26 ⌗ La familia Jeon ೃ࿔
El timbre de la casa sonó por todo el lugar, y Jungkook, —quien revisaba el regalo por parte de sus tíos— alzó la vista para mirar hacia la puerta. Sabía de quienes se trataban, y es que la mayoría de los invitados ya habían llegado por lo que solo faltaban los Kim.
Tanto Yoongi hyung como Minnie llegarían horas después.
Dejó el obsequio sobre la mesa junto a los demás paquetes, y se encaminó hasta la puerta, verificando por la pequeña pantalla que sí, era Taehyung y su familia. Sonrió sin poder evitarlo, y abrió, revelando a las personas recién llegados. Desde el viaje a las cabañas, su aprecio por la familia Kim, —unos más que otros— había aumentado considerablemente.
—¡Jungkookie, feliz cumpleaños! —exclamó Taehyung emocionado, lanzándose hacia el niño para abrazarlo con muchísimo cariño—. Uh, estás más alto, y muy bonito, ¡estoy tan feliz de verte!
Jungkook sonrió con superioridad. —Son por mis nuevas botas —indicó, presumiendo de su nuevo calzado hacia los recién llegados.
Vestía unos jeans negros, junto a una camisa con un estampado en el centro, y sus preciadas botas. Su cabello había sido cortado perfectamente en la peluquería, y la cadena obsequiada por su madre brillaba por sí sola. Jungkook ese día vestía como siempre quiso, y no podía estar más feliz por ello, presumiendo cada que podía de su atuendo. A sus tíos y abuelos no les había gustado tanto, pero sus padres y hyungs no pararon en decirle lo bien que lucía.
—¡Woah, son muy geniales! —exclamó ahora Hoseok, mirando con detenimiento las botas, luego alzó la vista hasta Jungkook y le regaló una preciosa sonrisa, extendiéndole una barra de chocolate—. Feliz cumpleaños, Kook.
—Gracias, Hoseok —sonrió de vuelta, tomando el chocolate muy apenas, puesto que Taehyung parecía no tener ánimos de soltarlo.
—Feliz cumpleaños, cariño —Hwasa acarició sus negros cabellitos, y Jungkook sonrió nuevamente hacia la mujer—. Tae nos comentó que te gusta la pintura, así que tu regalo es algo relacionado a eso.
—Feliz cumpleaños, hombrecito —felicitó Seojoon, estirando su puño para que Jungkook lo chocara con él.
—Gracias, señores Kim —dijo Jungkook, intentando tomar el regalo—. Suéltame, Taehyung —el niño bufó, pero hizo caso, soltando el abrazo que tenía para con Jungkook—. Pueden pasar a la sala, mi mamá entró en la cocina hace poco.
Los mayores junto a los dos niños se adentraron a la casa, dejando a Namjoon y a Jungkook a solas. El ambiente era un poco incómodo, pero más por el hecho de no saber qué decir o qué hacer. Namjoon solo quería tomar a Jungkook en brazos y abrazarlo, pero no quería tentar su suerte desde bien empezada la fiesta.
—Feliz cumpleaños, Jungkook —habló finalmente, sonriendo de lado. Metió su mano en su bolsillo, sacando de este un pequeño pendrive—. Tu regalo está aquí... de verdad espero que te guste.
Jungkook ladeó la cabeza. —¿Qué es?
—La canción que prometí componerte... —murmuró con algo de vergüenza—. Está la pista sola, y la canción cantada por Taehyung, él me ayudó.
Los ojitos de Jungkook brillaron, y tomó el aparato entre sus manos, mirándolo con adoración. —¿Una canción? ¿solo mía?
—S-sí —bien, estaba ilusionado, no lo culpen—. La letra, la música, todo será tuyo. Solo debemos grabarla algún día que quieras y se la mostraremos a todos.
—Una canción para mí... —balbuceó, aún embelesado en el pendrive. Una sonrisa, grande y llamativa, salió de sus labios sin siquiera él saberlo. Miró a Namjoon algo retador—. Si no me gusta, ¿puedo golpear tu cabeza?
Namjoon alzó una ceja, pero luego sonrió. —Está bien, pero si te gusta cada vez que me veas tendrás que saludarme con un abrazo, ¿hecho?
Jungkook entrecerró los ojos, pero luego asintió. No parecía ser tan malo ese castigo, muy a su pesar lo sabía...
—Hecho, cabeza de mora.
Ambos entraron a la casa finalmente, encontrando a la familia Kim reunida con Jisoo, quien platicaba amenamente con los recién llegados. En ese momento llegó Seokjin, saludando igualmente y acercándose a Namjoon para besar sus labios de forma corta. Jungkook arrugó un poco la cara, pero los ignoró, separándose del grupo para dejar sus nuevos regalos junto a los demás, siendo seguido por un Taehyung que parecía mucho más emocionado que el cumpleañero, y Hoseok, que no quería estar solo con los adultos, emocionado de igual modo.
