23 ⌗ Hyung está aquí ೃ࿔

Seokjin escuchó algo de sonido a sus espaldas, así que giró la cabeza, sonriendo con dulzura al ver regresar a Jungkook y a Taehyung, con el pequeño Kim sosteniendo la mano de su hermanito y hablando de algo que no alcanzaba a escuchar, pero que lo tenía entretenido. La cesta la traía Jungkook en su otra mano, mirando al suelo mientras caminaba, y asintiendo de vez en cuando para lo que decía Taehyung.

—¿Dónde estaban metidos? —le preguntó Namjoon, también mirando a los niños caminar hacia ellos.

Seokjin se encogió de hombros. —Una cueva que encontró Jungkook y es su lugar "secreto" —hizo comillas con sus dedos—. Mi mamá me lo reveló hace mucho tiempo como precaución, pero Jungkook no lo sabe.

—Oh, ya —asintió—. Supongo que ahora es la cueva "secreta" de ellos dos.

—Lo es —Seokjin sonrió—. La amistad que han formado es muy bonita. Me alegra que se lleven tan bien.

Namjoon volvió su vista a los niños. También le parecía bonita la forma en la que ambos pequeños parecían llevarse. Al principio tuvo algo de miedo, no iba a mentir. Jungkook era un niño precioso y adorable, bastante tranquilo y reservado, pero sacabas las garras cuando te metías con lo suyo.

Hablaba la voz de la experiencia.

Mientras que Taehyung era mucho energético, y se encariñaba rápidamente. Eran lo contrario del otro; lluvia y sol, ruido y silencio, día y noche. Estaban en puntas muy distantes, y eran el claro ejemplo de que los polos opuestos se atraen.

Jungkook se soltó del agarre de Taehyung para acercarse finalmente a Seokjin, dejando la cesta a un lado, y sentándose sobre las piernas del mayor, abrazándose a su torso con bastante apego. Namjoon sonrió enternecido por aquella imagen. El niño se percató de su mirada, rehuyendo de ella para ocultarse en el cuello de su hermano.

Taehyung repitió los pasos del pequeño azabache, sentándose en las piernas de Namjoon, reposando su espalda en el pecho de su hermano, siendo rodeado al instante por sus fuertes brazos.

—¿Y mis papás? —preguntó Jungkook, mirando a Seokjin, recibiendo al instante un besito sobre su nariz.

—Salieron los cuatro a las aguas termales. Creo que vienen hoy en la noche o mañana, no lo sé.

—¿Y por qué no nos llevaron? —fue el turno de Taehyung preguntar—. Nunca he ido a unas aguas termales.

—No has ido porque no aceptan menores de edad, pulga —Namjoon pellizcó su mejilla—. Igual si quieren salir podemos ir al pueblo hoy también, nos dejaron la camioneta de mi papá.

—Yo no quiero —negó Jungkook—. Ya hicimos muchas cosas ayer.

Seokjin rió. —Pero qué flojo salió este conejito —comenzó a hacerle cosquillas, divertido por la risa tan contagiosa del niño—. Igual me le uno a este vago, no me apetece salir.

—¡Hyung flojo!

—¿Cómo me llamaste?

Otra lluvia de cosquillas recayó sobre los costados de Jungkook, haciéndolo reír alto por el estímulo. Namjoon y Taehyung miraban la escena, adorando las bonitas risas que soltaba el pequeño niño. Cuando Seokjin por fin lo había dejado tranquilo, Jungkook tenía las mejillas rojas, y los ojitos algo brillosos por las lágrimas que amenazaban por salir, además de una sonrisa algo tonta por el momento.

—¡Ahhh! ¿¡Por qué Jungkookie es tan bonito!? —se quejó Taehyung con pesar, como si ese hecho fuese demasiado para él.

Las mejillas de Jungkook se calentaron aún más, y el niño no tardó en esconderse nuevamente entre el cuello de su hermano. Seokjin sonrió, abrazándolo más. —¿Verdad que mi niño es preciosísimo?

Taehyung asintió ferviente, dándole toda la razón.

—Bien, no saldremos, ¿alguna idea para pasar el día? —comentó Namjoon. A él tampoco le llamaba la atención salir ese día, pero sabía que Taehyung era un caso contrario. Su hermano se aburría fácilmente.

—¿Podemos acampar? —justamente preguntó el niño, mirando a los presentes con latente emoción—. Nosotros trajimos la carpa más grande, ahí podemos dormir todos.

Seokjin hizo una mueca. —No lo sé, ¿no sería peligroso?

—La zona es bastante segura, además, si se sienten incómodos siempre podemos volver a la cabaña —dijo Namjoon.

