31.5 ⌗ Voz de ángel ೃ࿔

—Preséntamelo.

—No.

Namjoon apretó sus labios, mirando a Yoongi escribir en su libreta con concentración. Ya había perdido la cuenta de cuántas veces le había pedido a su amigo y compañero de clases que le presentara al intérprete de sus canciones y este se negaba una vez tras otra. Namjoon era un tipo empecinado con lo que quería, y poder trabajar con quien portaba tan preciosa voz era uno de sus caprichos.

—Yoongi...

—Ya te dije que no —respondió sin levantar la mirada de lo que escribía.

—¡No me das ni una mísera razón! —se quejó—. Solo quiero conocerlo, no pido más.

—Quieres conocerlo para trabajar con él y no lo voy a aceptar —ahora sí lo miró—. Es mi mejor amigo, y solo trabaja conmigo.

—¿Qué parte de "solo quiero conocerlo" no entiendes?

El de ojos gatunos lo miró con su clásica seriedad disfrazada de aburrimiento y desinterés para luego volver a negar. —No te voy a presentar a Seokjin.

—Así que se llama Seokjin... —sonrió complacido por la primera pista del amigo del pálido, y Yoongi chasqueó la lengua ante su descuido.

—Si no quieres trabajar con él, cosa que dudo mucho, ¿cuál es tu afán por conocerlo? —inquirió cerrando su libreta y ordenando sus cosas. Pronto sería su hora libre y justo ese día compartía su almuerzo con Seokjin.

—Tengo una teoría, ver-

—Ya me aburrió, hablamos otro día.

Bostezó al tiempo en que se levantaba de su asiento, y caminaba hasta la salida, escuchando las quejas de Namjoon siendo exclamadas con ahínco. Rió por ello, pero no le dio mucha importancia. Sabía que Namjoon seguiría con el fastidio hasta que se dignara a presentarle a Seokjin, cosa que no sería pronto. Primero, debía conocer las razones de Namjoon para querer conocer a Seokjin, cosa que no le importaba por lo cual nunca terminaba de escucharlo. Segundo, debía tener ganas de presentarlos, y esto también estaba muy lejos de suceder. Finalmente, debía consultarlo con Seokjin. Siendo su amigo tan introvertido con respecto a hacer nuevas amistades, debía saber su opinión sobre presentarle a uno de sus compañeros. Y claro, esto último no se iba a dar si el primer y el segundo punto no terminaban por concretarse.

En pocas palabras, Namjoon conocería a Seokjin cuando le diera la gana.

Demás estaba decir que, siendo ambos sus amigos más cercanos, si a estas alturas de la vida no se han conocido era un claro indicio de que no era necesario que lo hicieran. Listo, Yoongi le dejaba todo a la vida y el destino.

Pero Namjoon, entre todos sus defectos conocidos, era terco, empecinado, y no aceptaba un "no" por respuesta cuando realmente quería algo; como lo era conocer al tal Seokjin. Así que, siguiendo sigilosamente a Yoongi, —un logro muy grande dado a su notable estatura y musculatura— llegó al punto de encuentro del pálido con su mejor amigo. Este dato lo conocía desde antes, los miércoles y viernes eran los días que Yoongi se escabullía entre los pasillos y se perdía durante todo el horario de almuerzo. Jamás lo había seguido antes, respetando siempre su privacidad, ¡pero ya no podía aguantar más! Debía conocer al dueño de esa voz que no salía de su mente desde el día en que lo escuchó.

Voz de ángel, Namjoon lo llamaba así, y tenía la teoría, esa que iba a comentarle a Yoongi antes de que este muy irrespetuosamente lo interrumpiera, que solo las personas hermosas podían poseer bonitas voces. Bien, que no todos los cantantes son físicamente atractivos, pero igual Namjoon quería, a juro y porque sí, conocer a Seokjin.

Frunció el ceño cuando sintió que perdió a Yoongi de vista, pero pronto lo visualizó caminando a la par de un chico un poco más alto. Debía ser él, por supuesto que sí, Yoongi jamás estaría con aquella postura de total confianza con alguien que no sea de su total agrado.

Era ahora o nunca.

—¡Yoongi!