—Tu vestido es hermoso, Hwasa —halagó Jisoo—. Hace poco me compré uno y quería usarlo, pero preferí mejor usar un pantalón.
La morena la miró curiosa. —¿Y eso por qué? Luces muy linda con vestidos. Tus piernas destacan mucho.
—No lo digas tan así —rió algo avergonzada por el cumplido—. Es solo que a mi suegra no le agradaría verme de esa forma.
—¿Y no hay problema con que yo esté así...?
—Oh, no. Claro que no —negó rápido al ver la expresión algo asustada de Hwasa—. No le tomes importancia, ¿sí?
—¿Y Gong-Yoo? —intervino Seojoon.
—Está en el jardín hablando con sus cuñados y hermano. Solo está la familia de Gong-Yoo. Soy hija única y mis padres no son de estas reuniones así que nunca se presentan, pero mañana iremos a verlos.
Tanto Hwasa como Seojoon alzaron las cejas levemente. Si eran sinceros, pensaban que no había nadie en casa por el silencio tan sepulcral que había, pero parecía que toda la familia estaba presente. También el hecho de que los padres de Jisoo se ausentaran era algo que los confundía de sobremanera, y es que sus padres, —tanto los de Seojoon como los de Hwasa— eran demasiado consentidores con sus nietos, y la simple idea de faltar el día de sus cumpleaños era algo inaceptable. Incluso la forma en que Jisoo hacía el comentario, como si fuese tan normal.
—Mejor salgamos y así los presento con la familia —anunció, y todos le siguieron por el pasillo—. La familia es pequeña, así que no tardaré nada.
—¿Le comentaste a tu madre lo de no decir lo nuestro? —le susurró Namjoon a Seokjin, y este último asintió sin muchas ganas.
—No estaba de acuerdo, pero sé que por los momentos es lo mejor —Seokjin miró a Namjoon arrepentido—. Lamento hacerte esto, Joonie.
Namjoon negó, sonríe levemente. —No importa, todo a su tiempo.
La calidez de aquellas palabras llegaron justo al pecho de Seokjin. Si ya no estuvieran en el jardín, con la mirada de sus familiares sobre ellos, hubiese besado a Namjoon con mucho aprecio, pero tuvo que contenerse. Solo era por ese día, y hasta que sus familiares estuvieran presentes.
Admiraron la bonita decoración que había en el lugar, y Jisoo los guió hasta donde se encontraban dos señores de edad avanzada, pero que lucían tan fuertes como un roble. Sus rostros eran bastante estoicos, como si los años no fuesen excusa para alguna debilidad.
—Padres —saludó Jisoo, haciendo una reverencia hacia los adultos—. Les presento a la familia Kim. Son los padres de Gong-Yoo; Jeon Hasook y Jeon Yeonggyu.
«Mis abuelos son personas bastante serias. Nada les sorprende ni les abruma. Mi abuela Hasook es de carácter duro, y no le gustan las cosas mal hechas. Le gusta que todo esté bajo control. Mi abuelo Yeonggyu también tiene un carácter fuerte. Es muy directo, y no le importa mucho si ofende a alguien con sus palabras. Está criado a la antigua, por lo que piensa que los adultos siempre tienen la razón... es mejor solo seguirle la corriente y no tomarlo mucho en serio»
—Mucho gusto, señores Jeon —reverenció Hwasa, y todos le siguieron—. Soy Kim Hwasa, mi esposo, Kim Seojoon, mis hijos, Taehyung y Namjoon, y un amigo de mi hijo, Jung Hoseok.
La morena pudo notar la mirada de desaprobación de Jeon Hasook sobre ella, supuso, por su atuendo, y se sintió intimidada como nunca antes, más prefirió ignorar todo aquello, uniendo su mano a la de su marido, buscando apoyo.
—¿De dónde se conocen? —habló el hombre mayor, Yeonggyu, mirando con curiosidad a Jisoo.
Seojoon apretó su mandíbula al ver cómo los padres de Gong-Yoo ignoraron el saludo de Hwasa, pero lo dejó a un lado, no queriendo perder la calma. La mejor forma de tratar con personas así es ignorarlos y no caer en sus juegos.
—Namjoon es amigo de Seokjin, por eso los hemos conocido. Son una familia muy agradable —sonrió la mujer, y los ancianos asintieron, no sin antes darle una última mirada a la familia.