Si bien la idea parecía ser tentadora, había una pequeña parte en Seokjin que dudaba si era una buena opción. Él jamás había acampado, nadie en su familia en realidad. Los cuatro eran muy hogareños y acostumbrados a las comodidades de un hogar, y aunque fuese solo esa noche, y la cabaña la tendrían al lado, aún seguía causándole inseguridad. —¿Tú qué piensas, Kookie?

El niño se encogió de hombros. —Donde esté hyung, yo estaré.

Genial, volvía a recaer la decisión en él.

—Podemos intentarlo... —dijo finalmente, logrando que Taehyung aplaudiera alegre—, pero eso sí, al mínimo peligro, toditos dentro de la cabaña. ¿Entendido?

—¡Entendido, capitán! —exclamó Taehyung, llevando su manito derecha sobre su frente cual soldado. Namjoon imitó el movimiento, teniendo la misma posición firme.

Seokjin sonrió de lado, enternecido por ambos hermanos. —Bien, acamparemos en la noche, pero durante el día qué haremos.

—¿Preparar bocadillos para la noche...? —intervino Jungkook, levemente entusiasmado por la idea de acampar.

Taehyung asintió a lo dicho. —Hay que preparar cosas muy deliciosas para compartir —se giró a ver a Namjoon—. Namie hyung, usted tiene que pensar las mejores historias para que las cuente antes de dormir, y Jungkookie —miró al niño—. Tú cantarás.

—¿Ah? ¿y por qué yo? —Jungkook arrugó su naricita.

—Porque Namie hyung contará historias, y Seokjinnie hyung cocinará —dijo con obviedad.

—¿Y tú qué harás? —refutó.

Taehyung alzó su barbilla con orgullo, inflando su pechito. —Yo organizaré la mejor acampada de sus vidas.

『 🐰 』

Quizás cuando Taehyung comentó que organizaría todo, ninguno de los presentes lo tomó mucho en serio, es decir, estamos hablando de Taehyung, las cosas que salían de esa cabeza mayormente carecían de coherencia. Sin embargo, el estar trabajando bajo presión por las exigencias del niño era una enorme cachetada para que no volvieran a subestimar al pequeño Kim.

El primer afectado había sido Seokjin. En sus cortos tres años de universidad en la carrera de gastronomía había tenido profesores exigentes, de esos que le hacían cuestionarse a sí mismo si realmente era capaz para ser un cheff, pero todos esos maestros habían quedado pequeños al lado de Taehyung y sus fervientes ganas de hacer de la acampada algo inolvidable.

—Hyung, están chuecos.

El ojo derecho de Seokjin tembló.

—Cariño, están bien —admiró con detenimiento los pastelitos que había hecho—. Doraditos y esponjosos.

El niño hizo una mueca. —Mírelos bien, hyung, están todos para la izquierda.

Hizo caso al pedido, fijando su vista en los postres, y ahí, casi imperceptiblemente, estaba aquella inclinación imperfecta hacia la izquierda, tal y como lo había indicado Taehyung. La punzada de vergüenza y decepción consigo mismo fue dolorosa y eficaz, llegando tan rápido que no pudo advertirla.

Relamió sus labios, frunciendo levemente su frente. —¿Sabes? Sí están chuecos, así que haré otra tanda más.

Manos a la obra, Seokjin tomó nuevamente los materiales, vertiendo cada uno de ellos con la medida exacta para que no volvieran a salirle mal los otros ponquecitos. Taehyung vigilaba de cerca cada uno de los movimientos del mayor, verificando que todo salga correctamente.

O salían derechos, o se mataba, una de dos.

—¿Les ayudo en algo? —preguntó Namjoon haciendo acto de presencia en el lugar, más la mirada fulminante de Seokjin para con él lo paralizó en su sitio. Miró a los lados, así que sí, era con él y solo con él—. ¿Hice algo malo? —preguntó desconcertado.

—No me interrumpas, Kim Namjoon —las palabras de Seokjin salieron bajas, en tono de advertencia—. Haré los mejores pastelillos de todo Corea.

Namjoon boqueó, pero decidió cerrar la boca y no decir nada de la forma tan excesiva con la cual Seokjin media una taza de harina de trigo.

—¿Hyung, ya hizo lo que le pedí?

Rascó su nuca. —Iba a eso, solo pasé por acá a ver si necesitaban algo.

—No necesitamos su ayuda aquí, hyung —Taehyung sonrió, y Namjoon alzó ambas cejas—. Vaya y arme la tienda. Tiene que verificar que esté en un buen sitio, y que no se vaya a caer en medio de la noche. ¡Tómese su tiempo para conseguir el mejor lugar!

—Taehyung, la tienda se arma en menos de veinte minutos.

—Sí, hyung, pero es mi papá quien la arma en menos de veinte minutos —alzó sus hombros—, hyung es torpe así que tardará más.

Namjoon jadeó. —Tú, pulga irrespetuosa...

