25 ⌗ El inicio del día ೃ࿔
—Jungkook...
Silencio.
El sonido de las cortinas siendo despejadas se escuchó por todo el lugar, y pronto la luz del día iluminó la blanca habitación. El sonido de unos pasos, y pronto el movimiento de la cama; alguien se había sentado.
—Kookie. Bebé, despierta, cielo...
El niño abultó sus labios, aún como el sueño revoloteando alrededor. Su cama se sentía muy cálida, y la almohada parecía mucho más acolchada que en otras ocasiones.
—Mi niño, abre esos preciosos ojitos para mí, ¿sí? —una suave caricia se deslizó por su mejilla, y Jungkook suspiró de gusto. La risa de la otra persona se escuchó, y muchas más caricias llenas de afecto fueron dejadas en el niño que no hacía más que recibir todo mimo como el niño consentido que era—. Pero qué conejito tan más mimado eres. Parece que a alguien se le olvidó qué día es hoy...
La frente de Jungkook se arrugó. ¿Olvidar? ¿qué día era ese? ¿algo importante sucedía? Si era así, poco le importaba. Solo quería seguir durmiendo y recibir mimos.
—¿Será que eres como la bella durmiente? Un beso te despertará de tan profundo sueño. ¡Oh, dulce y hermoso conejito durmiente! ¡Con ferviente anhelo, yo deseo que despiertes luego de este amoroso beso! —un sonoro beso cayó sobre la mejilla del niño, quien apretó sus labios para evitar la enorme sonrisa que quería mostrar—. Mhm, aún no funciona... ¿será que un solo beso no basta? Lo averiguaremos.
Una lluvia de besos, —y cosquillas traviesas de las manos del contrario— fueron suficientes para que Jungkook abriera los ojos levemente, sonriendo tan brillante y lindo como solo él sabía hacerlo. Su corazón se sentía cálido, y latía acelerado en un ritmo lindo. Sus mejillas ruborizadas solo podían ser prueba física de los puros sentimientos que sentía en aquel momento.
—¡Hyung! —se quejó sin dejar de sonreír.
—Buenos días, conejito durmiente —sonrió el mayor, dejando otro beso en la frente del niño—. ¿Por qué no habías despertado? ¿querías que hyung te besara mucho? Niño mimado... —reprochó a modo de juego.
—Hyung, es sábado. ¿Por qué debo levantarme temprano hoy?
Seokjin entrecerró los ojos. —¿No sabes que día es hoy? —Jungkook negó. Seokjin se llevó una mano a la barbilla en una pose pensativa—. Bueno, hoy sucedieron muchas cosas en el mundo. Si busco ahora en internet posiblemente tenga una larga lista de efemérides de este día. Creo que hoy es el día del periodista en China. Y los Santos, uh, sí, hoy se celebran a varios de ellos.
—Hyung, eso no es razón suficiente —los labios de Jungkook se abultaron.
—Tienes razón, los periodistas de China no son tan importantes —movió su mano, restándole importancia.
—¡Pobres periodistas chinos!
—¡Hey! Conozco algo mucho más importante, ¿quieres saberlo? —Jungkook asintió interesado—. Bien, hace once años atrás nació una pequeña bolita de carne con el cabello tan negro como la noche y los ojitos más lindos que pueda haber visto en mi vida.
Jungkook ladeó la cabeza, más luego abrió los ojos como platos. —¡Hoy es mi cumpleaños!
Seokjin rió con fuerza, mirando al niño levantarse en la cama para comenzar a saltar. Algo contagiado con la alegría, el mayor también subió a la cama, saltando a la par que el niño, tomando sus manos y riendo.
—¡Feliz cumpleaños, Kookie! —exclamó Seokjin, abrazando al menor, aún de pie sobre la cama—. No puedo creer que lo hayas olvidado, niño tonto.
—Once años, ¡hyung, hoy cumplo once años!