Namjoon tragó saliva cuando la mirada evaluadora de la abuela Hasook se posó en su pelo, queriendo salir corriendo a una peluquería a pintarlo rápidamente de su natural marrón oscuro. Taehyung en cambio, frunció un poco sus labios cuando escuchó la explicación por parte de Jisoo. Namjoon no solo era el amigo de Seokjin. Sin embargo, decidió que aquella pregunta la haría a solas. Miró a Hoseok, quien parecía tener la misma duda.
—Jungkook, tu cabello está un poco largo —comentó Yeonggyu, mirando al niño con seriedad—. No es un corte de varones. Tus padres están siendo muy liberales con ustedes dos —el hombre miró a Jisoo con desaprobación. Ya había tocado el tema de Seokjin y su castaño, casi rubio color de pelo, y ahora debía hacer su opinión sobre el niño.
Hasook asintió, dándole la razón a su marido.
El niño se encogió en su lugar, pero asintió. Sus abuelos siempre le decían lo mismo, y aunque lo desanimaba, seguía insistiendo en mantener ese corte de cabello. A sus padres no les molestaba, ¿por qué sus abuelos no podían aceptarlo?
Hwasa y Seojoon suspiraron fastidiados, ¿era necesario decirle eso a un niño justamente en su cumpleaños? Seojoon estiró su mano, posándola sobre la cabecita del niño, y regalándole una sonrisa cómplice en cuanto lo miró. Era decir sin palabras que lucía bien, y eso fue suficiente para reanimar al pequeño. Aquello no pasó desapercibido por ninguno de los mayores, encontrando aquel acto como una imprudencia. Los estaba contradiciendo, aquello era inaceptable.
—Seguiremos con nuestro recorrido —Jisoo intervino de inmediato, desviando la atención a hacia ella. Indicó el siguiente lugar, queriendo evitar algún problema. Ya estaba acostumbrada a ese tipo de comentarios, pero sabía que los Kim no, así que evitaría una discusión como fuese.
A las siguientes en acercarse fueron a las hermanas de Gong-Yoo, siendo estas sumamente parecidas al hombre, y con una elegancia un poco abrumadora. Lucían como de la realeza, y la inferioridad con la cual miraban ciertas cosas era desconcertante. Sus vestimentas, lo inmaculado que eran sus rostros, todo en ellas eran tan perfecto que causaba miedo. Su aura era muy pesada, se sentía con solo mirarlas.
—Les presento a las hermanas de Gong-Yoo; Kim Irene y So Seulgi —las mujeres miraron a los recién llegados, sin ninguna expresión en sus rostros. Jisoo las miró—. Son la familia Kim, unos nuevos amigos.
«Mis tías son un poco más complicadas. Son menores que papá, pero contemporáneas con mamá. La mayor de ambas, y que tiene la misma edad que mi mamá, es la tía Irene. Parece agradable, incluso te va a sonreír, pero no será porque quiere, solo es cortesía. Al igual que el abuelo Yeonggyu, no tiene pelos en la lengua, y aunque intente disimularlo, siempre, siempre, se le escapará una que otra mala mirada»
—Mucho gusto, soy Kim Irene —la mujer sonrió, y los demás correspondieron con una corta reverencia—. Es un agrado tenerlos aquí.
—¡Woah, es Kim como nosotros! —exclamó Taehyung, mirando a Irene con emoción.
Irene sonrió sin mostrar los dientes, alzando una ceja hacia el niño. —Sí, también soy una Kim...
Hwasa contuvo la respiración, y tiró de Taehyung para tenerlo cerca de ella, intentando que en su rostro no se notara lo furiosa que la ponía cuando alguien pretendía tratar mal a su hijo. La mirada burlona, y el humor agrio que había en sus palabras, quizás Taehyung no las había notado, pero ella sí, y la enfadaba muchísimo.
—Soy Kim Seojoon, mi esposa, Hwasa, y mis hijos, Taehyung y Namjoon —presentó el hombre, manteniendo en su rostro una expresión calmada—. Hoseok es el mejor amigo de mi hijo.
Irene asintió sin más.
—So Seulgi, un gusto.
«Mi tía Seulgi no es tan mala, pero nunca sonríe. Es más, nunca cambia su expresión. Siempre se mantiene en silencio, nunca opina, y solo habla cuando es necesario»
—El gusto es nuestro —respondió Hwasa.
La mujer asintió una vez, y miró hacia otro lado, como si la presencia de la familia Kim no fuese de importancia. Hizo una seña con la mano, y pronto dos niños y una adolescente se acercaron hasta el lugar. Los gatunos ojos de la mujer parecieron mandar instrucciones exactas a los jóvenes, quienes realizaron una reverencia de noventa grados para los recién llegados. Parecían robots, algo que, para la edad que demostraban tener cada uno de ellos, era extraño.