El nombrado sintió su cuerpo erizarse de mala forma cuando escuchó aquel llamado de alguien que conocía a la perfección. Cerró sus ojos, y contó hasta diez si no quería cometer asesinato a tan corta edad de su vida. Planeaba graduarse y pudrirse en su propia riqueza antes de acabar con la existencia de quienes no les tenía mucha estima.

—¿Te están llamando? —preguntó Seokjin deteniéndose, más Yoongi negó.

—La peste negra —lo tomó del brazo, caminando más rápido—. No le hagas caso, puede oler el miedo.

—¿Ah?

—¡Yoongi, aguarda!

Y Yoongi no pudo hacer nada, pues ya tenía a Namjoon parado al frente de ellos, mirándolos con interés. Más a su acompañante que a él mismo. Solo Min y el Dios a quien tanto le reza Seokjin sabían cuánto tuvo que aguantarse para no soltarle un puñetazo en el rostro a Namjoon, justo en aquella sonrisa bobalicona que tenía de adorno.

—¿Qué quieres? —masculló entre dientes, cruzándose de brazos.

—U-uh, yo... ahm...

Eso lo conocía a la perfección. Aquel balbuceo, esos nervios y la sensación de no saber qué hacer o qué decir. Vamos, que Yoongi ha estado en la vida de Seokjin desde hace un montón de años como para saber lo que sucedía. Que había sido él mismo quien le había dado nombre: el efecto Jeon Seokjin.

Más allá de su interminable desinterés de presentar a sus dos amigos, Yoongi sabía lo que hacía y porqué, y esta era una de las razones. Conocía a Namjoon, un chico abierto en todo el sentido de la palabra, y conocía, —obviamente— a Seokjin, un chico precioso en todo el sentido de la palabra. ¿Resultado de todo esto? Lo que vemos a continuación; un Namjoon anonadado y embelesado por Seokjin, quien sabía de sobra lo incómodo que estaba por la mirada del alto.

Gruñó ante eso último, y chasqueó los dedos al frente del rostro de Namjoon, trayéndolo de vuelta a la vida.

—¿Qué quieres? —repitió—. Y que sea importante o te pateo de vuelta al útero de tu bellísima madre.

—¡Yoongi! —regañó Seokjin, y miró al chico al frente de él con timidez—. ¿Necesitas algo?

La boca de Namjoon se sintió seca, al igual que su cerebro tratando de responder como una persona normal y no soltar penosos balbuceos. Había conocido chicos de todos tipos. Altos, bajos, rubios, morenos, asiáticos y extranjeros, pero sentía que en aquel momento todo lo conocido era solo una bruma en su memoria. Seokjin, ¿era real? Si era sincero, al escuchar su voz siendo usada en una de la tareas de Yoongi, quedó gratamente atraído, tanto que la melodía de aquella producción quedó en su mente por días. Había intentado darle rostro; ¿sería alto? ¿tendría ojos marrones o negros? Su cabello, ¿lo usaría natural? Tantas ideas cruzaron su mente, pero ninguna de ellas le hacía justicia a quien era Seokjin realmente. Porque justo al frente de él estaba un chico que... no creía tener las palabras exactas para poder describirlo.

—Es mudo —habló Yoongi, y Seokjin abrió sus ojos sin entender—. Ya le digo que lo veré más tarde.

Y terminando de decir aquello, Yoongi solo le sacó el dedo del medio y luego apuntó el camino por donde había venido.

—¡Min Yoongi!

—¡Qué irrespetuoso! —Namjoon lo miró serio, más luego carraspeó cuando los ojos de Seokjin cayeron sobre él—. Soy amigo de Yoongi.

—Ni te topo, hombre, fuera de aquí.

Seokjin intercambió su mirada entre ambos chicos que solo se veían mal. —¿Son amigos o no?

—Sí somos —insistió el moreno.

El pálido rodó los ojos pero asintió. —Sí, somos amigos.

—Oh, ¿y por qué no lo dijiste de un principio? —Seokjin miró al contrario—. Mucho gusto, soy Jeon Seokjin.

Jeon Seokjin.

Jeon Seokjin.

Jeon Seokjin.

Listo, Namjoon anotaría esa fecha en su calendario. Ya no era voz de ángel, ahora era voz de Jeon Seokjin, porque ese chico era lo mismo que un mensajero de Dios. Su madre estaría tan orgullosa de él al escucharlo halagar de esa forma tan religiosa.