—Así es, cariño. Ah, te aprovecharé mientras seas un niño dulce porque cuando seas adolescente no sé qué cambio te va a dar... ¡puede que ni me quieras! Oh, qué dolor.
Seokjin comenzó a dramatizar, tirándose a la cama mientras Jungkook reía, abrazándose al mayor, repitiendo una vez tras otras que jamás dejaría de quererlo.
La puerta de la habitación fue abierta, y tanto Jisoo como Gong-Yoo sonrieron por la imagen. Ya con ese era el cumpleaños décimo primero en que Seokjin se les adelantaba y felicitaba a Jungkook antes que nadie. Nunca habían ganado, incluso cuando pensaron que lo habían hecho, un adormilado Jungkook dijo «hyung me felicitó a las doce en punto» mientras rascaba su ojito. Ya con el tiempo dejaron de esforzarse, y es que Seokjin siempre sería la primera persona que Jungkook viera a penas el mes de agosto terminaba.
—Yo también quiero un abrazo.
—¡Mamá, papá!
Ambos adultos sostuvieron al niño que se había lanzado a sus brazos, emocionado por cumplir años. Seokjin pronto estuvo pegado a ellos, volviendo un cálido abrazo familiar. Así empezaba aquel primero de septiembre; el cumpleaños número once de Jungkook.
『 🐰 』
Jisoo miraba con una sonrisa a su pequeño cumpleañero comer su desayuno. Todo lo que al niño le gustaba estaba preparado de la manera más meticulosa, incluso aquellas salchichas picadas en forma de pulpo que tanto amaba el niño para jugar y luego comerlas. Su vaso con leche de banana no podía faltar, y el tazón con diferentes frutas picadas estaba ahí, siendo devorado de a poco.
—¿Está rico todo? —preguntó la mujer, y Jungkook asintió ferviente, con sus mejillas a reventar. Jisoo rió, besando la frente de su bebé—. Feliz cumpleaños, amor. Debes comer todo para recibir nuestros regalos.
—Ah, pero por hoy obviaré esa regla —Gong-Yoo apareció en la cocina, con una caja azul marino, y cintas doradas—. Aquí está tu primer regalo, campeón.
Sacudió sus negros cabellitos, y Jungkook tragó la comida con rapidez, tomando la caja para abrirla. Sus ojitos se abrieron entusiasmados, y miró a su papá con muchísima emoción. —¡Esto está increíble! ¡Gracias, papá!
Jungkook comenzó a sacar aquel estuche de pinceles y de acuarelas que hace tiempo había visto en internet. Eran de buena marca, y el niño, fascinado por todo lo relacionado a la pintura, había quedado prendado de lo precioso que era hacer dibujos con acuarelas. Gong-Yoo sonrió satisfecho, sabía cuánto quería Jungkook aquellos instrumentos, así que le hizo creer que no compraría nada para darle esa sorpresa.
—¿Crees que me vas a ganar? —susurró Jisoo, retando a su marido con la mirada. Gong-Yoo la miró seguro, sonriendo de lado con sorna.
—No lo sé, ¿tú crees que sí?
Jisoo entrecerró los ojos, y miró a Jungkook revisar entretenido el regalo de su padre. Salió de la cocina y entró a los segundos con una caja mucho más pequeña que la de su marido. Era fina y alargada. Causaba interés en ella.
—Jungkookie, amor, aquí está el regalo de mamá.
El niño alzó la vista, observando la delicada caja que le tendía su madre. La tomó, abriéndola con cuidado, y jadeando en cuanto vio su contenido. —¿En serio es para mí? —preguntó incrédulo.
—Claro que sí, cariño. ¿Quieres que te la coloque?
Jungkook asintió emocionado, y pronto Jisoo estaba a sus espaldas, colocando alrededor de su cuello una fina cadena de plata sin mucho adorno, lo cual la hacía más elegante. La prenda caía sutilmente por el níveo cuello, y no pesaba nada, logrando que fuese ligera para un infante como él, pero sin perder nada de su atractivo.