—Mucho gusto, mi nombre es Kim Wonyoung —habló la adolescente, manteniendo sus manos juntas detrás de su espalda en una posición recta, aunque sus ojos denotaran aburrimiento. Estaba cómoda en su silla. Su pelo estaba recogido en una cola alta, tan bien peinada que ningún mechón de pelo se salía, mostrando un rostro juvenil y hermoso.
—Es mi única hija, tiene quince años —habló Irene, mirando a la adolescente con orgullo. El anunciar que era la madre era algo innecesario, y es que Wonyoung era una copia de la mujer, poseyendo sus mismas facciones.
—Es un gusto, cariño —respondió Hwasa con amabilidad, sonriendo dulcemente hacia la jovencita. Una sonrisa mínima se miró en los labios de Wonyoung, más no dijo nada más.
Aquel acto fue muy dulce por parte de la adolescente, y Hwasa miró a Irene con superioridad en una clara señal que decía "así se tratan a los jóvenes". Sin importarle el intento de maltrato hacia Taehyung, ella no era igual. Irene solo sonrió burlona, y miró a sus sobrinos.
Fue el turno ahora de los dos niños restantes, bastante parecidos, y con la misma educación que la adolescente.
—Soy So Hyunjin, y mi hermana es So Yeji, un gusto en conocerlos —presentó el niño, ganándose el corazón de los demás. Seojoon sonrió por lo lindo que lucían, más Jungkook solo rodó los ojos, sabiendo que sus primos eran todo lo contrario a "educados" y "amigables".
«Tengo tres primos. La hija de mi tía Irene, Wonyoung, es callada y no habla con nadie. Siempre se sienta sola y prefiere no sobresalir, sin embargo si te acercas a ella y le conversas te corresponderá. Es bastante dulce, solo hay que buscarla. Los morochos sí son otra historia. Hyunjin y Yeji lucen como ángeles, incluso actúan como unos, pero cuando nadie los ve son pequeños diablillos. ¿Crees que Jungkook es cruel? No has conocido a los pequeños So»
«Nunca he dicho que Jungkook es cruel...»
«Solo era una referencia»
—Ya solo nos falta los hombres del lugar y terminamos con las presentaciones —dijo Jisoo.
—Cuando decía que la familia era pequeña, lo decía en serio, señora Jisoo —comentó Namjoon, y la mujer rió.
—Sí, somos pocos —estuvo de acuerdo—, más aún comparados con su numerosa familia.
Todos se despidieron de las mujeres, quienes solo hicieron un leve moviendo de cabeza a modo de respuesta, y se encaminaron hasta donde se encontraban los faltantes. Gong-Yoo había visto a la familia Kim llegar, y aunque estuvo tentado en acercarse, sus cuñados lo retenían hablando de mil cosas que, siendo sincero, no le interesaban mucho, pero que escuchaba para no ser descortés. Su "hermano" menor parecía notar su estado, y Gong-Yoo sabía que el chico estaba en una situación similar a la de él. Sonrieron cómplices por eso.
—Me alegra verlos aquí —la sonrisa de Gong-Yoo era genuina, y los Kim respondieron de igual modo.
Taehyung no tardó en abrazarse a la pierna del hombre, y Gong-Yoo tampoco en alzarlo para abrazarlo igual. Sacudió los cabellitos de Hoseok, besó la mejilla de Hwasa, chocó los puños con Namjoon y abrazó cortarme a Seojoon. Dándole así la bienvenida a la familia Kim, quien se había destensado luego de tanta frialdad por parte de los Jeon.
—Les presento a los Kim, ellos son mis cuñados, Kim Tae-Pyung, esposo de Irene, y So Jisub, esposo de Seulgi —anunció Gong-Yoo, sin bajar a Taehyung.
«Mis tíos solo hablan de trabajo, trabajo y más trabajo. Son demasiado aburridos y piensan que lo que dicen es interesante»
—El gusto es nuestro —Jisub fue el primero en hablar—. No sabíamos que tenían nuevas amistades.
—Nos conocimos hace un par de meses, pero nos hicimos cercanos —aclaró Gong-Yoo, y finalmente miró al menor del grupo—. Este es mi hermano, Garam.
«¿Tienes un tío de veinticinco años?»
«Es adoptado»
«Oh, ¿y lo sabe?»
«Claro, lo adoptaron cuando tenía quince»
«¿Qué?»
«Papá no quería la empresa de mis abuelos, y mis tías no pueden heredarla por ser mujer, así que mis abuelos adoptaron a un chico, el más inteligente del orfanato, y lo criaron para que pudiese manejar la empresa. Sonará mal, pero solo mis abuelos, mi prima Wonyoung y nosotros lo aceptamos, ya que mis tías, tíos y primos no. Mi tío Garam es genial, y les caerá muy bien»
—Mucho gusto, Garam —saludó Hwasa con una enorme sonrisa. El chico tenía un rostro muy dulce, y la sonrisa que poseía, más aquellos hoyuelos en sus mejillas lograron ganarse el corazón de la morena.