—Es que me daba pena decir que tenía un amigo de piel... oscurita —murmuró Yoongi, más Seokjin le proporcionó un codazo.

—Soy Kim Namjoon, un placer conocerte, Seokjin —sonrió sin poder evitarlo, y casi llora cuando notó que los ojos del precioso chico se habían desviado hasta sus mejillas, específicamente a sus hoyuelos.

Si Seokjin quería verlos más a menudo, Namjoon no tendría problemas en sonreír para él.

—Bien, ya se presentaron, Namjoon probablemente no tenga nada importante que decir así que nos vamos —Yoongi volvió a tomar del brazo a Seokjin, pero este se plantó en su lugar.

—¿Lo tuyo no es importante? —inquirió Seokjin a Namjoon—. Parecías buscar a Yoongi con interés.

El moreno abrió los ojos, más luego movió sus manos. —Se lo diré después... mejor los dejo solos.

—Aleluya —alabó Yoongi.

—Está bien —Seokjin se encogió de hombros—. Ten buen día, Kim.

—Tú también, Seokjin.

Sacudió su mano a modo de despedida y miró a Yoongi junto a Seokjin caminar a lo que era el patio trasero de la universidad. Comunmente las personas no iban ahí ya que no había nada más que bancas, mientras que en el comedor estaban algunas tiendas de comida. Aquello llamó su atención, más decidió que por ese día había hecho mucho y había logrado mucho. Rememoró el etéreo rostro de Seokjin, y sintió como su vida se renovaba por completo.

De algo estaba seguro, iría a por más.

—Tú eres grosero de por sí, pero lo fuiste aún más con tu amigo.

Yoongi rodó los ojos ante el tono de regaño de Seokjin. Ambos habían llegado a la que denominaron su banca, y comenzaron a sacar su comida.

—Pensé que serviría de algo, pero quedó tonto —miró a su amigo con burla—. Ya sabes, el efecto Seokjin.

Las mejillas del nombrado se colorearon con fuerza, y comenzó a reír producto de los nervios. —¿A él? No lo creo.

—¿Por qué no? —inquirió intrigado por la reacción de Seokjin.

Comunmente cuando decía que alguien había caído bajó sus efectos, —que en su mayoría eran chicas— su amigo era más propenso a regañarlo o decirle que parara con eso. Pero que se sonrojara y que se riera. ¿Medio curiosito, no?

—Es que tu amigo es todo grande, y alto, muy masculino —comenzó a explicar, moviendo sus manos tratando de darle forma a sus palabras—. No se ve del tipo... ya sabes. Namjoon es todo lo que a las chicas les gusta.

—Yah... —masticó despacio la comida—. También puede ser todo lo que le gusta a los chicos.

Seokjin apretó sus labios y asintió, bajando la cabeza a su propio almuerzo. —Bueno, eso también.

Las alarmas se encendieron en la cabeza de Yoongi, pero lo disimuló bien. Lo repetía, conocía a Seokjin de años, incluso más que él mismo, así que aquella actitud pensativa de su mejor amigo solo era indicio de que todo lo que en su mente era una suposición... pues ya no lo era tanto. Yoongi lo observaba, y sabía cosas que Seokjin ni se imaginaba.

—Igual es un tonto. ¿Viste como balbuceó?

—Yo pensé que era tierno —se encogió de hombros.

—Hizo un escándalo por nada.

—Estaba nervioso, fuiste cruel con él.

—Además, ¿por qué sonreía tanto? Le faltaba poco para parecer al Joker.

—¡Ah, pero tenía hoyuelos! —defendió, y luego sonrió—. Siempre envidio a las personas que los tienen. Siempre he querido tenerlos.

El pálido dejó la conversación hasta ahí, y Seokjin se dedicó a comer lo que su madre le había preparado para aquella ocasión. Yoongi lo miró de reojo, y sonrió disimuladamente. Siempre le había parecido curiosa la forma en la que Seokjin se relacionaba con las personas, más aún con las del sexo opuesto. Su amigo era popular, así que tener enamoradas no era algo que le sorprendiera, pero el hecho que Seokjin no sintiera mínima emoción por ello sí le llamó la atención. Seokjin podía aceptar que habían chicas bonitas, pero hasta ahí. Ninguna acaparaba su atención.