—Luce igual que la de Justin Bieber, ¿no lo crees?
Un pequeño chillido salió de los labios de Jungkook, tocando la cadena con adoración. —¡Sí, mami! Me gusta mucho, gracias.
Jisoo besó su cabecita, y luego miró a su marido con una ceja alzada, en una clara declaración de que había ganado aquella batalla. Jungkook hace un tiempo le había comentado sobre lo genial que lucía el cantante canadiense con aquellas cadenas, así que supo que por ahí debía guiarse. Aunque claro, las cadenas que usaba Bieber eran muy gruesas, y colocarle algo así a Jungkook sería estrafalario, así que, en búsqueda de la prenda ideal, consiguió aquella delicada y fina, pero que cumplía su función.
—¡Es mi turno~! —Seokjin hizo acto de presencia en la cocina, trayendo consigo una caja un poco más grande que la de sus padres. Se acercó hasta su hermanito, agachándose a su lado—. Sé que te va a gustar, Kookie, así que ábrelo.
—Sí, hyung —haciendo caso al pedido, Jungkook comenzó a abrir la caja que había traído Seokjin para él. Quitó el papel que estorbaba dentro, y sus movimientos se detuvieron en cuando miró el contenido—. Oh...
El silencio en la cocina fue algo alarmante, y tanto Jisoo como Gong-Yoo miraron al niño preocupados al ver que no hacía mueca alguna, quedando pasmado. Seokjin sonrió de lado, y se levantó, mirando a sus padres con excesiva confianza.
—¿Qué le regalaste? —preguntó Jisoo.
Seokjin se encogió de hombros. —Algo que quería.
—Pues parece todo lo contrario —opinó Gong-Yoo, mirando que su hijo no hacía absolutamente nada.
—Oh, no. Dale chance de asimilarlo, estará gritando dentro de po-
—¡¡Hyung!! ¡¡Las amo!! ¡¡Es el mejor regalo de todos!! —exclamó Jungkook en un ensordecedor grito, abrazándose a la caja con un sentimiento de posesividad mezclado con alegría.
Jisoo frunció el ceño. —¿Qué es?
—Le regalé unas b-
—¡Botas! ¡Hyung me compró unas botas!
Jungkook no cabía en su felicidad, y sacó los zapatos de la caja, mostrando aquellas enormes botas de cuero negro, de gran plataforma y de unos diez dedos más arriba de sus tobillos. Estaban decoradas con diferentes broches plateados, y tenían un aspecto demasiado rudo para el pequeño, pero eso no parecía importarle al niño, quien veía el regalo como si fuese su precioso.
Jisoo abrió la boca, mirando las botas con asombro. —¿No son muy grandes para tí?
—Las compré una talla más grande para que le duren bastante tiempo —Seokjin sabía que su mamá no se refería exactamente a eso, pero le hacía gracia la situación.
Sus padres conocía a su hijo, eso era lógico, pero Seokjin siempre lo conocería más.
—Botas, su regalo favorito fueron unas botas... —murmuró Gong-Yoo, mirando como su hijo admiraba aquellas monstruosidades.
Jungkook pasó de ser un niño prodigio amante del arte, a un futuro delincuente con miles de tatuajes y que buscaba a las chicas en moto. Le iba a dar algo, estaba seguro.
Seokjin quería reír a carcajadas limpias al mirar las expresiones de sus padres. Aún no asimilaban que su regalo le había ganado a los suyos, pero ya deberían estar acostumbrados a ellos.
—Su hijo me quiere más a mí —burló Seokjin, y ambos padres lo miraron mal.
Gong-Yoo miró a su esposa, señalando a Seokjin. —Busca en internet cómo abortar a un feto de veinte años.
—¡Jeon Gong-Yoo!