—El gusto es mío —respondió Garam animado—. Estaba ansioso de conocerlos, Seokjin me habló mucho de ustedes.
«Lo más importante... es el único que sabe de nosotros»
—¡Hyung! —regañó Seokjin, a lo cual Garam sólo rió alto.
—¿Puedo llamarlo hyung? —preguntó Taehyung, mirando al joven con interés. A comparación de los demás integrantes de la familia, Garam era el primero que le transmitía confianza.
—¿Yo también puedo? —se le unió Hoseok, sintiendo la misma confianza que sentía Taehyung.
Garam sonrió enternecido. —¡Pero claro que pueden llamarme hyung! Qué niños tan más preciosos son ustedes.
Tae-Pyung y Jisub miraron la escena con indiferencia, y sin decir nada se alejaron del sitio. La familia Kim, para ellos, parecía del mismo nivel que Jung Garam, —porque se negaban a llamarlo Jeon, más aún cuando les privaba de luchar por la empresa de sus suegros— así que no eran de su completo agrado, y no les interesaba el conocerlos.
—Genial, ya no escucharemos cosas que no nos importan.
Gong-Yoo rió, y tiró de la oreja a Garam. —Mocoso maleducado.
—Hermano... —se quejó, pero luego sonrió.
『 🐰 』
—Di lo que piensas.
Hwasa apretó sus labios, jugando con la copa de sidra sin alcohol que tenía en la mano. Había pasado media hora desde que llegaron, Taehyung, Jungkook y Hoseok jugaban tranquilamente en una esquina del lugar, —sentados sobre una manta— mientras que los hombres conversaban entre ellos, riendo y socializando.
De lejos pudo notar lo tensos que se encontraban Namjoon, e incluso Seokjin, sabiendo que ambos estaban reprimiendo las ganas de siquiera tomar sus manos. Se encontraban con la bonita Wonyoung, sintiendo alivio al verla conversar y relajarse con los universitarios. Los morochos preferían permanecer sentados, conversando entre ellos.
También había notado una que otra mirada sobre su familia por parte de los Jeon, cosa que ni se molestaban en disimular. Había suspirado unas diez veces en menos de un minuto por aquel detalle. Jisoo la mirada expectante, esperando por su respuesta.
—¿Yoonie y Jimin? ¿no vendrán?
—Suelen venir a la hora de cantar cumpleaños —dijo Jisoo—. También viene la vecina. Se quedan luego de eso, ya que al terminar de repartir el pastel mi familia se va. Colocan música y disfrutan más... se podría decir que empieza la fiesta.
Hwasa quiso reír. Hasta ella quería irse y volver a la hora en que cantarían cumpleaños para estar el menos tiempo posible con la familia Jeon. La morena no era de juzgar a las personas, mucho menos cuanto no las conocía del todo, pero la vibra tan pesada que desprendía esa gente le era un poco insoportable.
—No respondiste a lo que te pedí —habló nuevamente Jisoo.
Suspiró. —Su familia es muy... peculiar.
—Lo sé —Jisoo sonrió—. Tu familia es muy linda y cálida, así que encontrarte con una fría como esta debe ser extraño. Lamento hacerlos pasar por esto.
—Oh, Dios, no te disculpes —Hwasa negó rápidamente—. Esto no es tu culpa. Cada quien está criado de forma distinta, así que no es algo que decidamos.
—Sí, tienes razón...
—Nunca haz intentado, ya sabes, ¿unirte más a tus cuñadas?
Jisoo bufó. —Esas mujeres solo me hablan cuando quieren criticar algo. Que si trabajo, que si dejo que Seokjin estudie gastronomía, que si Jungkook debe comenzar a ser más educado, quieren que todo sea perfecto, y yo solo quiero que mi familia sea feliz. Tengo suerte de que Gong-Yoo no sea igual que ellas. En algún momento intenté ser amiga de ellas, quería a alguien con quien hacer cosas de mujeres, pero a ellas no les interesaba en lo más mínimo entablar una relación conmigo, y no insistí.
Hwasa sintió algo de lástima. Toda su vida estuvo rodeada de sus hermanas, siendo estas sus mejores amigas. Discutían, como todos los hermanos hacen, pero el lazo tan grande y bonito que había entre las cuatro era algo inquebrantable. Con sus cuñadas fue similar, las unieron a su pequeño grupo de inmediato y se volvieron cercanas. Eran dos hermanas nuevas. Jisoo nunca pudo disfrutar de lo que era una compañía femenina.