Yoongi no le dio importancia a ello, puesto que para Seokjin solo importa su familia, sus notas y él. No había espacio para algo más. Sin embargo, cuando había llegado a las manos de su amigo una carta de confesión de un chico anónimo, las cosas fueron diferentes. Seokjin por primera vez mostró emociones, y Yoongi, por supuesto, las analizó todas. Seokjin se mostró nervioso, y no podía dejar de hablar de ello, luego miraba a todos los chicos, buscando por alguna pista de quién pudiese ser su admirador secreto. Con el tiempo fue dejándolo pasar, el chico nunca hizo acto de presencia y Seokjin se cansó de buscar. Pero Yoongi jamás olvidaría aquella etapa de su vida. Es decir, ¿cómo olvidar la vez que descubrió una parte oculta de su mejor amigo?

—Seokjin.

—¿Mhm?

—Namjoon ha dicho que tu voz es preciosa.

La comida en la boca de Seokjin se fue de mala manera por su garganta y comenzó a toser con desespero, teniendo a Yoongi golpeando su espalda para ayudarlo.

Igual, ya no había más dudas. Todo estaba sobre la mesa.

『 🐨 』

Lo pensó, realmente lo hizo. Se había negado tantas veces que ya estaba un poco receloso si preguntar o no. Lo que menos quería era perseguir a Yoongi cual acosador, incluso cuando lo hizo una semana atrás se arrepentía por aquel fallo en contra la privacidad de su amigo. Él no era así. Sin embargo, no podía soportarlo más.

—¿Puedo ir a comer contigo y con Seokjin? —soltó atropelladamente, cerrando sus ojos con fuerza y apretando el bolígrafo que sostenía en su mano.

No hubo respuesta alguna, abrió levemente sus ojos, y se encontró a Yoongi escribiendo como si nada. Como si acababa de hablar al aire. Abultó sus labios, ahora sí dejando todo de lado y mirando directamente al contrario. Estaban en la casa de Namjoon, haciendo una tarea que si bien era individual, se estaban apoyando mutuamente. Era jueves, y Namjoon sabía que mañana viernes era día de encuentro de ambos mejores amigos. Había dejado pasar demasiado tiempo para el que realmente quería, y ya no podía esperar por ver de nuevo al bonito chico.

—¿Yoongi? —el nombrado solo dejó salir un sonido, dándole a entender que lo estaba escuchando—. Ah, responde, idiota.

—Lo estoy pensando —respondió, aún concentrado en su trabajo—. Dijiste que solo querías conocerlo, ahora quieres almorzar con nosotros, ¿cuál es tu excusa ahora?

—Bueno, yo-

—Y ve directo al punto —cortó—. No vengas con teorías, tesis y estudios científicos.

Namjoon relamió sus labios, y se dejó caer sobre su cama, mirando el techo de su habitación como si este contenía la razón de su inexplicable interés en Jeon Seokjin. Que tan inexplicable no era, ya que Namjoon podía dar una larga lista de razones por la cual aquel chico de labios naturalmente abultados parecía no querer salir de su mente. Namjoon no era alguien superficial, es decir, la apariencia sí atrae, pero a él lo cautivaba más una personalidad compatible con la suya. Sin embargo, no podía negar que Seokjin parecía haber sido hecho con todo el amor de sus padres. Moldeado a la perfección. Además de ello, el chico parecía sumamente humilde e interesado por el bienestar de los demás, eso lo había comprobado al verlo tan preocupado por la actitud tan tosca y odiosa de Yoongi para con él aquel día. Y su voz... Namjoon juraba que no había una como la de él, y quizás hayan mejores, pero para su gusto, la voz de Seokjin era como medicina.

—Quiero conocerlo —soltó.

—Eso ya lo hiciste.

—No, quiero conocerlo en verdad —insistió—. Quiero conocerlo a profundidad. Me gustaría ser cercano a él. 

Yoongi no dijo nada en aquel momento, dejando de lado su tarea para mirar la foto que tenía Namjoon sobre la mesa en donde estaba trabajando. Era una foto en donde salía Taehyung, el hermanito menor de Namjoon, y el mismo, ambos abrazados en una playa que desconocía el nombre. La fotografía era de muchos años, puesto que su amigo, quien llevaba su cabello tinturado de azul, en aquel momento lo llevaba naturalmente negro, y Taehyung, quien en ese momento tenía ocho años, en la fotografía se le veía con a penas cinco. Sin quererlo, aquella imagen le hizo recordar a los hermanos Jeon, tan unidos como lo eran los Kim. Quizás aquello parecía algo sin importancia, pero Yoongi sentía que Namjoon parecía tener mucho en común con Seokjin de lo que realmente sabía. Eso lo había notado mucho tiempo atrás, por eso es que había forjado una buena amistad con el moreno.