—¡Solo ve a armar la tienda! —exclamó Seokjin—. Quiero silencio para que todo quede perfecto, así que deja de quejarte y haz caso. Ahora no sé si eché más harina de lo normal, y ya están los huevos en la mezcla por lo que no puedo empezar de nuevo, así que, Namjoon, yo sé que tú no crees, pero te juro por Dios que si esto me sale mal la vas a pagar tú.

La cocina se sumió en un silencio aterrador luego de la sarta de palabras que había soltado Seokjin con una rapidez que le pisaba los talones a un rapero. Taehyung, sin importarle nada la amenaza de su cuñado, sacudió la mano hacia su hermano, indicando la salida. —Hyung, la tienda, vaya, vaya.

Y ahí iba el segundo afectado del día, saliendo con una expresión berrinchuda en su rostro, —una que contrastaba demasiado con su enorme cuerpo— a armar la tienda en un sitio donde ni el viento la tumbara.

—"Hyung es torpe" ñiñiñi —imitó a Taehyung con voz fina y tonta, tomando los materiales para su trabajo, teniendo sus labios abultados con enojo—. Pulga loca, veamos a quien va a llamar cuando le pregunten la tabla del siete y no se la sepa, juro que le voy a rapar las cejas un día de estos.

『 🐰 』

—Esto es innecesario —se quejó Jungkook por enésima vez en el rato, con la cesta de flores en la mano—. ¿Esto para qué serviría?

Taehyung había sido claro en su pedido; buscar todas las flores y llenar la cesta. Y ahí estaba él, el tercer afectado, recogiendo flores a diestra y siniestra para una finalidad que él desconocía. Es que el hecho de no saber para qué eran le frustraba aún más.

Había recorrido parte del bosque, asegurándose de no alejarse más de lo debido, recogiendo cual flor se le atravesara en el camino, y justo en aquel momento iba por las orillas del río, ya que era la última parte que le faltaba.

Justo había dejado de último aquel lugar por el simple hecho de que estar cerca de aquella masa de agua le causaba algo de pánico, aún más cuando estaba solo, y es que pensó que recorriendo el bosque conseguiría llenar la cesta, pero no, solo consiguió llenar la mitad, así que tuvo que volver a ese sitio que sencillamente no le gustaba, sabiendo que en el lugar conseguirían las flores que le faltaba.

Solo era cuestión de terminar de llenar la cesta y volver corriendo a la cabaña.

—Uh... —hizo una mueca cuando pisó una zona mucho más lodosa, llenando su Crocs de barro—. Esto es tu culpa, Taehyung. Te haré que la limpies con la lengua.

Mordió su labio, mirando su calzado completamente sucio, y le asqueó. Miró el río, y luego su Crocs, repitiendo el movimiento de su cabeza un par de veces antes de suspirar. ¿Solo era agua, no?

Dejó la cesta en el suelo, acercándose hasta el río, tragando saliva. Respiró hondo, y con lentitud se sacó el zapatito para luego agacharse al frente del río. Estiró su mano, con la Crocs en ella, hundiéndola para librarla de toda suciedad, temblando con completo pavor por la cercanía entre él y el agua. Las piscinas no le daban miedo, Jungkook las amaba, pero el río y la playa eran otras cosas, ahí jamás se metía. No sabía que había bajo esas aguas, y si había algo ahí, esa cosa no tardaría en comérselo en un santiamén.

Su corazoncito latía apresurado, en un constante ritmo que comenzaba a marearlo, y a nublarle la audición, escuchando solamente cuán rápido corría.

En un descuido, la Crocs salió de la mano de Jungkook alejándose en el agua. El niño abrió los ojos, completamente asustado. No estaba tan lejos, pero estirando su mano no la alcanzaría. Se levantó de donde estaba, mirando a los lados con apuro. Si tardaba más, se iría en las aguas. Una rama llamó su atención, y sin pensarlo mucho ya la había tomado, estirándose para alcanzar la Crocs con ella.

—Un poco más... —se estiró otro poco, pero en un mal movimiento, golpeó la Crocs con la rama, alejándola más—. No, no, no —se quejó asustado. Aún estaba a una distancia accesible, pero debía entrar un poco en el río. Aquel pensamiento hizo doler su corazón del miedo, pero no se echó para atrás. Dio dos cortos pasos dentro del agua, sintiendo sus ojitos llenarse de lágrimas.

Tragó saliva y estiró la rama nuevamente, algo temblante a causa de su mismo pánico. A esa distancia, aún faltaba solo un poco para alcanzar su calzado, así que, armándose de valor se estiró otro poco más.

Sin embargo, su vulnerable y asustado cuerpecito no estaban preparados para aquel movimiento, y desequilibrado completamente cayó de bruces al agua, sintiendo el temor paralizar cada parte de su ser.