Tomó la mano de la mujer, y le sonrió, mostrando aquellos hoyuelos que le había obsequiado a Namjoon. —Hey, pero ya tienes a alguien para eso. Seré tu hermana a partir de ahora, así que si quieres hacer cosas de mujeres solo tienes que llamarme y saldremos a divertirnos juntas.
—¿Lo dices en serio? —Jisoo abrió sus ojos levemente, mirándola con atención.
—¡Por supuesto! —rió alzando su copa—. Brindo por esta nueva amistad y hermandad.
Jisoo chocó su copa con la de Hwasa. —¡Salud!
—Saldremos, compraremos cositas bonitas, y miraremos hombres guapos en la calle —las mejillas de Jisoo se sonrojaron. Hwasa rió malévola—. Solo una que otra miradita que quedará entre nosotras.
Jisoo solo pudo tapar su risa nerviosa con su mano, mientras Hwasa le comenzaba a contar sobre aquel panadero que era realmente apuesto y que la llevaría algún día para que lo mirara.
『 🐰 』
Namjoon le entregó a Seokjin y a Wonyoung un vaso con jugo a cada uno, y se sentó nuevamente en su puesto en medio de ambos. La conversación era bastante banal, y prácticamente conversaban Seokjin y él, ya que la adolescente poco intervenía, pero estaba atenta a cada una de sus palabras, logrando hacerla reír en una que otra plática.
En más de una ocasión estuvo a punto de besar a Seokjin, o simplemente tomar su mano como siempre hacía, pero a tiempo detenía sus acciones involuntarias, sabiendo que no podía arruinarlo todo. La familia de Seokjin era bastante delicada, y en cierto modo le asustaba. Jamás había estado bajo una lupa juzgadora como en aquel momento. Entendía el porqué su novio le había pedido mantener en secreto lo suyo. Era lo más sensato.
—Nunca había venido a una fiesta sin música —comentó Namjoon.
—A la abuela Hasook no le gusta el ruido, así que preferimos no llevarle la contraria.
Wonyoung asintió a lo dicho por Seokjin, y Namjoon frunció el ceño. —Pero a Jungkook le gusta mucho la música, y esta es su fiesta de cumpleaños. Es a él a quien deben complacer.
Tanto Wonyoung como Seokjin se miraron, no sabiendo cómo hacerle entender a Namjoon que siempre había sido de este modo, y siempre lo será. Era una regla no escrita, y al ser la matriarca de la familia debían obedecer.
—Es complicado —decidió cortar Seokjin.
—Ya veo... —Namjoon miró a Wonyoung—. ¿A ti te gusta la música? —la joven asintió sutilmente—. Oh, ¿y qué escuchas? Algún grupo nacional, artistas extranjeros...
—Cualquier música está bien para mí.
—Eso es genial, ya sabes, no tener un estilo fijo. Tu campo musical se abre mucho más —sonrió.
Wonyoung lo miró unos instantes antes de sonreír y asentir. Seokjin miró con dulzura a su prima, y pellizcó su mejilla, haciéndola reír. —Debes tener algún artista favorito.
—Yo, mhm... últimamente me gusta mucho Doja Cat... —confesó con algo de vergüenza—, pero a mí mamá no le gusta que la escuche, así que debo hacerlo en secreto. Dice que es muy vulgar... yo solo pienso que luce genial siendo ella misma.
Namjoon ladeó la cabeza, y luego sonrió. —Sí, ella es genial, y tú también lo eres. Me caíste muy bien, Kim Wonyoung. Como compartirmos apellidos entonces también somos primos. Hoy es mi día de suerte, conseguí una prima bonita que tiene buenos gustos musicales.
Las mejillas de la adolescente se colorearon con furor, y bajó la mirada rápidamente.
—¡Oh, te has sonrojado! —Seokjin picó sus costados, haciéndole cosquillas—. ¡Wonie se sonroja cuando la llaman bonita y genial! ¡Qué adorable!
—¡Oppa, no! —se quejó la joven entre risas.
Seokjin hizo caso omiso a sus súplicas para que se detuviera, y Namjoon miró la escena con gracia. Era sincero, Wonyoung le había caído bien, y esperaba que al crecer pudiera también ser ella misma y no tan reprimida. Desvió su mirada, encontrándose con la de Irene sobre él. La mujer parecía no muy contenta con el hecho de que su hija estuviera riendo y haciéndose notar, pero Namjoon no dejó que aquello lo asustara, volviendo su atención a los primos.
Solo debía ignorar todo aquello que a su parecer era irrelevante.
—Kim Wonyoung.
Los tres jóvenes giraron sus cabezas hasta la mujer, quien tenía una ceja en alto y una mirada llena de disgusto dirigida a su hija. Irene no había gritado, ni siquiera se había acercado hasta el grupo, pero su voz, fuerte y dominante, llegó con claridad hasta sus oídos, haciéndolos parar en seco con sus cosas.