—Seokjin es importante para mí —se giró en su asiento para mirar a Namjoon—. Mucho.

—¿Te pone celoso compartir tu amigo? —se burló Namjoon, más al ver que Yoongi no lo insultó supo que aquello era un tema delicado para el contrario.

—No es eso, Seokjin puede tener las amistades que él quiera —hizo una mueca—, el problema es ese, que no sabe hacerlo. Soy el primer y único amigo de Seokjin, y lo conozco desde los quince...

—¿Antes de ti...?

—Nadie —zanjó la duda—. Seokjin era casa-escuela. No había más nada a partir de ahí. Nos hicimos amigos porque prácticamente lo adopté.

Y no mentía. Recuerda haberse acercado a Seokjin un día y de ahí jamás se alejó, llevando al delgado y alto pelinegro, —en aquel entonces— con él a todos lados. Fue cosa de costumbre el pasar el rato juntos que los hizo autodenominarse mejores amigos.

En la cabeza de Namjoon aquello no terminaba de configurar. Si hubiese asistido a la misma secundaria que Seokjin no hubiese dudado en acercarse para forjar una amistad. —¿Tan solo estaba?

—Tampoco tanto. Seokjin era popular, es decir, era un alumno excelente y ayudaba a los demás. Cualquiera que se acercara a él podía mantener una conversación, pero de ahí a ser amigos, Seokjin no tenía a nadie —Yoongi se levantó de su asiento para tirarse a un lado de Namjoon, ahora ambos mirando el techo de la habitación—. Quiero que entiendas, Namjoon, que no voy a dejar que te acerques a mi amigo por puro capricho, ni mucho menos porque te parece atractivo. Si quieres conocerlo, así como dices tú, entonces te adentrarás en su vida, y solo voy a permitirlo si piensas permanecer ahí todo el tiempo que sea posible.

Yoongi lo miró. »O hasta que él mismo te haga entender que no eres necesario. Solo así te puedes ir.

—Quieres mucho a Seokjin —murmuró Namjoon, no con burla, sino como una afirmación, y le causaba calidez la manera en la que Yoongi parecía dispuesto a evitar que Seokjin saliera lastimado.

—Es mi hermano.

Y aquella conversación quedó hasta ese punto, ambos volviendo a sus deberes que requerían atención. Si antes tenía curiosidad, ahora esta se había multiplicado. Quería saber todo sobre Seokjin, quería escucharlo hablar, quería saber lo que le gustaba y lo que no, qué carrera cursaba en la universidad, y qué planes tenía a futuro. Quería ser su amigo, quería formar parte de su reducido círculo cercano.

Yoongi no se rehusó a que se le uniera al día siguiente, y aunque al principio Seokjin parecía cohibido con su presencia, Namjoon dejó a un lado su evidente nerviosismo e hizo de aquella reunión una plática amena que ayudó a que Seokjin también se soltara y hablara con comodidad. Los tres parecían conocerse de años, y Namjoon se sintió aliviado al ver que Seokjin no estaba renuente a su improvisada invitación. Una que se repitió la semana siguiente, y la siguiente a esa, así hasta cumplir meses en donde Seokjin ya había bajado sus muros de inseguridad para dejar entrarlo a él.

Meses en donde ya no solo se encontraban miércoles y viernes, sino que se encontraba en la salida y regresaban los tres a sus respectivos hogares. Meses en donde los fines de semana habían planes repentinos y se encontraban en alguna pizzería para llenarse hasta tope de comida y reír de cosas que la mayoría del tiempo no tenían sentido. Meses en donde Seokjin visitó su casa, conoció a sus padres y a su pequeño hermanito, y como siempre lo hacía, terminó ganándose a todos con esa preciosa sonrisa que iluminaba todo. Meses en donde pudo conocerlo más, donde supo que estudiaba Gastronomía y su sueño era tener un restaurante, que amaba a sus padres y los admiraba, y que su pequeño hermanito era su más grande adoración. Meses en donde pudo entender el recelo de Yoongi con respecto a Seokjin; porque era puro e inocente, con un corazón enorme. Y él mismo se vio cuidándolo sin percatarse, cayendo en la misma protección disimulada que tenía Yoongi para con Seokjin.