『 🐰 』

Namjoon sacudió sus manos, mirando con seriedad la tienda que había terminado de armar. El sitio era más que perfecto, así que al dormir dentro de ella no tendrían problema con algún relieve que les molestara. También había colocado bien cada estaca para sostener las esquinas, haciendo la prueba de sacudir la carpa para verificar que nada se soltara.

Sonrió satisfecho, quitándose su suéter y quedándose en una ligera franela. —¿Inútil? Qué va, soy el chico más genial del mundo que armó la tienda más segura de todas en el mejor sitio del lugar. Crack, máquina, fiera, ese eres tú, Kim Namjoon —se halagó con altanería, colocando su suéter sobre su hombro, y sus manos sobre sus caderas—. Desde ahora, todas las generaciones me llamarán el puto amo de las tiendas para acampar... solo espera que veas esto, pulga maleducada, haré que practiques las tablas del siete y del ocho, y te enseñaré a dividir con dos cifras. Ay, sufrirás tanto...

Una sonrisa malévola se plasmó en su rostro.

El sonido de algo cayendo en el agua llamó su atención, mirando en dirección al río con curiosidad. Nadie estaba afuera más que él y... oh...

Sus piernas se movieron con rapidez hasta la zona, con su corazón latiendo a mil por hora del susto que traía encima. Jungkook sufría de potamofobia y talasofobia; miedo a los ríos, los cursos de agua y al mar. Seokjin una vez se lo comentó cuando le había preguntado el porqué no se bañaban en el río. La familia Jeon prefería evitarlo a toda costa para no causar malestar en el niño, además de no hacerlo sentir excluido. Por eso, cuando escuchó el sonido de algo caer en el agua, actuó de manera automática.

Pasó algunos de los árboles, quitándose las ramas del camino, cuando por fin llegó al río, sintiendo como la vida se le iba cuando en el agua solo pudo ver la cabecita azabache de Jungkook, con su carita pálida y sus ojos abiertos de par en par. Parecía que solo estaba parado dentro del agua, ya que no se encontraba muy lejos para ser profundo, pero supo de inmediato que el miedo lo tenía totalmente paralizado en el sitio, logrando que no fuese capaz de salir por sí solo.

Tiró su suéter a un lado y corrió hasta adentrarse al agua, importándole poco si mojaba sus tenis y ropa, y tomó a Jungkook en brazos, saliendo rápidamente del lugar hasta sentarse sobre la tierra. El niño tiritaba, del miedo y del frío, así que Namjoon alcanzó su suéter que había tirado y se lo colocó, abrazándolo tiempo después contra él, subiendo y bajando sus manos por su espalda a modo de darle calor. Jungkook no decía nada, tampoco hacía nada, solo se dejaba hacer, en un estado de completo shock.

A Namjoon le dolió verlo de esa forma.

—Ya estás a salvo, bebé, te tengo... —lo abrazó aún más, queriendo darle todo su apoyo y calor—. Nada malo pasó, llegué a tiempo. Estás bien, ¿sí? Nada malo te sucedió. Mira, estás fuera del agua, ya no hay que temer...

Bajitos sollozos se escucharon, y pronto Jungkook se aferraba a Namjoon en un abrazo desesperado, el cual era correspondido con la misma intensidad. La carita del niño estaba oculta en su pecho, y Namjoon dejó un beso sobre su cabeza antes de cubrirlo todo rodeándolo con sus brazos. »Te tengo, Kookie... estás a salvo.

Dejó que Jungkook llorara para drenar todo el miedo que lo había envuelto, esperando pacientemente a que sus lágrimas mermaran, acariciando su espalda, dejando besos sobre su cabeza y recordándole que estaba bien, que todo lo malo había pasado. Tiempo después, cuando el llanto se convirtió en pequeños espasmos, y el abrazo pasó a ser menos intenso, Namjoon pudo sentirse aliviado también.

—¿Te sientes mejor? —susurró, sin recibir respuesta alguna. No lo presionó, pues el impacto de lo sucedido no iba a ser superado tan fácilmente. Jungkook reposaba sobre su pecho, abrazado a sus caderas sin mucho afán. Miró a lo lejos algo flotar, y supo de inmediato que se trataba de la Crocs de Jungkook—. Tu zapatito se ha alejado un poco, ¿quieres que vaya a buscarlo por t-

—N-no... —la manito de Jungkook se aferró a la camisa de Namjoon, y el niño lo miró con pánico.

El corazón de Namjoon se imprimió, así que volvió a apretar a Jungkook contra él. —No iré a ningún lado, no me separé de tí. Hyung está aquí, hyung no se irá.

Los ojitos del niño brillaron por la palabras, y asintió quedito, volviendo a acurrucarse contra Namjoon.

Estaba a salvo, nada malo había pasado, Namjoon... él lo salvó.

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