La adolescente se levantó, manteniendo una postura recta. —¿Sí, madre?
—Tu risa se escucha por todo el lugar, ¿crees que es agradable semejante escándalo? ¿que queremos escucharte? —Irene alzó la barbilla, cruzándose de brazos. Miró a Seokjin y a Namjoon, antes de volver a su hija—. Siéntate a mi lado.
Namjoon y Seokjin fueron testigos de como la mirada de Wonyoung se entristeció rápidamente, pero no pudieron decir nada ya que la adolescente había hecho una reverencia para ambos y acató la orden de su madre. Namjoon apretó su mandíbula, mirando nuevamente a la mujer, pero Irene solo entrecerró sus ojos en su dirección, para luego mirar al frente.
Sintió una mano sobre su pierna, y se giró a mirar a Seokjin, quien tenía una expresión resignada. —¿Por qué mejor no vamos con nuestros papás y mis tíos? Garam estaba loco por conocerte.
『 🐰 』
Jungkook negó por quinta vez. ¿Acaso hablaba en otro idioma y por eso Taehyung no lo entendía?
—Ya te dije que no —repitió.
—¡Vamos, Jungkookie! —insistió, acercándose hasta él para abrazarse a su brazo con apuro—. Están solos allá. Hay que llamarlos para que jueguen con nosotros. No me gusta cuando la gente está solita.
—A mí tampoco me gusta —secundó Hoseok de parte de Taehyung—. Estar solo se siente feo.
—Ellos no están solos —Jungkook bufó—. Literalmente llevan toda una vida juntos. Desde la barriga.
—¡Hablo de solos sin nosotros!
—Taehyung —lo miró serio—. Mis primos son malos. Dicen cosas crueles y se burlan de los demás. No los llames.
—¡Jungkookie, por favor!
El pequeño Kim tenía un enorme puchero en sus labios, y Jungkook arrugó su naricita ante tal imagen, sintiendo sus mejillas quemar ligeramente.
Estaban jugando sin problema alguno. Jungkook había buscado algunos juegos de mesa para entretenerse mientras llegaba Jimin, y el rato era agradable. Taehyung y Hoseok eran buena compañía. Lo malo comenzó cuando Taehyung se encaprichó, —porque Jungkook no encuentra otra palabra para describir su actitud— con querer invitar a sus primos. A este se le unió Hoseok, quien también estaba en total acuerdo de ser acompañado por los morochos.
Pero Jungkook no podía permitir eso. Digamos que Hyunjin y Yeji eran unos niños ejemplares. Sabían modales que Jungkook desconocía por completo, incluso tenían conocimiento sobre las reglas de etiqueta. La tía Seulgi los educaba de la forma más correcta posible. Y quizás, aquello no fuese un problema, es decir, solo son normas de alta clase, pero el detalle radicaba en que sus primos podían tener toda la educación del mundo, pero en términos de valores... sus primos eran unos demonios.
Sabía que traer a Hyunjin y a Yeji era un riesgo enorme. A Jungkook no le importaba si le decían cosas a él, estaba acostumbrado, pero sabía que Taehyung y Hoseok no.
Y no iba a permitir que eso sucediera.
—Taehyung, ya dije que no —lo miró mal, firme en su decisión.
El niño lo miró unos instantes antes de asentir, bajando la cabeza con total decepción. Taehyung comenzó a jugar con sus dedos, y se acercó hasta Hoseok, buscando consuelo de su parte. Algo en el pecho de Jungkook se rompió de la forma más cruel de todas, y no supo exactamente el porqué aquella lejanía por parte de Taehyung le dolía tanto.
Era un sensación de tristeza... consigo mismo.
Se levantó de un salto, mirando a Taehyung con intensidad. —¡Bien, les preguntaré si quieren venir! —exclamó harto, y Taehyung lo miró sorprendido, sonriendo de inmediato—. ¡Solo quita esa cara triste! Les preguntaré, pero si no quieren venir lo aceptarán y no insistirán, ¡y eso es con los dos! ¿entendieron?
Tanto Hoseok como Taehyung asintiendo de inmediato, y Jungkook bufó fastidiado. ¡Todo por un capricho!
Respiró hondo y se encaminó hasta las sillas en donde se encontraban sus primos. Sus manos estaban a sus costados, apretadas en puños, y sus pisadas eran fuertes, denotando el enfado que tenía. Llegó hasta los morochos, teniendo la mirada de ellos en él.
El desagrado era mutuo.
—Copia uno y copia dos —dijo, sabiendo que a ambos niños les molestaba ser llamados de esa forma. Jungkook disfrutó ver sus caras—. Tengo cartas, por si quieren venir a jugar.