『 🐰 』
Seokjin y Jisoo arreglaban la decoración del patio de la casa, teniendo una mesa llena de aperitivos y dulces además del pastel para compartir. Iba a ser algo pequeño, como todos los años. Unas cuantas horas para compartir, cantar el cumpleaños y luego todos a su casa a excepción de Jimin que acostumbraba a dormir ese día en la casa de los Jeon, y Taehyung y Hoseok que se unirían en aquella ocasión.
Jisoo estaba feliz de que Jungkook poco a poco hiciese más amigos.
Solo iba a estar la familia Jeon, ya que los padres de Jisoo no eran mucho de reuniones y preferían no asistir. Eso era común, así que al día siguiente pasarían por su casa a visitar. Los Jeon eran una familia pequeña, y de invitados extras estaría la familia Kim, Jimin, Yoongi y Hoseok, además de uno que otro añadido.
—Seokjin —llamó la mujer, colocando de manera correcta los banderines que armaban la frase "feliz cumpleaños". La decoración era roja con detalles en dorado, dando alusión al superhéroe favorito del niño; Ironman—. ¿Le comentaste a Namjoon sobre nuestra familia? Recuerda que los Jeon no son nada parecidos a los Kim.
—Le hice un resumen —hizo una mueca, separándose un poco para mirar el resultado—. Ya sabes, como son mis tíos y tías, primos y abuelos.
—¿Y qué te dijo? —Jisoo lo miró interesada.
—Que hablaría con su familia de igual modo, pero aunque no lo demostró, sé que está aterrado.
—No es para menos...
Incluso ella, Jisoo, estaba aterrada con la idea de que los Jeon conocieran a la carismática familia Kim. Antes esto no le generaba importancia, pero los Kim no eran cualquier familia que conocerían; eran los yernos de su hijo, su pequeño cuñado, y su novio. Además que su manera de ser distaba mucho de lo que su familia estaba acostumbrada. Lo que menos quería era un mal rato en aquella reunión. Era el día de su hijo, no de alguien más.
Y sabía que, por parte de los Kim no habría problema. Eran los Jeon los que la mantenían alerta.
—Le dije que actuáramos como amigos. No lo presentaré aún.
Jisoo lo miró interrogante. —¿Por qué hiciste eso?
—No quiero que le traten mal, ni a él ni a su familia... —Seokjin suspiró—. Sé como son mis abuelos, mis tíos, y Dios, mis tías más que nada. Hablarán, mirarán, quiero evitar algo así. Me da algo de pesar, la familia de Namjoon nos aceptó de la forma más cálida posible, y de mi parte no puedo ofrecerle lo mismo.
—Cariño... —Jisoo sintió su corazón oprimirse por la forma tan triste que lucía Seokjin al decir aquello. Abrió sus brazos, y pronto tenía a su hijo apegado a ella. Acarició su espalda, calmando su intranquilidad—. No quiero que te escondas, ¿sí? Mientras nosotros te aceptemos, los demás no importan. Será nuestra familia, pero velo más por la felicidad de mis hijos. Si aún decides no presentar a Namjoon como tu pareja, lo entenderé, y te apoyaré, pero si decides decirles a todos que ese increíble chico es tu novio, te aseguro que tu mamá te defenderá de todo aquel que quiera decirte algo malo.
Seokjin rió, sintiendo sus ojos acuosos. —Justo sonaste como Namjoon. Siempre anda diciendo que él me defenderá de todos.
—Por eso es mi yerno favorito.
—Es el único que tienes, mamá.
—Shh, eso no importa ahora —rió, separándose de su hijo—. Es mi favorito y listo. Ahora bien, terminemos esto antes que vengan Gong-Yoo y su mini copia de la peluquería.
『 🐰 』
—¿Crees que este vestido está bien?
Seojoon ladeó la cabeza, mirando a su esposa de arriba a abajo. —Te ves preciosa, siempre lo haces.