Meses y meses, hasta que se dio cuenta una tarde en el estudio de la universidad, luego de que Seokjin se haya tenido que ir de improvisto a la escuela de su hermanito ya que el niño se sentía mal. La puerta del lugar se oyó al ser abierta, y levantó la mirada para encontrarse con Yoongi.

—¿Estás bien? —preguntó el pálido, dejando su mochila en el suelo y tomando asiento en el sofá del lugar—. ¿Dónde está Seokjin?

—Fue a buscar a Jungkook. Tenía malestar de gripe.

—Mhm, ya —asintió. Miró a Namjoon, y alzó una ceja—. ¿Por qué esa cara? Jungkook es más fuerte que el odio. Estará bien.

—No es eso.

—¿Entonces? ¿Seokjin no te ayudó? Me voy a reír si fue así.

Namjoon negó. —Me ayudó, ya tengo la canción grabada.

—No entiendo por qué estás tan apagado si trabajar con Seokjin es lo que has querido desde que lo escuchaste cantar —ladeó la cabeza—. No lo creo, pero, ¿sonó mal?

Volvió a negar. —Sonó perfecto. Creé la canción pensando en su voz.

—Al punto, Namjoon —rodó los ojos y se levantó del sofá para acercarse hasta el equipo y mirar por él mismo lo que había hecho Namjoon. Había un único archivo con el nombre "I Love You" y lo reprodujo, escuchando una balada acompañada de la voz de Seokjin. La escuchó con calma, analizando la letra, la música y todo tipo de acorde que había. Era simple, suponía que solo era el borrador, ya después Namjoon se encargaría de arreglarla, pero estaba bien—. Falta un piano, tienes que aprender más, no puedes saber solo lo básico. Es un buen trabajo, Namjoon, sé que terminarás creando algo muy bueno. ¿Qué hay de malo?

—Que hice la canción pensando en su voz.

—¿Y? Eso lo haces siempre.

—También la hice pensando en él —suspiró y miró a Yoongi con la culpa comiéndolo vivo—. Creo que me gusta Seokjin.

—¿Crees?

—Me gusta Seokjin —corrigió.

El contrario lo miró unos instantes antes de desviar la mirada, asintiendo. —Sí, lo pude notar.

—¿No estás... molesto? —preguntó nervioso. Se sentía como si le pidiera permiso al padre de Seokjin.

—Solo dime una cosa, ¿qué te gusta de él?

—De Seokjin... todo —sonrió y bajó la cabeza—. No hay algo que puedo decir específicamente. Incluso las cosas que creo que no me gustan, lo hacen, porque forman parte de él y lo hacen ser quien es. No sé si él me corresponda algún día, tampoco lo presionaré para ello. Solo me gusta, mucho, y soy consciente de ello. ¿Es malo?

—Lo único malo que veo es hacerlo repetir "te amo" tantas veces cuando a penas te gusta —las mejillas de Namjoon se volvieron rojas y Yoongi se burló por eso—. No está mal lo que sientes, porque sé que jamás le harías daño a Seokjin, me lo has demostrado.

—¿Debería cambiar la canción?

—Sí, amigo, qué turbio tu rapidez.

Namjoon se quejó y le mostró otra idea que tenía, una que también había nacido por inspiración de Seokjin y que no tenía nada que ver con sus sentimientos. Lo escuchaba por encima, aún con la confesión del moreno en mente, pensando en lo curioso que resultaban las vueltas de la vida. Una parte al menos estaba lista, Namjoon había aceptado lo que sentía, y Seokjin probablemente necesite un empujón por un barranco para que se diera cuenta que aquello que disfrazaba de "Namjoon me cae muy bien, es un chico increíble" no era más que una inocente forma de decir que también le gustaba su amigo.

Pero como siempre, Yoongi no se metería. Los dejaría resolver solos sus asuntos. La vida y el destino; que ellos se encargaran del par de tontos que tenía como amigos

⌗ Fin de la primera parte
de Celoso Kookie ೃ࿔
¡𔘓!

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