—¿Quién? —Yeji ladeó la cabeza.
Jungkook rodó los ojos. —¿Eres la copia tonta o qué? Yo tengo cartas.
—Quién te preguntó, rata —soltó la niña, riéndose de inmediato. Hyunjin también rió por el chiste de su hermana, chocando sus manos en un saludo que solo ellos sabían.
Mátalos, tira de sus cabellos, choca sus cabezas, patéalos, muérdelos, ahógalos, extermínalos.... sacudió su cabeza, desviando aquellos pensamientos pocos sanos en contra de sus primos. Suspiró, tenía que respirar y calmarse antes de hacerles algo de verdad.
—Mis amigos quieren que vayan, ¿sí? No soy yo. Por mí ni venían a mi cumpleaños —hizo una pausa, frunciendo el ceño—, ahora que lo pienso, yo nunca los invité... —murmuró.
—¿Tus amigos están pidiendo que vayamos? —preguntó Hyunjin, alzando una ceja.
Jungkook asintió. —Sí. Quieren jugar con ustedes también, ya saben, para que no estén solos.
Los hermanos So se miraron sin decir palabra alguna, para luego asentir, sonriendo cómplices. Aquello a Jungkook le causó muchísima mala vibra.
—Jungkook... —dijo el niño—. Sabíamos que eras tonto, pero no que lo eras en grandes cantidades.
El pequeño pelinegro parpadeó sin entender, y Yeji rió alto. —¿Qué te hace pensar que iremos a jugar con tus patéticos amigos, ratita? No seas tan imbécil —burló la niña, mirando a Jungkook con gracia.
—El niño Kim luce como un completo tonto y el otro niño es horrible, ¡Jamás jugaremos con gente así! —Hyunjin se cruzó de brazos—. Obvio tú te llevas bien con ellos, porque eres un rarito más, pero nosotros somos mejores.
La respiración de Jungkook se tornó pesada, y su estómago se revolvió de la peor manera. —¿Por qué son tan crueles...?
Yeji rodó los ojos. —No seas dramático, Jungkook. Madura de una vez. Vete con ese feo y el loco, a nosotros déjanos en paz.
—Dile eso de nuestra parte —siguió Hyunjin—, que no iremos con ellos por ser un par de fenómenos de circo.
La niña comenzó a reír, volviendo a chocar sus manos con su hermano.
Jungkook tragó saliva, y dio media vuelta para regresar con Taehyung y Hoseok, teniendo un nudo enorme en la garganta. Sus manitos temblaban, con la mezcla de enojo y tristeza. Caminaba cabizbajo hasta por fin llegar hasta su destino, sentándose sobre la manta, sin levantar la mirada.
—¿Jungkookie? —la voz de Taehyung llamó su atención. Levantó la mirada, encontrándose con una expresión preocupada por parte del niño. Hoseok también lo miraba atento—. ¿Qué dijeron tus primos? ¿vendrán?
—¿Le dijiste que no queremos que estén solos? —siguió Hoseok—. Mientras más personas, más divertidos son los juegos —finalizó con una enorme sonrisa.
Las manitos de Jungkook se apretaron en fuertes puños. ¿Cómo sus primos pudieron decir cosas tan crueles de Taehyung y Hoseok? Mientras los hermanos se burlaban, ellos solo estaban al pendiente de no dejarlos solos.
Hyunjin y Yeji eran los patéticos.
—Dijeron que se sienten mal, por eso no vendrán —dijo, omitiendo la verdad—, pero están agradecidos por su invitación.
Taehyung suspiró, pero luego sonrió. —Es triste que no vinieran, espero se mejoren pronto.
—Uh, sí —Hoseok asintió—. Estar enfermo es aburrido, así que les deseo mucha salud.
—Gracias por estar aquí... —ambos mejores amigos miraron a Jungkook cuando soltó esas palabras—. Jimin suele venir cuando cantan cumpleaños, y aún falta una hora para eso. Por ustedes no estoy solo. Gracias...
Taehyung y Hoseok se miraron antes de chillar y lanzarse encima de Jungkook, creando una montaña sobre el niño.
—¡Jungkookie, mi corazón explotará por lo lindo que eres! —exclamó Taehyung, abrazándose al menor con fuerza.
—¡Prometo estar todos tus cumpleaños para que nunca estés solo, Kookie! —Hoseok se abrazó por el otro costado, acurrucándose contra el niño.
—¡Sí, yo también! —Taehyung miró a Jungkook—. Mientras yo exista, Jungkookie jamás estará solo.
El pequeño pelinegro asintió, dejándose querer por sus nuevos amigos. Aquella cálida sensación en su pecho era totalmente agradable, y estaba feliz por sentirla en su cumpleaños como si de un regalo se tratase.
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