—Cariño... —Hwasa sonrió, girándose en su lugar para mirar a su esposo—. Digo que si el vestido es adecuado para la fiesta de Jungkookie.
—¿Pero qué tiene de malo el vestido?
Seojoon no veía realmente la duda ante la prenda. Hwasa lucía un bonito vestido azul cielo, ligeramente ceñido al cuerpo, además de unas delicadas sandalias que llegaban un poco más abajo de la rodilla. era un atuendo fresco, y su maquillaje simple, además de su largo cabello negro suelto solo la hacían resaltar. No había nada en la mujer que Seojoon no dejara de admirar, enamorándose diariamente de su hermosa esposa.
—Ya sabes, lo que nos comentó Namu sobre los Jeon.
Ahí estaba el detalle. Seojoon suspiró, sabiendo lo nerviosos que estaban en su mujer y su hijo mayor. Taehyung y él no le habían dado tanta importancia a lo delicada que podía ser la familia Jeon.
Si era sincero, al inicio le había causado algo de intriga el asunto. Jisoo y Gong-Yoo no eran nada parecidos a lo que había comentado Namjoon, y ni hablar de Seokjin y Jungkook; ambos chicos igual de dulces y bien educados. Si bien al principio eran un poco más cohibidos, solo fue cuestión de convivir para entrar en confianza. Pero la descripción del resto de la familia, ¿realmente compartían lazos consanguíneos?
—No te cambies, porque luces increíble y me gusta presumir que tengo a la mujer más hermosa del mundo unida a mí —Hwasa rió, y Seojoon se sintió complacido al verla relajarse un poco—. Con respecto a lo otro, solo debemos compartir. Los conoceremos y veremos por nosotros mismos si los rumores son ciertos. De igual modo, no creo que Jisoo y Gong-Yoo nos abandonen. Ten por seguro que en ellos tendremos un respaldo.
Hwasa lo pensó un poco antes de asentir, acercándose a Seojoon para unir sus manos. —Tienes razón, estoy un poco ansiosa.
—No te preocupes, cielo —besó sus labios, y tiró de ella para salir de la habitación—. Yo te protejo de todo y de todos.
—Excepto de los sapos y serpientes.
—Tengo mis límites, preciosa.
La mujer rió.
Una vez llegaron a la sala, se encontraron con Taehyung, Hoseok y con Namjoon esperando por ellos. El mayor de ambos, escribiendo en su teléfono, luciendo despreocupado, cosa que ambos padres sabían era una total mentira. El niño si estaba bien, ansioso por salir de una vez por todas.
—¿Tomaron los regalos? ¿no se les queda nada? —preguntó Hwasa—. Taehyung y Hoseok, ¿tienen todo en tu bolso, cierto?
—Sí, mami —asintió. Taehyung les había comentado que se quedarían a dormir aquella noche en casa de los Jeon. Obviamente consultó con antelación, recibiendo una respuesta afirmativa por parte de Jisoo. Incluso la madre de Hoseok estaba algo indecisa, pero un puchero por parte de Tae y de Hobi fue suficiente para ceder.
—Bien, entonces todos al auto.
Ambos niños corrieron a la salida luego de las palabras de Seojoon, quien los siguió para quitarle el seguro al vehículo. Hwasa miró a Namjoon, y se acercó hasta su hijo para abrazarlo, notando lo tenso que estaba.
—¿Nervioso?
—No mucho... —Hwasa entrecerró los ojos—. La verdad es que sí, mucho.
—Todo estará bien, cariño, ya verás que sí —dejó un beso sobre su mejilla—. ¿Tu regalo?
—Aquí —palpó su bolsillo.
—Entonces andando, muchachón —golpeó su trasero, riendo por la queja de Namjoon.
Iba a ser un día interesante, y necesitaba tener a Namjoon lo más tranquilo posible o su característica habilidad para ser un desastroso saldría de control... y sabía que eso sería lo peor que podría pasar.
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