo hará investigar por toda la casa hasta que encuentre a Stu. Tatum y yo acabaríamos castigadas una vez más por su culpa. No es que yo tenga algo que ver, pero, por alguna extraña razón, siempre termino involucrada en los problemas de los demás, sobre todo cuando se trata de mi hermana.
Stu entra sin cuidar el sonido de sus movimientos, lo cual causa que mis puños se cierren con fuerza por el miedo a ser descubiertos. Ni siquiera me preocupo en hablar con mi hermana, lo hice antes, pero a su novio no parece importarle lo suficiente como para dejar de venir durante la madrugada.
—¿Por qué respiras tan fuerte y tus pasos se escuchan como si fueses a cavar un pozo? —mascullo.
Lo golpeo en el hombro, molesta.
—¡Tranquila! —sisea—. Hall, ¿podrías ser más amable conmigo? No trato de matarte.
Al igual que todo nuestro grupo de amigos, Stu me llama "Hall". La primera en hacerlo, fue Tatum cuando teníamos cuatro años y ella creyó que era una idea brillante que ambas nos apodaramos. Yo solía decirle "Tati", aunque no le agradara del todo. Como sea, hace meses he dejado de llamarla así. No tengo idea del porqué, pero creo que ella tampoco se ha dado cuenta de ese detalle, así que no es tan importante como para conversarlo.
—Yo si quiero matarte ahora —le aseguro mientras le doy una mala mirada.
A Stu parece divertirle mis palabras porque sonríe aún más.
—Inténtalo.
Me cruzo de brazos mientras me alejo de él.
—Mientras duermas.
Stu solo se ríe. Le doy una mirada rápida al percatarme de que solo lleva una camiseta blanca sin mangas. Recuerdo haberlo visto por la tarde con una camisa de mangas cortas sin abotonar (él nunca lo hacía). Era de un verde tan claro que apenas era notorio si no le prestabas demasiada atención. También tenía estampados de palmeritas en todas las direcciones con colores más fuertes.
Pero ahora no la tiene. Tampoco la lleva amarrada en su cintura del modo que lo hace cuando tiene demasiado calor como para seguir llevándola puesta.
Sacudo mi cabeza cuando me doy cuenta de que llevo unos largos segundos observándolo, así que le hago una seña para que me siga, como siempre. Ni siquiera puedo estar parada frente a él sin sentir que el aire pesa sobre mi cabeza. A veces no sé si su altura me provoca miedo o me atrae más de lo que me gusta admitir. Odio el sentimiento que me provoca su sola presencia, tanto que casi hace que lo odie a él.
Me agacho y agarro la puerta del ático con cuidado. Suele rechinar tanto que despertaría a los vecinos si esa fuera mi intención. Volteo la cabeza y noto que a Stu no parece importarle en absoluto ser descubierto. Observa a nuestro alrededor hasta que sus ojos se detienen en el micrófono que está junto al ordenador.
—¿Sigues con tu programa? —pregunta con curiosidad. Sin embargo, percibo una ligera curvatura en sus labios.
—Eso es lo que intento —le respondo sin querer mostrarme demasiado interesada.
Me apresuro a terminar de levantar la puerta del suelo y comienzo a bajar las escaleras. Me detengo a mitad de camino cuando una duda surge en mí.
—Creí que habías venido más temprano.
—Lo hice —asintió sin darle demasiada importancia—, pero Tatum se durmió y yo tenía hambre. Tu madre aún no me acepta del todo, mucho menos me dejará comer su comida. Además, sabes que no puedo dormir sin comer, es como hacer la tarea de matemáticas sin ayuda; termina mal.
Tal vez dejó aquella camisa en su casa.
Resoplo y sigo bajando las escaleras. Stu me mira por última vez antes de hacer un gesto de soldado y bajar detrás de mí. Cuando ambos llegamos abajo, dejo que él se encargue de cerrar la puerta nuevamente. Casi siempre lo hago yo, pero cuando es de madrugada, a Stu se le hace más fácil hacerlo sin terminar despertando a todos en la casa.
—Estoy pensando seriamente en plantar un árbol frente a la ventana de Tatum para que sea tan fácil subir como bajar de allí y así no continuas molestándome —murmuro mientras camino por el pasillo oscuro con cautela.
—Pero así no podría pasar tiempo contigo —susurra cerca de mi oído. Me alejo rápidamente—. Aunque siempre busques deshacerte de mí.
—No te soporto, eso es diferente —le aseguro, deteniéndome frente a la puerta del cuarto de mi hermana.
Se lleva el dedo índice a la boca y sonríe con los labios sellados. Finge una mueca, como si estuviera sopesando mis palabras con cuidado.
—No creo que eso sea cierto, Hall.
Doy un paso hacia él.
—El que tú no me creas, no hace que mis palabras sean menos ciertas, Stuart.
Me da un suave golpecito en la frente con el mismo dedo que antes acariciaba sus labios.
—Sigo sin creerte.
Doy vuelta los ojos, y antes de que cualquiera agregue algo más, sigo mi camino hasta llegar a mi cuarto. Stu no entra al de Tatum hasta que yo no cierro la puerta.
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